jueves, 30 de agosto de 2012

Cpítulo 3


By Tom
Bonny, Dennis, Roldhan y Emil, vinieron a casa para hacer esas reuniones que hacíamos cada jueves por la tarde. Los cuatro llegaron con cervezas en latas y comida chatarra; al parecer se quedarían por un muy largo tiempo.
- ¿Y cómo te ha tratado la vida, Thomas?- dijo Roldhan, sentándose en el sofá sin preocupación, abriendo una cerveza para llevársela a los labios rápidamente. Yo me encogí de hombros.
- No muy bien.- confesé. –Mi padre llegó ayer por la mañana, apurado. Dijo que mi hermano estaba bajo una amenaza o algo así; entonces él ahora está aquí.
- ¡¿Está aquí?!- Brincó Bonny, apartando la lata de sus labios. -¿Está aquí desde ayer?- asentí.
- Sí.
- ¿Y por qué no me lo has dicho? ¡Ayer vine aquí!
- No creía que te importase ver a mi hermano, es decir… no es importante.
- Oh, por favor, hermano ¡queremos conocerlo!- gritó Emil.
- ¡No te avergüences de él, vamos!- dijo Dennis.
- Bueno, ya va, ahora voy y le digo que baje, ¿bien?- los cuatro asintieron.
Tomé una cerveza y la abrí antes de subir las escaleras, arrastrando los pies, cansado. Di un gran trago y de repente me encontré frente a la puerta de mi recámara. Tragué con delicadeza y después la abrí y entré a la habitación.
- Bill, que…- vi sus pies desnudos y subí lentamente hasta su cuerpo, el cual mantenía relajado sobre el colchón, respirando tan tranquilamente.
Subí un poco más hasta su pecho, el cual subía y bajaba lentamente una y otra vez. Uno de sus brazos estaba sobre  su estómago, mientras el otro estaba en uno de sus costados. Subí hasta su cara. Sus labios ligeramente entreabiertos y sus ojos completamente cerrados, llenos de maquillaje negro. Su cabello algo despeinado en la almohada. Su nuez subió de repente  cuando tragó saliva y después suspiro quedamente.
Mi pecho sintió cosquilleo, un sentimiento extraño. Y entonces, solo me retiré de la habitación, cerrándola con delicadeza.
- ¿Dónde está tu hermano?- dijo Dennis.
- Lo siento, pero está durmiendo.- dije bebiendo. Bonny negó con una sonrisa pícara. -¿Qué?-la miré serio.
- ¿Por qué no lo despertaste?, recuerda que dijiste que lo odiabas.- entrecerré los ojos. A pesar de que ella estaba ahora un tanto ebria, aun tenía el sentido de adivinar los sentimientos de otros. Ella quería estudiar psicología, pero la economía en su casa no le ayudaba para pagar la carrera, así que se dedicaba a ayudar a las personas que realmente lo necesitaban. Nosotros teníamos la suerte de ser sus amigos.
- No soy tan malo- me reí a lo bajo. -¿Para qué voy a despertarlo?- ella se carcajeó.
- Venga, siéntate aquí con nosotros.- dijo Roldhan. Me senté entre Dennis y Emil.
La música hacía que las ventanas retumbaran; nuestras voces apenas se escuchaban a pesar de que gritábamos. Habíamos tenido que salir para comprar algo más para tomar y comer. Era difícil conseguir porros y alcohol en este barrio de Frankfurt, era por eso que solo un día o dos a la semana nos juntábamos y gastábamos todo nuestro dinero en ello.
- Eh, Tom, ¿ese es tu hermano?- dijo Dennis, echando el humo del porro de su boca. Apuntó hacia las escaleras, y al tiro yo miré hacia allí.
Estaba bajando las escaleras, adormilado y también confundido. Pareció buscar algo con su mirada, y al encontrarlo pareció ser que su cara se iluminó. Se acercó a mí y a Dennis, lentamente, con la mirada algo baja; tomándose la frente con su mano.
- Sí, es él.- le dije a Dennis, quien sonrió.
- ¡Pero qué mono!- le acarició el cabello, haciendo que Bill frunciera el entrecejo y levantara la mirada a sus ojos. –Me llamo Dennis…- se carcajeó. Le saqué el porro y me lo metí a los labios, fumándomelo casi por completo.

