martes, 28 de agosto de 2012

Capítulo 2


Pasaron dos semanas enteras, en las que por primera vez en mis diecinueve años de vida, pude ver a papá llorando. Lloraba por desesperación, porque él con sus propios ojos veía como nuestra vida se iba deteriorando. Él había querido hacerse el fuerte durante todos estos días, pero parecía ser que el peso que llevaba en la espalda, le había obligado a dejar de serlo. >>Vamos a terminar en la calle… no podremos ayudar a nuestros hijos en sus estudios<< le escuché decir un día, mientras mamá trataba de calmarle; Yo nunca me acerqué, de alguna forma sentía que parte de la culpa la tenía yo por mis revisiones de ansiedad y esas cosas.
. . .
Papá regresó de buscar trabajo. Lloraba como un crío; realmente nunca lo vi tan mal. Mamá se acercó a él y acarició sus hombros.
- Recibí una llamada…- levanté la mirada; papá cubría la suya, mientras mamá le ayudaba a sentarse en la sala.
- Vamos, Jörg, que pueden estarnos asustando.- dijo mamá. Papá negó.
- No era de ellos…- despidió un sollozo fuerte. Me acerqué a ellos.
- ¿Qué pasa, Jörg?
- Van a embargarnos la casa…- mamá cubrió sus labios.
- ¿No hay algo que podamos hacer?
- No lo sé…
- Todo va a arreglarse.- dije, atrayendo la atención de ambos. –Es decir, somos una familia, mientras estemos juntos nada podrá pasarnos.

Ring…Ring…Riinggg

Papá tomó su móvil y antes de atender limpió sus ojos y aclaró su garganta. Su cara se ponía pálida de pronto y su mano libre limpiaba las lágrimas que salían de sus ojos. Él me miraba con preocupación, hasta que cortó y aventó el móvil al suelo, estrellando un poco la pantalla. Se echó a llorar de nuevo, pero esta vez, en lugar de correr hacia mamá, lo hizo hacia mí, abrazándome con fuerza y llorando desesperadamente. Le rodeé con mis brazos, esperando una explicación.
- L-las amenazas… te tienen en la mira…
- Tranquilo, papá… nada va a pasarme.- y sabía que eso era completamente incierto. Esto de las amenazas se estaba poniendo serio, y lo único que podíamos hacer era estar juntos hasta que todo pasara y volviéramos a ser la misma familia despreocupada de antes.
. . .

Era la hora para ir a dormir, papá me pidió dormir conmigo, pues tenía miedo que mientras dormía pudieran entrar a casa y hacerme daño. Acepte. Mamá no quiso venir también, dijo que era necesario que ambos habláramos solos. Me metí en las cobijas al igual que papá, quien no puso su mirada sobre la mía  nunca. Apagué las luces y entonces, después de un pequeño silencio, papá habló con la voz ronca.
- Tenemos que ponerle un final a esto.- la luz de la luna alumbraba su cara; se notaba completamente mal. –Bill…tendrás que mudarte.- lo miré confuso, aunque sabía que él no podía mirarme.
- ¿Mudarme?- él asintió.
- Solo por un tiempo, ¿sí?...
- No, papá, ¡yo voy a quedarme aquí con ustedes, no me iré como un cobarde!
- No te irás como un cobarde, yo te lo estoy pidiendo. Al menos hasta que todo se arregle.
- Dijimos que estaríamos juntos como una familia… no me iré papá.- él me tomó las manos y las acercó a su pecho. Ahí pude sentir como su corazón latía con fuerza y rapidez.
- ¡No quiero perderte, Bill, no otra vez!, ¡Mucho menos pensar que te matarán!- su voz se entrecortó. Una vez más estaba llorando. -¡Por favor, hijo!
Mis lágrimas también salieron por mis ojos; le di un abrazo, sintiendo como él acariciaba mi cabello y se desahogaba en mis brazos, al igual que yo lo hacía en los suyos. Sentí la necesidad de tener esa navaja en mis manos, para calmar mi dolor; pero esta vez no lo hice.
- Está bien…- dije en un susurro.


