By Tom
Bonny, Dennis, Roldhan y Emil,
vinieron a casa para hacer esas reuniones que hacíamos cada jueves por la tarde.
Los cuatro llegaron con cervezas en latas y comida chatarra; al parecer se
quedarían por un muy largo tiempo.
- ¿Y cómo te ha tratado la
vida, Thomas?- dijo Roldhan, sentándose en el sofá sin preocupación, abriendo
una cerveza para llevársela a los labios rápidamente. Yo me encogí de hombros.
- No muy bien.- confesé. –Mi
padre llegó ayer por la mañana, apurado. Dijo que mi hermano estaba bajo una
amenaza o algo así; entonces él ahora está aquí.
- ¡¿Está aquí?!- Brincó Bonny,
apartando la lata de sus labios. -¿Está aquí desde ayer?- asentí.
- Sí.
- ¿Y por qué no me lo has
dicho? ¡Ayer vine aquí!
- No creía que te importase ver
a mi hermano, es decir… no es importante.
- Oh, por favor, hermano
¡queremos conocerlo!- gritó Emil.
- ¡No te avergüences de él,
vamos!- dijo Dennis.
- Bueno, ya va, ahora voy y le
digo que baje, ¿bien?- los cuatro asintieron.
Tomé una cerveza y la abrí
antes de subir las escaleras, arrastrando los pies, cansado. Di un gran trago y
de repente me encontré frente a la puerta de mi recámara. Tragué con delicadeza
y después la abrí y entré a la habitación.
- Bill, que…- vi sus pies desnudos
y subí lentamente hasta su cuerpo, el cual mantenía relajado sobre el colchón,
respirando tan tranquilamente.
Subí un poco más hasta su
pecho, el cual subía y bajaba lentamente una y otra vez. Uno de sus brazos
estaba sobre su estómago, mientras el otro
estaba en uno de sus costados. Subí hasta su cara. Sus labios ligeramente
entreabiertos y sus ojos completamente cerrados, llenos de maquillaje negro. Su
cabello algo despeinado en la almohada. Su nuez subió de repente cuando tragó saliva y después suspiro
quedamente.
Mi pecho sintió cosquilleo, un
sentimiento extraño. Y entonces, solo me retiré de la habitación, cerrándola
con delicadeza.
- ¿Dónde está tu hermano?- dijo
Dennis.
- Lo siento, pero está
durmiendo.- dije bebiendo. Bonny negó con una sonrisa pícara. -¿Qué?-la miré
serio.
- ¿Por qué no lo despertaste?,
recuerda que dijiste que lo odiabas.- entrecerré los ojos. A pesar de que ella
estaba ahora un tanto ebria, aun tenía el sentido de adivinar los sentimientos
de otros. Ella quería estudiar psicología, pero la economía en su casa no le
ayudaba para pagar la carrera, así que se dedicaba a ayudar a las personas que
realmente lo necesitaban. Nosotros teníamos la suerte de ser sus amigos.
- No soy tan malo- me reí a lo
bajo. -¿Para qué voy a despertarlo?- ella se carcajeó.
- Venga, siéntate aquí con
nosotros.- dijo Roldhan. Me senté entre Dennis y Emil.
…
La música hacía que las
ventanas retumbaran; nuestras voces apenas se escuchaban a pesar de que
gritábamos. Habíamos tenido que salir para comprar algo más para tomar y comer.
Era difícil conseguir porros y alcohol en este barrio de Frankfurt, era por eso
que solo un día o dos a la semana nos juntábamos y gastábamos todo nuestro
dinero en ello.
- Eh, Tom, ¿ese es tu hermano?-
dijo Dennis, echando el humo del porro de su boca. Apuntó hacia las escaleras,
y al tiro yo miré hacia allí.
Estaba bajando las escaleras,
adormilado y también confundido. Pareció buscar algo con su mirada, y al
encontrarlo pareció ser que su cara se iluminó. Se acercó a mí y a Dennis,
lentamente, con la mirada algo baja; tomándose la frente con su mano.
- Sí, es él.- le dije a Dennis,
quien sonrió.
- ¡Pero qué mono!- le acarició
el cabello, haciendo que Bill frunciera el entrecejo y levantara la mirada a
sus ojos. –Me llamo Dennis…- se carcajeó. Le saqué el porro y me lo metí a los
labios, fumándomelo casi por completo.