Bill me miró con completa confusión.

Alcohol faltante, porros sobrantes; de pronto todo lo que veo y escucho se hace lejano. Las imágenes vuelven y miro a mi hermano acercarse más a mí, frunciendo el entrecejo.
Las imágenes se van.
Las imágenes vuelven. Sonrío, me carcajeo, y doy una calada al porro. Bonny se acerca, bebiendo; Hace una pregunta a Dennis.
Las imágenes se van.
 Las imágenes vuelven. Emil me ayuda a sentarme en el sofá y me mira con preocupación. No lo entiendo, así que sonrío e intento emitir una palabra, pero lo único que me sale son murmullos y gemidos. Me preocupo.
Las imágenes se van.
Una vez más las imágenes vuelven. Roldhan intenta darme un vaso con agua helada; yo la parto y solo consigo que el agua me salpique en la cara. Escucho mi nombre. La cabeza me da vueltas y palpita. Escucho un vidrio romperse en el suelo. Tengo arcadas; comienzo a toser. De nuevo gritan mi nombre pero no atiendo el llamado. Levanto la mirada y la mirada de una persona pálida que muerde sus uñas con ansias sin decir nada, aparece tras todos esos bocetos que me llaman. Me cubro los ojos, respiro agitado. Siento el sudor en mi frente.
Las imágenes se van.
Desperté con un fuerte dolor de cabeza, sobre mi cama, sin camisa y con los pantalones desabrochados. Me senté y miré a mí alrededor. Ahí estaba Bill, sentado en la colchoneta con la quijada recargada en las rodillas. Sus ojos estaban cerrados. Dormía. Me quejé al sentir la hebilla de mi cinturón en mi espalda.
- Hmm, mierda…- me quejé de nuevo y saqué mis zapatillas de mis pies rápidamente, haciendo que uno de ellos chocara contra la puerta. Bill abrió los ojos y se los talló.
-Humm- gimió mientes quitaba sus manos de sus ojos. Usaba unos pantalones de algodón negros que cubrían sus pies enteros; y una playera blanca algo ajustada a su cuerpo. Desdobló sus piernas, tocando el suelo con sus pies y después dio un gran bostezo, cubriéndose los labios.
- ¿Por qué estoy de esta forma?- me miré el cuerpo. Parecía que anoche había tenido una noche desenfrenada, pero no, me sentía enfermo. Debilitado.
Bill rascó su cuello con esas uñas con barniz negro encima; se reacomodó en el colchón y suspiró después. Le di tiempo para que me contestara. Lamió sus labios y después su mirada se puso sobre mi cuerpo semidesnudo, subiendo hasta mis ojos.
- No sabías que usabas droga.- me dijo con voz adormilada y algo ronca. Entorné los ojos.
- ¿Por qué estoy de esta forma?- insistí. Él se levantó del suelo y se dio un estirón.
- Parece que te excediste con la droga. Empezaste a toser y transpirar. Tenías temperatura.- me miró a los ojos. –Y después te desvaneciste.
Me tomé la frente y negué para mí mismo. Nunca me había pasado algo como esto, y vaya que me había metido más que anoche. Me deshice de la goma que sostenía mis rastas y la puse sobre la mesa de noche; sostuve mi cabeza en el cabecero de la cama y acaricié mi estómago, suspirando con los ojos cerrados. Al abrirlos me encontré con Bill, que me miraba serio frente a la televisión, jugando con el resorte de su pijama.
- ¿Qué miras?- susurré. Él apartó la vista de golpe.


