jueves, 16 de agosto de 2012

capitulo 12


Después del proyecto no volvimos a hablar por dos largas semanas. Debo aceptar que fue con el consentimiento de ambos, ninguno de los dos se acercó al otro para hablar de nuevo. Cada día que transcurría me sentía tan vacío y frágil que hasta caminar me sabía amargo; no quería levantarme nunca para volver al colegio y buscaba siempre escapadas a los baños para causarme más cicatrices en mis brazos.

La inexistente presencia de mi hermano me apuñalaba cada segundo, me sentía derrotado; siempre buscando la razón de su enojo, de su terrible odio hacia mí. Me orillé a hacer cosas estúpidas solo para que él me perdonara, pero nunca conseguí su perdón, incluso sentía que me odiaba cada segundo un poco más.

Ahora estaba en el baño, lavando mis manos; me acomodé el cabello y sequé mis manos en mis pantalones, cuando lo miré, entrando al baño; sus ojos penetraban los míos, mientras mi corazón daba pequeños saltitos. Vi la mirada borrosa, y entonces recordé lo que Tom me había gritado un día. Me acerqué a él, saludándole con algo de vergüenza, después de todo solo con él mantenía pequeñas conversaciones ahora, ya ni siquiera con mis amigos lo hacía.

- Bill, ¿aun en los baños?, llevas demasiado aquí.

- Quiero pedirte un favor…

- ¿Un favor?- ladeo la cabeza. –Pues, bueno, ¿qué pasa?

- Follemos.

Estaba desesperado, tan faltante de cariño, de atención. A veces me sorprendía a mí mismo alucinando compañía o hablándome a mí solo; temía volverme un loco, temía perder la cabeza.  Estaba siendo desgarrado desde adentro, me sentía solo, completamente aislado; y ese odio era tan difícil de aguantar, era tan difícil asimilar que el destino que me estaba tocando era el que jamás deseé para mi vida; tenía que lidiar con mi vida en casa y en la preparatoria. Siempre estaba Tom ahí. Siempre tenía un golpe o una palabra hiriente nueva. Me estaba muriendo de pronto.

- ¿Qué?- preguntó serio. -¿Estás loco?

- N-no… Tom me ha dicho que así sería como me perdonaría…

- ¿Follando conmigo?- asentí. -¿Estás dispuesto a que te la meta solo por él?- Me quedé en silencio, pensando una respuesta propia de la pregunta, y a lo único que llegué fue a la respuesta de la desespereración. Lo necesitaba, solo así podía ser feliz de nuevo.

- S-sí…- él sonrió, lamiendo sus labios.

- Siempre me has atraído, Bill, siempre te he tenido ganas.- lo miré con miedo. –Acepto.- yo solo asentí, retrocediendo. Él caminó hacia la puerta, cerrándola y haciéndonos entrar a un pequeño cubículo. –No sabes cuan feliz me haces con esto.- me besó los labios.

Me sacó mi playera, besando mis pezones con delicadeza, mi pecho subió y bajó con miedo. Sacaba pequeños gemidos de su garganta, graves. Quito su playera, acariciando su cuerpo delgado, y bajó sus pantalones, tocándose su ya muy notoria erección por sobre la ropa interior. Él bajó mis pantalones, mordiéndome el miembro con delicadeza y de pronto bajó mi ropa interior y comenzó a masturbarme con rapidez, haciendo que mi miembro tomara una forma dura.

- Huumm…- saqué un gemido, haciendo que él sonriera y bajara su ropa interior, tomándome con fuerza, haciendo que me sentara en el excusado. Abrió mis piernas, estaba en una posición tan incómoda. -¡Ahh…! No…ya…- sollocé al sentir uno de sus dedos entrar por mi esfínter.

- Guarda silencio… que estamos en el instituto…- respiré con fuerza.

- ¡hmm!- gemí al sentir otro dedo, entrando y saliendo junto al otro. – Ya no quiero… Robert… ya no, por favor…- me consumió el miedo y arrepentimiento de pronto. Ya no quería hacerlo, ya no quería.

- Ahora te aguantas,… no me dejaras con esto así…- dijo tomando su entrepierna.

Tomó una de mis piernas por el muslo, levantándola aun más. Escupió en su mano y la restregó en mi esfínter, enterrando sus dedos una vez más. Empecé a llorar, pero pensaba en mi hermano, en cómo sería después de esto.