Bill me miró con completa
confusión.
Alcohol faltante, porros
sobrantes; de pronto todo lo que veo y escucho se hace lejano. Las imágenes
vuelven y miro a mi hermano acercarse más a mí, frunciendo el entrecejo.
Las imágenes se van.
Las imágenes vuelven. Sonrío,
me carcajeo, y doy una calada al porro. Bonny se acerca, bebiendo; Hace una
pregunta a Dennis.
Las imágenes se van.
Las imágenes vuelven. Emil me
ayuda a sentarme en el sofá y me mira con preocupación. No lo entiendo, así que
sonrío e intento emitir una palabra, pero lo único que me sale son murmullos y
gemidos. Me preocupo.
Las imágenes se van.
Una vez más las imágenes
vuelven. Roldhan intenta darme un vaso con agua helada; yo la parto y solo
consigo que el agua me salpique en la cara. Escucho mi nombre. La cabeza me da
vueltas y palpita. Escucho un vidrio romperse en el suelo. Tengo arcadas;
comienzo a toser. De nuevo gritan mi nombre pero no atiendo el llamado. Levanto
la mirada y la mirada de una persona pálida que muerde sus uñas con ansias sin
decir nada, aparece tras todos esos bocetos que me llaman. Me cubro los ojos,
respiro agitado. Siento el sudor en mi frente.
Las imágenes se van.
…
Desperté con un fuerte dolor de
cabeza, sobre mi cama, sin camisa y con los pantalones desabrochados. Me senté
y miré a mí alrededor. Ahí estaba Bill, sentado en la colchoneta con la quijada
recargada en las rodillas. Sus ojos estaban cerrados. Dormía. Me quejé al sentir
la hebilla de mi cinturón en mi espalda.
- Hmm, mierda…- me quejé de
nuevo y saqué mis zapatillas de mis pies rápidamente, haciendo que uno de ellos
chocara contra la puerta. Bill abrió los ojos y se los talló.
-Humm- gimió mientes quitaba
sus manos de sus ojos. Usaba unos pantalones de algodón negros que cubrían sus
pies enteros; y una playera blanca algo ajustada a su cuerpo. Desdobló sus
piernas, tocando el suelo con sus pies y después dio un gran bostezo,
cubriéndose los labios.
- ¿Por qué estoy de esta
forma?- me miré el cuerpo. Parecía que anoche había tenido una noche
desenfrenada, pero no, me sentía enfermo. Debilitado.
Bill rascó su cuello con esas
uñas con barniz negro encima; se reacomodó en el colchón y suspiró después. Le
di tiempo para que me contestara. Lamió sus labios y después su mirada se puso
sobre mi cuerpo semidesnudo, subiendo hasta mis ojos.
- No sabías que usabas droga.-
me dijo con voz adormilada y algo ronca. Entorné los ojos.
- ¿Por qué estoy de esta
forma?- insistí. Él se levantó del suelo y se dio un estirón.
- Parece que te excediste con
la droga. Empezaste a toser y transpirar. Tenías temperatura.- me miró a los
ojos. –Y después te desvaneciste.
Me tomé la frente y negué para
mí mismo. Nunca me había pasado algo como esto, y vaya que me había metido más
que anoche. Me deshice de la goma que sostenía mis rastas y la puse sobre la
mesa de noche; sostuve mi cabeza en el cabecero de la cama y acaricié mi
estómago, suspirando con los ojos cerrados. Al abrirlos me encontré con Bill,
que me miraba serio frente a la televisión, jugando con el resorte de su
pijama.
- ¿Qué miras?- susurré. Él
apartó la vista de golpe.
Buscaba algo para desayunar en las alacenas y en el
refrigerador. No había una mierda, más que medio cubo de leche, un puto huevo y
una manzana abollada. Bill me miraba desde el umbral de la puerta, serio. Sobre
el refrigerador había una bolsa con pan integral; la abrí y dentro solo había
un par del mismo. Puse todo sobre la mesa y después miré a Bill.