Buscaba  algo para desayunar en las alacenas y en el refrigerador. No había una mierda, más que medio cubo de leche, un puto huevo y una manzana abollada. Bill me miraba desde el umbral de la puerta, serio. Sobre el refrigerador había una bolsa con pan integral; la abrí y dentro solo había un par del mismo. Puse todo sobre la mesa y después miré a Bill.
- Es todo lo que tenemos para comer hasta la próxima semana que me den el dinero de mí  trabajo.- Sus ojos parecieron brillar y de pronto sus labios se mojaron de su propia saliva. –Así que, bueno, sé que no es mucho, de hecho no es nada, pero sirve para sobrevivir un día más, ¿no?- salió de la cocina.
De pronto me sentí tan avergonzado de mi estado de economía. Sabía que en casa a Bill le trataban como a un príncipe y que comer migas de pan con una gota de leche no le haría nada bien. Me senté en una de las sillas del comedor y comencé a jugar a rodar la manzana por la mesa.
- T-tom…- lo miré. Él mordía sus labios. –He traído algo de dinero desde Hamburgo… Lo podemos usar para comprar algunas cosas…
- ¿Dinero?- le miré. Él tenía la mirada baja y entre buscaba en sus pantalones; cuando lo encontró me miró y se acercó a la mesa, colocando el dinero ahí. Una muy grande cantidad de dinero. Quizá ahorros de los últimos dos años. –Es demasiado… no, no lo aceptaré. He sobrevivido un año y medio con este tipo de comida, no hace falta comprar una de príncipes ricachones como tú.- Abrió sus ojos con sorpresa, y la mano que aun seguía tendida empezó a temblequear.
- ¿Q-qué?...- de pronto me arrepentí. Me impresionaba lo impulsivo que podía llegar a ser, y lo peor, era que solo me pasaba con Bill.
- Es decir, lo siento… ¿bien?, no voy a aceptar tu dinero, es demasiado.
- Eso no me importa… ¿es que no ves como estás, Tom?- decía con la voz apagada y nerviosa. –Ni siquiera tienes agua potable…- Bajé la mirada, avergonzado.
- Voy a dejar que uses una pequeña parte de tu dinero, pero me dejarás pagártelo y solo compraremos lo que te apetezca a ti.- negó.
- No es necesario que me lo pagues… y los dos escogeremos.- me crucé de brazos.
- Ya lo dije.- lo miré a los ojos, pero él no me miraba a mí.
- Está bien…- sonreí y me levanté de la silla. -¿A dónde vas?
- Vamos a comprar la comida.- él asintió y caminó detrás de mí.

By Bill

Tomó las llaves de su auto y abrió la puerta, saliendo de su casa. Picó dos veces la alarma y abrió la puerta. Yo hice lo mismo, entrando en el asiento copiloto. Encendió su auto y a una velocidad realmente rápida se dirigió su destino.
Llegamos a un supermercado. Era grande y realmente lindo y limpio. Tom tomó un carrito y lo guío frente a mí, pero al entrar al área de comida me miro y con la barbilla me indico hacia el fondo del pasillo. Yo no comprendí.
- ¿Qué?...
- Tú ve enfrente, escogerás la comida.- mi cuerpo sufrió escalofríos, pero al final me puse a un lado de Tom y miré la comida.
- ¿Sabes cocinar, Tom?- le pregunté, volviendo la mirada a él. Él mordió sus labios y negó un par de veces. –Bueno…- me preguntaba cómo era que había vivido un año y medio sin saber cocinar y encima comiendo una sola vez al día.
Metí verduras, frutas, pastas, huevo y pan; Algunas cosas como pan endulzado, café, leche y azúcar. También un garrafón con agua. Tom me acompañaba a mis espaldas, adormilado. Jabón para lavar platos, una esponja para la regadera, jabón para el cabello y el cuerpo; manteles para la cocina, un trapeador nuevo y limpiador para el baño y regadera.
Después nos apresuramos a pagar y salimos de ahí. Cargamos las bolsas al auto y después volvimos a la casa de Tom, quien no había abierto la boca ni para bufar. Cargué la comida a la cocina y miré a Tom.
- ¿Quieres ayudarme?- asintió y se acercó a mí.
- ¿Qué harás?- preguntó. Le di una mirada a las bolsas y saqué un sobre de pasta y verduras. Él me miró confundido.
- Te diré en qué puedes ayudarme. Puedes partir las verduras.- asintió y me las sacó de las manos, tomando un cuchillo.
Prendí la lumbre y le puse agua. Después metí la pasta y le eché algo de sal. Esperé y miré a Tom, quien torpemente partía todo y lo hacía a un lado; eran unas rodajas mal cortadas. Sonreí.
Después de comer nos quedamos en la mesa, intentando crear una conversación, pero era imposible. Sentía tanto miedo y vergüenza.
- Hoy me juntaré en lo de Emil.- me dijo, jugando con las cutículas de sus uñas. Y después me miró. –Me preguntaba si quisieses venir… quieren conocerte…
- ¿Después de la noche que sufriste ayer?
- Descuida, no será de la misma.- lo miré incrédulo.
- ¿Pero sí de una diferente?- asintió. -¡Estás loco, Tom!, te has desmayado por culpa de esas drogas y encima vas a meterte más.- sonrió.
- Tranquilízate.
- ¡Estás enfermo!, ¿no sabes todo el daño que te hace?- él negó, entornando los ojos.
- Y qué, ¿cortarse los brazos es mejor?- mi corazón se aceleró. –No, y mucho menos y lo haces desde los dieciséis.
- Yo ya no lo hago más.- mentí. Me tomo de los brazos y subió mi chamarra hasta mis antebrazos. Todas esas marcas que me arruinaban los brazos salieron a la luz. Bajé la mirada y mis ojos se llenaron de lágrimas. –No hay razón de que te drogues…- dije.
- Tampoco la hay de que te cortes, pero aun así lo haces.
- ¡Es diferente!
- ¡Yo no veo ninguna diferencia!
- ¡Pues la hay!
- Llevo metiéndome eso desde hace unos meses, ¡en cambio tu lo haces desde hace cuatro años!
- ¡Todo ha sido tu culpa!, ¡Todo fue tu culpa!
- ¡Te recuerdo que yo no fui quien folló con un compañero en el baño!- abrí los ojos con sorpresa.
- ¡TOM!- grité en un sollozo.
- ¿¡Qué!?
- Yo…- me quedé en silencio.
- Qué patético, marica...- me salí de la cocina y subí las escaleras. Me eché en el colchón y suspiré con ansiedad.

