domingo, 21 de octubre de 2012

Capítulo 29


Me levanté de la cama. Lo primero que se me cruzó en la cabeza fue una persona, mi hermano, para ser exacto. Caminé descalzo por el pasillo hasta llegar a la habitación de mi hermano.

La habitación estaba vacía.

La cama hecha perfectamente; sus cosas no estaban. No me di la tarea de volverme paranoico, primero busqué algo que me indicara que él no se había ido; pero solo logré encontrar una de sus playeras, arrugada, bajo la cama.
- No, no, no.- aferré su playera en mis manos y miré a la puerta. La habitación aún tenía su olor. >>No puede estar muy lejos<< pesé. Y corriendo como nunca antes lo había hecho, salí de la habitación, bajando las escaleras, abriendo la puerta principal, tonteando un poco al abrir la reja, y corriendo por las calles; desesperado, buscando una señal, algo que me hiciera saber que mi hermano no estaba muy lejos.
Pensé seriamente en parar por unos segundos a tomar aire, pero esos segundos podrían bastar para que saliera del barrio, o incluso hasta de la ciudad; entonces seguí corriendo, sujetándome el pantalón del pijama por la cinturilla para que no fuera a caer mientras corría. Y entonces, después de siete cuadras más adelante, ahí estaba un Jeep negro, estacionado frente a un local de comestibles. Me acerqué a paso lento y me asomé por una de las ventanillas traseras. Ahí estaba su polerón gris, el que le regaló Monique la última navidad juntos.
Tomé aire, abriendo los labios para tomar bocanadas, me incliné un poco, colocando mis manos en mis rodillas. Hice ademán de utilizar la playera de Tom para limpiarme el sudor que comenzaba a formarse en mi frente, pero negué para mí mismo y me reincorporé, erguido. Después de una corta espera, lo vi saliendo de ahí, guardándose la cajetilla de tabaco en los bolsillos de su jersey blanco; después abrió una botella de agua y le dio un pequeño traguito antes de abrir la puerta. Me acerqué a él, aún con la respiración algo irregular.
- ¡Tom!- su mirada se asombró y sus cejas se arrugaron.
- ¿Qué haces aquí, Bill?, ¿me estuviste siguiendo?
- No…hmm…- tomé una calada de aire más grande. Tom volvió a abrir su botella de agua y me la pasó.
- Tómate esto.- me la tendió, pero yo se la aparté.
- No puedo…
- Vas a deshidratarte.
- No me importa…- tragué saliva y le miré a los ojos. –Ibas a irte de nuevo sin despedirte…
- He dejado una nota en tu mesa de noche, ¿no la miraste?- negué.
- ¡Pero es igual, ibas a irte sin decírmelo a la cara, Tom!
- No tengo porqué decírtelo.- suspiró. –Ya no te quiero cerca de mí, Bill. Ya no quiero verte más.
- ¿P-por qué?
- Solo ya no te quiero, me he cansado de todo.- Solo me di la vuelta, escondiendo su playera en mis manos, aferrándola con fuerza. Caminé de vuelta a casa, con los pies punzándome y mi corazón apretujándose, pero mi orgullo no dejó llorar frente a él, si no hasta que el auto hubiera desaparecido de mi vista.



