Caminábamos juntos por el pasillo, subiendo las
escaleras lentamente; mamá solía dejarnos en el colegio una hora antes de que
iniciaran, siempre éramos los primeros en llegar, y por eso ahora nos tomábamos
nuestro tiempo en llegar al cubículo. Lo miraba por el rabillo de mis ojos, él
tenía la mirada baja.
- ¿Tenías miedo ayer?- me miró a los ojos,
entreabriendo sus labios.
- ¿Miedo?- asentí. –Oh… ¿por la tormenta?- asentí, y
por respuesta obtuve que sus ojos estrellaran con el suelo. -Bueno…sí…
- ¿Por qué no fuiste a mi recámara?- le miré, y él
de pronto se detuvo en medio de las escaleras. –Qué, ¿he dicho algo malo?-
negó.
- A… papá no le gusta que durmamos juntos… piensa
que… bueno, no sé…
- ¿Qué piensa?- pregunté.
- Como tú me odias, él piensa que tú me obligas a
mantener relaciones sexuales contigo…- Mi ceño se frunció con asombro, mis
labios se entreabrieron y mi pecho sufrió de fuertes punzadas.
- ¡Que él tiene mierda por cerebro, coño!- grité con
tanta fuerza, haciendo eco gracias a que solo estábamos nosotros ahí. -¿Tú cómo
sabes eso, Bill?
- Escuché a papá y a mamá platicando. Dijeron que tú
habías dicho que me odiabas un sin par de veces cuando no estaba.
- ¿Por qué te preocupa tanto que te quiera o que no
lo haga?- guardó silencio, sin responder o mirarme. -¿eh?- insistí, pero no
obtuve respuesta.
Seguimos subiendo las escaleras, él acomodaba sus
cabellos tras su oreja, nervioso. Di un bostezo, sin cubrir mis labios, lamí
mis labios y después lo miré, que seguía acomodando su cabello, pero más lo
hacía por nerviosismo.
- ¿Te pasa algo, Bill?- una vez más, no contestó.
-¡Mierda, Bill!, ¡te quejas al decirme que no te quiero, y cuando intento
hablarte te chupa un huevo!- volvió a detener sus pasos, me miró serio, con las
pupilas algo dilatadas.
- ¿Me quieres Tom?
- ¡QUE NO, YA TE HE DICHO QUE NO!- abrazó su cuerpo
con uno de sus brazos y bajó la mirada. –Oh, Bill…- él negó, mordiendo sus
labios.
- ¿Qué tengo que hacer para que vuelvas a quererme
como antes?
- Entiende hermano, ¡Folla a Robert!, no volverá a
ser igual.- me miró confundido, y creo que lo que dije no tuvo sentido alguno,
estaba algo adormilado.
- ¿Follar a Robert?- negué y me encaminé al
cubículo, al llegar ahí me senté sobre la mesa de la maestra y miré a Bill,
quien entraba a paso delicado y lento, dejando su mochila colgada en el
respaldo de la silla y sentándose ahí. -¿por qué quieres que folle a Robert?,
él tiene un novio.
- Lo dije porque es marica, Bill, solo balbuceé.
- ¿Quieres decir que si follo con Robert seremos los
mismos de antes, que me querrás como a tu gemelo?- me carcajeé.
- Vamos, Bill, me encantaría ver que lo hicieras.-
dije con sarcasmo. -¿Por qué preguntas esas cosas?- dije, tratando de calmar
las carcajadas que se avecinaban.
- No… yo solo preguntaba…- forzó una sonrisa.
El día entero transcurrió y no pude mirar a mi
hermano salvo en las clases, después de eso, en los descansos, no lo vi en todo
el día. Pero no me jodió mucho. Durante un trabajo en equipos, fue Bill quien
se quedó solo, esperando ser elegido por alguien, mirándonos a todos en busca
de apoyo, pero nadie, ni siquiera Gustav, Georg o Andy se juntaron con él. Se
podría decir que ahora le prestaba más atención a él que al trabajo en equipo.
- Bill, ¿porqué no te juntas con tu hermano?- Bill
bajó la mirada y después me echó un vistazo.
- Me gustaría ir al baño primero, ¿puedo?
- ¿Es muy urgente?- asintió. –Bueno, entonces ve.-
sonrió. Bill corrió fuera del cubículo.
- Irá a llorar.- dijo Andreas, haciendo que me
virara con seriedad.
- No va a llorar, después de que lo secuestraron ha
tenido problemas para aguantarse la orina.- Georg y Gustav me miraron
incrédulos. Yo entorné los ojos, bufando. –El doctor dice que quizá es por
miedo, es decir, cuando ese hombre le golpeaba él orinaba a causa del miedo, y
su vejiga se hizo débil.- ellos comprendieron y dejaron de mirarme.