- Ya estás listo.

- Robert… de verdad… ya no quiero…- limpié mis lágrimas.

- Tranquilízate un poco, ¿sí?- asentí. Él se acercó a mí oído. –Voy a tener cuidado.

- ¿Va a dolerme?...

- Algo…- me zafé de su agarre, negando.

- ¡Ya no quiero…, yo me voy…!- sentí como de pronto volvía a sentarme en el excusado, en la misma posición que antes, pero ahora, siendo penetrado con fuerza. Sentí mi piel quemando, los colores subiendo a mis mejillas. Él quitó mis guantes, secando el sudor en su cuerpo; después paró mirándome.

- ¿Te cortas?- lo miré a los ojos mientras escondía mi mano  y bajaba la mirada. Él volvió a moverse, sin prestar más atención.

- Ah, ah,…ah, humm- gemía, sin respiración.

- ¿Bill, estás aquí?- ambos nos miramos, aterrados. Él puso una dedo en sus labios, indicando que guardara silencio. –Bill…- Robert comenzó a moverse una vez más cuando no hubo ruido alguno. Mi esfínter se sentía adolorido, mi cuerpo temblaba, sentía como quemaba su entrepierna en mí.

- ¡AHH, AHH!- grité en forma de un gemido doloroso.

- Mierda, Bill… eres jodidamente hermoso…

- Robert…- trate de emitir algunas palabras para que me dejase en paz, pero él me silenció, besándome los labios.

- ¡NO PUEDE SER!- él paró y ambos miramos a la puerta. La maestra estaba ahí, mirándonos a ambos con enfado y sorpresa. Él salió de mí con fuerza.

- humm…- gemí. Baje mis piernas y tomé mi estómago, frunciendo el entrecejo. ¿Cómo había abierto la puerta?, mierda, estábamos metidos en un grave problema,

- ¡Lárguense los dos a la dirección!- subí mis pantalones y caminé sin decir una sola palabra. Estaba adolorido, me era difícil caminar.

[…]

Después de una seria platica con el director llena de gritos, cuestionamientos, regaños gracias a mis brazos y a que guardaba un exacto en mis pantalones; y algunas lágrimas por parte mía, el director encontró la solución, una que aun no nos decía. Tan solo se quedaba mirándonos, cruzando los brazos sobre su escritorio.

- Vendrán mañana, en el primer descanso, y será ahí cuando escuchen sus consecuencias. Retírense de aquí.- Me levanté de la silla, caminando con lentitud.

Al salir de ahí, ambos nos fuimos por distintos caminos; mi mirada estaba arrastrando con el suelo, con mis pies, los cuales no despegaba del suelo causa del peso que sentía. Nada había salido como lo esperaba, me estaba volviendo insano. Busqué mi exacto en mis pantalones, cuando me acorde que me obligaron a sacármelo. Me volví ansioso, sentía como mi corazón daba fuertes latidos. Después, sonó el timbre de salida y en pocos segundos los pasillos se llenaron de personas. Sentí una mano encajar perfectamente con la mía, y me vire para ver quién era el causante. (Tu nombre).

- Bill…

- (T-tu nombre)…

- Hemos sacado un diez en nuestro proyecto.- me lo mostró, con una sonrisa. Pero yo no dije por respuesta nada. -¿Te pasa algo?

- N-no…tengo que irme…

- Bien…- bajó la mirada. –Yo también…- me miró a los ojos y rápidamente bajó la mirada y caminó lejos.

By tom

Era la hora de la comida. Todos estábamos en silencio, hasta que el ruido del teléfono lo rompió. Mamá se levantó a contestar, mientras nosotros la esperábamos en la mesa, sin alguna importancia. Un grito desgarrador salió de su garganta al cortar y regresar a la mesa; miró a Bill, mientras lloraba.

- ¿Por qué lo hiciste, Bill?- dijo con la voz entrecortada, haciendo que papá lo mirara.

- ¿Qué hizo?- mamá cubrió sus ojos con sus manos. –Simone, ¿qué hizo?- preguntó con más firmeza.

- Tuvo relaciones sexuales… con un compañero en el baño…- miré a Bill, sorprendido, algo asustado también. Mi hermano bajó la mirada, jugueteando con la comida.

