lunes, 15 de octubre de 2012

Capítulo 26

- Bill, ¿quieres levantarte?, es hora de llevarte con el doctor Philippe.
- Déjame, no me siento bien.
- Nunca te sientes bien.
- No es mi culpa, papá, déjame solo.
- Te lo has pasado todas las vacaciones acostado bajo esas mantas.
- Por favor, vete, no quiero que nadie esté conmigo.
- ¿Qué puedo hacer por ti, Bill?, ya no sé.
- No tienes que hacer nada, papá.
- ¿Piensas quedarte así hasta volver a entrar a la universidad?
- Ujumh…- escuché sus pasos saliendo de la habitación y cerrar la puerta con delicadeza. Me senté en la cama y miré como la perilla giraba lentamente. -¡Papá!- después de unos segundos la puerta se abrió.
- Mande.- Me quedé en silencio. Últimamente eran más las ganas de decirle lo que me pasaba; no me gustaba serles indiferente, pero siempre me acojonaba y no me atrevía a decir una palabra de lo que pasaba. No sabría cómo se lo tomaría. Quería morirme.
- Yo, eh… no, nada…- caminó hacia mí y se sentó a mi lado.
- Has tratado de decirnos algo desde hace ya demasiadas semanas. Bill, ¿hay algo que te está incomodando?- me tomó las mejillas. Yo negué. –Vamos, ya sabes que mamá y yo estamos para apoyarte en todo.
- No me pasa nada, papá, de verdad.
- ¿Estás seguro?- Asentí. –Bueno, sabes que estamos ahí para todo, hijo, absolutamente todo.
- Gracias…- me dio un beso en la frente y se fue.

. . .

