-
¿Cómo amaneciste hoy, Bill?- preguntó papá, dando un sorbo a su tasa con café.
-¿Te sientes mejor hoy?- lo miré confundido. Quizá mamá se lo había contado
todo.
-
Creo que me siento mejor que ayer.- él asintió, sonriendo.
-
Tu madre y yo saldremos hoy, ¿bien?, Tu hermano está en su recámara, si
necesitas algo solo llámale. Él dijo que te cuidaría.- sonrió de nuevo. Yo solo
asentí. – Y tu madre les ha dejado el desayuno hecho.
-
Está bien… adiós.
-
Cuídense mucho.- despeinó mi cabello y besó mi frente, para después tomar la
mano de mamá y acariciarla. Salieron por la puerta.
Bajé la mirada. Estaba cansado y algo mareado.
Subí a mi recamara de vuelta, ahí me encontré con Tom saliendo de la suya; me
miró a los ojos inexpresivo y después rascó su estómago. Sus rastas estaban
sueltas, y sus ojos estaban algo hinchados. Aun estaba adormilado.
- ¿Papá y mamá se han ido?- y sentí ese
escalofrío recorrer mi espalda al escuchar su voz, y lo que es peor: se dirigía
a mí. Asentí, bajando la mirada con miedo de golpe. –Georg vendrá hoy a casa,
dice que quiere verte.- No levanté la mirada, solo miré sus pies desnudos, en
los cuales sus dedos bailaban algo nerviosos. -¿Bien?- Esta vez miré sus ojos,
que también miraban a los míos.
-
B-ien…
-
¿Algo te pasa?- caminó hacia mí, pero yo retrocedí como instinto, bajando la
mirada y respirando con dificultad. – ¿Estás bien?
-
Estoy bien…- caminé a mi habitación y cerré la puerta con delicadeza.
[…]
Al
terminar de darme un baño, coloqué mi ropa interior y salí de ahí; caminé hacia
mis cajones. Me decidí por un pantalón de mezclilla negro, y una playera beige;
dejé que mi cabello se secara por sí solo. Hice mi cama con rapidez y después
bajé las escaleras. Ahí estaba Tom junto a Georg. Sonreí. Me acerqué hacia él,
haciendo que se levantara y me envolviera en un fuerte abrazo.
-
¿Cómo estás, Bill?, ¿estás mejor?
-
Eso creo.- dejo de abrazarme y me miró a los ojos. –Ya no te haces daño,
¿verdad?- me cuestionó. Yo bajé la mirada y eché mis brazos tras mi espalda. -
¿Me dejas mirarlos?- me preguntó con tanta calma, haciéndome sentir confianza
de que no se burlaría. Así que le mostré mis brazos y su cara pronto
palideció.
Entreabrió
los labios para emitir una palabra, pero por suerte el timbre lo hizo callar.
Tom se levantó del sofá y caminó hacia la puerta mientras Georg y yo le
esperábamos sentados. Me puse a acariciar mis cicatrices; sabía que la mirada
de Georg estaba sobre mis brazos, pero no me atrevía a mirarle.
-Bill,
tienes visitas.- levanté la mirada de golpe. Era (Tu nombre), que entraba a
casa con la mirada baja. Tom cerró la puerta tras de ella; Georg me miró con
una pequeña sonrisa, y yo, la miré a ella, confundido de verdad. Me levanté del
sofá y caminé hacia ella.
-Hola.-
sonrió.
-
¿Cómo estás, (tu nombre)?- pregunté a lo bajo. Ella se quedó en silencio y
ladeo la cabeza un poco.
-
Bien, ¿y tú?- No contesté y al parecer ella sabía cómo me sentía con solo
mirarme. Miré a mis espaldas, en busca de Georg, pero ellos ya subían las
escaleras con rapidez. Mordí mis labios, nervioso. No quería hablar ahora. Le
miré a los ojos, forzando una estúpida sonrisa y la invité a que se sentara en
la sala. –No estás muy bien, ¿cierto?
