Pasaron dos semanas enteras, en las que
por primera vez en mis diecinueve años de vida, pude ver a papá llorando.
Lloraba por desesperación, porque él con sus propios ojos veía como nuestra
vida se iba deteriorando. Él había querido hacerse el fuerte durante todos
estos días, pero parecía ser que el peso que llevaba en la espalda, le había
obligado a dejar de serlo. >>Vamos a terminar en la calle… no podremos
ayudar a nuestros hijos en sus estudios<< le escuché decir un día,
mientras mamá trataba de calmarle; Yo nunca me acerqué, de alguna forma sentía
que parte de la culpa la tenía yo por mis revisiones de ansiedad y esas cosas.
.
. .
Papá regresó de buscar trabajo. Lloraba
como un crío; realmente nunca lo vi tan mal. Mamá se acercó a él y acarició sus
hombros.
- Recibí una llamada…- levanté la
mirada; papá cubría la suya, mientras mamá le ayudaba a sentarse en la sala.
- Vamos, Jörg, que pueden estarnos
asustando.- dijo mamá. Papá negó.
- No era de ellos…- despidió un sollozo
fuerte. Me acerqué a ellos.
- ¿Qué pasa, Jörg?
- Van a embargarnos la casa…- mamá
cubrió sus labios.
- ¿No hay algo que podamos hacer?
- No lo sé…
- Todo va a arreglarse.- dije, atrayendo
la atención de ambos. –Es decir, somos una familia, mientras estemos juntos
nada podrá pasarnos.
Ring…Ring…Riinggg
Papá tomó su móvil y antes de
atender limpió sus ojos y aclaró su garganta. Su cara se ponía pálida de pronto
y su mano libre limpiaba las lágrimas que salían de sus ojos. Él me miraba con
preocupación, hasta que cortó y aventó el móvil al suelo, estrellando un poco
la pantalla. Se echó a llorar de nuevo, pero esta vez, en lugar de correr hacia
mamá, lo hizo hacia mí, abrazándome con fuerza y llorando desesperadamente. Le
rodeé con mis brazos, esperando una explicación.
- L-las amenazas… te tienen en
la mira…
- Tranquilo, papá… nada va a
pasarme.- y sabía que eso era completamente incierto. Esto de las amenazas se
estaba poniendo serio, y lo único que podíamos hacer era estar juntos hasta que
todo pasara y volviéramos a ser la misma familia despreocupada de antes.
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. .
Era la hora para ir a dormir,
papá me pidió dormir conmigo, pues tenía miedo que mientras dormía pudieran
entrar a casa y hacerme daño. Acepte. Mamá no quiso venir también, dijo que era
necesario que ambos habláramos solos. Me metí en las cobijas al igual que papá,
quien no puso su mirada sobre la mía
nunca. Apagué las luces y entonces, después de un pequeño silencio, papá
habló con la voz ronca.
- Tenemos que ponerle un final
a esto.- la luz de la luna alumbraba su cara; se notaba completamente mal.
–Bill…tendrás que mudarte.- lo miré confuso, aunque sabía que él no podía
mirarme.
- ¿Mudarme?- él asintió.
- Solo por un tiempo, ¿sí?...
- No, papá, ¡yo voy a quedarme
aquí con ustedes, no me iré como un cobarde!
- No te irás como un cobarde,
yo te lo estoy pidiendo. Al menos hasta que todo se arregle.
- Dijimos que estaríamos juntos
como una familia… no me iré papá.- él me tomó las manos y las acercó a su pecho.
Ahí pude sentir como su corazón latía con fuerza y rapidez.
- ¡No quiero perderte, Bill, no
otra vez!, ¡Mucho menos pensar que te matarán!- su voz se entrecortó. Una vez
más estaba llorando. -¡Por favor, hijo!
Mis lágrimas también salieron
por mis ojos; le di un abrazo, sintiendo como él acariciaba mi cabello y se
desahogaba en mis brazos, al igual que yo lo hacía en los suyos. Sentí la
necesidad de tener esa navaja en mis manos, para calmar mi dolor; pero esta vez
no lo hice.
- Está bien…- dije en un susurro.
3:23AM
Papá me ayuda a hacer mis
maletas; no meto demasiadas cosas, de hecho solo llevo una maleta y un pequeño
bolso. >>Regresarás<< afirmó papá antes de dormir. Mamá se acerca y
acaricia mi húmedo cabello; pero ahora estoy algo inconsciente, muero de sueño.
