domingo, 26 de agosto de 2012

Capítulo 1


Son tres meses desde la llamada de mamá. No había recibido una nueva llamada, salvo la de Georg, quien me preguntaba por Bill >>No me contesta los llamados y no responde a la puerta<<, a lo que le contesté que quizá estaban de viaje, que mamá siempre estaba atenta a la puerta o al teléfono. Sin decirle la más posible opción en la cual mi hermano era sometido a un tratamiento masivo gracias a su autodestrucción, la cual aun, cuando pensaba en ello, no entendía la razón.
Después de aquello, un sábado por la mañana me puse a limpiar esta casucha, y mientras lo hacía, encendí la televisión. El programa se interrumpió por la noticia de que en Hamburgo hubo tres secuestros y dos asesinatos; me senté en el pequeño sofá de tela negro y subí un poco el volumen. Dieron un poco de detalles acerca de lo pasado y después, la interrupción pasó y el programa siguió. No pude evitar tomar mi móvil y llamar a mamá.
- ¿H-hola?- Era una voz tan insegura y baja. Una voz que no pude reconocer ni siquiera concentrándome.
- ¿Se encuentra Simone Trümper?
- Sí… ¿de parte de quién?...
- Tom Kaulitz, su hijo.
- T…T-Tom…
- Sí, eh… ¿pasa algo?- >> ¿Quién es, cariño?, ¿es para mí?<<, se escuchó la voz de mamá a lo lejos. Con el >>Cariño<< supe al tiro que se trataba de Bill.
- M-mamá, es… - >>¿Te pasa algo, Bill?<< se escucharon fuertes movimientos después de eso, pareció ser que el teléfono caía al suelo y rebotaba. Se escuchó después que mamá gritaba y volvía a recogerlo.
- ¿Hola?
- Mamá, soy Tom.
- Ahh…- se escuchó un suspiro. -¿Cómo estas, mi amor?
- Yo estoy bien, pero llamaba para preguntar si ustedes están bien.
- Estamos bien mientras no salimos de casa. La empresa donde trabaja tu padre cerrará hasta que todo se arregle.- bufé.
- Al menos nada malo les está pasando.- sonreí para mí mismo.
- Me alegra que llamaras por eso, Tom.
- Acabo de ver la noticia por televisión.
- Hamburgo terminará muy mal si esto no se arregla pronto.
- Espero que todo vaya bien allá. En especial con ustedes.
- Gracias, Tom…- >>¡SIMONE, POR FAVOR VEN, AYÚDAME!<< -Bill…- dijo en un susurro.
- ¿Mamá?
- Tom, te llamo después ¿sí?- >>¡BILL, POR FAVOR!... ¡Simone!<< -Adiós, mi amor.
- Adi…- cortó.
Me mordí los labios con nervio. El timbre sonó después de unos segundos; dejé la escoba recargada en el sofá y me levanté para abrir la puerta. Era Roxann, o como todos aquí la conocían >>Bonny<<, y realmente no sabía la razón de ello, pero en fin, así también la llamaba yo. Tés blanca, cabello castaño teñido de rojo vino; la mayoría de su ropa era ajustada a su delgado cuerpo, pero era lo contrario a “feminismo”, aunque usaba bastante maquillaje. Mucho más que Bill.
- ¿Cómo estás, Trümper?- dijo levantando sus manos.
- Eh…- me encogí de hombros.
- Oh, tu siempre de pesimista.- se carcajeó. -¿Qué haces?- entró a casa sin mi permiso, pero yo cerré la puerta y caminé tras ella. -¡Qué sucio tienes este lugar!
- Eso, exactamente era lo que hacía, ¡recoger!
- ¡¿En serio?!- asentí. Ella se acercó a mí y tomó mis mejillas y mi frente. -¿Te sientes enfermo?- yo la miré incrédulo y aparté sus manos de mi cara, caminando a la cocina. Tomé un par de cervezas frías y me recargué en el umbral de la puerta.
- ¿Quieres?- asintió. Entonces yo se la lancé y ella la tomó con una sola mano, abriéndola con los dientes. Me quedé algo perplejo ante eso, pero sin más, tomé un gran trago de la mía.
- Eh, que tienes guapo.- dijo sentándose en el sofá.
- Todo está mal en Hamburgo.
- ¿Qué hay de malo?, tú vives aquí.
- Mi familia vive allá.- tragué la cerveza. –Les llamé hace un momento, y escuché a mi padre gritándole a Bill.
- ¿Bill?, el gemelo antisocial, ¿no?
- El mismo.- reí.
- Entonces estás preocupado por él.- me escudé con la cerveza. -¡Guapo!- dijo chasqueando los dedos, llamando mi atención.
- No, no estoy preocupado, de hecho, quien me preocupa es mi padre; mi hermano podría estarlo amenazando con un cuchillo o qué se yo.- Ella se carcajeó.
- Ya, enserio, Tom.- dijo después de beber.
- De verdad, Bill no me pone ni me quita nada mientras estemos separados.
- ¿Y si lo tienes cerca?
- Oh, no me querrías conocer con él.
- ¿Por qué no?, no es nada del otro mundo, también tengo hermanos, y son las peleas estúpidas de todos los hermanos.
- Es que odio a mi hermano, cuando lo veo no puedo evitar tener arcadas; lo único que quiero es verle desaparecer, y cuando no lo hace, tengo que encargarme yo de él.
- ¿Cómo lo haces?, no es como que tengas poderes.- tomé un grande trago y después limpié mis labios.
- Como sea, le golpeo, le maldigo y hago de todo hasta que se echa a llorar y desaparece de mi vista.
- Vaya, que malo eres con él.- dijo mirándome seria.
- Lo sé…- mordí mis labios. –Y no es algo que me guste hacer, ¡de verdad!, pero… no sé, me pone loco hasta pensar en él.
- Pero lo quieres, ¿no?, no puedes odiarlo, es decir, es tu familia.
- No lo sé…-me senté a su lado.
- No serías capaz de hacerle sufrir tanto que él quiera terminar con su vida, o por el otro lado, matarlo con tus propias manos, ¿no?- ladee la cabeza.
- Claro que no…