- Es todo lo que tenemos para
comer hasta la próxima semana que me den el dinero de mí trabajo.- Sus ojos parecieron brillar y de
pronto sus labios se mojaron de su propia saliva. –Así que, bueno, sé que no es
mucho, de hecho no es nada, pero sirve para sobrevivir un día más, ¿no?- salió
de la cocina.
De pronto me sentí tan
avergonzado de mi estado de economía. Sabía que en casa a Bill le trataban como
a un príncipe y que comer migas de pan con una gota de leche no le haría nada
bien. Me senté en una de las sillas del comedor y comencé a jugar a rodar la
manzana por la mesa.
- T-tom…- lo miré. Él mordía
sus labios. –He traído algo de dinero desde Hamburgo… Lo podemos usar para
comprar algunas cosas…
- ¿Dinero?- le miré. Él tenía
la mirada baja y entre buscaba en sus pantalones; cuando lo encontró me miró y
se acercó a la mesa, colocando el dinero ahí. Una muy grande cantidad de
dinero. Quizá ahorros de los últimos dos años. –Es demasiado… no, no lo
aceptaré. He sobrevivido un año y medio con este tipo de comida, no hace falta
comprar una de príncipes ricachones como tú.- Abrió sus ojos con sorpresa, y la
mano que aun seguía tendida empezó a temblequear.
- ¿Q-qué?...- de pronto me
arrepentí. Me impresionaba lo impulsivo que podía llegar a ser, y lo peor, era
que solo me pasaba con Bill.
- Es decir, lo siento… ¿bien?, no
voy a aceptar tu dinero, es demasiado.
- Eso no me importa… ¿es que no
ves como estás, Tom?- decía con la voz apagada y nerviosa. –Ni siquiera tienes
agua potable…- Bajé la mirada, avergonzado.
- Voy a dejar que uses una
pequeña parte de tu dinero, pero me dejarás pagártelo y solo compraremos lo que
te apetezca a ti.- negó.
- No es necesario que me lo
pagues… y los dos escogeremos.- me crucé de brazos.
- Ya lo dije.- lo miré a los ojos,
pero él no me miraba a mí.
- Está bien…- sonreí y me
levanté de la silla. -¿A dónde vas?
- Vamos a comprar la comida.-
él asintió y caminó detrás de mí.
By Bill
Tomó las llaves de su auto y abrió
la puerta, saliendo de su casa. Picó dos veces la alarma y abrió la puerta. Yo
hice lo mismo, entrando en el asiento copiloto. Encendió su auto y a una
velocidad realmente rápida se dirigió su destino.
Llegamos a un supermercado. Era
grande y realmente lindo y limpio. Tom tomó un carrito y lo guío frente a mí,
pero al entrar al área de comida me miro y con la barbilla me indico hacia el
fondo del pasillo. Yo no comprendí.
- ¿Qué?...
- Tú ve enfrente, escogerás la
comida.- mi cuerpo sufrió escalofríos, pero al final me puse a un lado de Tom y
miré la comida.
- ¿Sabes cocinar, Tom?- le
pregunté, volviendo la mirada a él. Él mordió sus labios y negó un par de
veces. –Bueno…- me preguntaba cómo era que había vivido un año y medio sin
saber cocinar y encima comiendo una sola vez al día.
Metí verduras, frutas, pastas,
huevo y pan; Algunas cosas como pan endulzado, café, leche y azúcar. También un
garrafón con agua. Tom me acompañaba a mis espaldas, adormilado. Jabón para
lavar platos, una esponja para la regadera, jabón para el cabello y el cuerpo;
manteles para la cocina, un trapeador nuevo y limpiador para el baño y
regadera.
Después nos apresuramos a pagar
y salimos de ahí. Cargamos las bolsas al auto y después volvimos a la casa de
Tom, quien no había abierto la boca ni para bufar. Cargué la comida a la cocina
y miré a Tom.
- ¿Quieres ayudarme?- asintió y
se acercó a mí.
- ¿Qué harás?- preguntó. Le di
una mirada a las bolsas y saqué un sobre de pasta y verduras. Él me miró
confundido.
- Te diré en qué puedes
ayudarme. Puedes partir las verduras.- asintió y me las sacó de las manos, tomando
un cuchillo.
Prendí la lumbre y le puse
agua. Después metí la pasta y le eché algo de sal. Esperé y miré a Tom, quien
torpemente partía todo y lo hacía a un lado; eran unas rodajas mal cortadas. Sonreí.