- Va a llorar.- insistió Andreas.
- ¡Mierda, que no, Andreas!
- Bien, si él regresa con sus ojos hinchados verás.-
asentí.
- Pero comencemos con el trabajo ¿bien?- dijo Georg,
que por respuesta asentimos y comenzamos a escribir. La puerta azotó un poco, haciendo que mi
mirada y la de Andy se pusieran sobre ella; Bill caminaba lentamente hacia
nuestro lugar, con la mirada baja, y al sentarse, nos miró a ambos. Sus ojos
estaban hinchados y algo rojizos; Andy me dio una patada debajo de la mesa.
- ¿Te pasa algo, Bill; por qué lloras?- Preguntó
Gustav, pero Bill negó.
- No lloro, me siento mal.- nadie le creía
últimamente; siempre se comportaba tan marica.
[…]
Era el descanso, y rápidamente salí del cubículo,
caminando hacia el baño, que las ganas de echarlo todo me consumían la vejiga. Me
paré frente al mingitorio, sacando mi miembro con delicadeza y algo de rapidez,
echándolo todo y suspirando del alivio. Al terminar, cerré mis pantalones y
caminé a los lavamanos, echando agua en mis manos.
- Eh, Tom, ¿escuchaste lo que tu hermano está
haciendo?- sin poder evitarlo, le miré a los ojos, Nathan sonreía, mirándome
con indiferencia. Intenté ignorarlo, pero necesitaba saberlo.
- ¿Qué ha venido a llorar al baño?- pregunté, casi
afirmando. Él negó.
- Ha venido a llorar al baño, pero el último mes han
surgido rumores, que hasta hoy, se han confirmado.- dio una pequeña carcajada
aguda y después sacó de sus pantalones, tiras de papel higiénico
ensangrentados. Puse cara de repudio hacia lo que pensaba yo, lo había robado
del baño de las tías.
- Pero qué guarro.- le dio la risa floja, negando.
- No es de la regla, idiota, estos son de tu
hermano.
- ¿De Bill?- lo miré confundido. -¿Cómo van a ser de
mi hermano?, él no es una tía.
- ¡Que él se corta los brazos!, se hace daño.-
fruncí el entrecejo, mientras él sonreía de nuevo.
- ¿Tú como sabes que esto es de mi hermano?- le
reté. Él solo entornó los ojos, dejando los papeles en el mueble del lavamanos.
- Solo mírale los brazos, Tom, tu hermano es un masoquista.-
dejó salir una pequeña risa, burlón. –No me sorprendería que él solo se esté
buscando el ser odiado por ti.
- Por favor, cierra la boca, ¿sí?, deja de decir
estupideces si no sabes nada.
- Piensa lo que quieras, al final te darás cuenta de
la verdad.- negué con indignación y salí del baño, caminando lentamente por el
pasillo vacío.
No podía evitar que sí me jodiera tener la duda en
la cabeza girándome a cada segundo, pero la verdad era que poco me importaba,
porque sabía que Bill no era capaz de destrozarse los brazos sin alguna razón
aparente. Bill no era de esas personas masoquistas, yo lo conocía.
[…]
- Tom…- me jaló hacia la habitación del conserje.
- ¿Qué quieres, Bill?- le dije, mirándole a los
ojos, que ahora ya estaban tan normales.
- Lo necesito, Tom…- su respiración empezó a ser
errónea, como si no pudiera respirar de alguna forma.
- ¿Qué necesitas, te sientes mal?- negó, tomando su
pecho, parecía querer llorar.
- Dime que me quieres, Tom… dímelo…- me miró a los
ojos, y entonces, en lugar de sentir preocupación, me enfadé.
- No, no voy a decírtelo.
- Por favor…
- No.
- ¡Lo necesito, Tom!, ¡necesito que me lo digas!-
negué.
- No voy a hacerlo, ¿para qué quieres que lo haga?
- Solo necesito escucharte…humm…- sacó un gemido,
tratando de evitar que sus lágrimas salieran.
- Pues lo siento, Bill, no puedes escucharlo.
- Haré lo que quieras… ¡lo que quieras!...- volví a
negar, su comportamiento no era normal. Salí de ese lugar, sin prestarle más
atención, escuchando mientras caminaba, sus sollozos agudos.
By Bill
Esa presión en mi pecho, ese bombeo en mis muñecas y
las lágrimas saliendo de mis ojos; de pronto me encontré en una situación
terriblemente dolorosa. Me estaba ahogando en un mar lleno de dolor, de
necesidad; lo que sentía por mi hermano era fuerte, pero, ¿a quién engañaba?,
estuvimos juntos dentro de mamá, nunca nos separamos y siempre crecimos de la
mano; jamás me imaginé estar en una situación como esta. Era oficial, mi
hermano no me quería, mi hermano me odiaba, ¿qué palabra podría ser mejor que
esa?, Eso sentía por mí: puro odio.