3:23AM
Papá me ayuda a hacer mis maletas; no meto demasiadas cosas, de hecho solo llevo una maleta y un pequeño bolso. >>Regresarás<< afirmó papá antes de dormir. Mamá se acerca y acaricia mi húmedo cabello; pero ahora estoy algo inconsciente, muero de sueño. Cerré la maleta y me senté sobre ella, cuando papá me sonrió y bajó las escaleras.
- Tu desayuno está en la mesa, cariño.- dijo mamá. Yo asentí y bajé las escaleras con dificultad, hasta que papá se acercó a mí y me ayudo con la maleta.
Fui al comedor y desayuné sin mucho ánimo. Después cepillé mis dientes y me acerqué a mamá; ella me dio un fuerte abrazo y deslizó su palma por mi espalda. Recargué mi quijada en su hombro y cerré los ojos con fuerza. Ella se separó de mí y me miró a los ojos, con una pequeña sonrisita esbozada en sus labios.
- Voy a extrañarte mucho, mi amor.
- Y yo a ti.- Beso mi mejilla. –Adiós.- salimos papá y yo por la puerta.


Un viaje lo suficientemente largo y cansado. 293.784 km de camino sin parar para que papá descansara un poco. Nos detuvimos frente a una casa de tamaño mediano, era blanca [sin contar los dibujos y palabras garafateadas en la pared]; tenía un pequeño jardín y un Jeep negro y algo descuidado estacionado enfrente. Miré a papá confundido, pero él al parecer no lo estaba. Él sabía que aquí era el destino.
- Papá, ¿Qué es…?
- Bajemos.- interrumpió. Abrió la puerta y salió, picando el pequeño botón para que la cajuela se abriera y pudiera tomar mis maletas en sus manos.
Bajé del auto y me acerqué a él, mirando por las calles, intentando saber en dónde nos encontrábamos. Papá se paró frente a la puerta y la tocó un par de veces. Me escondí tras el robusto y fuerte cuerpo de papá y mientras esperábamos a que respondieran, pregunté.
- ¿En dónde estamos?- le susurré en el oído.
- Ya verás.- volvió a tocar la puerta con sus nudillos, pues la casa no tenía un timbre, o al menos, ninguno de los dos pudo encontrarlo.
La puerta se abrió y ahí apareció el boceto de un hombre; y solo hasta que la puerta se abrió de par en par, pude percatarme de quien era en realidad. Sin camisa; cuerpo algo descuidado pero bien formado, bronceado; pantalones holgados que cubrían sus pies descalzos; rastas hasta los codos algo deshechas agarradas en un paliacate rojo que usaba como goma y una expansión en casa una de sus orejas. No miento cuando digo que no lo reconocí a simple vista.
Me bajé las mangas de mi jersey negro, cubriendo mis muñecas y aferré mis uñas en los hombros de papá. Empecé a temblar. Sentí la mano de papá acariciar mis dedos, y después un pequeño suspiro salió de sus labios mientras sacaba sus lentes de sol y admiraba a mi hermano gemelo. Bajé la mirada a mis botas.
- Tom.- dijo papá, con una voz tan temblante, que pude creer que se echaría a llorar.
- ¿Qué hacen aquí, papá?- escuché su voz, pero no subí la mirada. Bajé mis manos de los hombros de papá, y miré como se abrazaban con fuerza.
- Tengo que pedirte un favor.
- Bueno… ¿quieres entrar?- papá asintió y me miró. Yo solo negué y me recargué en la pared, esperando.