Cerré la maleta y me senté sobre ella, cuando papá me sonrió y bajó las
escaleras.
- Tu desayuno está en la mesa,
cariño.- dijo mamá. Yo asentí y bajé las escaleras con dificultad, hasta que
papá se acercó a mí y me ayudo con la maleta.
Fui al comedor y desayuné sin
mucho ánimo. Después cepillé mis dientes y me acerqué a mamá; ella me dio un
fuerte abrazo y deslizó su palma por mi espalda. Recargué mi quijada en su
hombro y cerré los ojos con fuerza. Ella se separó de mí y me miró a los ojos, con
una pequeña sonrisita esbozada en sus labios.
- Voy a extrañarte mucho, mi
amor.
- Y yo a ti.- Beso mi mejilla.
–Adiós.- salimos papá y yo por la puerta.
Un viaje lo suficientemente
largo y cansado. 293.784 km de camino sin parar para que papá descansara un
poco. Nos detuvimos frente a una casa de tamaño mediano, era blanca [sin contar
los dibujos y palabras garafateadas en la pared]; tenía un pequeño jardín y un
Jeep negro y algo descuidado estacionado enfrente. Miré a papá confundido, pero él al parecer no lo
estaba. Él sabía que aquí era el destino.
- Papá, ¿Qué es…?
- Bajemos.- interrumpió. Abrió
la puerta y salió, picando el pequeño botón para que la cajuela se abriera y
pudiera tomar mis maletas en sus manos.
Bajé del auto y me acerqué a
él, mirando por las calles, intentando saber en dónde nos encontrábamos. Papá
se paró frente a la puerta y la tocó un par de veces. Me escondí tras el
robusto y fuerte cuerpo de papá y mientras esperábamos a que respondieran,
pregunté.
- ¿En dónde estamos?- le
susurré en el oído.
- Ya verás.- volvió a tocar la
puerta con sus nudillos, pues la casa no tenía un timbre, o al menos, ninguno de los dos pudo encontrarlo.
La puerta se abrió y ahí
apareció el boceto de un hombre; y solo hasta que la puerta se abrió de par en
par, pude percatarme de quien era en realidad. Sin camisa; cuerpo algo
descuidado pero bien formado, bronceado; pantalones holgados que cubrían sus
pies descalzos; rastas hasta los codos algo deshechas agarradas en un paliacate
rojo que usaba como goma y una expansión en casa una de sus orejas. No miento
cuando digo que no lo reconocí a simple vista.
Me bajé las mangas de mi jersey
negro, cubriendo mis muñecas y aferré mis uñas en los hombros de papá. Empecé a
temblar. Sentí la mano de papá acariciar mis dedos, y después un pequeño
suspiro salió de sus labios mientras sacaba sus lentes de sol y admiraba a mi
hermano gemelo. Bajé la mirada a mis botas.
- Tom.- dijo papá, con una voz
tan temblante, que pude creer que se echaría a llorar.
- ¿Qué hacen aquí, papá?-
escuché su voz, pero no subí la mirada. Bajé mis manos de los hombros de papá,
y miré como se abrazaban con fuerza.
- Tengo que pedirte un favor.
- Bueno… ¿quieres entrar?- papá
asintió y me miró. Yo solo negué y me recargué en la pared, esperando.
Cuando salió papá, él limpiaba
sus lágrimas de nuevo. Me acerqué a él y le di un fuerte abrazo, recargando mi
quijada en su hombro; él me apretó en sus brazos y sacó un suspiro, después me
miró a los ojos.
- No me gusta verte llorar…-
confesé.
- Espero que todo se ponga
mejor.- intentó sonreír.
- Descuida, lo hará.- puso su
mano en mi mejilla y sonrió.
- Toma esto.- me pasó un
celular. Su celular. Lo tomé con confusión y lo miré frunciendo el entrecejo.
- ¿Para qué?
- Yo me quedaré con el tuyo,
así me molestarán a mí y no a ti.- sonreí.
- No es necesario.- el negó.
- Prometeme que me llamarás si
algo va mal.- asentí.
- Lo prometo.
- Y si te sientes mal, o triste…
díselo a tu hermano, o me llamas a mí o a tu madre… ¿me lo prometes?- asentí.