- Eso no puede ser.- dijo papá, mirando a mí hermano. -¡¿Eso es verdad, Bill?!, ¡¡RESPONDEME!!- Caminó hacia él, sacándolo de la silla, apresando sus muñecas con fuerza. - ¡¡DIMELO, BILL!!

- D-déjame…- dijo en un sollozo. -¡ahh!- gritó al ser atacado con la mano de papá en su mejilla. Comenzó a llorar con fuerza, como un crío lastimado.

- ¿Por qué en el instituto, Bill?, ¡¿por qué?!- volvió a gritar. Mamá se acercó a ellos. - ¡¿estás enfermo, Bill?!, ¡¿a caso no tienes razón de pensar!?

- ¿Te cortas los brazos, Bill?- preguntó ella, Bill retrocedió.

- N-no…

- Entonces no te importa mostrarme tus bracitos, ¿verdad?- la voz de mamá se escuchaba tan decepcionada; nunca, ni siquiera conmigo la había tenido, y vaya que estaba decepcionada de mí. Bill retrocedió aún más.

- ¡Déjale mirar tus brazos a tu madre!- negó. Papá, enfadado, tomó los brazos de Bill y sacó sus guantes.

- No puede ser…-  susurré con miedo, al ver sus brazos cortados de una forma algo espeluznante. Mamá comenzó a llorar con fuerza.

- ¡¿Por qué Bill!?, si a ti no te falta nada, ¡no te falta nada!- Bill volvió a sollozar con fuerza, pero aun así, no contesto.

- ¿Sabes el daño que le haces a tu cuerpo?- gritó, papá. - ¡Lo estas obligando a sangrar, Bill! ¿Crees que tu cuerpo se lo merece?- él bajó la mirada, acariciando su muñeca izquierda con su mano contraria. Nunca lo había visto llorando de esa forma.

- ¡Eres un niño lleno de cariño y atención! ¡Ó dime si no eres feliz, Bill!- Decía mamá, sollozando. Bill no contestaba, su pecho saltaba con cada suspiro. – Si eres homosexual no nos importaba, ¡pero tener un novio no te da el derecho de tener relaciones dentro de la escuela!

- ¡No es mi novio…!

- ¡Oh, por favor, deja de mentir, Bill!- dijo papá.

-¡No me siento querido… quiero ser feliz, papá!

- ¡Vete a tu recámara, Bill, lárgate de aquí!- caminó con lentitud, subiendo las escaleras.

- Tom, ¿tú sabías algo de esto?- preguntó mamá, sacando sus lágrimas. -¡Tom!

- No, mamá… no lo sabía… había rumores… pero no me los creí…

- ¿Rumores de qué?, ¿de qué salía con ese compañero suyo?- negué.

- No, eso no lo sabía… había rumores de sus brazos…- y sin más me fui de ahí.

[…]

A la mañana siguiente, mamá nos llevó temprano al instituto, porque el director tenía que hablar con ella acerca de lo que había pasado con mi hermano. No se despidió. Nos dejó a la esquina del pasillo de nuestro cubículo, y ambos caminamos en silencio, sin mirarnos o decirnos alguna palabra. Al entrar al cubículo, todos nos echaron una mirada amenazante; Bill se sentó hacia la esquina del salón, mientras que yo le acompañaba, intentando hacer una buena acción de apoyo. Pero no me funcionó.

- Vete de aquí, Tom.- me dijo, seco. Lo miré a los ojos, buscando en ellos la mentira, y no me costó mucho trabajo, sus ojos mentían, sus ojos gritaban por consuelo.

- No, no lo haré.- bajó la mirada, mordiendo sus labios, apretándolos.

- No quiero estar contigo, ¡todo esto ha sido tu culpa!- agradecí al tiro que la maestra no asistió al instituto hoy; a ella no le agradaban los gritos a mitad de clases.

- ¿Mi culpa?- lo miré con indiferencia. –Nada de esto ha sido mi culpa. Estás equivocado.

- Tom…- dijo con la voz entrecortada, a nada de echarse a llorar. - ¡Me has dicho que follara con Robert!...- tragó saliva.

- Nunca te dije eso, Bill.- y de pronto recordé que lo había dicho. Sí lo dije, pero nunca con intenciones de que realmente lo hiciera. - ¡No te obligué a que lo hicieras, usé una puta expresión, es todo!