Al paso de tres semanas, (tu nombre) vino a casa. Me dijo que quería aclarar algo que Robert le había dicho, y yo, como un puto cobarde, comencé haciéndome el desentendido; pero al final no pude hacerlo y tuve que comenzar hablando con la verdad… o al menos lo intenté.
- No lo entiendo, Bill…
- Yo tampoco.
- Sí enserio lo pensabas, pudiste ir a decírmelo a la cara.
- Mis planes se arruinaron; no pensaba regresar a universidad nunca. Para ahora, estaría desempacando en algún lugar donde nadie me conociera.
- ¿Y te habrías ido sin decírmelo?- silencio. Ella negó, y sus ojos se humedecieron de pronto. -¡No puedo creer que seas tan cobarde!- tragué saliva con pesadez… coño, que sí dolía. -¿Hay alguien más a quien quieras?
- No. Nadie.
- ¿¡Entonces por qué te ibas, Bill?!, ¡Encima haces que alguien más diga lo que sientes!- La miré, esperando que papá o mamá no llegaran a casa y nos escucharan pelear. –Siempre estuviste distante, ¡no hubo un puto día en el que te sintiera!... si nunca me quisiste yo no sé por qué…
- Sí te quiero.- interrumpí.
- ¿Entonces por qué haces esto?
- Porque te quiero.- Se quedó en silencio, esperando una explicación que seguro, para mí, sería muy complicado obtenerla. – (Tu nombre)… Estoy terminando con esto porque…No te hago bien.
- ¿A qué te refieres?
- No estoy ahí para ti nunca, jamás con una buena cara, con lindas palabras que decirte, ¡y eso no significa que no lo sienta!, sí lo siento, pero mi cabeza ahora está en problemas realmente graves, y en lugar de tratar de resolverlos para estar mejor con nuestra relación… estoy empeorando a cada segundo, y lo hago porque sé que tendré ahí tus consolaciones para mí… y no está bien, te estoy usando…
- Está bien… te entiendo…- le tomé las mejillas y pegué mi frente a la suya.
- Te quiero, (tu nombre), de verdad, no sabes cómo me siento.- le di un beso en su frente y después me subí las mangas de mi playera. -¿pero miras esto?- le mostré mis cicatrices y rasguños; Después me levanté la playera y le mostré las heridas en mi cuerpo. –Esto no te ayuda a ti. Y tampoco a mí.
- Bill… no quiero dejar de verte. Eres la única persona que me ha ayudado con lo que me pasa…
- Yo tampoco quiero dejar de verte.- sonreí. –No lo haremos. Volví a besarle la frente y después la envolví en mis brazos.
-  Paren, que me ponen sentimental.- Unas carcajadas graves. Dejé de abrazar a (tu nombre) y me di la vuelta. Ahí estaba de pie, con sus bolsos en el pasto, a su lado. Sonreía tiernamente.
- ¡Tom, Tom, Tom!- corrí hacia él, con el corazón latiéndome rápidamente y las lágrimas brotando de mis ojos. No eran lágrimas de volverlo a ver; las eran de  miedo, del pánico que sentía en ese momento, y aun no encontraba una excusa para sacar esas lágrimas, hasta ahora. Lo abracé con fuerza, él me levantó en sus brazos y al bajarme, me miró a los ojos, serio.
- Estás llorando.- Me avergoncé rápidamente, y de golpe me saqué las lágrimas, con la mirada gacha.
- Lo siento…- Me limpió las mejillas con sus pulgares y negó.
- ¿De nuevo lloras porque creías que me harían daño?
- Lo hago porque… me pone feliz verte.- casi mentía. Sí me ponía feliz mirarlo.
- Bill, papá acaba de llamar, iremos a comer a lo de la abuela así que, tengo que irme. Adiós.- me dio un beso en la mejilla. –Adiós, Tom.- le dio uno también. Y caminó hacia la puerta.
- Adiós, linda.- miré a Tom con sorpresa, completamente estupefacto. Sentí el pecho apretarme con fuerza; y negué, siendo atacado por la risa burlona de Tom. -¿qué tienes?
- …Nada…
- No he recordado como se llama esa noviecita tuya, ¡es todo!- Bajé la mirada y caminé lejos de él, entrando a casa y subiendo las escaleras, caminando directamente a mi recámara. Me senté en mi cama y a los pocos segundos escuché sus fuertes y pesados pasos subiendo por las escaleras, hasta llegar a mi recámara. -¡¿Y ahora qué coño te pasa?!- negué, evitando que se me salieran las lágrimas. -¡¿Qué tienes, Bill?!- me tomó las muñecas con fuerza.
- Déjame, Tom… ¿Qué te pasa?...
- A mí no me pasa nada, eres tú quien está llorando ahora por todo.
- No te enojes conmigo…- suspiró, abriendo los labios y entornando los ojos; después se sentó en la cama, a mi lado y me tomó la mejilla. Yo me corrí con miedo. –No me toques, por favor…
- Lo siento, ¿sí?, no he tenido una buena semana, y tengo bien puestos los humos; casi me estampo por la carretera, y vengo hecho un mar salado, lo siento.- asentí.
- ¿Pasó algo con el trabajo?- asintió.
- He estado muy cansado últimamente y con una gripe de mierda.- me asusté demasiado. Así había iniciado yo, y no podría vivir sabiendo que le había contagiado un virus a mi hermano. Uno mortal.
- ¿Y ya estás bien?- asintió.
- En Frankfurt hace un frío de huevos. Todos están así.- suspiré de alivio.