Cuando salió papá, él limpiaba sus lágrimas de nuevo. Me acerqué a él y le di un fuerte abrazo, recargando mi quijada en su hombro; él me apretó en sus brazos y sacó un suspiro, después me miró a los ojos.
- No me gusta verte llorar…- confesé.
- Espero que todo se ponga mejor.- intentó sonreír.
- Descuida, lo hará.- puso su mano en mi mejilla y sonrió.
- Toma esto.- me pasó un celular. Su celular. Lo tomé con confusión y lo miré frunciendo el entrecejo.
- ¿Para qué?
- Yo me quedaré con el tuyo, así me molestarán a mí y no a ti.- sonreí.
- No es necesario.- el negó.
- Prometeme que me llamarás si algo va mal.- asentí.
- Lo prometo.
- Y si te sientes mal, o triste… díselo a tu hermano, o me llamas a mí o a tu madre… ¿me lo prometes?- asentí.
- Te lo prometo.- él sonrió.
- Te quiero, Bill…- suspiró y volvió a tenerme en sus brazos. –Tengo que regresar… pero les llamaré y te avisaré cuando todo se ponga mejor.- asentí, recargando mi cabeza en su pecho tan duro. –No te hagas más daño, ¿sí?- asentí. –Te quiero demasiado.
- Y yo también a ti.- dejó de abrazarme y besó mi frente.
- Nos vemos…- él se adentró al auto y acelerando rápidamente, meneando su mano en señal de un adiós. Me quedé ahí hasta que el auto desapareció, y entonces tomé las maletas y me senté junto al portal.
Sentí un pequeño empujoncito en mi costado que me hizo levantar la mirada de golpe. Era Tom. Nuestro primer tacto desde hace un año y medio. Me miraba serio, y de pronto me sentí nervioso y bajé la mirada. Él aclaró su voz, obligándome a mirarlo de nuevo, pero aun así, no hice ningún contacto verbal hacia él. Al igual que él tampoco lo hacía conmigo. Me indicó con la barbilla que podía pasar a su casa, y yo, al tiro me paré del suelo y tomé mi maleta.
Puse un solo pie dentro de su casa, y sentí un frío realmente insoportable. Me bajé aun más las mangas de mi jersey  y crucé mis brazos en mi pecho. Mis dientes comenzaron a castañear. Era de tamaño mediano, blanca y sucia, con vasos y platos usados sobre la mesa frente a la televisión; parecía que no había barrido la casa desde que llegó a vivir aquí. A mi izquierda había una puerta, seguramente de un baño, y a un lado estaban unas escaleras estrechas con un barandal de fierro en el cual la pintura blanca se despegaba. A mi derecha estaba un sofá negro, arriba del mismo una pequeña ventana con unas cortinas blancas que se habían hecho negras por la parte baja; frente al sofá estaba una televisión mediana sobre una mesita de madera con pequeñas puertas. Arriba de la televisión había un cuadro de una pintura abstracta con colores amarillos y naranjas.
- Sube, debo darte tu recamara.- me asombré, realmente lo hice. Hacía tanto que no escuchaba su voz, tan ronca y distinta. De un hombre, ya no del Tom viejo. 
Subimos juntos por las escaleras, pasando por un gran pasillo vacío, hasta una puerta de madera. La abrió con delicadeza y me la mostro, una recamara tan grande. Una cama matrimonial con una cobija azul marino con franjas azules más claro estaba en medio de la habitación, recargada en una cabecera de madera café oscuro.  Había dos mesitas de noche a ambos lados de la cama y frente a esta, había un armario precioso. Era la recamara de Tom; y lo sabía porque el olor que había desprendido al abrirnos la puerta, era el mismo que estaba aquí dentro.
- Me gustaría haberte prestado una recamara para ti solo, pero pasa que no tengo. Dormirás ahí.- apuntó el suelo, junto a la ventana. Lo miré con algo de indignación.
- Bien…- conseguí decir. Él caminó hacia el pequeño vestidor ahí dentro y salió con un pequeño colchón inflable de terciopelo negro y comenzó a inflarlo con despreocupación. Después lo colocó en el suelo y puso un par de sabanas y una cobija dobladas perfectamente a los pies del colchón.
Mordió sus labios y después chasqueó los dedos y caminó de nuevo ahí, regresando ahora con una almohada y la aventó ahí.
- Puedes usar los pequeños cajones de ahí.- apuntó la mesita de noche izquierda, la que estaba a pocos pasos del colchón.

Diing doong

Tom miró a la ventana y después lamió sus labios. Me miró a mí, como si quisiera ocultarme de sus visitas, y después se colocó una playera roja que le llegaba a los muslos.
- Entonces te dejo para que arregles tus cosas y… nada…
- Gracias…- musité. Él solo asintió y salió de la habitación, cerrándola con fuerza al escuchar más llamados al timbre.
Me puse a deshacer mi maleta, sacando la ropa con delicadeza y colocándola en el colchón. Después me acerqué a los cajones y abrí el primero.
- ¡Mierda!...- me susurré a mí mismo al ver una pobre polilla muerta ahí dentro, seca por completo. Tomé un papel y la subí en el con algo de nerviosismo y después la arrojé por la ventana.
Limpié el polvo con mis dedos y acomode mi ropa interior, calcetines y pijama; en el segundo, toda mi ropa para el día; y en el tercero, mis guantes, collares, maquillaje y cinturones. Mis zapatos los apilé frente a la mesita; y mis cosas para mi cabello y piel las dejé dentro de la maleta, entre la mesita y la pared.


