martes, 23 de octubre de 2012

Capítulo 30


Me sentí solo durante una semana entera en la universidad. Por alguna razón completamente ajena a mí, ninguno de mis amigos me dirigió alguna palabra. Últimamente lo único que hacía al llegar a la universidad era recostarme en la mesa, sin algún ademan de dormir, tan solo fingía hacerlo para poder desahogar todos mis sentimientos en mi propia “cueva”.
- Bill, despierta, que tengo que darte un mensaje.- levanté la cabeza y miré a la profesora. Ella sonrió. –Me ha encantado la presentación que hiciste el semestre pasado. Los profesores y yo pensamos que podrías comenzar a hacer citas, para probar tu habilidad, ¿quisieras?- sonreí.
- ¿Yo?, ¿de verdad?- asintió. –Pero… no…- bajé la mirada. –No puedo.
- ¿Por qué no?
- Antes de ayudar a alguien, supongo que debo ayudarme a mí primero.
- Claro que sí, solo tomarías un par de semanas en tratamiento, y debemos hacerte un psicoanálisis para ver cómo está tu fuerza psicológica.
- Bueno, sí… ¡sí!- sonreí ampliamente.
- Bien, entonces mañana nos tenemos que ir tú y yo. He pedido permiso para el resto de las clases.- asentí. –Bueno, puedes irte ahora a tu casa.
- Gracias.- Ella solo asintió. Guardé mis libros en mi bolso y me eché a caminar con la cabeza gacha, como solía hacerlo siempre ahora. Miré mi móvil, esperando ilusamente un mensaje de mi hermano, pero nada sucedía nunca cuando lo hacía.
- Bill, ¿Tom irá por los medicamentos a mi casa?- escuché un susurro, peligrosamente cerca de mi oído. Me aparté un poco y lo miré.
- No, Robert… no irá más.
- ¿Entonces te apetece que vaya a tu casa para dártelos?- negué un sin par de veces, tragando saliva en seco.
- ¡Claro que no!, si mis papás te miran te matarían.
- ¿Ya se lo has dicho a tus padres?
- Sí. Ahora compraré las medicinas.
- No puedes hacer eso.
- No me siento bien aceptando medicamentos gratis. Mejor dejémoslo así.
- No, no voy a aceptar nada de eso, y aunque no las uses, me sentiré bien conmigo mismo creyendo que las usas. Aún así te las llevaré o te las daré aquí.- me pasé el cabello detrás de las orejas.
- Sé que te quieres sentir bien con tu persona, pero yo no me siento bien con la mía si haces eso. Ahora no estoy bien y no quiero gritarte, así que… Adiós.
- ¿Aún tienes medicina en tu casa?- asentí. – ¿Cómo has llevado todo esto?
- ¿Cómo lo puedo estar llevando?, es decir… me pongo histérico sabiendo que por cualquier insignificante enfermedad podría no sobrevivir…, me pongo mal cuando miro que ahora no soy el mismo en el espejo, ¡solo mírame!, estoy horrible… ni siquiera podré tener una familia…
- No estás horrible, solo algo decaído.- bajé la mirada. –Te acostumbrarás a mirarte así, y los cambios no los sentirás tanto. Te lo digo porque me pasaba igual, pero ahora me acostumbré a todo, y las enfermedades solo tienes que afrontarlas sabiendo que estarás bien.- suspiró. –Y por lo de tu familia… también me destruye el simple hecho de saber que tengo veintitrés años, y no he podido besar a alguien con amor y sin miedo…
Sentí la mirada húmeda y las pequeñísimas lágrimas cayendo por mis mejillas. Mierda, justo hoy que algo bueno me había pasado. Sentí sus tibias manos tocar mis mejillas y levantar mi cabeza con suma delicadeza; yo me saqué las lágrimas y sonreí.
- Está bien llorar.
- No, no lloraba solo…
- ¿Estás bien?- interrumpió.
- Estoy bien.- saqué una pequeña carcajada, a la que el negó. –De verdad, estoy perfecto. Me tengo que ir.- asintió.