Me encerré en mi recámara, mi plan era no salir en todo el día de ella.  Me senté en mi cama, y mi subconsciente me indicó mirar hacia mi mesa de noche, en donde, efectivamente, estaba una hoja blanca mal doblada con mi nombre escrito con su letra. Lo dudé, pensaba que a veces era mejor olvidarlo y dejarlo ir, pero después me lo pensé bien, y entonces desdoblé la hoja. Era una carta, o quizá un mensaje bastante largo.
Mis manos comenzaron a temblequear de solo imaginar lo que diría ahí, y de imaginarme también, que tanto daño podría hacerme. Me terminé el vaso de agua que subí anoche de un trago y suspiré. >>Eres fuerte, Bill, nada de lo que veas tiene que ser verdad. Nadie puede convertirte en algo que no eres<< pensé antes de poner la mirada en las letras de tinta azul.
Quizá cuando leas esto, yo estaré  a 293.784 km de distancia. Y es difícil porque justo en este momento me está pasando algo que creía yo, jamás me pasaría. Me está tomando minutos enteros encontrar las palabras adecuadas para no herir más a un corazón tan lastimado. No quiero hacértelo de largo, pero es que tú sabes que las decisiones son a veces muy difíciles de tomar, demasiado, diría yo.
Me voy, si es posible, para siempre. No me gusta dar explicaciones, pero sé que eres tan testarudo y las buscarás por tu cuenta, o lo que es peor, te echarás la culpa por ello. Primero que nada, ¡no es tu culpa!, no quiero que te hagas daño por algo que no sucedió por ti. No eres tú, y tampoco soy yo, se llama “nosotros”, ¿entiendes?, durante el tiempo separados me daba cuenta de lo mucho que te echaba de menos, pero estando a tu lado me sentía claustrofóbico porque sentía responsabilidad.Sé que tú estás mal física y mentalmente. Lo sé. Pero he reflexionado sobre lo que sucede cuando estamos juntos. Nos hacemos más débiles. No sé si lo hayas notado; no nos hacemos bien en toda la longitud de la palabra. Más que en otro momento de tu vida, tienes que ser fuerte ahora, porque tus defensas bajan por cambios de humor y, aunque suene duro, puedes morir, y es lo que menos queremos.
Hace unos minutos entré a tu recámara, te miré dormir profundamente, y después pensé >>Nunca, en tus veinte años, has hecho algo bueno por él<<. Me sentí mal por eso, y aquí estoy de nuevo, en mi cama, pensando que mi decisión nos va a hacer mejor a ambos, incluso a papá y a mamá, que aunque lo nieguen, siempre te han apreciado un poco más a ti que a mí. Tu psicólogo te dijo que era mejor que no me miraras, y tú, como futuro psicólogo, debes saber que no lo dijo por echar sopa, lo decía porque sabía que era mejor para ti.No me gusta despedirme, tú ya lo sabes, pero lo hice porque, por el bien de ambos, esto será permanente. No puedo pedirte muchas cosas, porque como hermano, has sido todo lo que alguien pueda pedir. Solo te pido que no te hagas más daño, que no te des por vencido con el VIH, que no llores a menos que lo hagas de felicidad, que no intentes buscarme más y que seas feliz, Bill, porque eso es lo más importante.
Se fuerte, por favor.Te quiero.Tom.
Los sentimientos se me congelaron con cada palabra que leía, y la vida se me acababa al saber la sinceridad en sus palabras. El mundo se me derrumbó encima, dejándome sin escapatoria, perforándome la piel con la mínima compasión. Era estúpido pensar que sería una broma, una broma de mal gusto. Era incluso estúpido creer que Tom regresaría en unos meses nuevamente. Y siempre era yo quien se encerraba en la recámara buscando culpables sobre la situación, y al final, la culpa siempre se apoderaba de mí, al igual que el frío metal en mis brazos, y las lágrimas en mis ojos.
Me eché a llorar sobre la cama, como cualquier persona pesimista que piensa que después de un cambio nunca podrá salir adelante, porque yo realmente, no le veía un futuro muy amplio a mi vida sin mi hermano. >>Siempre juntos<< nos dijimos el día en que compramos esa pulsera de hilo con las palabras “I N F I N I TO” el día de San Valentín en la primaria. Era un hecho, una promesa irrefutable, una promesa de saliva literalmente, y Tom le había quitado cada pequeño significado a todas las promesas que nos hicimos, se lo quitó sin dolor.
- ¿Bill?- la puerta se abrió. La colonia de papá me entró por las fosas de un segundo a otro. -¿Tom se fue?- y la sangre comenzó a hervirme, comenzó a salpicar por todo mi cuerpo. Estaba enfadado, no solo por las promesas y frases rotas, sino también porque a demás de ambos, había un culpable más.
- ¡Sí!- me saqué las lágrimas. -¡Se fue por tu culpa, papá!- sus cejas se arrugaron, mirándome con confusión.
- ¿Por mi culpa?- asentí.
- Lo golpeaste, papá, le gritaste y le maldijiste.
- Lo hice por ti, ¡porque ha hecho que enfermaras!
- ¡Él no lo hizo, LO DIJO PARA DEFENDERME!... Él siente que ustedes no lo quieren…
- Sabe que no es así.
- ¡CON TUS ACCIONES LE DEMUESTRAS QUE AÚN SIGUES TENIÉNDOLE RENCOR POR LO QUE DECÍA CUANDO ME LLEVARON!
- ¿No puedes entender que lo hago por ti, Bill?, él decía que te odiaba.
- Pero él no lo hacía realmente, ¡lo decía porque no encontraba apoyo de su parte!, ¡porque ustedes no le prestaban atención a sus problemas!
- ¡Por pensar en ti!
- ¡Pero somos hermanos!, ¡HERMANOS GEMELOS!, ambos juntos desde hace veinte años y nueve meses… ya no volverá nunca…
- Podemos hacer que regrese.
- ¡Él ya tomó su decisión!, ¡lo hizo anoche, después de que le gritaste y golpeaste!... Nunca nos pusiste una mano encima, lo único que llegaste a hacernos era un manotazo en la cara…No pensé de ti que fueras a golpearlo de esa forma, ¡el tiene veinte años y es mucho más joven que tú, por lo tanto tiene más fuerza!, y dime, ¿él te regresó los golpes? ¡NO!, ¡y lo hizo porque él sí te quiere!
- ¡Guarda silencio ahora!, ¡si hay problemas entre tu hermano y yo, juntos los arreglaremos!, ¡no te interpongas!
- ¡Y por sus problemas yo volví a quedarme solo! ¡Y AHORA PARA SIEMPRE!- me salí de la recámara, empujándole con fuerza.