- Cierto.- dije a lo bajo. – Pero creo
que no soy el único.- me miró seria.
- Bueno…no estás tan equivocado.-
sonrió.
- ¿Qué tienes?- Ella se quedó en
silencio, mirando los adornos de la mesita frente al sofá. –Algo pasó con tu
primo, ¿verdad?- me miró de golpe, mordiendo sus labios con tanta fuerza, que
en un momento pude creer que podía romperlos de un mordisco.
Ella asintió, bajando la mirada.
- Ayer fue a dormir a mi casa.- traté de
ocultar la preocupación y la miré serio, esperando una explicación a eso. Ella
pareció entenderlo y lamió sus labios con nerviosismo. –Bueno…no dormimos en
toda la noche…- mis ojos parecieron salirse de sus orbitas, mientras los de
ella se cristalizaban rápidamente.
- ¿Ya lo hacía desde antes?- negó.
- Bill…- ese >>Bill<<
pareció ser más un >>no quiero hablar<< que una busca de consuelo,
entonces yo solo me silencie y puse mi mirada en las escaleras de mármol,
ansioso y algo incomodo con mi estúpida pregunta. –No… no lo habíamos hecho
antes…- la miré. – hacíamos otras cosas… pero…
- Tranquila, ¿sí?- no le abrazaba,
porque sinceramente no sentía que mis abrazos pudieran hacerle mejor a una
persona, no era alguien que supiera dar buenos concejos o consuelos para ser
feliz o arreglar una vida.
- ¿Irás a otro instituto?- cambió el
tema de pronto.
- sí, mamá y yo iremos a buscar
institutos mañana.
- ¿Bill?- me quedé en silencio,
esperando que prosiguiera. - ¿Por qué lo hiciste?
El motor de mi corazón se encendió y
comenzó a marchar con fuerza; sentí un escalofrío recorrer mi espalda, y
entonces, mi mirada cayó al suelo. Me sentí indefenso de nuevo. Sentía como de
pronto volvía a sentir las piedras en mi espalda. Era doloroso. Ya no podía con
tantas cargas en ella, me sentía mal. Mis cejas bailaban, tratando de ocultar
mis lágrimas que aun no dejaba que salieran, movía mis piernas con ansiedad y
nerviosismo. Pero tenía que ser equitativo; ella me lo había contado… Era mi
turno de hacerlo yo también.
- Por Tom…- dejé salir de golpe,
sintiendo el arrepentimiento de pronto.
- ¿Tú hermano?- asentí.
- Él me odia, (tu nombre).- mordí mis
labios. –Y no sé porqué…- y mis lágrimas cayeron por mis mejillas, pero las
limpié rápidamente con mis dedos. –Me grita y me golpea. Lo hice porque quise
hacer todo lo que él me decía para obtener su perdón.
- ¿Él te dijo que lo hicieras?
Me quedé en silencio, no quise
contestarle con mis palabras. Sabía que mi voz saldría tan cortada que me
echaría a llorar con solo escucharla. Ella tampoco quiso seguir insistiendo,
entonces nos quedamos ambos en silencio, tan solo escuchando algunos murmullos
de Tom y de Georg; el reloj de pie de madera marcando los segundos; y los
pequeños gruñidos de Bruno al jugar con esa pelotita morada.
- Antes se llevaban muy bien, ¿no?- se
levantó del sofá.
- Sí…- tomó uno de los portarretratos
que había sobre la pequeña chimenea de mármol y se sentó de nuevo a mi lado, mostrándome
la fotografía. Sonreí. –Vaya.- la tomé en mis manos. –Aun recuerdo ese día…El
cumpleaños de la prima Josselyn…
Solo se veía el busto de ambos. Teníamos
diez años, casi once. Tom vestía una playera negra y una sudadera color vino; y
yo una playera negra con dibujos blancos y una chamarra de mezclilla. Ambos
sonreíamos. Nuestras sonrisas se asemejaban demasiado; los dos hacíamos
chinitos los ojos y mostrábamos nuestros dientes. Recuerdo que la tía Marissa
nos regañó por columpiarnos de pie; nos prohibió ir a los juegos, y entonces,
Tom y yo nos sentamos en el pasto y se carcajeó. No comprendía por qué reía
cuando nos habían regañado; pero después me dijo, >>¿Y ella quien se cree
que es?, no nos puede ganar a los dos juntos<<, a lo que yo sonreí.