- ¡Todo esto lo he hecho por ti!- me mostró sus brazos. -¡CADA PUTA CICATRIZ FUE PENSANDO EN TI, CREYENDO QUE MI HERMANO VOLVERÍA A QUERERME SI HACÍA LO QUE ÉL QUERÍA!- sentí la mirada de todos a nuestro alrededor. -¡lo hice por ti, Tom!

- No lo vas a lograr nunca, mucho menos si lo haces causándote dolor. Así no, Bill.

- ¿Q-qué…?- sus ojos se volvieron cristalinos, sus labios se entreabrieron y en un abrir y cerrar de ojos, se había puesto preocupantemente pálido. Tomó su frente y comenzó a negar para él mismo, con la respiración irregular y su cuerpo temblequeando con fuerza.

Su ceja izquierda comenzó a bailar mientras sus lágrimas emprendieron un camino hacia sus mejillas. El director llegó, haciendo que todos, excepto Bill, se sentaran en las sillas, para prestarle atención.

- Pónganse de pie, Robert Fenderson y Bill Kaulitz.- Solo Robert se puso de pie, mirándolo sin importarle una mierda, como si ya supiera que era lo que iba a pasar.  El director resopló y comenzó a negar, poniendo su mirada en el techo. –Tener relaciones sexuales en el colegio es mucho más que solo una falta de respeto.- dijo serio, diciéndolo todo frente a nosotros, es decir, ¿no podía decirlo en privado? –Estoy muy decepcionado de ustedes, estoy completamente indignado con su comportamiento.- mi hermano bajó la mirada, sin dejar de llorar. –Terminaran este día aquí, en el instituto, pero llévense sus cosas hoy, porque ambos están expulsados.

- No, no, no…- dijo Bill. -¡Por favor no!, ¡por favor!- gritó, mientras Robert solo asentía.

- Tú te lo buscaste, Bill.

- No…, por favor… humm… ¡por fav…humm!- todos los ojos de los que estábamos ahí, se posaron sobre Bill, que comenzó a respirar de una forma agitada. – jmmhg…- tomó su estómago e infló los mofletes, apretando sus ojos, que dejaron una pequeñas lágrimas caer.

Despidió pota de su boca, con desesperación. El único sonido ahí eran sus gemidos y ese líquido espeso chocando levemente con el suelo. Parecía que había tenido muchas cargas estos últimos días, y los despedía en forma de pota. Era interminable. Me decidí a levantarme a con él, y le tomé el hombro.

- Vete…ghmm…- arcadas y quejidos se avecinaron en su garganta, despidiendo un poco más, manchando sus zapatos. Y se dejó caer de rodillas, tratando de recobrar la respiración.

- Joven, Bill, ¿se encuentra bien?- limpio sus labios y me miró. Sus ojos estaban brillantes, gracias al esfuerzo que había hecho. Negó con la cabeza un par de veces y salió corriendo de ahí.

Lo seguí hasta el baño, sin ser llamado por el director. Ahí estaba él, llenando su boca con agua y escupiéndola después. Me miró a los ojos, y retrocedió algunos pasos. Tenía miedo, y podía verlo en esos ojos tan dilatados.

- Bill.- emití, acercándome a él; pero corrió fuera del baño.

By Bill

Miradas sobre mí, burlas a mis espalda y frente a mí, ofensas obscenas, risas, miradas acusadoras, miradas de negación, miradas de odio, lágrimas, pasos pesados, miedo, arrepentimiento, vergüenza, soledad, dolor. Baje la mirada, mirando mis pies dando pasos pesados y rápidos. De pronto me encontré bajo la sombra de un álamo, llorando contra mis manos, suspirando con fuerza. Ni siquiera yo mismo me había escuchado llorando de esa forma. Estaba deshecho, de pronto lo único que me importaba era cortar mis brazos, lográndolo solo con rasguños fuertes.

Una hora y media, y el aire solo chocaba contra mi cara llena de lágrimas y maquillaje seco. Me fui a una dimensión lejos de lo que me rodeaba; respiraba con delicadeza, algo tranquilo. Cuando sentí algo que tocaba mi hombro con dulzura; la mano de mamá.

No, ella no era mamá, era (tu nombre).

- ¿Cómo te sientes, Bill?- dijo por primera vez sin timidez. Pero quien ahora estaba tímido y avergonzado era yo, no ella.