By Bill

Con cada lágrima me arrepentía más de mi pasado. Me estaba deteriorando de pronto; ya no me sentía como una persona. Era como una persona con una enfermedad terminal: solo esperaba mi muerte. Apagué mi móvil después de diez llamadas de mamá y me lo guardé en el bolsillo de mi pantalón. Sorbí mi nariz y vi como mis brazos sangraban con cada corte.
Eran las once en punto por la noche. El último rayo de sol había cesado hace ya unas horas, y ahora, la única luz que me guiaba, era la de las farolas que parpadeaban en la calle. Me colgué el suéter en el hombro y seguí el camino a casa; cuando escuché el claxon de un auto tocar fuertes y repetidas veces. El auto se paró frente a mí, haciendo que mi corazón temblara.

Hasta que lo reconocí. El auto de papá.

- ¡Bill!- Saqué mis lágrimas con rapidez, deseando que no me hubiera visto. -¡Entra al auto de una vez!- sorbí mi nariz y me puse el suéter para cubrir mis manos. Me subí en el asiento copiloto y después él me miró con enojo. Agradecí que la luna no alumbrara mi cara, sino la de papá. -¡Te hemos estado buscando todo el día!
- Lo siento.- hice todo lo posible porque mi voz no sonara de la forma en que lo había hecho.
- ¿Por qué te has ido, Bill?, No debes ponerte así siempre que tu hermano llama.
- Me fui porque tú te avergüenzas de mí… y lo de Tom…no lo hago porque quiera.
- ¿Que me avergüenzo de ti?- me miró confundido,  y yo, bajé la mirada. –¿Por qué piensas eso?
- En esa comida que tuviste con la empresa hace unos meses…me dijiste que me cubriera los brazos, no querías que me miraran así, porque las críticas sobre mí no me las dirían en la cara, ¡Te las dirían a ti!- él prendió la luz dentro del auto y me miró a los ojos, tomando mis manos.
- Bill, pasa que tú no conoces a esas personas.- me dijo serio. –Ellos te harían sentir peor a como lo hacen tus  compañeros en la universidad. Ellos serían capaces hasta de burlarse de ti en tus narices. Te estaba protegiendo, Bill, no quería que los otros te hicieran menos por un problema que a ellos nos les importa.- bajé la cabeza, avergonzado.
Nos quedamos en un silencio profundo pero no incomodo; él seguía tomando mis manos, pero mí mirada solo estaba en mis muslos, los cuales temblaban fuertemente gracias a todos los sentimientos mezclados en mi interior. Sentí las yemas de los dedos de papá acariciar mis nudillos, haciéndome levantar la vista a la suya. Se esbozaba una pequeña sonrisa en sus labios, pero sabía que en sus ojos había preguntas; preguntas que era claro que formularía aquí. Ahora. Dentro del auto.
- ¿Te has cortado, Bill?- vaya, sabía que eran preguntas, pero no como esta. Estaban acabadas de hacer todas las cortadas, no sería sorprendente encontrar una que aun siguiera sangrando… no quería mostrarle. Baje la mirada de nuevo.
- N-no…
- Por favor, hijo, tienes que decirme.
- ¡No le digas a mamá… odio las inyecciones!
- Te las pone para bajar tu ansiedad.- me miró serio. -¿Quieres mostrarme eso?- apuntó mis brazos con su barbilla, sin apartar sus ojos de los míos.