Y ahora nada era igual.
- ¿Has intentado hablar con él?- mi
burbuja de pensamientos se tronó. Sacudí la cabeza y la miré, asintiendo.
- Pero siempre terminamos gritándonos
otra vez.
- ¿Sabes una cosa?, no me creo que Tom
te odie realmente; una persona no nace para odiar a otra, y yo creo que Tom te
quiere demasiado, solo hay algo que no le permite mostrarlo.
- Él ha intentado hablar conmigo… pero
no lo hago…
- ¿Por qué?- dejé el portarretrato sobre
la mesa, con delicadeza.
- Tal vez no me creas…- le miré a los
ojos. –Pero… Tom me da miedo…
- ¿Miedo?- asentí. -¿Cómo te puede dar
miedo tu hermano?
- Así como tu primo te da a ti.-
suspiré. –Nunca había sentido miedo de un familiar tan cercano…
- Yo tampoco.- la miré. –Me
siento...tan…- su voz se entrecortó.
- Indefensa, ingenua e inútil…- asintió,
bajando la cabeza, hasta que su cabello cubrió su cara.
Y de pronto fue como si nos
comprendiéramos el uno al otro, como si los dos estuviéramos pasando por lo
mismo. Me alegraba no ser la única persona que se sentía de esta forma, me
alegraba de no estar completamente solo en esto.
By
Tom
Los dos se marcharon, y de nuevo, Bill y
yo nos quedamos solos en casa. Entré a su recámara sin permiso y me senté sobre
su cama, mirándole.
- ¿Qué haces?- escondió sus papeles en
su espalda y negó.
- N-nada.- asentí, sin darle más
vueltas.
- Me gustaría hablar contigo,
¿quisieras?- me miró de golpe, frunciendo el entrecejo.
- ¿C-conmigo?- sus labios temblaron por
una milésima de segundo. Yo asentí.
- ¿Entonces?- pasó su ondulado cabello
detrás de su oreja y asintió después. No parecía muy convencido, pero antes de
que pudiera cambiar de opinión, quise hablarle. Me costaba trabajo, pero aquí
yo era el que había hecho las cosas mal. –Lo siento.
- ¿Q- qué?- abrió sus pequeños ojos
desmaquillados; esos ojos sin brillo.
- Sí.- sonreí. –siento que te hayan
echado del instituto por un mal entendido.
- ¿Era eso lo que querías que hiciera?
- No, ¡vamos, Bill, que fue solo una expresión!, ¿Por qué querría que follaras con un hombre?
- Quería que me perdonaras… ya no quería
que me odiaras…
- El perdón no se obtiene obligando a
otros a hacer cosas a ese grado, Bill.
- ¿Entonces cómo?
- Realmente no lo sé.- me miró
confundido.
- ¿M-me puedes decir una cosa?- asentí.
-¿Qué pasó mientras yo no estaba?
- Nada.- contesté de golpe, con la
sangre hirviéndome otra vez. Pero no quería enojarme ahora.
- ¿Nada?... ¿entonces por qué me odias
de pronto?- hice puño mis manos, tratando de calmarme. No le contesté, primero
debía tomar aire y sacarlo con lentitud para no hacer algo que no quería.
-¿Tom?- mordí mis labios, ¡que me fastidiaba!
- Mande.- el frunció el entrecejo.
- ¿Por qué me odias?- preguntó de nuevo
en un hilillo de voz.
- Vamos, Bill, guarda silencio.- él lo
hizo, bajando la mirada.
- solo respóndeme.