By Tom

Por los siguientes días, Bill estuvo muy distante y se lo pasaba triste todos los días. No quería salir con sus amigos o con papá y mamá. Una noche lo escuché gritando fuertemente, lo escuché hablando con Dios, le preguntaba el porqué de algo y después sollozaba. Al siguiente día, no salió de su alcoba.
Robert venía a la casa cada dos días y se encerraba con Bill en su recámara. Cuando se iba, Bill parecía estar más debilitado; potaba, y tenía cefalea. Mamá lo llevó al doctor; Bill le dijo que no tenía nada malo, tan solo un poco de cólera. Decidimos no abrirle más la puerta a Robert; pero Bill se ponía pálido y desfallecido.
- ¿Puedo hacerte una pregunta, Bill?- dije, tomando una cajita de pastillas sin que él me mirara.
- Sí.
- ¿Por qué venía Robert?
- Me estaba ayudando en algo… me pondré mal si no viene.
- ¿En qué te estaba ayudando?
- Yo le ayudaba a él.- lo miré confundido. –Viene a citas de psicología conmigo.
- Dime la verdad, Bill.
- ¡Es verdad!
- ¿Cómo piensas que me voy a creer que ese hijo de puta viene a buscar tus consejos?
- No tienes que creerlo.- me encogí en un suspiro y después me saqué la cajita de la espalda.
- ¿Y estas medicinas de qué son?- me miró con miedo, y después me la sacó de las manos, guardándola bajó su almohada.
- ¡Deja mis cosas, Tom, a ti no te importa!
- ¿Para qué las usas?, ¿son para la depresión?
- Déjame, vete de aquí…
- Comienzas a preocuparme, y no voy a dejarlo hasta saber qué te pasa.
- ¡No me pasa nada!, ¡no te metas en mi vida, Tom, por favor!- comenzó a llorar.
- Últimamente lloras por todo, Bill, y eso no es normal. Yo no sé qué es lo que tengas, pero te estás metiendo en un lío, y yo voy a averiguar qué te tienes entre manos.
- Por favor, Tom, no me tengo nada entre manos. ¡No intentes averiguar nada, te suplico que no!... te lo diré, te juro que te lo diré, pero después.- negué.
- Estás manteniendo una relación extraña con Robert, y me preocupa.
- …Tom…- berreó.
- Lo hago porque te quiero, ¿sí?
- Si me quieres, déjalo así, yo sabré como arreglarlo solo…- negué, con completa seriedad. –Por favor, Tom… te lo pido… ¿sí?
- No, Bill.
- ¡¡SÍ!!- Una vez, más, negué, pero esta vez caminé a la puerta. -¡TOM, POR FAVOR, HERMANO, DÉJAMELO A MÍ!- Cerré la puerta sin más. -¡VALE, TOM, POR FAVOR!