Él soltó mis manos, dejándome a mí hacer lo que tenía que hacer. Desabroché mi suéter y lo quité con delicadeza extrema al llegar a mis brazos. Me quejé un poco, y al mirármelos, mi cara palideció. Yo mismo me había hecho un drama; toda la sangre estaba esparcida por mis brazos, alguna ya estaba secando, pero en las heridas podía ver que aun brillaba un poco. Lo primero que hice fue mirar mi suéter por dentro de las mangas, para mirar si se había manchado demasiado, pero papá me detuvo y su cabeza se movía de un lado a otro, negando, cubriendo sus labios. Palideció.
- Bill… no puede ser…
- No es tan malo, papá…- dije nervioso. –Solo se ha esparcido un poco.- con mi índice intenté limpiar mis brazos para que pudiera notar que era verdad, pero me detuvo, tomando mi mano con delicadeza.
- Al menos podrías hacerte daño en uno solo de tus brazos.- Dijo negando. –No puedo creerlo…- me quedé sin habla, avergonzado.


Al llegar a casa, papá aparcó el auto, sacó las llaves y quitó su cinturón de seguridad, para después dejar caer todo su peso en el respaldo del asiento. Se pasó las manos por la cara en un suspiro cansado y después me miró, mojando sus labios.
- Ponte tu suéter, no le diré nada a tu madre.- No dije una sola palabra, solo lo miré. –Después subirás a tu habitación y te darás un baño, ¿bien?- abrió los seguros del auto. Me quité el cinturón de seguridad y ambos salimos de ahí. Me coloqué el suéter y después papá llamó al timbre. Mientras esperábamos, él no me miró.
- G-gracias…- dije con la mirada gacha. Él no contestó, y después, la voz de mamá taladró mis oídos.
- ¡Dios mío, Bill, te buscamos toda la tarde!- me tomó las mejillas y beso mi frente. –Estaba tan preocupada por ti. No vuelvas a escaparte, sabes que aquí no es seguro.
- Está bien…- vociferé.
Me subí a mi habitación y, siguiendo las órdenes de papá, me quite toda mi ropa y caminé al baño, abriendo la llave que dejaba salir el agua caliente. Entre a la regadera y en poco tiempo mi cabello tocó mi pecho. Tallé mis brazos con la esponja y después me lavé el cuerpo entero. Puse jabón para mi cabello y lo tallé con delicadeza, hasta hacerse espuma. Al salir, tomé una toalla y me la amarré en la cintura y después tomé otra para mi cabello.
Salí del baño, dejando que el vapor saliera por la puerta a mi habitación. Me senté en la cama antes de ir a buscar mi ropa y suspiré, tratando de hacer que el nudo en mi garganta se fuera. Me puse mis bóxers negros y una camiseta del mismo color, después una playera de mangas largas y un pantalón negro aterciopelado. Me fui a cepillar mi cabello y lo amarré en una coleta pequeña, después me fui a la recamara que solía ser de mi hermano, la recamara que >>Siempre será de Tom y para Tom si algún día decide venir a visitarnos<<. Deshice la cama y me metí en ella. Hacía demasiado desde que Tom se fue, pero aun podía oler su presencia en su habitación.

                                                          . . .