Trate de calmarme y respirar hondo; trate de que mis
lágrimas se secaran, pero me era imposible. Saqué mi exacto de mis pantalones,
últimamente era él quien más me hacía compañía y quien calmaba mi dolor. Saqué
mi guante con delicadeza, visualizando todas esas marcas rosadas, y sin más, lo
penetré en mi piel.
- ¡Ahh!- gemí.
Era doloroso, sí, ¿pero qué se suponía que hiciera?,
solo el dolor me calmaba, solo el olor y color de la sangre, mi propia sangre,
me hacía sentirme humano, una persona de verdad. Me detuve al sentir una
lágrima caer sobre mi sangre, mezclándose en ella con perfección. Y entonces
fue que pensé. Mis brazos sufrían cuando lloraba, y lloraba cuando sentía
dolor, el mismo dolor que sentía cuando mis brazos sufrían. Sangre más lágrimas
daba por resultado el dolor; mi sangre y mis lágrimas se combinaban a la
perfección. Yo buscaba el dolor para causarme más dolor.
Me guarde el exacto en mis bolsillos, y coloqué mi
guante sin limpiar mi sangre. Tomé mi mochila y me largué de ahí, caminando con
lentitud hacia la salida, tratando de parar las lágrimas que me mojaban las
mejillas.
- ¿Qué te pasa, Bill?, ¿tu hermano ha vuelto a
maldecirte?- dijo Nick, riendo.
- No quiero hablar de eso.- él me tomó de los
hombros, haciendo que le mirara.
- ¿Por qué lloras de esa forma?
- Por favor…- insistí. Él quitó mis lágrimas con
delicadeza y hasta ternura; quitó mi maquillaje corrido, sonriendo.
- Sé que se siente, ¿bien?, no llores por él de esa
forma, no se ve bien.
- ¿También te ha dicho que te odiaba?- pregunté en
un hilo de voz. Él se echó a reír con fuerza, haciéndome sentir como la persona
más imbécil en todo el planeta.
- ¡Que eres gracioso, marica!- me dio un manotazo en
el brazo, retorciéndose de la risa, tanto que sus lágrimas saltaron. No me
moví, solo lo miré hasta que terminó de hacerlo y me miró, aguantándose otra
carcajada. – Es que Tom nunca te quiso, siempre te detestó.
- No…- él asintió. -¡No es cierto!... yo… voy a
hacer todo, en absoluto, para que vuelva a quererme.
- ¡Actúas como si fuera tu novio!
- ¡Es mi hermano!- mi voz salió tan cortada y aguda,
me cague de la vergüenza.
- A veces pienso que eres tan marica. Tu hermano es
un hijo de puta, nadie los banca, a ninguno de los dos.- mi mirada cayó en
automático al suelo, hundiendo la pena.
- Eso…no es verdad…
- Claro que lo es, solo pregúntaselo a alguien,
nadie los quiere.
- B-Bill…- sentí una mano en mi hombro, cálida. Me
di la vuelta y ahí la miré, seria. –Papá ha llegado… ¿vendrás a comer a casa?
- S-sí…- sonreí.
- Oh, ¡no lo creo!, los faltantes de atención se
quieren.- gritó Nick. Todos a nuestro alrededor rieron a lo bajo.
No podía mostrarme fuerte frente a nadie, me había
hecho débil con el tiempo, me habían clavado una espina difícil de sacar en la
sensibilidad. Era débil. Caminé tras ella, sin prestarle atención a Nick, con
la mirada baja, siguiéndole con rapidez. Al entrar al auto, su padre me miró
con una enorme sonrisa.
- ¿Cómo va todo, Bill?
- Bien… va bien…
- ¿Enserio?, porque si no me equivoco, has estado
llorando.- bajé la mirada. –Bien, bien, no me entrometo.- rió. - ¿Cómo te ha
ido, princesa?- ella no contestó. –Hey, ¿empezamos otra vez?
- Bien… me va bien, papá…
- Me alegra, ¿por qué sabes quién viene hoy?- ella
lo miró. -¡Los tíos!- dijo mientras arrancaba. Ella lo miró con miedo.
- ¿Irán…los primos también…?
- Claro que sí, Johan tiene ganas de verte.- ella
bajó la mirada.
- Y-yo también.- sonrió. Bajó la ventanilla.