- Te lo prometo.- él sonrió.
- Te quiero, Bill…- suspiró y
volvió a tenerme en sus brazos. –Tengo que regresar… pero les llamaré y te
avisaré cuando todo se ponga mejor.- asentí, recargando mi cabeza en su pecho
tan duro. –No te hagas más daño, ¿sí?- asentí. –Te quiero demasiado.
- Y yo también a ti.- dejó de
abrazarme y besó mi frente.
- Nos vemos…- él se adentró al
auto y acelerando rápidamente, meneando su mano en señal de un adiós. Me quedé
ahí hasta que el auto desapareció, y entonces tomé las maletas y me senté junto
al portal.
Sentí un pequeño empujoncito en
mi costado que me hizo levantar la mirada de golpe. Era Tom. Nuestro primer
tacto desde hace un año y medio. Me miraba serio, y de pronto me sentí nervioso
y bajé la mirada. Él aclaró su voz, obligándome a mirarlo de nuevo, pero aun
así, no hice ningún contacto verbal hacia él. Al igual que él tampoco lo hacía
conmigo. Me indicó con la barbilla que podía pasar a su casa, y yo, al tiro me
paré del suelo y tomé mi maleta.
Puse un solo pie dentro de su
casa, y sentí un frío realmente insoportable. Me bajé aun más las mangas de mi
jersey y crucé mis brazos en mi pecho.
Mis dientes comenzaron a castañear. Era de tamaño mediano, blanca y sucia, con
vasos y platos usados sobre la mesa frente a la televisión; parecía que no
había barrido la casa desde que llegó a vivir aquí. A mi izquierda había una
puerta, seguramente de un baño, y a un lado estaban unas escaleras estrechas
con un barandal de fierro en el cual la pintura blanca se despegaba. A mi
derecha estaba un sofá negro, arriba del mismo una pequeña ventana con unas
cortinas blancas que se habían hecho negras por la parte baja; frente al sofá
estaba una televisión mediana sobre una mesita de madera con pequeñas puertas. Arriba
de la televisión había un cuadro de una pintura abstracta con colores amarillos
y naranjas.
- Sube, debo darte tu
recamara.- me asombré, realmente lo hice. Hacía tanto que no escuchaba su voz,
tan ronca y distinta. De un hombre, ya no del Tom viejo.
Subimos juntos por las
escaleras, pasando por un gran pasillo vacío, hasta una puerta de madera. La
abrió con delicadeza y me la mostro, una recamara tan grande. Una cama
matrimonial con una cobija azul marino con franjas azules más claro estaba en
medio de la habitación, recargada en una cabecera de madera café oscuro. Había dos mesitas de noche a ambos lados de la
cama y frente a esta, había un armario precioso. Era la recamara de Tom; y lo
sabía porque el olor que había desprendido al abrirnos la puerta, era el mismo
que estaba aquí dentro.
- Me gustaría haberte prestado
una recamara para ti solo, pero pasa que no tengo. Dormirás ahí.- apuntó el
suelo, junto a la ventana. Lo miré con algo de indignación.
- Bien…- conseguí decir. Él caminó
hacia el pequeño vestidor ahí dentro y salió con un pequeño colchón inflable de
terciopelo negro y comenzó a inflarlo con despreocupación. Después lo colocó en
el suelo y puso un par de sabanas y una cobija dobladas perfectamente a los
pies del colchón.
Mordió sus labios y después
chasqueó los dedos y caminó de nuevo ahí, regresando ahora con una almohada y
la aventó ahí.
- Puedes usar los pequeños
cajones de ahí.- apuntó la mesita de noche izquierda, la que estaba a pocos
pasos del colchón.
Diing doong
Tom miró a la ventana y después
lamió sus labios. Me miró a mí, como si quisiera ocultarme de sus visitas, y
después se colocó una playera roja que le llegaba a los muslos.
- Entonces te dejo para que
arregles tus cosas y… nada…
- Gracias…- musité. Él solo
asintió y salió de la habitación, cerrándola con fuerza al escuchar más
llamados al timbre.
Me puse a deshacer mi maleta,
sacando la ropa con delicadeza y colocándola en el colchón. Después me acerqué
a los cajones y abrí el primero.
- ¡Mierda!...- me susurré a mí
mismo al ver una pobre polilla muerta ahí dentro, seca por completo. Tomé un
papel y la subí en el con algo de nerviosismo y después la arrojé por la ventana.