By Tom

- Confiésame algo.- asentí, mirándole con seriedad.
- ¿De verdad quieres dejar caer toda relación a la mierda?
- Sin duda.
- Somos amigos, puedes hablarme con la verdad.
- Claro que no quiero, pero él me lo dijo hace unos años, >>Si quieres a alguien, busca lo mejor para ese alguien, aún sí lo mejor es alejarte de esa persona<<- Emil sonrió, negando levemente.
- Nunca creí que una de las personas más crueles en este pequeño barrio, se pondría tan sensible por culpa de su hermano.- negué, entornando los ojos.
- Mi hermano está  enfermo, ¿sí?, tengo algo de responsabilidad por ello.
- Y también porque eres su hermano mayor. Venga Tom, acepta que lo adoras y darías la vida por él.
- Creo que te estás yendo a los extremos, tan solo me fui de Hamburgo porque no quería causar más problemas.
- Te fuiste para hacerle bien a él, y al menos en donde yo vivo, alguien que no banca a una persona, no busca su bien, ni siquiera bajo su sombra.
- Es mi hermano, Emil, ¡mi hermano gemelo!, aunque no lo quisiera, está en mis venas al menos sentir pena y algo de cariño por él.
- Lo adoras.- rió.
- ¡QUE NO MIERDA!
- Tom y Bill, los gemelos más cariñosos del mundo.- dijo en tono cantarín.
- ¡Que te den, hijo de puta!- se carcajeó. –Vete a la mi-er-da.- terminé por levantarle el dedo medio, haciendo que él se partiera de risa. Me levanté del sofá y me salí de su casa, a paso rápido y pesado. Me había tocado las pelotas, y eso era extraño con él, que solíamos llevarnos de esa forma la mayor parte del tiempo, pero esta vez había explotado.
No llegué a casa, me quedé caminando por el centro del barrio, reflexivo, cosa que no solía ser muy normal en mí; casi siempre hacía lo que yo quisiera sin hacerle caso a mi mente o subconsciente. Pero estaba cansado de escuchar mi puto móvil vibrar, avisándome que Bill me llamaba o me enviaba un mensaje. Creía que lo que le había dicho y escrito le entraría a la cabeza y se diera cuenta de que realmente lo hacía por su bien.
Le di una calada profunda a mi cigarrillo y mantuve la respiración por unos segundos, después dejé salir el humo de mi boca, dejando que se fuera por donde fuese, llevándose todas mis ansias y mi frustración. El día se estaba acabando, llevaría un par de horas, si no es que tres, aquí parado, pensando en una solución a todo esto. Me humedecí los labios que segundos atrás mordía con ansiedad, y levanté mi mano hacia mis ojos, mirando como el cigarrillo que posaba entre mis dedos, era consumido por las cenizas. Le di un par de dedazos, haciendo que la ceniza se cayera, y di una calada más grande. Bien podría servirme el filosofar este momento, no todos tenemos la misma perspectiva sobre nuestros actos. Bill era el humo que se disolvía con el aire, volando lejos; yo, las cenizas que caían al suelo y eran arrastradas por pequeñas corrientes.
Nuevamente me llevé la lengua a los labios, y después, la última calada se presentó en el ahora, débil cigarrillo. Mantuve el humo dentro de mi boca por segundos llenos de amargura y confusión; después los dejé salir, y los segundos se transformaron en minutos enteros. Dejé caer el cigarrillo al suelo y lo pisé un par de veces con mi zapatilla deportiva. Y caminé, dejando los segundos del pasado detrás de mí.