Primero de septiembre 9:03am
- ¡Feliz cumpleaños!- voces al unísono hicieron despertar a Bill de golpe. Ahí estábamos Georg, Gustav, Andreas, mamá, papá y yo.
Se talló los ojos y miró la habitación, la cual tenía globos de helio con muchos colores y una pequeña manta, en donde habían fotos de todos nosotros junto a él. Después mamá salió de la habitación, y volvió con una tarta con velitas en forma de un 20.
Papá se acercó a él para abrazarle, pero se Salió de la cama y retrocedió, haciendo que papá pusiera cara de tristeza y confusión. Respiró con dificultad, con miedo.
- No te acerques a mí, papá…
- ¿Qué te pasa, Bill?
- Ninguno de ustedes se acerque a mí… por favor…
Y era el mismo comportamiento de siempre; tan distante, apagado y extraño. Todos salieron de la habitación, incluyendo a papá, quien iba cabizbajo ante la respuesta que tenía mi hermano ante absolutamente todo. Bill bajó la mirada, quizá avergonzado.
- Abajo está todo preparado para que tengas una puta reunión con las personas que te queremos, Bill, ¿no piensas bajar?- negó.
- No puedo.
- ¡No quieres!, ¿sabes qué?, he sacrificado mi trabajo por ti y me he quedado los meses en que debería trabajar aquí por ti. ¡TIENES VEINTE AÑOS!, no te comportes como un crío. ¡COMPORTATE COMO EL HOMBRE QUE SUPONES SER!
- ¡No me grites, Tom!... ¡No me grites!- estaba tan adormilado, y me sentí mal por él, porque le había hecho llorar tan solo segundos después de despertar. -¡Ahora voy a bajar, no he dicho que no quería, dije que no podía!- gimió, echándose a llorar, temblequeando con una fuerza realmente visible.- En toda mi vida, nunca había visto a un hombre llorar tan desesperadamente.
Se levantó de su cama y caminó a su armario para tomar ropa limpia; enseguida caminó al baño y cerró la puerta con delicadeza. Se escuchó el agua de la regadera y después solo me quedé unos momentos de pie, reflexionando un poco sobre lo que acababa de pasar. De pronto se escuchó que el agua dejaba de caer.
- ¿Por qué? ¡¿Por qué?!- parecía que lo decía en forma de susurro, pero los sollozos y el eco que hacía con el baño, le delataron tan pronto. Y yo agradecí que ahí estuviera yo para escucharle. –Snif…snif…hmm, no…no…
- Bill, ¿qué pasa?- toqué la puerta con delicadeza.
- Snif… nada, Tom, ahora bajo, ¿sí?
- Bien.- fingí que me iba, pero ahí me quedé.
- No puede ser… Ayúdame, Dios…snif…- abrí la puerta, y lo miré sentado en el váter. Él se cubrió el cuerpo de golpe y negó. –Vete, Tom, te dije que bajaría…
- ¿Por qué lloras, Bill?- negó.
- No pasa nada, no te preocupes.- sonrió. Una sonrisa realmente fingida, con más dolor que felicidad.
- Te pasa algo, Bill, dime por favor qué es.
- Nada, enserio.
- Estoy para ayudarte, dime por favor.
- Júrame que no vas a decírselo a mis padres, por favor.
- Te doy mi palabra, de verdad.- asintió. Se descubrió la entrepierna; tenía pequeñas ronchitas rojas en la punta. Volvió a sacar lágrimas. -¿Qué te pasó?, ¿una infección?
- No sé…
- ¿Puedo mirar?- no me contestó, pero aun asó me acerqué para mirar. Me acuclillé frente a él y tomé su entrepierna con delicadeza… se veía realmente mal. Bill me quitó la mano de su intimidad, avergonzado; y ahí fue cuando le miré algo aun más extraño; Le abrí las piernas y miré las ingles, que estaban enrojecidas y con pequeñas erupciones.
- ¿Qué es eso?- volvió a llorar, desesperado. – Me voy a morir, Tom.- no me causo gracia, aunque sería casi estúpido morir por pequeñas ronchitas. Negué y cerré sus piernas, lastimándolo sin querer. –Hmm…
- Lo siento. ¿Qué te paso, Bill?, estás mal de ahí.- levantó sus brazos, mostrándome sus axilas, las cuales estaban algo enrojecidas también.
- Aquí también tengo…snif…- se arrastró por el suelo, llorando como un niño. Me acerqué a él y volví a tomas su entrepierna, pero esta vez para mirar si sus testículos se encontraban sanos; ahora ni siquiera pensaba en su vergüenza o en mi pudor. Era mi hermano. -¿También h-hay?- negué.
- ¿Qué tienes, hermano?, no es normal esto.- sus labios comenzaron a bailar, y me miró a los ojos por unos segundos. Después bajó la mirada.
- Tom…
- Mande.
- Tengo…tengo VIH…- una punzada enorme en el pecho, él estomago revuelto, las entrañas haciendo un cosquilleo dentro de mí. Negué.
- ¿Qué?... no puede ser… no es cierto… ¿Quién te contagió?...
- Robert…- y la rabia me llegó de golpe. Era un hijo de puta, ese idiota era una blasfemia.
Y comencé a preocuparme tanto que las lágrimas me cayeron.
- No le digas a papá y mamá… por favor… por favor…- le abracé con fuerza, él también me abrazó a mí. –No les digas, Tom…
Sentí los latidos de su corazón en mi pecho, me sentí completamente ingenuo. Me di cuenta de que era la persona más estúpida del mundo, que era la persona más mala de está mundo. Porque Bill había mantenido relaciones con Robert para obtener mi perdón… porque yo se lo dije… porque yo hice que enfermara de eso…


5 comentarios:

  1. aaaaaaaaaaah tomy volvio. . .
    Probrecito Bill lloro ToT
    que tomy ayude a Bill. .
    Sube pronto
    cuidate y un abrazo :)

    ResponderEliminar
  2. D,: pobre Bill u.u'
    Me quedé con ansias, espero que subas pronto!
    Cuidate, un beso ^^

    ResponderEliminar
  3. genial super el capi
    Ahhhhhhhhh pobre Bill
    espero el proximo
    cuidate y gracias por comentar mis fic's

    ResponderEliminar
  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  5. oh NEEEEEIIINNNN BILL TIENE SIDA????? NEIIINNN T____T
    NO SERÁ UNA BROMA DE ROBERT????
    PORFAAAA SIGUE ME DEJASTE CON LA INTRIGAAAAA
    espero el prox
    bye cte:)

    ResponderEliminar