martes, 11 de septiembre de 2012

Capítulo 9


El timbre sonó un par de veces, pero yo no iba a pararme y dejar a mi hermano aquí solo. Así que me decidí por gritar cuando el timbre sonó una vez más.
- ¡ENTRA!- mi voz salió temblante, pero la puerta se abrió al tiro y los susurros se escucharon de repente. -¡Estoy en la cocina!- volví a gritar, y esos pasos se apresuraron a mi lado. Bonny acompañaba a Dennis, quien palideció de repente.
- ¿Qué ha pasado aquí, Tom?
- Eso no importa más… ¿tienes lo que te pedí?- asintió y me pasó una pequeña cajita. La abrí con rapidez y tomé uno de esos parches; le abrí y lo adherí al cuello de Bill.
Esperé unos segundos, y nada pasaba. Mi corazón palpitaba tan rápido y tan fuerte que me faltaba la respiración; tomé la cara de mi hermano con mis manos y esperé un poco más, en silencio.
- ¿Tom?- dijo Dennis. –Estas cosas solo sirven para calmar una crisis nerviosa.- Después de eso solo hubo silencio, solo sentía como mi corazón se aceleraba más y no podía contener los gemidos por la falta de aire. Solo sentí como el mundo se me iba acabando en cuestión de segundos.
- No seas marica y levántate, Bill…- susurré, con la voz estropeada y la garganta seca. Sus párpados aun se movían, pero no quería despertar, no quería moverse, solo quería causarme más problemas.
- Tom, llama a un doctor, hombre.- dijo Dennis. Yo negué. -¿¡cómo que no?! Tu hermano está mal.
- No…- tragué con dificultad. –No puedo, no hay ningún puto centavo.
- Si no hubieras comprado tanto tabaco.- Lo miré con ira, negando sin soltar las mejillas de mi hermano.
- ¡No tienes que recalcarlo, ¿sí?! ¡Vete a la mierda!- Bonny se levantó y salió de la cocina; Dennis no volvió a emitir una palabra, y yo, comenzaba a aterrarme cada vez más.
Cuando Bonny llegó después de unos minutos y me miró; tan seria y con ese moretón en la mejilla, el golpe que yo le di. Guardó su móvil en su bolsillo y volvió la mirada a mí.
- Acabo de hablar con un doctor. Dijo que él estaría bien, pero que le pongas bajo algunas mantas y cuando despierte le des té de hierbabuena; dijo que le haría devolver y con eso se sentiría mejor. Después solo le das un vaso con leche o agua fría.
La miré por unos largos segundos. De pronto sentí las ganas de darle un fuerte abrazo y matarla con él. Unas grandes lágrimas se aproximaban a mis ojos, así que solo tomé el cuerpo de mi hermano con delicadeza y lo llevé a mi recámara. Deshice mi cama y lo metí en ella, cubriéndolo con las cobijas. Bajé de nuevo las escaleras y busqué en la alacena los tés que Bill había comprado hace unas semanas; recuerdo  que nunca los tomaba, pero hasta ahora entendía porque los había comprado.
Calenté un poco de agua en una hoya y esperé. Me acerqué a ellos sin decir una palabra; estaba algo atontado aún. Esto no era fácil para mí, nunca había tenido que lidiar con algo parecido y encima terminar siendo yo el malo, el causante de todo; terminaba por sentirme completamente indiferente a mi propia persona. Y no lo entendía.
Pasaron veinte minutos cuando Bill abrió sus ojos, aturullado y se sentó. Me miró y abrió sus labios para preguntar; para esto ya se le había pasado todo lo de la droga y estaba, a lo que se le puede llamar, perfecto. Le pasé la taza con el té que ahora estaba tibio, y él pareció comprenderlo todo; lo tomó en sus manos y se lo echó en la boca de un trago. Frunció el entrecejo y se dejó caer en la almohada. Podría parecer completamente de maricones, pero tenía tantas ganas de tenerlo en mis brazos.
- Tom, tenemos que irnos.- aparecieron Dennis y Bonny en el umbral de la puerta. Yo me acerqué a ellos y asentí. –Ahora los dos tienen que descansar. ¿Y sabes?, por lo de los parches, no te preocupes, puedes pagármelos después o dejarlo así.
- Gracias, Dennis.- miré a Bonny. –También gracias a ti, de no ser por la llamada que hiciste yo…- y una vez más se me cortó la voz. No podía ser más marica,
- No te preocupes, Tom, para eso estamos los hermanos.- sonrió y después ambos me dieron la espalda y salieron.
Me di la vuelta y miré a Bill que caminaba al baño tomándose el cuello con delicadeza. Me acerqué a él y me quedé detrás de él, mientras se hincaba y entreabría los labios para dejar salir la pota. Pero nada pasaba, y parecía que Bill se desesperaba, pues se apretaba el estómago, pero aun así, nada pasaba.
- humm…- se quejó. Parecía que iba a desvanecerse
De repente se quedo tieso, respirando fuertemente. Me asuste demasiado, podía pasarle otra vez y esta vez lloraría tanto que me ahogaría en mis propias lágrimas. Me acerqué a él y apreté su estómago, pero lo único que conseguía era sacarle gemidos dolorosos y con algo de arcadas.
- Vamos, Bill…- emitió una fuerte arcada, ya venía, pero no quería salir. –Metete los dedos por la boca, hombre.- levantó su mano que temblaba fuertemente, y solo la dejó caer de nuevo sin llegar a sus labios siquiera.
Sin casi pensarlo, le metí dos de mis dedos en la boca hasta tocar su campanilla; sentí el líquido caliente en mis dedos y los saqué con rapidez. Lo echó todo en el váter con arcadas fuertes y gemidos graves; pura agua y algo de bilis. Se quedó en silencio con los ojos húmedos y la respiración agitada. Me lavé las manos y después le jalé la cadena al váter.
- Ve a la cama de nuevo, ahora te traigo algo para que comas.- asintió, sin casi ponerme atención.
 Bajé las escaleras y con algo de estrés le hice un emparedado de maní y vertí leche en un vaso de vidrio. Subí las escaleras y antes de entrar a mi recámara miré la hora en ese reloj colgado en la pared frente a las escaleras. 8:39 por la noche. Estaba de pie, recargado en la pared, respirando con lentitud; le tomé del brazo y lo obligué a recostarse en mi cama. Le pasé el plato, pero él apenas tomó el agua y dio un par de grandes mordiscos al emparedado.