En el verano de ese mismo año, las cosas no mejoraron en nada. Papá recibía demasiadas llamadas a su móvil y encima perdió su trabajo. Y no sabía realmente la razón. Porque últimamente él se había alejado de mamá y de mí; se había hecho más inseguro y le daba joda hablar con nosotros. Mamá estaba preocupada, porque comportamientos como esos eran muy lejanos a papá; quien siempre había sido un hombre de bien, un hombre honesto y fuerte, siempre con la frente en alto. Se escudaba con >>Estoy cansado, hablamos de esto después<< y el tema nunca volvía a salir por al menos una semana.
Papá me prohibió salir hasta al jardín, por lo que Bruno ahora dormía dentro. Me prohibió salir  a recoger el correo, ahora lo hacía él. Me prohibió salir con (tu nombre), con Gustav, Georg y Andy. Me prohibió ir a la universidad; y hasta me prohibió tener las luces prendidas por la noche si la ventana estaba abierta, por lo que nunca volví a abrirla. A mamá le prohibió lo mismo, y las citas con los psicólogos se hicieron a domicilio, las revisiones de ansiedad y mentales también. Vivíamos solos en la casa, apartados de los demás. Y solo papá conocía la razón.


Ahora estábamos los tres en la hora de la comida, cuando papá se dignó a acabar con lo que estaba pasando y se decidió a hablarnos de lo mismo. Parecía nervioso, pero cuando papá empezaba por un >>Tenemos que hablar<< terminaba con todo lo que tenía que decir.
-Bill, Simone, ¿han recibido llamadas últimamente?- mordí mis labios y miré a mamá.
- No.- dijo seria, mirando a papá.
- ¿Bill?
- Bueno, sí… de mis amigos y…
- De desconocidos.- me interrumpió.
- Sí…- dije a lo bajo. Sabiendo por obviedad que era malo haberlas recibido. La cara de papá palideció un poco. –Pero no las contesté, las ignoré todas…-Me excusé.
- ¿Cuántas has recibido?
- Hoy he recibido dos… pero creo que contando todas son dieciocho…
- Tendrás que darme tu móvil.
- Pero (tu nombre) y yo…
- Bill- interrumpió. –Por favor, dámelo.- me tendió la mano, y yo, a regañadientes, lo puse sobre su palma.
- Jörg, ¿qué está pasando?, ¿qué hay de malo con las llamadas?- dijo mamá.
- Tiene todo que ver, Simone. Todo lo que está pasando es por culpa de esas llamadas.- mamá lo miró confundida, con algo de miedo en sus ojos.
- ¿A qué te refieres?
- Vamos Simone, que son amenazas.- abrí mis ojos con sorpresa. –No me corrieron del trabajo; amenazaron de muerte a la familia si no lo dejaba.- mi pecho subía y baja con algo de miedo. Los ojos de papá se veían tan apagados, si no lo conociera sabría que estaba a punto de llorar, pero quería ser fuerte. –Esos llamados son para asustar a Bill…Nuestro hijo está bajo una amenaza.
Mamá me miró, y como si fuera ironía, el móvil comenzó a sonar, alcancé a mirar en la pantalla un “Número desconocido” antes de que papá lo apagara y lo estrellara con fuerza sobre la mesa, sin hacerle mucho daño.
- Estoy cansado de esto… Bill, por favor, sube a tu recámara, tengo que hablar de algo con tu madre.- asentí y caminé por las escaleras, lentamente.
Papá nunca había estado tan desesperado con algo, pero era de esperarse. Todo lo que teníamos nos lo habían quitado, estábamos quedándonos sin economía en un lugar donde eso era lo que necesitábamos.

Tenía miedo de que algo nos pasara.


3 comentarios:

  1. ooooooooooooooh! Por dios cuantas cosas! Pobre de Bill y de su familia, y ahora Tom que hará
    me encanta como escribes y no me canso de decirlo. . . .
    Espero subas pronto!
    Cuidatte y un abrazo :D

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  2. Wooow! que impresionante me encanto definitivamente... y Tom que va a hacer si ellos no salen de casa... y si llega le haran algo..! Ayy noo... me encanta muchisimoo tu fic y espero subas pronto... Me encantoo muchoo POR DIOS es genial...

    PD. sabes que te admiro pero te lo recuerdo hehe XD

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  3. necesito que subas el siguiente, que aunque sean las fiestas de mi pueblo, siempre busco un hueco para leer e intentar escribir, la fic es genial, todo es genial, (estoy un poco ida) bueno, pues eso que como estoy demasiado feliz para mi gusto, que sigas la fic porfii porfii

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