Le había prometido a papá que no lo haría…

Pero no pude soportarlo y acabé por hacerlo, manchando las cobijas de Tom, quien subió a la recamara y lo vio todo. Me avergoncé de pronto, y me tragué los gemidos, cubriéndome los brazos. Él sonrió triunfante y negó sin quitarla.
- Me parece que aquí el adicto no soy yo.
- ¡Cállate!- él negó.
- Haz manchado las sabanas… ¿las limpiarás?
- ¡Dije que te callaras!, ¡déjame!
- Vaya, tranquilo masoquista.
- ¡Cállate, cállate!- me tapé los oídos.
- Estas enfermo…- y se metió al baño. Bajé mis manos de mis oídos. Lo había escuchado.
Me miré los brazos, aun mojados con mi sangre. Asentí, concordando con Tom: sí estaba enfermo. Era un enfermo mental adicto al dolor y a la sangre. La cabeza comenzó a palpitarme, empecé a sofocarme con mi propio aire.
- Eh, ¿Qué tienes?- se acercó a mí, pero lo alejé con un manotazo en el pecho.
- Vete… vete de aquí…
- ¿Te sientes enfermo?- lo miré a los ojos.
- ¡VETE!
- Vaya que estás loco…- salió de la habitación. Corrí al baño y me eché agua en la cara. De pronto recobré la respiración. Me di cuenta que todo estaba pasando por querer aguantarme las lágrimas. Mi pecho subió y bajó mientras miraba mi reflejo y metía mis brazos al agua que se tornaba rojiza.
Me recosté en la cama de Tom. Después de unos minutos él estaba frente a mí.
- ¿Entonces vienes a lo de Emil?- me di cuenta de la hora. No habían pasado minutos, eran horas. –Bill.- me apresuró.
- No…
- Vamos, que llevan un par de días queriendo conocerte.- me lo pensé una vez más y después solo asentí.
- Bien…

1 comentario:

  1. awwwwwwwwwwwwwww! Yo que pensaba que podrian volver a ser los hermanitos unidos pero noo. . .
    Hay ese Toom casi se muere
    Billy ya no te hagas daño!
    Me encanto
    cuidatte y un abrazo :D

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