Me salí de la casa y me fui a ese pequeño parque de diversiones en el parque. Me eché a llorar en el pasto, arrancándolo levemente con los dedos. Era imposible no llorar ahora, quizá me haría más fuerte para los días siguientes, o quizá me causaría más problemas con papá cuando me decidiera a regresar a casa, tal vez me echaría de ella.
- ¿Bill?, ¿qué tienes, qué haces aquí solo?- levanté la mirada, era Andy.
- Solo quería tomar are. ¿Qué haces tú aquí?- se sentó a mi lado.
- Traje a Helena, mi pequeña prima.- sonrió. -¿Por qué lloras?
- No estoy llorando, solo…
- Vamos.
- Tom se fue devuelta a Frankfurt.
- Ah, pero volverá, no te preocupes.- negué.
- Se fue para siempre.- torció los labios y me tomó la mejilla.
- Pero llorar en pijamas sentado en el pasto de un parque de diversiones no creo que sea una opción, ¿o sí?
- No, pero me dijeron que debía recordar todo desde el pasado para superar el presente y afrontar el futuro.
- ¿Y esto qué tiene que ver con tu pasado?- sonreí.
- Cuando papá avisaba que no podría ir a comer a casa, mamá hacía emparedados y limonada, horneaba galletas con chispas de chocolate, y veníamos a este lugar a comer.  Mientras mamá preparaba la comida, Tom y yo corríamos a los columpios; él siempre elegía el azul y yo el verde, competíamos para ver quien se mecía más rápido.
- ¿Quién ganaba?
- La mayoría de las veces yo lo hacía. Tom se enfadaba demasiado y a veces hasta lloraba.- sonreí. –Recuerdo un día en el que accidentalmente me golpeo con el columpio en la cabeza; comencé a berrear y gritar; mamá tuvo que suspender el almuerzo para llevarme con el médico. Fueron dos puntadas y una paleta para ambos.- me levanté el cabello, mostrándole la pequeña cicatriz.
- ¿Regañaron a Tom?- dijo riendo. Yo negué.
- Cuando Tom se sentía culpable se alejaba de todo, dejaba de comer y a veces hasta de hablar.
- ¿Siempre se sintió así?- negué.
- Empezó un día en las vacaciones, cuando teníamos cinco años. Era nuestra primera vez en un tobogán de agua; al caer, Tom me ahogó sin quererlo, pataleaba e intentaba subir. Papá le regañó y en todos los días en el hotel, no le dejó tocar el agua del mar o las albercas. Recuerdo que se lo pasaba solo caminando alrededor de las albercas. Papá es muy rajatabla, y no le permitió nadar en ningún momento.
- ¿Y le hizo algo cuando fue lo del columpio?
- No, mamá lo quiere demasiado, le duele verlo mal,  entonces los tres fingimos que yo solo me había caído del columpio.- sonrió. –Pero aún así se sintió mal por un par de días, tan distante.
- Tal y como lo hace ahora, ¿no?- bajé la mirada, ligando algunos pedazos del pasado. Tom nunca perdió ese sentimiento, papá lo dejó malo desde ese día, y hasta ahora, siempre escapaba de sus problemas.
- Por eso no hizo nada cuando papá le golpeo.- dije mis pensamientos erróneamente en voz alta.
- ¿Tu padre le golpeo?
- Algo así… tal vez sintió que lo merecía…mi papá lo hacía sentirse vulnerable y sentir que era su merecido.
- ¿Siempre que se sentía así era por tu padre?- negué.
- También fue por mamá… y por mí… Le decía que lo odiaba, le dije que no lo quería más como hermano…
- Pero él sabe que lo quieres demasiado.
- También sabe que lo que le decía no era verdad, pero tiene sentimientos y…yo se los he estado matando con todo lo que le digo…
- No te pongas así, Bill, algún día lo verás, eso no es una opción, y le vas a decir todo lo que lo quieres.
- ¿Y sí nunca lo vuelvo a ver?
- Lo verás, el destino ya sabe lo que te espera. Pero antes tienes que ser feliz.- bajé la mirada.
El Yin y el Yang, el equilibrio entre dos opuestos, sin Yin no podría haber un Yang; Es funcionalismo, comprensión; dos fuerzas independientes que se interconectan para formar una sola, que interactúan constantemente y una nunca predomina sobre la otra. Quizá Tom y yo lo comprendimos mal al identificarnos con él, lo comprendimos como >>Dos personas o cosas distintas que se unen para ser una sola<<. Éramos pequeños, once o doce años, podríamos excusarnos diciendo que era por la inocencia infantil, pero no lo era. Quisimos destrozar un significado para convertirlo en uno propio.