Nos recostamos en silencio, con las luces apagadas, excepto la de la lámpara de noche. El ruido de los autos pasando por la carretera era lo único que se escuchaba, y también algunos gemidos de Bill. Scotty se había echado en la colchoneta y no había hecho ruido desde entonces.
- ¿Tom?...- escuché su débil voz bajo las cobijas; parecía que lloraba, pero me fui más a la posibilidad de que se quejaba por algo.
- Dime.
- Me siento enfermo; necesito una inyección…
- Ya no tienes de eso, ponte un parche y mañana veré como puedo conseguir dinero, ¿sí?
- Está bien…- tomé los parches de la mesa de noche que estaba a mi lado y tomé uno. Lo abrí con dificultad  y me deshice de las cobijas que cubrían su cuerpo a mi lado.
- ¿Te ayudo?- él asintió, sin mirarme, y de pronto subió su playera, la que le había prestado para que durmiera, pues no había más jabón para lavar la ropa y Bill no tenía más pijamas. Le llegaba un poco más arriba de las rodillas y le cubría casi todos los brazos. -¿en el estómago?, papá me dijo que era en tu cuello.
- Es igual…-asentí y lo coloqué en su pequeño estómago.
- Ya está.- asintió.
- Gracias… buenas noches…
- Buenas noches.
Tenía los ojos húmedos de desesperación y rabia. No podía mantenerlo más aquí, no podía aguantar otra de esas crisis; él tenía que irse de aquí. Vamos, es que ni siquiera tengo el dinero para comprar sus medicamentos, no tengo dinero ni siquiera para comer cuatro veces a la semana. Bill podía morir si seguía viviendo conmigo, y no solo por la comida o medicamentos, sino también por Maurice. No quería que la familia supiera en lo que estoy metido ahora, no quiero mucho menos que Bill lo sepa, me pondría loco si alguien se entera; pero tarde o temprano lo haría, porque ya se había cruzado con ese Maurice y las dudas le corrieron al tiro.
Mire a mi hermano, que dormía en silencio, con la cara hacia mi lado, en donde podía mirarle. Mordí mis labios, ¿qué voy a hacer con nuestras vidas?
Ahora pensaba que odiarlo más de lo que ya lo hacía sería bueno para ambos, porque tan solo así, no le harían daño a nadie de la familia por mi culpa. Los dos separados estamos mucho mejor.