Estábamos en su recámara, no era muy grande, pero
tampoco estaba pequeña. Era color gris y una de sus paredes estaba llena de
imágenes de músicos y bandas; su cama era pequeña, estaba en una esquina, a un
lado de una ventanilla pequeña con unas cortinas blancas. El piso era de
madera, y junto a su cama se encontraba una mesita de noche, sin ningún adorno
más que el de un retrato de una mujer.
- Empecemos… ¿bien?- yo asentí.
[…]
Sus primos eran divertidos, y parecía que ese tal
Johan era un buen tipo. Después de un par de horas habíamos terminado el
trabajo, fue más rápido de lo que pensé, pero nos había quedado muy mono. Ella
lo guardó dentro de su mochila y después, se pronunció un silencio profundo e
incómodo.
- ¿Puedo… pasar a tu baño?-ella asintió con una
sonrisa.
- Está ahí, puedes entrar…- asentí, levantándome del
suelo.
- Gracias.- entré a su baño, era lindo y con mucha
luz. Había un gran espejo sobre los lavamanos y ahí me quedé mirándome por
unos momentos, quitando los restos de maquillaje de mis ojos. Bajé mis
pantalones y con algo de dificultad oriné. Me subí los pantalones y lavé mis
manos, abrí la puerta con suma delicadeza.
Mis ojos salieron de sus órbitas y mi corazón
palpitó dudoso.
- Por favor, Johan… aquí no… que un compañero
está…humm…- él la besó en sus labios, forzando con su lengua a que ella abriera
sus labios. Ella le correspondió, abriendo sus labios y besándose
apasionadamente.
- ¿Ves?, así es como me gusta que mi primita se
comporte.- le acarició el pecho, bajando a sus senos.
- Déjame…, por favor…- ella sollozó.
- Guarda
silencio, si es que no quieres que tu amigo vea que eres una enferma
incestuosa.
- Pero yo no quiero… por favor…
- Cállate y bésame como me gusta, o si no, no me iré
de aquí.- ella se acercó a él, abriendo sus labios y sacando su lengua,
lamiendo los labios de su primo, y se
besaron con pasión de nuevo. –Me encantas, (tu nombre).- él sonrió. –Cuando se
vaya tu amigo, ya sabes que nos espera.- se levantó de la cama y salió de la
habitación.
Esperé un par de minutos ahí, y después salí,
mirándole con seriedad y preocupación. Ella sonrió, inocente, y yo fingí la
misma sonrisa para ella. Me dejé caer de rodillas al suelo, cerrando mi
mochila.
- (Tu nombre)… creo que es mejor que regrese a
casa.- me levanté del suelo.
- ¡No, Bill… por favor no te vayas!- gritó con
desgarro. –no te vayas…
- ¿Te pasa algo?- ella bajó la mirada y negó.
- No…solo…quédate…- sabía porque no quería que me
largara, parecía estar aterrada.
- Bien…
- Gracias…
Bajó la mirada, jugando con los hilos que se salían
de sus cobijas. Su respiración se hizo entrecortada y de pronto, sollozos
fuertes se salieron de sus labios; abrazó sus rodillas, escondiendo su cabeza
en ellas. Me acerqué, sin saber que era lo que debería hacer, no sabía cómo
hacer sentir mejor a las personas. Acaricié su espalda, y ella al tiro levantó
su mirada.
- ¿Por qué lloras?- fingí inocencia, aunque sabía
que podía estar mal hacerlo. Ella solo negó, sacando sus lágrimas. –Tranquila…
¿sí?... todo va a estar bien…
Awwwn! Bill se corta los brazos Ayy! porque le gusta lastimarse... T____T Ojala los twins se arreglen y Tom le diga a Bill que si lo quiere.. hehe yo se que lo quiere en el fondo hehe... Y
ResponderEliminarAgggh y ese pervertido de Johan beso a(Tu nombre) Waa... ME ENCANTO COMO SIEMPRE CUÍDATE MUCHO Y SUBE PRONTITO! MIL ABRAZOS Alien! ;-)
PD. Eres la Mejor Escritora! ;-)
lo vuelvo a decir como millonesima vez, me encanta como escribeeees! y...bueno, odio a ese johan, y el capitulo 29 de mi fic, lo tengo escrito en una libreta, el viernes lo subiré y te aviso para que sepasn que es lo que hizo Chantelle
ResponderEliminarun saludo y sigue escribiendo =)
http://geschichteimzimmer483.blogspot.com/2012/07/de-camino-al-infierno-prologo.html?showComment=1345311209359#c5226485647416736134
ResponderEliminarholaaaaaa chicas por faaa si pueden pasense a mi fanfic es de bill espero les guste, ese es el link del prologo pero el resto de los caps estan ahii!! espero les gustee