…
Después de comer nos quedamos
en la mesa, intentando crear una conversación, pero era imposible. Sentía tanto
miedo y vergüenza.
- Hoy me juntaré en lo de
Emil.- me dijo, jugando con las cutículas de sus uñas. Y después me miró. –Me preguntaba
si quisieses venir… quieren conocerte…
- ¿Después de la noche que
sufriste ayer?
- Descuida, no será de la
misma.- lo miré incrédulo.
- ¿Pero sí de una diferente?-
asintió. -¡Estás loco, Tom!, te has desmayado por culpa de esas drogas y encima
vas a meterte más.- sonrió.
- Tranquilízate.
- ¡Estás enfermo!, ¿no sabes
todo el daño que te hace?- él negó, entornando los ojos.
- Y qué, ¿cortarse los brazos
es mejor?- mi corazón se aceleró. –No, y mucho menos y lo haces desde los
dieciséis.
- Yo ya no lo hago más.- mentí.
Me tomo de los brazos y subió mi chamarra hasta mis antebrazos. Todas esas
marcas que me arruinaban los brazos salieron a la luz. Bajé la mirada y mis
ojos se llenaron de lágrimas. –No hay razón de que te drogues…- dije.
- Tampoco la hay de que te
cortes, pero aun así lo haces.
- ¡Es diferente!
- ¡Yo no veo ninguna
diferencia!
- ¡Pues la hay!
- Llevo metiéndome eso desde
hace unos meses, ¡en cambio tu lo haces desde hace cuatro años!
- ¡Todo ha sido tu culpa!,
¡Todo fue tu culpa!
- ¡Te recuerdo que yo no fui
quien folló con un compañero en el baño!- abrí los ojos con sorpresa.
- ¡TOM!- grité en un sollozo.
- ¿¡Qué!?
- Yo…- me quedé en silencio.
- Qué patético, marica...- me
salí de la cocina y subí las escaleras. Me eché en el colchón y suspiré con
ansiedad.
Le había prometido a papá que
no lo haría…
Pero no pude soportarlo y acabé
por hacerlo, manchando las cobijas de Tom, quien subió a la recamara y lo vio
todo. Me avergoncé de pronto, y me tragué los gemidos, cubriéndome los brazos. Él
sonrió triunfante y negó sin quitarla.
- Me parece que aquí el adicto
no soy yo.
- ¡Cállate!- él negó.
- Haz manchado las sabanas…
¿las limpiarás?
- ¡Dije que te callaras!, ¡déjame!
- Vaya, tranquilo masoquista.
- ¡Cállate, cállate!- me tapé
los oídos.
- Estas enfermo…- y se metió al
baño. Bajé mis manos de mis oídos. Lo había escuchado.
Me miré los brazos, aun mojados
con mi sangre. Asentí, concordando con Tom: sí estaba enfermo. Era un enfermo
mental adicto al dolor y a la sangre. La cabeza comenzó a palpitarme, empecé a
sofocarme con mi propio aire.
- Eh, ¿Qué tienes?- se acercó a
mí, pero lo alejé con un manotazo en el pecho.
- Vete… vete de aquí…
- ¿Te sientes enfermo?- lo miré
a los ojos.
- ¡VETE!
- Vaya que estás loco…- salió
de la habitación. Corrí al baño y me eché agua en la cara. De pronto recobré la
respiración. Me di cuenta que todo estaba pasando por querer aguantarme las
lágrimas. Mi pecho subió y bajó mientras miraba mi reflejo y metía mis brazos
al agua que se tornaba rojiza.
Me recosté en la cama de Tom.
Después de unos minutos él estaba frente a mí.
- ¿Entonces vienes a lo de
Emil?- me di cuenta de la hora. No habían pasado minutos, eran horas. –Bill.-
me apresuró.
- No…
- Vamos, que llevan un par de
días queriendo conocerte.- me lo pensé una vez más y después solo asentí.
- Bien…
awwwwwwwwwwwwwww! Yo que pensaba que podrian volver a ser los hermanitos unidos pero noo. . .
ResponderEliminarHay ese Toom casi se muere
Billy ya no te hagas daño!
Me encanto
cuidatte y un abrazo :D