Ringg, Ringg, Ringg

- ¿Hola?- detuve el móvil con mi hombro y mi oreja, mientras buscaba las llaves de la casa.
- ¿Por qué te has ido, hijo?- entorné los ojos, abriendo la puerta y entrando a casa. Me senté en el sofá frente a la televisión antes de contestarle.
- Bill podría tenerse ese cuestionamiento en mente, quizá él aún no lo comprenda. Pero tú preguntándote eso…no lo creo.
- Sé que tenemos problemas, pero no te vayas como un cobarde y arréglalos.
- No me fui por cobarde, papá. Yo no soy un cobarde.
- Te vas sin avisar. Eso no es muy de valientes.
- Oh, claro que avisé. Se lo dije a mi hermano, a la única persona a la que le tengo cariño en esa casa.
- Tú no le tienes cariño a tu hermano; te habrías quedado si él te lo pedía, y no lo hiciste. Y por favor, no vayamos a mentir, ambos sabemos cómo es Bill, y él te suplicaría hasta gastarse la voz.
- Me cansé de su comportamiento y también del de ustedes. ¿Acaso se han preocupado por Bill?
- Si es por lo de su estado, entonces no demuestras que tú lo has hecho, porque lo sabías, y nunca nos lo dijiste.
- ¿Para qué me hablas?, ¿Para fingir que tú y mamá han sido los que han cuidado de él?
- Tu madre está mal porque te has ido.
- No pareció importarle cuando me golpeaba y gritaba, ¿verdad?
- No sabes de lo que tu hermano es capaz de hacer por ti, ¿por qué no tienes un poco de compasión?,  iría a buscarte aunque sea a pie.
- Siempre le demostraron más cariño a él que a mí, ¿por qué no lo cuidan como si fuera su único hijo?
- ¿Eso significa que ya te hemos perdido, que no te consideras más nuestro hijo?- me quedé en silencio. >>Papá, ¿Es Tom?<<, se escuchó la voz de Bill. >>Por favor, dile que necesito decirle algo<< -Tom, tu hermano…
- Dile que no quiero hablar con él.- interrumpí. Los susurros de papá se escucharon más que claros, y la voz de Bill mucho más aún, pues comenzó a gritar. >> ¿¡Por qué no, Tom?!, ¡Es algo importante, por favor, escúchame!, ¡Por favor, por favor, por favor, por favor!<< -Papá, tengo que cortar, me voy, adiós.
Y corté sin más.
Era difícil. Realmente nunca había tenido que decidir algo de un día para otro; pero la verdad era que no pensaba a retractarme o siquiera arrepentirme por ello. La decisión estaba tomada, y me haría al menos una meta de cuatro o cinco meses sin llamarle.