Y eso fue lo que nos hizo ser iguales, pero a las vez diferentes; unidos pero también separados; con confianza y desconfianza. Somos dos personas intentando formar equilibrio en una abalanza descompuesta.


5 comentarios:

  1. Hola Alien soy nueva y es muy bueno tu fanfic
    si tienes algún problema con tu blog a último momento y quieres que todas tus seguidoras lo sepan te dejo este blog
    http://lectorasfanfictokiohotel.blogspot.com.ar/
    adiosss!!!

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  2. T_____T que triste me histe llorar
    pobre bill porfaaa que Tom regrese no quiero ver sufrir a mi Bill
    te quedo hermoso
    espero el prox
    bye cte:)

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  3. Te quedo divino!! Y perdón que no haya podido comentar antes, pero no puede sube pronto y que Tom regrese por favor! Su padre fue muy cruel... Lloré
    Cuidate y n fuerte abrazo

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  4. hayyyyyyyyy pobrecito Tom! Mi estar llorando ToT
    me encanto, pero hay como sufren estos Gemelos. .
    Sube pronto
    cuidate y un abrazo :D

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  5. hallo,no se que paso pero ya había comentado
    lo bueno que siempre reviso porque ya me ha pasado.
    Ok te quedo muy lindo el cap
    y la verdad ahora si me hiciste llorar T.T
    Espero el proximo
    cuidate.

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