- ¡Porque arruinaste mi vida, Bill!-
solté con fuerza, haciendo que él cerrara los ojos con miedo. –Ya te lo había
dicho…- dije algo arrepentido por el grito.
- Antes nos queríamos… ¿ya lo
olvidaste?- insistió.
- Pero antes no sabía la verdad, ¿sí?-
mi voz se entrecortó.
- ¿C-cual verdad?
- ¡Ninguna, Bill!- tomé mi frente con
desesperación.
- T-Tom…
- ¡Cállate!- y le di un manotazo en la
mejilla. Él se la tomó al tiro, mirándome con miedo. Cubrí mis labios con
sorpresa. Ni siquiera yo había planeado ese golpe.
Sus lágrimas salieron de sus ojos
rápidamente; su cuerpo temblaba; y su mirada solo estaba sobre la mía, con las
cejas retorcidas y sus labios entreabiertos; su quijada temblequeó. Me acerqué
un poco a él, intentando hacer que viera que no lo había hecho con la intención
de lastimarlo; pero él retrocedió con miedo.
- Escúchame,
Bill…
- ¡D-déjame!... snif… ¡vete de aquí!
- Por favor.
- No quiero estar contigo… vete…- dijo
en un pequeño sollozo.
Me salí de la habitación.
Me encontré con mamá subiendo las
escaleras; me miró confundida y miró hacia la habitación de Bill. Me sentí
nervioso.
- ¿Qué eran todos esos gritos?
- Nada, mamá.- y corrí a mi habitación,
echándome en la cama, pensativo.
[…]
Me cambié por mi ropa para dormir, solté
mis rastas y coloqué la goma en el tocador. Busqué mi cepillo dental; al
encontrarlo lo coloqué junto a la goma para mi cabello y cerré el pequeño cajón
de plástico con fuerza. De pronto miré a papá acercarse a paso rápido hacia mí.
Lo miré confundido. Y entonces sentí un fuerte golpe en mi mejilla; tan fuerte
que me hizo tambalearme hacia atrás, chocando con la pequeña repisa tras de mí,
haciendo que mis lociones cayeran y se rompieran con el suelo. Lo miré con
miedo.
- ¡¡PAPÁ!!- le grité, conteniendo las
lágrimas. Acaricié mi mejilla.
- ¡¿Por qué golpeaste a tu hermano!?,
¡¿estás loco?!- mi respiración se entrecortó; sentí como mi tés se hacía
rojiza, tan solo por contener las lágrimas.
- ¡No lo hice apropósito!
- ¿Qué no ves como está tu hermano?,
¡deberías apoyarlo!- me quedé en silencio, mirando el desorden en el suelo. El
lugar comenzó a oler a pura loción. -¡¡Contéstame!!- me tomó de las muñecas con
fuerza. Mi corazón estaba latiendo tan rápido.
- ¡Bill fue quien hizo las cosas mal!-
traté de zafarme.
- ¡Es tu hermano!
- ¡Desearía que no lo fuera!- me golpeo
los labios, haciendo que con mi perforación me sangrara la encía de mis dientes
inferiores. Sentí punzadas en mis labios, y entonces, me eché a llorar. -¡No me
pegues, papá!, ¡¿Por qué a Bill no le hiciste lo mismo!?
- ¡Tú le has golpeado, Tom!, ¡estoy
cansado de tus comportamientos!, ¡estoy cansado de ti!
- ¡Por qué mejor no me dices que me
odias!- me agarró de los brazos nuevamente.
- Oh, por favor, Tom, ¡deja de hacer un
drama!
- Suéltame, papá… ¡me estás lastimando!
- No quiero que vuelvas a tocar a tu
hermano, ¿entendiste?- bajé la mirada, tragándome la sangre en mi boca.
-¡¿ENTENDISTE?!- me sacudió con fuerza.
- ¡Sí, papá, sí!- y me soltó caminando
fuera del baño y de mi habitación. Corrí tras él, azotando la puerta y
echándole el pestillo.
