lunes, 20 de agosto de 2012

capítulo 14


            - ¿Cómo amaneciste hoy, Bill?- preguntó papá, dando un sorbo a su tasa con café. -¿Te sientes mejor hoy?- lo miré confundido. Quizá mamá se lo había contado todo.
            - Creo que me siento mejor que ayer.- él asintió, sonriendo.
            - Tu madre y yo saldremos hoy, ¿bien?, Tu hermano está en su recámara, si necesitas algo solo llámale. Él dijo que te cuidaría.- sonrió de nuevo. Yo solo asentí. – Y tu madre les ha dejado el desayuno hecho.
            - Está bien… adiós.
            - Cuídense mucho.- despeinó mi cabello y besó mi frente, para después tomar la mano de mamá y acariciarla. Salieron por la puerta.
             Bajé la mirada. Estaba cansado y algo mareado. Subí a mi recamara de vuelta, ahí me encontré con Tom saliendo de la suya; me miró a los ojos inexpresivo y después rascó su estómago. Sus rastas estaban sueltas, y sus ojos estaban algo hinchados. Aun estaba adormilado.
             - ¿Papá y mamá se han ido?- y sentí ese escalofrío recorrer mi espalda al escuchar su voz, y lo que es peor: se dirigía a mí. Asentí, bajando la mirada con miedo de golpe. –Georg vendrá hoy a casa, dice que quiere verte.- No levanté la mirada, solo miré sus pies desnudos, en los cuales sus dedos bailaban algo nerviosos. -¿Bien?- Esta vez miré sus ojos, que también miraban a los míos.
            - B-ien…
            - ¿Algo te pasa?- caminó hacia mí, pero yo retrocedí como instinto, bajando la mirada y respirando con dificultad. – ¿Estás bien?
            - Estoy bien…- caminé a mi habitación y cerré la puerta con delicadeza.

[…]

            Al terminar de darme un baño, coloqué mi ropa interior y salí de ahí; caminé hacia mis cajones. Me decidí por un pantalón de mezclilla negro, y una playera beige; dejé que mi cabello se secara por sí solo. Hice mi cama con rapidez y después bajé las escaleras. Ahí estaba Tom junto a Georg. Sonreí. Me acerqué hacia él, haciendo que se levantara y me envolviera en un fuerte abrazo.
            - ¿Cómo estás, Bill?, ¿estás mejor?
            - Eso creo.- dejo de abrazarme y me miró a los ojos. –Ya no te haces daño, ¿verdad?- me cuestionó. Yo bajé la mirada y eché mis brazos tras mi espalda. - ¿Me dejas mirarlos?- me preguntó con tanta calma, haciéndome sentir confianza de que no se burlaría. Así que le mostré mis brazos y su cara pronto palideció. 
            Entreabrió los labios para emitir una palabra, pero por suerte el timbre lo hizo callar. Tom se levantó del sofá y caminó hacia la puerta mientras Georg y yo le esperábamos sentados. Me puse a acariciar mis cicatrices; sabía que la mirada de Georg estaba sobre mis brazos, pero no me atrevía a mirarle.
            -Bill, tienes visitas.- levanté la mirada de golpe. Era (Tu nombre), que entraba a casa con la mirada baja. Tom cerró la puerta tras de ella; Georg me miró con una pequeña sonrisa, y yo, la miré a ella, confundido de verdad. Me levanté del sofá y caminé hacia ella.
            -Hola.- sonrió.
            - ¿Cómo estás, (tu nombre)?- pregunté a lo bajo. Ella se quedó en silencio y ladeo la cabeza un poco.
            - Bien, ¿y tú?- No contesté y al parecer ella sabía cómo me sentía con solo mirarme. Miré a mis espaldas, en busca de Georg, pero ellos ya subían las escaleras con rapidez. Mordí mis labios, nervioso. No quería hablar ahora. Le miré a los ojos, forzando una estúpida sonrisa y la invité a que se sentara en la sala. –No estás muy bien, ¿cierto?
- Cierto.- dije a lo bajo. – Pero creo que no soy el único.- me miró seria.
- Bueno…no estás tan equivocado.- sonrió.
- ¿Qué tienes?- Ella se quedó en silencio, mirando los adornos de la mesita frente al sofá. –Algo pasó con tu primo, ¿verdad?- me miró de golpe, mordiendo sus labios con tanta fuerza, que en un momento pude creer que podía romperlos de un mordisco.

Ella asintió, bajando la mirada.

- Ayer fue a dormir a mi casa.- traté de ocultar la preocupación y la miré serio, esperando una explicación a eso. Ella pareció entenderlo y lamió sus labios con nerviosismo. –Bueno…no dormimos en toda la noche…- mis ojos parecieron salirse de sus orbitas, mientras los de ella se cristalizaban rápidamente.
- ¿Ya lo hacía desde antes?- negó.
- Bill…- ese >>Bill<< pareció ser más un >>no quiero hablar<< que una busca de consuelo, entonces yo solo me silencie y puse mi mirada en las escaleras de mármol, ansioso y algo incomodo con mi estúpida pregunta. –No… no lo habíamos hecho antes…- la miré. – hacíamos otras cosas… pero…
- Tranquila, ¿sí?- no le abrazaba, porque sinceramente no sentía que mis abrazos pudieran hacerle mejor a una persona, no era alguien que supiera dar buenos concejos o consuelos para ser feliz o arreglar una vida.
- ¿Irás a otro instituto?- cambió el tema de pronto.
- sí, mamá y yo iremos a buscar institutos mañana.
- ¿Bill?- me quedé en silencio, esperando que prosiguiera. - ¿Por qué lo hiciste?
El motor de mi corazón se encendió y comenzó a marchar con fuerza; sentí un escalofrío recorrer mi espalda, y entonces, mi mirada cayó al suelo. Me sentí indefenso de nuevo. Sentía como de pronto volvía a sentir las piedras en mi espalda. Era doloroso. Ya no podía con tantas cargas en ella, me sentía mal. Mis cejas bailaban, tratando de ocultar mis lágrimas que aun no dejaba que salieran, movía mis piernas con ansiedad y nerviosismo. Pero tenía que ser equitativo; ella me lo había contado… Era mi turno de hacerlo yo también.
- Por Tom…- dejé salir de golpe, sintiendo el arrepentimiento de pronto.
- ¿Tú hermano?- asentí.
- Él me odia, (tu nombre).- mordí mis labios. –Y no sé porqué…- y mis lágrimas cayeron por mis mejillas, pero las limpié rápidamente con mis dedos. –Me grita y me golpea. Lo hice porque quise hacer todo lo que él me decía para obtener su perdón.
- ¿Él te dijo que lo hicieras?
Me quedé en silencio, no quise contestarle con mis palabras. Sabía que mi voz saldría tan cortada que me echaría a llorar con solo escucharla. Ella tampoco quiso seguir insistiendo, entonces nos quedamos ambos en silencio, tan solo escuchando algunos murmullos de Tom y de Georg; el reloj de pie de madera marcando los segundos; y los pequeños gruñidos de Bruno al jugar con esa pelotita morada.
- Antes se llevaban muy bien, ¿no?- se levantó del sofá.
- Sí…- tomó uno de los portarretratos que había sobre la pequeña chimenea de mármol y se sentó de nuevo a mi lado, mostrándome la fotografía. Sonreí. –Vaya.- la tomé en mis manos. –Aun recuerdo ese día…El cumpleaños de la prima Josselyn…
Solo se veía el busto de ambos. Teníamos diez años, casi once. Tom vestía una playera negra y una sudadera color vino; y yo una playera negra con dibujos blancos y una chamarra de mezclilla. Ambos sonreíamos. Nuestras sonrisas se asemejaban demasiado; los dos hacíamos chinitos los ojos y mostrábamos nuestros dientes. Recuerdo que la tía Marissa nos regañó por columpiarnos de pie; nos prohibió ir a los juegos, y entonces, Tom y yo nos sentamos en el pasto y se carcajeó. No comprendía por qué reía cuando nos habían regañado; pero después me dijo, >>¿Y ella quien se cree que es?, no nos puede ganar a los dos juntos<<, a lo que yo sonreí.

