Han pasado seis meses desde que
los gemelos no se han visto las caras. En la navidad, Bill deseaba que su
hermano llegase, pero Tom no lo hizo, él prefería quedarse en casa tendido en
su cama, antes que mirar de nuevo a su hermano. Al contrario que Bill, él puede
vivir perfectamente sin la presencia de su hermano.
Los días para ambos no han sido
fáciles. Bill ha tenido problemas con el Sida; ha decidido que es mejor irse de
su casa para buscar un lugar en donde pueda vivir solo. Fue internado por un
par de días gracias a una intoxicación por las medicinas, pero al final todo le
fue bien y regresó a su pequeño departamento. Últimamente se sentía muy débil,
y fue a la universidad para anunciarle a una única persona su última decisión.
- Me he sentido muy mal… Y he
perdido muchas clases y servicios…
- Puedes recuperarlos, Bill,
apenas llevas dos años de cinco.- negó.
- Estoy enfermo… Tengo Sida y…
ni siquiera me puedo mantener en pie.- Su maestra se quedó patidifusa. Bill
bajó la mirada algo apenado; de pronto su cabeza comenzó a dar vueltas. –Tengo
principios de anemia, yo supongo que por eso me siento tan débil, a mi hermano
le pasaba lo mismo.
- ¿A qué viene todo esto, Bill?, ¿Necesitas
descansar unos días más?- Bill negó, con la mirada baja, lleno de vergüenza. Se
lamió los labios y pensó su decisión con más precisión. Pero siempre terminó con
lo mismo.
- Ya no estudiaré más en la
universidad.- Sus propias palabras parecieron afectarle más de lo que él mismo
había creído.
- ¿Y tu carrera?- Preguntó
ella, a lo que él solo tragó saliva en seco.
- Ni siquiera me creo capaz de
ayudar a alguien… aparte, nadie me vería a mí como una influencia, al
contrario, nadie querría ir con un psicólogo con la imagen como la mía.
- No digas eso. Tu físico está
así por los medicamentos, supongo. Yo sí iría con alguien como tú.
- Lo dices porque has sido mi
guía desde que comencé con esto… ni siquiera sé que será de mi vida en las
últimas semanas. No puedo pensar en otros ahora.
- ¿Estás seguro que deseas
hacer esto con tu futuro?- asintió.
- Me tomaré una semana para
pensármelo bien, aunque sea lo que he estado haciendo desde siempre.
Para Tom los días eran
difíciles en el sentido de sobrevivir. Lo despidieron de su trabajo y ahora se
dedicaba a ser el cruel camarero de un pequeño restaurante cerca de su
propiedad. A él mismo le sorprendía que no le corrieran de ahí, a pesar de las
quejas de todos los degustadores. Tom nunca trató a las personas como debería,
pero ahora exageraba su forma de comportarse; fue capaz de gritarle groserías a
un hombre mayor a causa de que no podía decidirse por elegir la comida. Como
consecuencia no le pagaron a Tom las horas que había estado atendiendo (o
gritando) a las personas.
A Tom parecía no importarle su
futuro, o lo que es algo peor: tampoco se importaba en su presente. Paso a ser
una persona peligrosa, tanto como Maurice. Y sus amigos le seguían como si
fuera alguien grande por el hecho de lastimar a otros para obtener lo que le
apetecía y no tenía. Era, de alguna forma, una de las personas más admiradas en
el barrio; estaba dentro de los cinco más peligrosos y entre los tres más
insensibles. Prácticamente Tom había olvidado a su hermano y sobre todo, a sus
padres. Había iniciado una vida, que a su perspectiva, era como el “paraíso”.
La necesidad de Bill de tener a
su hermano o a una compañía que se asemejara a la de él, era más grande todos
los días. Después del tercer mes se había rendido a dejarle mensajes de voz y
de texto al móvil; intentó dejar todo contacto con él, pero las ansias de tener
compañía y apoyo eran insaciables; y después de reflexionarlo con su psicólogo,
quien le dijo que él era capaz de hacer todo lo que él quisiera si se lo
proponía; se le pasó por la cabeza una idea algo descabellada para cualquier
persona. Pero hablando de Bill, no lo era tanto.
By Bill
Comenzaría con una aventura.
Los vellos se me erizaban de solo pensarlo. Era por una parte aterrador, pero
también era emocionante. Después de darme una ducha, tomé un litro de agua del
frigorífico y salí de mi casa. Me dirigí a una pequeña central camionera que
pudiera llevarme a Frankfurt. Me acerqué a un hombre que recogía los boletos y
hacía que mujeres dejaran sus bolsos en una pequeña canasta de plástico para
revisar lo que contenía.
- Buenas noches eh… vengo a
preguntar sobre un viaje a Frankfurt.
- Creo que has llegado
considerablemente tarde.- ladeé la cabeza. –El camión se fue hace tres
horas.-Mordí mis labios, decepcionado.
- ¿No habrá otro pronto?
- Habrá uno mañana. Haz llegado
tarde, amigo.- sonrió, cerrando las puertas del camión. –Pero si te apetece,
puedo llamar a un taxi que se dirija a Frankfurt.
- ¿A Frankfurt?- asintió.
–Bueno, está bien.- sonreí.
- Bueno, acompáñame.- asentí y
caminé tras él. Tomó un teléfono y llamó por un taxi un par de veces sin éxito.
Me miró con pena y marcó una última vez, negando. -¡Oh, hola!- respondió con
una gran sonrisa, la misma que yo le imité con esperanza. –A Frankfurt. Sí, lo
sé, pero es urgente.- torció los labios. –Por favor…bien, gracias, ¡gracias!-
me miró y asintió. –Ve a la puerta principal, ahí te van a recoger.
- ¡Muchas gracias!- sonreí y
corrí hacia la puerta.
Después de media hora, el taxi
se paró frente a la puerta y abrió los seguros del auto. Me acerqué ahí y lo
miré. Cabeza calva, ojos azules y muy delgado, pero robusto. Parecía un buen
tipejo, pero a juzgar por sus tatuajes de cadenas en los brazos, lo dudé un
poco. Aferré la botella de agua que llevaba y él me miró confundido.
- ¿No vas a subir?
- Sí, eh… gracias.- abrí la
puerta y me senté en los asientos traseros. Antes de arrancar me miró por la
mampara de vidrio ente él y yo.
- ¿Listo?- asentí y él arrancó.
No hubo palabra alguna por parte de ambos hasta llegar a una luz roja antes de
salir de la ciudad y entrar a la carretera. -¿Y qué le hace ir a Frankfurt con
tanta prisa?- preguntó. Yo me lamí los labios.
- Tengo que ir a con mi hermano.
Él vive allá.- Él asintió y no volvimos a hablar en todo el camino. Me quedé
mirando la carretera; era ya de noche, quizá las diez cuando ya no podía
mantener los ojos abiertos y me decidí por dormir.
Abrí los ojos al escuchar la
radio con un volumen fuertísimo. El hombre bajó el volumen y cambió la
estación. Yo miré a la ventana, Si mi memoria no me fallaba, estábamos en
Frankfurt ahora mismo. Minutos después me percaté del centro comercial al cual
Tom y yo íbamos para comprar comida y las cosas necesarias para vivir al menos
una semana.
- ¡Aquí puede dejarme!- él se
detuvo y me miró confundido.
- ¿En el centro comercial?-
asentí. – ¿No es mejor que te lleve a la casa de tu hermano?
- No, es decir, queda muy
cerca.
- Bueno, entonces llegamos.-
bajé del taxi y le di el dinero.
- ¡Muchas gracias!- sonreí.
Caminé a paso rápido hacia la casa de mi hermano. Mis pies tocaban nuevamente
este lugar, no me lo podía creer.
Caminé un par de manzanas y ahí
miré la casa de mi hermano, la cual estaba más pintarrajeada que antes con
frases dirigidas a mi hermano. Tales como: >>Muerte a Tom; declaramos la
guerra en contra de todos quienes estén de tu lado, maricón de mierda<<,
algunos dibujos obscenos y los vidrios de las ventanas rotos. La puerta estaba
abierta y ahí dentro se podía apreciar la oscuridad penetrante. Acepto que me
dio miedo entrar a ese lugar. Pero lo hice. No había luz, pero alumbré un poco
con mi móvil.
- ¿Pero qué…?- mi corazón dio un vuelco por el miedo. La
casa estaba vacía, pero llena de grafiteados que insultaban a mi hermano de una
forma completamente sorprendente. En toda mi vida había visto tantos insultos
hacia una persona como los vi en este lugar. Di un recorrido por la casa,
muerto de miedo. Por las escaleras habían dibujos obscenos y otros que no lo
eran. Pero de lo único que me percaté, era que Tom no estaba en ese lugar, en
ningún rincón de la casa.
Salí de ahí y lo primero que se
me ocurrió, fue correr a la casa Emil.
- ¿Bill?- me miró con completa
confusión. -¿Qué mierda haces aquí a esta hora?
- ¿Es que has visto la
propiedad de mi hermano?, ¡Está llena de insultos! ¡Está vacía, mi hermano no
está!- y él comenzó a reír con tanta fuerza que pude sentirme ofendido y
avergonzado.
- Tu hermano no vive más ahí.
- ¿Qué?- me mordí los labios a
lo que él asintió. -¿Dónde está su nueva casa?
- Está algo más lejos.
- Solo dime dónde está, por
favor.
- Si gustas, puedo llevarte yo.
- ¿En serio?- asintió. - ¡Por
favor!- Él sonrió y salió de su casa.
Era un lugar mucho más feo al
que solía vivir antes. Su casa era más grande; tenía una reja y un jardín
delantero que separaba su hogar de esa misma reja. Era blanca desde la luz de
la noche, y tenía un pequeño ventanal en la planta alta. Emil llamó al timbre
un par de veces, y la luz en el ventanal se reflejó, dejándome ver que tenía
una cortina de encaje blanca. A los pocos segundos la puerta se abrió y la cara
adormilada de mi hermano salió en pijamas azules en el umbral. Tenía las mismas
rastas de siempre, solo que ahora estaban tintadas de negro.
- Tom…- susurré, a lo que él me
miró a los ojos, y pareció que el sueño se le esfumó de pronto. Abrió los ojos
como plato y dio un grito ahogado.
- ¡¿Qué haces aquí?!- su voz,
si mal no la recordaba, se había hecho más grave que antes.
- Vengo a visitarte, Tom…-
dije, sintiendo vergüenza. Él negó.
- ¡Vete de aquí! ¡te dije que
no me buscaras!- me tomo de los hombros con una fuerza terriblemente dolorosa.
¡TE DIJE QUE NO ME BUSCARAS MÁS COÑO!
- ¡Tom, suéltame!- le grité,
pero él no lo hizo.
- Hey, hermano, al menos déjale
dormir esta noche contigo.- dijo Emil.
- ¡No, no lo dejaré!, ¡vas a
dormir en la calle!
- Por favor, Tom… solo quería
verte…- dije.
- ¡TE LO PEDI! ¡TE PEDI QUE NO
LO HICIERAS!
- Tengo que irme.- dijo Emil, y
huyó en su auto.
- Mierda, ¿¿qué coño haré
contigo ahora??- Se tomó la frente con desesperación. –No te voy a dejar dormir
en mi casa.
- Por favor… solo por hoy…
- ¡No!- entró en su casa de
nuevo.
- ¡Tom, por favor, Tom! ¡TOM!-
mierda… dormiría en un lugar tan peligroso en la calle…
Tomé un trago enorme de la
botella de agua que llevaba. Después me senté en la acera, sabía que él
saldría; él me lo había dicho una vez, me dijo que no era tan malo para dejar
dormir a alguien fuera por una noche tan fría.
Pero había dos opciones.
Tom me dejaría entrar y
cruelmente me haría dormir en el suelo, pasando frío y teniendo una noche de
gritos e insultos. O quizá dormiría aquí en la calle, algo que el simple hecho
de pensarlo me ponía malo.
Miré su casa con más
detenimiento mientras, a mi suposición, Tom abría la puerta. Tenía un pasto mal
cortado y algo seco, unas figurillas extrañas de piedra al umbral de la puerta
y una péquela farolita en la esquina superior de la misma puerta. A mi parecer
había afinado un poco más el sentido de moda y estilo en su hogar; la casa era
mucho más grande y debo aceptar que también era muy bonita. Y la ansiedad por
verla de adentro me hizo quedarme con muchas ganas de gritarle para que me
abriera.
Escuché dentro un fuerte grito
y un cuerpo sólido caer al suelo sin romperse. Me puso mal saber que eso había
sido causa de mi visita.
- Cof, cof…- mierda, no ¡por
favor no!, comenzaba a tener de nuevo esos síntomas de esta estúpida
enfermedad. -¡TOM, POR FAVOR, ESTOY ENFERMANDO! ¡PUEDO MORIR!- le grité,
exagerando un poco la situación, aunque al final no lo exageraba del todo. Sí
podría morir. Pero él no se inmutó, supongo; no abrió la puerta o si quiera se
asomó por las ventanas. Me había ignorado por completo. -¡TOM, QUE SI MUERO
SERÁ TU CULPA, POR FAVOR!
Y nada pasó.
Al tiro comenzaba a agarrar el
sueño y el cansancio, así que me resigné un poco y me eché a dormir. Pero
claro, como siempre pasaba, Tom abrió la puerta de su casa, a lo que yo me viré
de golpe para mirarlo. Es que simplemente era extraordinario su cambio físico y
quizá también mental. Abrió la reja y me miró con pura seriedad, negando con
desaprobación.
- Levántate.- dijo con firmeza,
a lo que yo obedecí sumiso y lo miré a los ojos.
- Tom… ¿me dejarás dormir con…?
- Cállate y entra a la casa,
¡pronto!- me interrumpió. Una vez más, sumiso, entré a su casa más por morbo
que por sentir que era una orden.
¡Era hermosa!
Un comedor precioso de vidrio
con sillas de piel negra. Muchos cuadros de artistas que yo desconocía colgados
perfectamente en las paredes beige. Estaba un poco tirada y empolvada, no tenía
mucho estilo, pero era hermosa sabiendo que Tom había sido quien colocó todo.
Ambos subimos por las escaleras bien iluminadas. Entramos en su habitación, era
casi la réplica de su habitación en su anterior hogar. Las cobijas eran rojas y
ahora había un cuadro enorme sobre la cabecera de su cama. Lo único que me hizo
sonreír, fue ver el libro firmado por su escritora favorita en una de las mesas
de noche, con un separador que no podía mirar bien desde el umbral.
Dios mio cuantas cosas. . .
ResponderEliminarQue pasra ahora con los gemelos?
Por dios me dejaste bien llena de intriga!!
Sube pronto
cuidate y un abrazo :D
lindo capítulo !! me encantó (igual que los demas)
ResponderEliminarsube sube sube sube sube proonto!! porfaa me dejaste llenísima de intriga!!
Oh wow que genial esta
ResponderEliminarya quiero leer el proximo cap
me quede con la intriga ya quiero leer mas
bueno cuidate bye
awwwwww sabía que tom no dejaría a bill en la calle
ResponderEliminarte quedo precioso el cap
espero el prox
bye cte:)