Me eché en mi cama, llorando con fuerza.
Nunca había llorado de esa forma por culpa de papá. Pero esta vez me había
lastimado demasiado. Me saqué el arete de mis labios con delicadeza y lo puse
en mi mesita de noche. Me abracé de mis rodillas y esperé a que las lágrimas se
secaran por si solas, mientras yo suspiraba con dificultad gracias a los
pequeños sollozos que quería ocultar con suspiros.
Con mis nudillos quité las lágrimas que
no paraban de salir. >>Ya no lo volverá a hacer, Simone, y si lo hace
volveré a darle su merecido<< se escuchó desde afuera. Por respuesta mis
lágrimas se agrandaron. Sentía a mi corazón dar golpes fuertes y continuos en
mi pecho. Aun no me curaba de la sorpresa que me causó el golpe de papá en mi
cara.
[…]
Escuchaba música por mis auriculares,
aun acostado en mi cama; con los rayos del sol de la plena mañana entrando por
mi ventana. Pausé la música unos segundos gracias a que escuché un grito agudo.
Me asomé por la ventana, la que daba para el jardín trasero, en donde se
encontraba la casita del árbol. Ahí estaba Bill, jugando con Bruno, gritando y
riendo. Verle me hizo sentir tanta rabia y ganas de echarme a llorar otra vez.
Toc- Toc- Toc
- ¡Abre la puerta, Tom!- gritó mamá. Me
saqué los auriculares de los oídos y me levanté de la cama para abrir la
puerta. Al hacerlo, ella sonrió. –Me voy
a trabajar, ¿sí?- asentí. –Tu padre se ha ido ya. El desayuno está hecho.
- Bien.
- Nos vemos por la noche; si necesitan
algo solo llamen.- asentí. –Ella besó mi frente y me dio la espalda para irse.
Cuando verifiqué que se había ido, corrí
rápidamente hasta el jardín. Bruno se me acercó, meneando su rabito, pero yo
solo le di una patada para apartarlo de mí, haciendo que Bill gritara.
- ¡Hey, Tom!- me miró, acercándose al
perro, abrazándole.
- ¡Eres un idiota, Bill!- me acerqué a
él, levantando el puño. Él cerró sus ojos con miedo, esperando el impacto del
golpe.
ME ENCANTA <3 ! Amo tú fic, es tan...genial! Espero que Tom no le siga pegando a Bill u.u'
ResponderEliminarEspero el próximo, saludos! ^^
aaaaaaaaaaaaaaaaaah! Lloro por que? tn y Bill sufren tanto por que? T--T me encantaa Malditto primo de tn lo odiooooooo!
ResponderEliminarCuidatte y un abrazo :D :')
AAAAHH! Divino este capítulo fue divino! :') Ahhh.... es lo mejor y ojala Tom ya no golpee más a Bill o le irá peor..! sss... Pobre (Tu nombre) su primo es un imbécil... Que bueno que ya hay chispitas entre Bill y (Tu nombre) Eso me emociona!
ResponderEliminarCuídate Alien... y espero subas pronto que el final me dejo totalmente intrigada! U__U! que va a pasar? esperaré... hehee Cuídate un millón! chaoo... ;-)
aaaaaaaaaaaaaah!!! me encanto el cap
ResponderEliminarporque Bill y (TN) sufren tanto no es justo odio al primo de (TN) es un idiota
no me gusta ver sufrir ni a Bill ni a Tom u_u es tan triste lo que pasa con ellos espero que Tom cambie pronto y ya no sea asi con el pobre Bill :(...sube otro cap xfa mo la fic es tan genial :)
bueno cuidate mucho y sube pronto quiero saber que pasara chao C:
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarwoooow
ResponderEliminarnooo, tom deberia de dejar a bill en paz, y entre el y tn hay algo de quimica, ademas estan pasando por cosas parecidas
y me tengo que ir (sino escribiria un comentario mas largo y bonito)
cuidate besos