10:32PM
Tom regresó a la habitación oliendo a tabaco y alcohol; muero de hambre, pero siento vergüenza de decírselo. Parece que me quedaré hambriento por la noche. Volvió a quitar su playera y se echó en la cama bocabajo, gimiendo roncamente. Se dio la vuelta, quedando bocarriba, y suspiró con delicadeza y con los labios entreabiertos. Espanté a un mosquito de mi vista, haciendo que las pulseras de plata en mis manos chocaran e hicieran un ruidito. Él me miró, frunciendo el entrecejo.
- ¿Bill?- murmuró. Se talló los ojos y se quedó mirándome perplejo. Había olvidado que estaba ahí… estaba algo borracho.
Hice la cama y algo exhausto me acosté en ella, sobre la almohada. De pronto me quedaba dormido, pero antes de hacerlo lo miré, que ya dormía con sus dos brazos bajo su nuca y sus labios entreabiertos. De repente dobló la rodilla y la dejó tiesa ahí. Creí que no dormía, pero pude asegurarme de que lo hacía porque sus suspiros se convertían en pequeños ronquidos.

Él salía de tomar una ducha, en ropa interior, adormilado. Me miró con seriedad y después apuntó al baño.
- Si quieres puedes tomar una…- y apartó la mirada de mí, entre buscando sus pantalones en ese armario.
Tomé mi ropa y me la llevé al baño. Me desnudé y antes de entrar al agua miré el baño. Era lindo, los muebles eran café oscuro, de mármol. Todas sus cosas estaban perfectamente ordenadas, tal y como lo habían estado en casa cuando aún vivía ahí.

Bajé las escaleras y me encontré con un algo agradable olor. Tom se asomó por el umbral de la puerta de la cocina y lamiendo su dedo me dejó entrar. Caminé con delicadeza. La cocina era algo muy pequeña, y había más adentro un desayunador, con una mesa de vidrió y unas sillas de madera forradas con cuero negro. Puso los platos sobre la mesa y se sentó frente a mí, sin mirarme.
- Gracias…- dije con nervio. Él asintió, sin dejar de comer.
- ¿Y cómo es eso de las amenazas?- me preguntó, mirándome a los ojos. Yo bajé la mirada de golpe.
- A papá lo han obligado a dejar su trabajo… no sé cómo supieron de mí…
- ¿Es una amenaza a muerte?
- N-no sé…
- Papá te trajo al lugar equivocado.- lo miré, apartando la tostada de mis labios, lamiendo una pequeña gotita de mermelada de mis labios.
- ¿Por qué?- se encogió de hombros.
- Frankfurt no es muy seguro. Mucho menos si vives bajo amenazas.
- Pero…- que va, ni siquiera sabía cómo escudarme.
- Papá es una persona importante en Hamburgo.- asentí. –Quizá lo siguieron cuando te trajo.- mi vista se fue a la nada. Mis cejas empezaron a bailar, y de pronto, el apetito se me esfumó. –Pero tal vez no.- lo miré. –No te preocupes mucho…

Me recargué en la silla, mirando a Tom comer. Papá me lo dijo, me dijo que estaría seguro aquí… nada podía pasarme. 


2 comentarios:

  1. Awn! me encanto... Ayy y ahora haber como le va a Bill viviendo con Tom...

    Hahaa ese Tom me da risa como asusta a Bill... haha tan malo...! T__T

    ME ENCANTO MUCHISIMOO.... Espero el próximo con ansias... cuídate y un abrazo muy grande...!

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  2. oooooooooooooowwwwwwwwwwww nooooooooooooooooo! Mi Billy TOT. . . .
    Que malo Tom lo dejo en el suelo. . .
    Billy mi cama es matrimonial y duermo solita! ;) hahahaha
    que pasara ahora, espero subas pronto

    cuidate y un abrazote de oso c:

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