By Bill

Pasaron dos semanas. No puedo negar que Tom siempre se pasaba por mi mente por al menos un par de veces en el día, pero la verdad era que ahora me preocupaba menos que antes por él. Mis servicios habían estado yendo muy bien, y me sorprendió el día en que Robert quiso hacer una cita conmigo. Platicamos sobre su pasado, algo así como abuso intrafamiliar y complejos sexuales por un abuso sexual por parte de su tío de la familia de su madre.
Me mostró una fotografía de él a los diez años. Debo aceptar que era muy mono; piel morena y los mismos ojos grandes color castaño, con unas pestañas grandísimas. Era un poco más llenito que ahora, que estaba muy delgado; y el cabello nunca lo cambió de estilo. Era duro aceptar que realmente era una carnada fácil para obsesivos sexuales, por lo tierno e inocente que aparentaba ser. Aseguró que fue de su tío de quien contrajo el VIH  a los ocho años. 
Salía de la universidad. De pronto sentía que mi vida tomaba un camino distinto al de antes, y me sentía feliz. Me colgué la mochila al hombro y caminé a la salida con la cabeza gacha.
- Bill.- me tomaron el brazo, haciéndome retroceder un poco.
- Gustav… ¿qué necesitas?
- Necesitamos hablar todos contigo.- fruncí el entrecejo, y sin antes poder cuestionarme algo, él me llevó directo a las jardineras, en donde estaban todos, excepto Georg [que no se encontraba ahí] con caras largas, esperando.
- ¿Hablarme de qué?
- Bill, últimamente te estás comportando muy extraño.- dijo Andy.
- No me comporto extraño, ¿por qué piensan eso?
- Porque es la realidad. No te pareces al mismo Bill de antes, y eso es preocupante.- no tuve nada que decir, así que mejor dejé que el silencio hablara de mi parte.
- Te hemos visto muy cerca de Robert, demasiado en realidad. Algo más cerca que un amigo.- De nuevo, me quedé en silencio; Pero esta vez no fue causa de las palabras faltantes, sino, del nudo que se me formó en el estómago.
- Ha habido rumores de que dejaste a (tu nombre) por él. Y tú estás compartiendo mucho con él, ¿Tienes algo que decir?
- Ustedes saben que eso no es verdad.- dije al fin.
- Lo creíamos, pero después te vimos con él. Y los rumores de que sigues manteniendo relaciones con él, pues…
- Si lo hiciste una vez, ¿por qué no otras más?- abrí los labios, al borde de la desesperación.
- Pero…- balbuceé
- Lo de que eres homosexual, creo que ha quedado algo más claro que antes. Pero después salió que tenías VIH y… te ves más enfermo que antes, decaído y simplemente te ves horrible, como si fueras un muerto.
- Se supone que ustedes son mis amigos… ¿p-por qué me dicen todo esto?- se me llenaron los ojos con lágrimas de decepción.
- Por eso mismo, porque somos tus amigos, y nos has mentido desde hace mucho.- comencé a juguetear con mi navaja dentro de mis pantalones, cortándome los dedos para no comenzar a gritar.
- No queremos que te sientas mal, solo queremos poner las cosas en claro.
- Y si estuviera enfermo ¿qué? Es decir… me lástima que me digan esto… Tengo espejos en mi casa y sé que estoy horrible ahora… ¿es necesario recordármelo?- comencé a llorar. –Intento creer que soy el mismo de antes… pero ahora soy más feliz… ¿es que extrañan a Bill depresivo?, porque si es así… yo no quiero que vuelva…
- Es mejor que tú. Él escuchaba y no ocultaba nada.
- ¿Por qué mis amigos querrían hacerme sentir como lo están haciendo ahora?... ¿por qué no les gusta verme feliz?...No saben por lo que estoy pasando ahora, no saben cuanta falta me habían estado haciendo…no comprendía por qué no me hablaban… Ustedes no son así… siempre me aceptaron como soy… y ahora se alejan porque tengo una enfermedad y me acerco a Robert…- me limpié las lágrimas.
- No te pongas así.
- ¡¿Entonces como mierda me pongo?!... todos mis amigos en mi contra sin razón…siempre estuvieron fingiendo conmigo…si me quisieron ver la cara de estúpido, lo lograron, porque yo también me la vi… ¡INGENUO DE MIERDA!
Me di la vuelta, lleno de rabia, de decepción. Use mi navaja, a mi única a miga, a mi única compañera de verdad; la que gustaba de mi sangre como yo de su filo y satisfacción. Me pasó por la mente creer que había enloquecido, ¿por qué mis amigos me habían tratado de esa forma?, ni siquiera podía tratar de comprenderlo, ¡no había explicación alguna!... todos se fueron de mi lado por una enfermedad, por unos rumores estúpidos. No me lo podía creer, realmente no, ¡no podía!, no era una broma, todos estuvieron de acuerdo en hacerme sentir peor de lo que ya lo hacía. Ellos no eran buenos amigos, y yo, yo era perfecto, ¡un perfecto iluso!
>> Aquí no hay víctimas ni victimarios, todos estamos aquí para sobrevivir aunque eso te cueste la vida de los que quieres; no te creas que por dar estúpidos consejos la gente va a cambiar, no te creas que porque ya has sufrido los demás no lo hacen<<
Lo que había dicho Tom en cierto punto era verdad. Nadie moriría por ti, nadie mataría por ti, y lo que es peor… nadie lucharía por ti. >> Solo existe el luchar por ti mismo sin ver por los demás<< Y había sentido estúpidas las palabras de mi hermano, pero ahora ponía empatía. Él tenía razón. Todos siempre van a pisarte los talones al verte feliz, aun que sean tus amigos, aunque hayan sido tus parejas; todas las personas siempre te tirarían para subir ellos.
Nunca me sentí peor, nunca me creí eso de ellos. Después de casi diez años de amistad, rompían todo lazo por una enfermedad que me podía llevar a la muerte. Y no se detuvieron a preguntar cómo me sentía o decirme una linda palabra.
Ahora caminaría solo por mi camino, solo, sin compañía… solo yo siendo arrastrado por el viento. Débil, sin un poco de fuerzas para querer o intentar sobrevivir.


4 comentarios:

  1. me hisiste llorar otra vezzzz T___T
    pobre Bill ahora esta solito
    awwww me da ganas de abrazarlo fueeeerteee
    espero el prox
    bye cte:)

    ResponderEliminar
  2. Lloro lloro y lloro. . . Cada vez me dejas sin lagrimas. . .
    Hay Bill ToT
    me encanta tu fic. . Como te expresas. . Amo como escribes. . . Mi Favorita. . .
    Sube pronto. .
    Cuidate y un abrazo :D

    ResponderEliminar
  3. Ahhhh ya me stas haciendo llorar seguido T.T
    Me encanta la historia esta genial
    espero el proximo cuidate

    ResponderEliminar
  4. woow! pobre Bill
    estoy al borde de las lágrimas,
    espero el proximo
    un beso :)

    ResponderEliminar