- ¿Cómo debería sentirme?- dije en un hilillo de voz. -¿Qué haces aquí?

- Quiero acompañarte.- apretó mi mano y la puso a su vista, mirando esas cicatrices rosadas en ella. –No te mereces esto.

- ¿Por qué vienes a acompañarme? Es decir… tienes cosas mucho mejores que hacer, no deberías estar con el imbécil de Bill.

- Pero es que sé cómo te sientes.- me miró a los ojos, inexpresiva.

- Ya lo sé.- me pude haber ahorrado eso último, pero me di cuenta de que sus ojos pedían a gritos un consuelo.

Y definitivamente yo no era una persona que supiera consolar a las personas.

- ¿Cómo que tú ya lo sabes?- ladeo la cabeza, sin soltar mi mano.

- Yo solo digo.- emití a lo bajo, pero ella negó.

- ¿Quieres decirme algo?- ahora fui yo quien  negó, sin mirarla.

Tragué saliva con delicadeza, sintiendo mis ojos pesados, completamente hinchados de tanto llorar. La miré a ella, que tenía su mirada en mi brazo. Me deshice de su agarre y me senté sobre mis pantorrillas, mirándole a los ojos, al igual que ella lo hacía conmigo, parpadeando con lentitud, lamiendo sus labios.

- Lo he visto todo, (tu nombre).- hizo esa expresión de nuevo, en donde ladeaba la cabeza y fruncía el entrecejo, sin parpadear.

- ¿Qué has visto?- preguntó en un hilo de voz, tan bajo, como si ya lo supiera. Tomé su hombro en forma de confortamiento.

- Lo que te hace tu primo.- tragó saliva con fuerza y negó.

- ¿Cuándo lo viste, Bill? ¡¿Cuándo?!- sus ojos estallaron en un brillo doloroso, en donde podía ver más allá de solo el daño que le hacía su primo.

- Cuando hicimos el proyecto.

- No se lo digas a nadie, ¡por favor!- negué.

- No lo haré. Aun así, ¿quién me creería?, si yo solo soy >> El marica que folla dentro de los baños para obtener el perdón de su hermano gemelo<<- bajé la mirada, volviendo a respirar entrecortado. –Todos creerán que quiero destrozar tu vida con una estúpida mentira.

- ¿De verdad te importa tanto el perdón de tu hermano?-mi mirada se fue al subsuelo, me encontraba incapaz de mirarle a los ojos.

- No me quiere porque papá y mamá estaban preocupados por mí cuando…- mis cuerdas vocales se apretujaron con fuerza, impidiéndome el habla. Hasta ahora. – A veces, preferiría haber muerto en ese lugar…

- No digas esas cosas…

- Odio a mi vida…

- Tus cosas están en el auto, Bill, nos vamos de aquí.- me viré hacia arriba, en donde mamá me miraba desde ahí, seria.

Me levanté del pasto, mirando a (tu nombre), quien también me miraba a mí, con una pequeñísima sonrisa en sus labios. Abracé a mi cuerpo con delicadeza, clavando la mirada en mis pies.

- Yo también odio a la mía, Bill…- me viré hacia atrás, sonriendo.

>> Los faltantes de atención<< nos llamó Nick. Pero yo creía que no era atención lo que nos falta, quizá es encontrarle un porqué a nuestra absurda y solitaria vida.


3 comentarios:

  1. :OOOOOOOOOOOOOOOOOOO
    quede asi!
    Que capituuuuloooooooooo!
    Me encantoooooo!
    Cuidatte y un abrazo! :D

    ResponderEliminar
  2. Wooooooo! quede impresionada Bill PERO QUE HICISTE..????????! ok ya quiero leer el próximo lo suplico PORQUE ESTOY MUY INTRIGADA... Y NO PUEDO CON ESTO! Umm....

    Cuídate y espero CLARO QUE ESPERO el próximo!

    ResponderEliminar
  3. Hola disculpen la molestia pero me gustaria que se pasaran en mi Blog acabo de escribir un One Shot... de verdad me inspire... Gracias dejo el Link! No me ignoren ;-) gracias gracias y gracias! ;'-)

    http://oneshotelultimoadios.blogspot.com/

    Esta Fic me encanta hehee de paso... es verdad me trauma..!° es genial! ;-)

    ResponderEliminar