Limpié el polvo con mis dedos y
acomode mi ropa interior, calcetines y pijama; en el segundo, toda mi ropa para
el día; y en el tercero, mis guantes, collares, maquillaje y cinturones. Mis
zapatos los apilé frente a la mesita; y mis cosas para mi cabello y piel las
dejé dentro de la maleta, entre la mesita y la pared.
10:32PM
Tom regresó a la habitación
oliendo a tabaco y alcohol; muero de hambre, pero siento vergüenza de
decírselo. Parece que me quedaré hambriento por la noche. Volvió a quitar su
playera y se echó en la cama bocabajo, gimiendo roncamente. Se dio la vuelta,
quedando bocarriba, y suspiró con delicadeza y con los labios entreabiertos. Espanté
a un mosquito de mi vista, haciendo que las pulseras de plata en mis manos
chocaran e hicieran un ruidito. Él me miró, frunciendo el entrecejo.
- ¿Bill?- murmuró. Se talló los
ojos y se quedó mirándome perplejo. Había olvidado que estaba ahí… estaba algo
borracho.
Hice la cama y algo exhausto me
acosté en ella, sobre la almohada. De pronto me quedaba dormido, pero antes de
hacerlo lo miré, que ya dormía con sus dos brazos bajo su nuca y sus labios
entreabiertos. De repente dobló la rodilla y la dejó tiesa ahí. Creí que no
dormía, pero pude asegurarme de que lo hacía porque sus suspiros se convertían
en pequeños ronquidos.
Él salía de tomar una ducha, en
ropa interior, adormilado. Me miró con seriedad y después apuntó al baño.
- Si quieres puedes tomar una…-
y apartó la mirada de mí, entre buscando sus pantalones en ese armario.
Tomé mi ropa y me la llevé al
baño. Me desnudé y antes de entrar al agua miré el baño. Era lindo, los muebles
eran café oscuro, de mármol. Todas sus cosas estaban perfectamente ordenadas,
tal y como lo habían estado en casa cuando aún vivía ahí.
Bajé las escaleras y me
encontré con un algo agradable olor. Tom se asomó por el umbral de la puerta de
la cocina y lamiendo su dedo me dejó entrar. Caminé con delicadeza. La cocina
era algo muy pequeña, y había más adentro un desayunador, con una mesa de
vidrió y unas sillas de madera forradas con cuero negro. Puso los platos sobre
la mesa y se sentó frente a mí, sin mirarme.
- Gracias…- dije con nervio. Él
asintió, sin dejar de comer.
- ¿Y cómo es eso de las
amenazas?- me preguntó, mirándome a los ojos. Yo bajé la mirada de golpe.
- A papá lo han obligado a
dejar su trabajo… no sé cómo supieron de mí…
- ¿Es una amenaza a muerte?
- N-no sé…
- Papá te trajo al lugar
equivocado.- lo miré, apartando la tostada de mis labios, lamiendo una pequeña
gotita de mermelada de mis labios.
- ¿Por qué?- se encogió de
hombros.
- Frankfurt no es muy seguro.
Mucho menos si vives bajo amenazas.
- Pero…- que va, ni siquiera
sabía cómo escudarme.
- Papá es una persona
importante en Hamburgo.- asentí. –Quizá lo siguieron cuando te trajo.- mi
vista se fue a la nada. Mis cejas empezaron a bailar, y de pronto, el apetito
se me esfumó. –Pero tal vez no.- lo miré. –No te preocupes mucho…
Me recargué en la silla,
mirando a Tom comer. Papá me lo dijo, me dijo que estaría seguro aquí… nada
podía pasarme.
Awn! me encanto... Ayy y ahora haber como le va a Bill viviendo con Tom...
ResponderEliminarHahaa ese Tom me da risa como asusta a Bill... haha tan malo...! T__T
ME ENCANTO MUCHISIMOO.... Espero el próximo con ansias... cuídate y un abrazo muy grande...!
oooooooooooooowwwwwwwwwwww nooooooooooooooooo! Mi Billy TOT. . . .
ResponderEliminarQue malo Tom lo dejo en el suelo. . .
Billy mi cama es matrimonial y duermo solita! ;) hahahaha
que pasara ahora, espero subas pronto
cuidate y un abrazote de oso c: