domingo, 7 de octubre de 2012

Capítulo 22


By Tom

- ¡Mamá, por favor!- desperté gracias a los gritos que entraban fuertemente por la puerta abierta. Bill ya no estaba a mi lado y su pijama no estaba doblada en a los pies de la cama como solía hacerlo siempre.
- ¡¿Qué esperas de tu vida, Bill!?...¡Vas a terminar solo!
- ¡Ya estoy solo, mamá!- fruncí el entrecejo y al tiro me bajé de la cama y caminé lentamente hacia donde se escuchaban sus gritos. Fue silencio, y pies desnudos corriendo por el piso de madera. –No llores… por favor…
- ¡No me pidas eso!, ¿es que acaso sabes lo que dices, Bill?- sollozos de mamá. –Duele que pienses de esa forma. ¡Tú no estás solo! ¿Por qué te empeñas en darte una pésima vida?
- Yo no me la estoy dando… ¡nadie me quiere por lo que ha pasado conmigo!, todos me juzgan sin saber mis razones… ¡todos!
- Lo único que has hecho mal fue acostarte con ese compañero, ¡No has hecho nada malo!- un silencio más profundo. Uno en donde hasta yo, sentía la incomodidad. Quizá era porque yo estaba más que envuelto en esto con Bill, y mamá nunca se enteró. –… son más las personas que te quieren.
- No…- se escuchó un pequeño gemidito.
- Por favor, Bill…
- Nadie me quiere, mamá…
- Tienes tres amigos que te adoran, Bill; tienes una novia. Papá y yo te amamos, y tu hermano podría dar la vida por ti. ¿Qué más quieres?, toda la familia te admira y te quiere.
- Estás equivocada… mis amigos no me adoran, ni siquiera estoy seguro de que me tengan afecto… y (tu nombre) y yo casi no estamos juntos…papá y tú sí me quieren… pero Tom sería capaz de matarme sin sentir remordimiento… Estoy solo…pero no porque yo quiera estarlo… lo estoy porque nadie me quiere, o al menos, nadie intenta hacerlo…- lo vi salir de la habitación de mamá, con su pijama aun puesta; con las mejillas mojadas y los ojos rojos. Entró a su habitación y cerró con delicadeza.
Mi corazón se aceleró. No entendía la mitad de lo que pasaba. Escuché sollozos, un par de ellos. En la habitación de Bill, y en la habitación de mamá. Escuché también la puerta de la entrada cerrarse y el llavero con las llaves caer en la mesa de vidrio; un aclaro de de garganta y los pasos pesados por el mármol de las escaleras. Después su loción inundar mis fosas; y sus manos picándome el vientre con cariño. Lo miré. Él sonrió.
- ¿Te diviertes mirando a la nada?- sonreí.
¡Crash! Un cuerpo de vidrio cayó al suelo, seguramente haciéndose añicos. Papá me miró confundido y después, miró a la recámara de Bill.
- Mamá y Bill acaban de tener una discusión.- asintió, mirando enseguida a su recámara, en donde mamá ya no sollozaba. Acarició mi cabeza y después bajó a mi barbilla, delicadamente; sonrió por última vez y después entró a su recámara, con mamá.
- ¡Mierda, mierda, mierda!- Bill gritaba tan fuerte, y objetos caían al suelo, uno después de otro. Abrí la puerta de su recámara, los cajones de sus mesitas de noche estaban abiertos y con las cosas tiradas. Busqué a Bill con la mirada. Estaba en el baño, de cuclillas sacando todo de los pequeños almacenes bajo el lavamanos.
Sacaba todo con más desesperación, después se levantó y buscó en los cajones a su lado. Al no encontrar nada después de unos minutos, dio un suspiro cansino y caminó hacia la puerta. Me miró por unos segundos y se sacó las lágrimas de los ojos.
- Vete de mi habitación…- musitó.
- ¿Qué estás buscando?
- Dije que te fueras, Tom.- se hizo paso a mi lado para salir de la habitación y correr a la de mamá. Yo le seguí por las espaldas; mamá ya no lloraba, estaba abrazada a papá, y ambos, tenían la mirada sobre Bill, serios, esperando a que hablara. -¡¿Dónde está mi navaja, mamá!?- gritó con desgarro.
- ¿Para qué necesitas esa cosa?- dijo papá. Bill se tomó el cabello. Comenzaba a desesperarse.
- ¡¿DÓNDE ESTÁ MI NAVAJA!?
- ¡La he tirado, Bill, ya no la vas a usar nunca!- gritó mamá. Bill respiró entrecortado, agitado; sus pupilas se dilataron y su piel palideció.
- ¿Cómo que la has tirado?...- negó para él mismo. Pude sentir su desesperación, la sentía tan presente, como si fuera yo quien la necesitara y no él. -¡¿Cómo te atreviste a tirarla sin preguntármelo?! ¡SABES QUE ES MÍA, NO PUEDES TOCAR MIS COSAS DE ESA FORMA!
- Lo he tirado todo. Tus rastrillos, tus exactos y todo lo que pueda hacerte daño.- se quedó perplejo, respirando incorrectamente, abriendo sus labios para tomar bocanadas de aire. Negó para sí mismo y después miró a mamá.
- No puedes…- se jaló el cabello y comenzó a caminar por la habitación. Corrió a la mesa de noche de mamá y la abrió, entre buscando con desesperación. Papá se levantó de la cama y lo jaló por los brazos. -¡¿Dónde está?!
- ¡La he tirado, Bill!- volvió a decir mamá. Bill se encimó en ella y comenzó a gritarle, con lágrimas de desesperación en sus mejillas.
- ¡¿DÓNDE ESTÁ!?, ¡REGRÉSAMELA, DEVUELVEMELA!- papá lo sacó de encima de mamá y lo encerró en sus brazos. Bill se revolvía, quejándose. Se estaba volviendo loco. -¡Por favor…Regrésamela!, ¡DAMELA!
- ¡Cálmate, Bill!- dijo papá. Bill cerró los ojos. Nunca lo vi tan desesperado por algo. –Escúchame… es por tu bien, ya no puedes lastimarte de esa forma…
- ¡La necesito!... ¡Nadie les dio el permiso de botarla!, ¡ES MÍA!
Era el sentimiento de desesperación gracias a la adicción. Las ganas de hacer lo que fuese para obtener lo que te causa ese éxtasis tan complaciente y esa adrenalina que te causa no poder dejar de hacer algo, aunque tu consciencia sepa que está mal. Después de estarlo analizando, me di cuenta de que Bill era adicto a ver como una cuchilla le cortaba la piel hasta hacerle sangrar a borbotones. El dolor le causaba placer.
Papá se sentó en la cama con Bill aun en sus brazos. Le acarició el cabello hasta que comenzó a calmarse y le besó la frente. Sus lágrimas habían cesado, y su respiración se fue componiendo con los segundos. Mamá lo miraba realmente preocupada, mientras yo, solo no podía creerme que en serio le hacía bien el dolor.
- La necesito, papá…- dijo mirándole a los ojos. Papá negó y acarició sus mejillas.
- No la necesitas.- le abrazó. Yo sentí ganas de largarme a llorar; el pecho me apretaba, casi dejándome sin respiración. Pero que maricón que era últimamente. –Tranquilo, hijo…

. . .

- Tom, ¿puedo pedirte un favor?- dijo mamá, caminando a la cocina.
- Sí, ¿qué pasa?- echó sal a la comida y revolvió antes de mirarme para hablar.
- Por la tarde Bill tiene una celebración en la universidad. Me gustaría que fueras para estar con él.
- ¿Una celebración de qué?
- No lo sé, algo me comentó, pero ya sabes que Bill ya no es tan abierto con nosotros.- asentí.
- Esta bien, lo llevaré, pero regresaremos temprano, ¿bien?- Asintió, acariciando mis mejillas.
- Gracias, Tomy.
- Vamos, mamá, dime Tom.
- Oh, cuando eras pequeño adorabas que te dijera de esa forma.- sonrió tiernamente. Yo me avergoncé un poco.



Habíamos terminado de comer, y ahora esperaba a que Bill se vistiera para irnos. Me senté en su cama y lo miré. Escogió las primeras prendas que sacó y después sacó su ropa de su cuerpo, sin vergüenza. Le miré el cuerpo. Sus costillas se marcaban demasiado, y los huesitos de su cadera se le saltaban, haciendo que su piel se viera algo amoratada, porque sus huesos le hacían daño a su piel tan delgada. Se dio la vuelta y ahí le miré un enorme tatuaje en su costado izquierdo; intenté leerlo, pero se colocó una camiseta negra, que le hacía mirarse más blanco y delgado de lo que estaba. Se colocó de esos pantalones tan pequeños y ajustados; y sobre la camiseta, un suéter holgado con franjas rojas y negras; después unas zapatillas negras.
- ¿Listo?- asintió levemente, bajando la mirada. Se puso algo de loción y me miró. –Bueno, entonces vamos.- bajamos por las escaleras y nos salimos sin más.
Arranqué y prendí las luces del auto para guiarme bien por la oscuridad y las pequeñas gotitas de lluvia que caían. Detuve el auto en una luz roja. Después de que una mujer hablara unos minutos por la radio, anunció la canción que le seguiría a la que acababa de terminar. Empezaron los acordes, y sentí mis vellos ponerse de punta y mi corazón bombeando con rapidez.


Bill y yo solíamos escucharla muy seguido de pequeños. Recuerdo que la cantábamos en todas las reuniones familiares y la hacíamos repetirse un sin par de veces, hasta que todos se cabrearan. Fue la primera canción en inglés que ambos nos aprendimos juntos, y la primera canción en la cual, a los once años, aprendí a tocar con la guitarra, y Bill a cantarla. Recuerdo que por esa canción quisimos hacer una banda musical. Pero la fuimos dejando a un lado con el tiempo, ya no la pasaban por la radio, y en sí, simplemente la olvidamos. Ahora me traía muchos recuerdos lindos, y me ponía algo nostálgico. Esa canción significaba demasiado para nosotros de alguna forma, era una parte valiosa de nuestra fraternidad y nuestra infancia.
Miré a mi hermano, él miraba la ventana, moviendo los labios, cantando sin emitir algún sonido. Sonreí. Era lindo saber que de alguna forma seguíamos teniendo un pequeño lazo que nos obligaba a ser los mismos que éramos antes. Subí un poco el volumen de la radio y seguí con el camino a la universidad.



- Bueno, llegamos.- lo miré. Miraba su móvil y sus manos temblaban levemente. Bajó la mirada y puso sus manos bajo sus muslos, negando. -¿Qué?
- Ya no quiero entrar…- fruncí el entrecejo,
- ¿Cómo que no?, pero si ya te he traído.
- No quiero… por favor, vámonos de aquí.
- Primero quiero oír una razón.- se sacó el celular y comenzó a maniobrar con él. Me mostró un mensaje. >>Si te me cruzas enfrente, no dudaré en mostrar esto. Me chupa los dos huevos lo que tu hermano pueda hacerme<<, y una fotografía de Bill recortada desde su cintura. Parecía que estaba desnudo, y sus ojos estaban dilatados y algo enrojecidos; tenía pintura dorada en los ojos y los labios con piedrecillas. -¿Es real, Bill?- bajó la mirada, asintiendo levemente. –Son las que te tomó Maurice… ¿verdad?- y no me contestó, a lo que supe enseguida que sí lo eran.
- Por favor, vámonos de aquí.- asentí, devolviéndole el móvil.
No regresé a casa, de alguna forma estaba evitando que mamá y papá le cuestionaran e insistieran hasta decirles la verdad y terminar llorando de nuevo, con un psicólogo y con más medicamentos. De alguna forma me preocupaba por él, no quería verlo llorando por el pasado otra vez. Me dirigí al centro de la ciudad; estaba lleno de luces que extrañamente aumentaban la oscuridad del lugar.
- Bajemos.- me miró confundido.
- ¿A dónde vas?
- Quiero buscar algo antes de llegar a casa. ¿Quieres acompañarme?
- Mejor me quedo…- negué.
- Vamos, acompáñame.- esperó unos segundos, pero al final asintió y bajó. Puse la alarma al auto y caminamos. Pasábamos por los bazares y restaurantes, después nos adentramos a una pequeña área verde, habían pocas personas, por lo que supuse que sería un buen lugar para estar. Me senté en el pasto, siendo atacado por la mirada confundida y cuestionable de mi hermano. –Siéntate.
- ¿No ibas a buscar algo?- sonreí.
- Siéntate, que ahora te platico.- asintió y se sentó justo a mi lado, compartiendo el grueso tronco de un árbol para recargarnos. –Vine a buscar algo.
- ¿Entonces qué hacemos aquí?- musitó, mirándome directo a los ojos, serio, con la cara de un crío.
- Vengo a buscarte a ti.- sonreí, y él entrecerró los ojos.
- ¿A mí?- asentí.
- Quiero encontrar a mi hermano. ¿Me ayudas?
- Tom, no tiene sentido.- me carcajeé.
- ¿Vas a ayudarme o no?
- Bueno…
- Bien, ¿Tú sabes por qué mi hermano se deja llevar tanto por los comentario de otros?
- Porque los comentarios de otros le hicieron ver lo que en realidad es.
- ¿Comentarios como cuáles?
- >>Nadie te quiere, ni siquiera tu familia<<, >>Te lastimas los brazos por cobarde<<, >>Eres un maricón lamepolla<<
- Yo sé que a él le duelen los comentarios, pero no busca la ayuda de nadie.
- Cuando la buscó, todos lo ignoraron… hasta sus amigos…
- ¿A él le gusta hacerse daño?
- No le gusta, pero es lo único que le hace sentirse con vida.
- Yo sé que hay personas que lo admiran.
- No. No hay nadie…
- ¿Cuándo fue que mi hermano perdió la confianza en él mismo?
- Cuando luchó por algo que quería… y no lo consiguió…
- ¿Aun puede conseguirlo?
- No… ya no…
- A veces pienso que a mi hermano le gusta que lo traten mal. ¿Es cierto?
- Lo odia…
- Ya no lo veo sonreír nunca.
- Ya no encuentra una razón para hacerlo sin fingir.
         - ¿Por qué nunca dijo a las autoridades que le herían verbal y físicamente?
- Lo amenazan y… le da miedo…
- ¿Por qué le da miedo?
- Porque no quiere quedarse solo…
- No estás solo, Bill…- me miró a los ojos.
- Ya a nadie le apetece estar conmigo…
- A mí me apetece… pero no sé cómo…- sus labios se encorvaron en forma de morritos. Estaba a punto de largarse a llorar. –Si me enseñas podría lograrlo…
- No…- bajó la mirada, negando.
- ¿Por qué no?
- Porque ya confió en él una vez… y solo terminó peor…- mi corazón se aceleró. Y los papeles cambiaron. Ahora yo comenzaría a llorar.
- Él también tenía miedo…, no se sentía querido en ese mes solo… le hacía falta alguien…
- Lo recibiste como se recibe a una mierda… lo trató como tal y lo botó como lo mismo…
- Él no existía para sus padres… solo recibió gritos y golpes mientras tú no estabas…
- Él no tenía idea de lo que pasaba… encerrado pensó un sin par de veces en ti… y cuando me ayudaron a salir, pensé que se querrían más que antes…
- Deberías comprenderlo un poco… se sintió de alguna forma traicionado por sus padres… porque se dio cuenta de que no le querían tanto como a ti…
 - Lo golpeabas y le hacías sentirse peor de lo que ya lo hacía…
- Le hicieron sentir que sus padres preferían que él estuviera ahí encerrado y tú no… en el instituto lo juzgaban por ello…
- ¿Qué le decían?
- Que era un mentiroso, que quería ganarte la popularidad, que era un mal hermano
- Te dijo que te quería, y le dijiste que nunca volverían a ser los mismos…que te había arruinado la vida…
- Es un cobarde, se esconde tras las pintas de una persona valiente…pero no sabe expresar lo que siente… él también te quiere…- se quedó en silencio, acariciando las mangas de su suéter, con nervios. –Si dejas que lo intente de nuevo…intentará no volver a fallar….
- ¿Intentarán que todo sea igual que antes?
- No… será mejor que antes…- le tendí mi mano. Se quedó mirándola por unos segundos y volvió a negar, apartó mi mano, y se me tiró encima, dándome un abrazo fuerte. Yo lo contesté, y sonreí.
- Dime que encontraste a tu hermano… por favor…- me dijo al oído. Yo negué. -¿No?
- Encontré la parte que más necesitaba, pero nos tomará tiempo encontrarlo por completo…- no dejó de abrazarme, creí que lo había ofendido, que le había lastimado con eso, pero después habló.
- Pero, si te digo que te quiero… ¿Me contestarás?
- Tal vez.- reí, acariciándole la espalda.
- Te quiero…
- Yo también te quiero.- se pecho sufrió una pequeña convulsión, y una pequeña risita le salió de la garganta.



3 comentarios:

  1. aaawwwwww te quedooo muy hermosooo el cap encerioooo me encantooo la cancion de James Blunt
    estubo buenisimmmaaaaa y awwwwww me encanta el amor entre hermanoss se reee quieren
    me encantooo
    sube pronto plisss
    bye cuidate:)

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  2. Awww oh por Dios es todo tan lindo! Me encanto y te juro que lloré siento una cosa rara como de... Ayy no se pero me pone nostálgica... Este capítulo de verdad me puso triste, feliz y nostálgica! Me encanta que los gemelos se vuelvan a querer como antes... Ojalá vayan mejorando mas y eso realmente me pone feliz :) Me meto mucho en tu historia y eso me gusta :') Te felicito por ser una gran escritora! :') Cuidate y espero el próximo capítulo ;-) un fuerte abrazo!

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  3. awwwwwwwwwwwwwww juro juro perjuro! Que llore mucho cuando lo lei y no he dejado de volver a leerlo. . . .
    Me encanto cuando Tom dijo, busco a mi hermano, después ya todo se estaban diciendo, creo que eso fue muy bueno. . Ya que cada uno se desahogaba. . .
    Espero que ya esto mejora para bien y que esten más feliz. . . Me hizo ponerme a pensar un ppco en la relación que tengo con mi hermana, la vdd peleamos mucho, nos golpeamos. . . Y aunque no se lo diga pues la quiero. . . Pero creo que me pasa como Tom. . .
    Cuidate y un abrazo :D
    sube pronto. . .
    Y ya no me hagas llorar tanto, amo tu fic. . . .
    Eres una de mis escritoras favoritas, pero sin duda la que mas me ha hecho sentir con sus historias! :')

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