Y ahora nada era igual.

- ¿Has intentado hablar con él?- mi burbuja de pensamientos se tronó. Sacudí la cabeza y la miré, asintiendo.
- Pero siempre terminamos gritándonos otra vez.
- ¿Sabes una cosa?, no me creo que Tom te odie realmente; una persona no nace para odiar a otra, y yo creo que Tom te quiere demasiado, solo hay algo que no le permite mostrarlo.
- Él ha intentado hablar conmigo… pero no lo hago…
- ¿Por qué?- dejé el portarretrato sobre la mesa, con delicadeza.
- Tal vez no me creas…- le miré a los ojos. –Pero… Tom me da miedo…
- ¿Miedo?- asentí. -¿Cómo te puede dar miedo tu hermano?
- Así como tu primo te da a ti.- suspiré. –Nunca había sentido miedo de un familiar tan cercano…
- Yo tampoco.- la miré. –Me siento...tan…- su voz se entrecortó.
- Indefensa, ingenua e inútil…- asintió, bajando la cabeza, hasta que su cabello cubrió su cara.
Y de pronto fue como si nos comprendiéramos el uno al otro, como si los dos estuviéramos pasando por lo mismo. Me alegraba no ser la única persona que se sentía de esta forma, me alegraba de no estar completamente solo en esto.

By Tom

Los dos se marcharon, y de nuevo, Bill y yo nos quedamos solos en casa. Entré a su recámara sin permiso y me senté sobre su cama, mirándole.
- ¿Qué haces?- escondió sus papeles en su espalda y negó.
- N-nada.- asentí, sin darle más vueltas.
- Me gustaría hablar contigo, ¿quisieras?- me miró de golpe, frunciendo el entrecejo.
- ¿C-conmigo?- sus labios temblaron por una milésima de segundo. Yo asentí.
- ¿Entonces?- pasó su ondulado cabello detrás de su oreja y asintió después. No parecía muy convencido, pero antes de que pudiera cambiar de opinión, quise hablarle. Me costaba trabajo, pero aquí yo era el que había hecho las cosas mal. –Lo siento.
- ¿Q- qué?- abrió sus pequeños ojos desmaquillados; esos ojos sin brillo.
- Sí.- sonreí. –siento que te hayan echado del instituto por un mal entendido.
- ¿Era eso lo que querías que hiciera?
- No, ¡vamos, Bill, que fue solo una expresión!, ¿Por qué querría que follaras con un hombre?
- Quería que me perdonaras… ya no quería que me odiaras…
- El perdón no se obtiene obligando a otros a hacer cosas a ese grado, Bill.
- ¿Entonces cómo?
- Realmente no lo sé.- me miró confundido.
- ¿M-me puedes decir una cosa?- asentí. -¿Qué pasó mientras yo no estaba?
- Nada.- contesté de golpe, con la sangre hirviéndome otra vez. Pero no quería enojarme ahora.
- ¿Nada?... ¿entonces por qué me odias de pronto?- hice puño mis manos, tratando de calmarme. No le contesté, primero debía tomar aire y sacarlo con lentitud para no hacer algo que no quería. -¿Tom?- mordí mis labios, ¡que me fastidiaba!
- Mande.- el frunció el entrecejo.
- ¿Por qué me odias?- preguntó de nuevo en un hilillo de voz.
- Vamos, Bill, guarda silencio.- él lo hizo, bajando la mirada.
- solo respóndeme.
- ¡Porque arruinaste mi vida, Bill!- solté con fuerza, haciendo que él cerrara los ojos con miedo. –Ya te lo había dicho…- dije algo arrepentido por el grito.
- Antes nos queríamos… ¿ya lo olvidaste?- insistió.
- Pero antes no sabía la verdad, ¿sí?- mi voz se entrecortó.
- ¿C-cual verdad?
- ¡Ninguna, Bill!- tomé mi frente con desesperación.
- T-Tom…
- ¡Cállate!- y le di un manotazo en la mejilla. Él se la tomó al tiro, mirándome con miedo. Cubrí mis labios con sorpresa. Ni siquiera yo había planeado ese golpe. 
Sus lágrimas salieron de sus ojos rápidamente; su cuerpo temblaba; y su mirada solo estaba sobre la mía, con las cejas retorcidas y sus labios entreabiertos; su quijada temblequeó. Me acerqué un poco a él, intentando hacer que viera que no lo había hecho con la intención de lastimarlo; pero él retrocedió con miedo.
- Escúchame, Bill…
- ¡D-déjame!... snif… ¡vete de aquí!
- Por favor.
- No quiero estar contigo… vete…- dijo en un pequeño sollozo.

Me salí de la habitación.

Me encontré con mamá subiendo las escaleras; me miró confundida y miró hacia la habitación de Bill. Me sentí nervioso.
- ¿Qué eran todos esos gritos?
- Nada, mamá.- y corrí a mi habitación, echándome en la cama, pensativo.

[…]

Me cambié por mi ropa para dormir, solté mis rastas y coloqué la goma en el tocador. Busqué mi cepillo dental; al encontrarlo lo coloqué junto a la goma para mi cabello y cerré el pequeño cajón de plástico con fuerza. De pronto miré a papá acercarse a paso rápido hacia mí. Lo miré confundido. Y entonces sentí un fuerte golpe en mi mejilla; tan fuerte que me hizo tambalearme hacia atrás, chocando con la pequeña repisa tras de mí, haciendo que mis lociones cayeran y se rompieran con el suelo. Lo miré con miedo.
- ¡¡PAPÁ!!- le grité, conteniendo las lágrimas. Acaricié mi mejilla.
- ¡¿Por qué golpeaste a tu hermano!?, ¡¿estás loco?!- mi respiración se entrecortó; sentí como mi tés se hacía rojiza, tan solo por contener las lágrimas.
- ¡No lo hice apropósito!
- ¿Qué no ves como está tu hermano?, ¡deberías apoyarlo!- me quedé en silencio, mirando el desorden en el suelo. El lugar comenzó a oler a pura loción. -¡¡Contéstame!!- me tomó de las muñecas con fuerza. Mi corazón estaba latiendo tan rápido.
- ¡Bill fue quien hizo las cosas mal!- traté de zafarme.
- ¡Es tu hermano!
- ¡Desearía que no lo fuera!- me golpeo los labios, haciendo que con mi perforación me sangrara la encía de mis dientes inferiores. Sentí punzadas en mis labios, y entonces, me eché a llorar. -¡No me pegues, papá!, ¡¿Por qué a Bill no le hiciste lo mismo!?
- ¡Tú le has golpeado, Tom!, ¡estoy cansado de tus comportamientos!, ¡estoy cansado de ti!
- ¡Por qué mejor no me dices que me odias!- me agarró de los brazos nuevamente.
- Oh, por favor, Tom, ¡deja de hacer un drama!
- Suéltame, papá… ¡me estás lastimando!
- No quiero que vuelvas a tocar a tu hermano, ¿entendiste?- bajé la mirada, tragándome la sangre en mi boca. -¡¿ENTENDISTE?!- me sacudió con fuerza.
- ¡Sí, papá, sí!- y me soltó caminando fuera del baño y de mi habitación. Corrí tras él, azotando la puerta y echándole el pestillo.
Me eché en mi cama, llorando con fuerza. Nunca había llorado de esa forma por culpa de papá. Pero esta vez me había lastimado demasiado. Me saqué el arete de mis labios con delicadeza y lo puse en mi mesita de noche. Me abracé de mis rodillas y esperé a que las lágrimas se secaran por si solas, mientras yo suspiraba con dificultad gracias a los pequeños sollozos que quería ocultar con suspiros.
Con mis nudillos quité las lágrimas que no paraban de salir. >>Ya no lo volverá a hacer, Simone, y si lo hace volveré a darle su merecido<< se escuchó desde afuera. Por respuesta mis lágrimas se agrandaron. Sentía a mi corazón dar golpes fuertes y continuos en mi pecho. Aun no me curaba de la sorpresa que me causó el golpe de papá en mi cara.

[…]

Escuchaba música por mis auriculares, aun acostado en mi cama; con los rayos del sol de la plena mañana entrando por mi ventana. Pausé la música unos segundos gracias a que escuché un grito agudo. Me asomé por la ventana, la que daba para el jardín trasero, en donde se encontraba la casita del árbol. Ahí estaba Bill, jugando con Bruno, gritando y riendo. Verle me hizo sentir tanta rabia y ganas de echarme a llorar otra vez.

Toc- Toc- Toc

- ¡Abre la puerta, Tom!- gritó mamá. Me saqué los auriculares de los oídos y me levanté de la cama para abrir la puerta.  Al hacerlo, ella sonrió. –Me voy a trabajar, ¿sí?- asentí. –Tu padre se ha ido ya. El desayuno está hecho.
- Bien.
- Nos vemos por la noche; si necesitan algo solo llamen.- asentí. –Ella besó mi frente y me dio la espalda para irse.
Cuando verifiqué que se había ido, corrí rápidamente hasta el jardín. Bruno se me acercó, meneando su rabito, pero yo solo le di una patada para apartarlo de mí, haciendo que Bill gritara.
- ¡Hey, Tom!- me miró, acercándose al perro, abrazándole.
- ¡Eres un idiota, Bill!- me acerqué a él, levantando el puño. Él cerró sus ojos con miedo, esperando el impacto del golpe.


6 comentarios:

  1. ME ENCANTA <3 ! Amo tú fic, es tan...genial! Espero que Tom no le siga pegando a Bill u.u'
    Espero el próximo, saludos! ^^

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  2. aaaaaaaaaaaaaaaaaah! Lloro por que? tn y Bill sufren tanto por que? T--T me encantaa Malditto primo de tn lo odiooooooo!
    Cuidatte y un abrazo :D :')

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  3. AAAAHH! Divino este capítulo fue divino! :') Ahhh.... es lo mejor y ojala Tom ya no golpee más a Bill o le irá peor..! sss... Pobre (Tu nombre) su primo es un imbécil... Que bueno que ya hay chispitas entre Bill y (Tu nombre) Eso me emociona!

    Cuídate Alien... y espero subas pronto que el final me dejo totalmente intrigada! U__U! que va a pasar? esperaré... hehee Cuídate un millón! chaoo... ;-)

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  4. aaaaaaaaaaaaaah!!! me encanto el cap
    porque Bill y (TN) sufren tanto no es justo odio al primo de (TN) es un idiota
    no me gusta ver sufrir ni a Bill ni a Tom u_u es tan triste lo que pasa con ellos espero que Tom cambie pronto y ya no sea asi con el pobre Bill :(...sube otro cap xfa mo la fic es tan genial :)

    bueno cuidate mucho y sube pronto quiero saber que pasara chao C:

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  6. woooow
    nooo, tom deberia de dejar a bill en paz, y entre el y tn hay algo de quimica, ademas estan pasando por cosas parecidas
    y me tengo que ir (sino escribiria un comentario mas largo y bonito)
    cuidate besos

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