By Bill
- ¿Iremos a Hamburgo entonces?- pregunté con una gran sonrisa esbozada en mis labios. Él sonrió con algo de pesadez.
- Iremos.
Hamburgo, 7:23 por la mañana. La nieve cae con delicadeza sobre mi cara; estamos frente a casa, esperando a que alguien abra la puerta. De pronto salió una mujer; parecía de la misma edad que mamá, pero tenía la mirad apagada y nos miraba con nervio.
- ¿A quién buscan?- mordí mis labios, intentando hablar.
- A Simone Trümper.- dijo Tom. La mujer asintió y miró a sus espaldas.
- ¿De parte de quién?
- Somos sus hijos.- abrió los labios con sorpresa y asintió.
- Pasen, pasen, lo siento mucho.- entramos a la casa. Ya no tenía el brillo que solía tener antes, ahora estaba toda empolvada. La fogata estaba prendida y adornada con figuras navideñas, y esas botas de tela que nos cosió la abuela con nuestros nombres estaban colgadas una junto a la otra. –Le llamaré a que baje.- asentimos y nos sentamos en un sofá.
- ¿Quién es ella?- preguntó Tom en un susurro.
- No lo sé, nunca la había visto antes.- Después de eso solo nos quedamos en silencio. Papá y mamá bajaban por las escaleras; ambos se veían tan delgados y comidos por el cansancio. Se miraban más viejos de lo que eran. Pero la sonrisa de mamá deslumbró en el lugar mientras ambos se acercaban a nosotros.
- Mis niños, como los extrañé.- dio un beso en nuestras frentes. Papá sonrió pero no dijo una sola palabra. -¿cómo les ha ido por allá?- Pensaba decirle todo y rogarle que me dejara quedarme aquí, pero no lo hice, porque ellos se veían tan mal.
- Nos ha ido bien, pero al parecer a ustedes no, ¿qué pasó aquí?- dijo Tom.
- Todo ha mejorado- dijo papá. -, pero seguimos bajo esa amenaza.
- Su padre está hablando con oficiales, pero ninguno ha tenido una prueba de que sean reales todas esas llamadas.- dijo mamá.
Fue silencio y nostalgia. No me creía que esta casa tan linda se estuviera echando a perder con el polvo y la tristeza. Papá y mamá no eran los mismos, se veían tan decaídos y tristes. Papá me miró y ladeo la cabeza.
- No te has lastimado más, ¿verdad, Bill?- tragué saliva con pesadez.
- ¿Por qué no me dijiste que mataron a Bruno?- me miró con sorpresa. –mandaron la fotografía a tu móvil.- papá cerró los ojos y se echó en un suspiro de melancolía. - ¿Papá?...no lo dije para… lo siento…
- No quería que te hicieras más daño.
- Pasaremos la navidad los cuatro juntos, nada será mejor. Invitaremos a la familia a pasarlo aquí, como en los viejos tiempos, ¿recuerdan?- dijo mamá.
- sí…- dijo papá.
- Papá, me gustaría hablar contigo.- dijo Tom. Papá lo miró. -¿podemos?
- Claro que sí.- los dos se levantaron del sofá y caminaron.
- Te ves tan delgado y enfermo, ¿enserio lo estas pasando bien con Tom?- me preguntó mamá.
- Sí… pero quiero estar aquí, mamá…
- ¿Por (tu nombre)?- fruncí el entrecejo y negué.
- (Tu nombre) no tiene nada que ver, mamá.
- Ah- suspiró. –ella está enamorada de ti, o al menos eso creo, siempre viene a casa con Georg.
- ¿Vienen?- asintió. -¿Para qué?
- Pues la verdad no lo sé, a veces vienen a dejarte trabajos de la facultad. Ellos piensan que volverás ahí. Pero (tu nombre) siempre pregunta por ti, y una vez mencionó algo sobre un familiar suyo.- sonreí.
-  Necesito mirarlos, allá no conozco a nadie.
- ¿Estás solito?- asentí. – ¿cuánto tiempo se quedarán aquí?
- Cuatro días.
- Todo puede cambiar en cuatro días.- sonreí.
- ¿Ustedes están bien?
- Tú papá se dio por vencido, dice que si llegan a matarle no le importará.- bajó la mirada.
- No pasará nada, mamá.
- Eso espero. No ha conseguido trabajo desde entonces, más que en una fábrica de autos.
- ¿Tú no has perdido el tuyo?- negó.
- Ayudo a tu padre con el dinero gracias a mi trabajo.
- Me alegra.- asintió.


- La casa parece ser gris. Prefiero la casa de antes.- ella me miró, asintiendo.
- Tus padres se ven tristes, pero no te preocupes, Bill, todo va a arreglarse.
- Esos estúpidos le están arruinando la vida a mis padres. Y a mí.
- ¿Y Frankfurt?
- Lo odio. Tom me odia demasiado.
- No lo creo, al final el va a ser el mismo.
- Eso espero. Por ahora no quiero pensar en nada de eso.- sonrió. –Mejor dime algo, ¿todo se arregló con tu primo?- me miró a los ojos, seria.
- Se ha mudado lejos.- sonrió. –Creo que todo se arregló.
- No sabes cuan feliz me pone eso, de verdad.
- Me alegra verte otra vez, Bill.- dijo sin quitar la sonrisa. Y después yo lo hice también.
- A mi también, hay muchas cosas que debo contarte.
- Yo también a ti.- se carcajeó. –Empieza tú.
- Bueno, me llevó algo menos de un año darme cuenta de que me atrae una persona.- sonreí, mirándole a los ojos, esperando una sonrisa, pero no la hubo.
- ¿Enserio?, a mí también.- mi sonrisa se borró al tiro. -¿Quién te gusta a ti?
- ah... eh... me gusta...oh, vamos olvídalo ¿quieres?- bajé la mirada, avergonzado.


2 comentarios:

  1. OOWN! Ame el capitulo...Ayy! que Bill le diga a (Tu nombre) Que le gusta.. siiiiiiiiiiii... Me encanta!
    Quiera que ya sean novios! haha...
    Cuídate muchísimo mi gran artista ;-) hehe... MIL BESOS! :*

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  2. awwwwwwwwwwww! Tomy se preocupo! ToT
    pense que se moria Bill :'(
    pero ya paso, vamos Bill dile a tn, que la quieres, la amas, etc. . . .
    Amoooooooooooooo! Tu fic si que si, amooooooooo! Como escribes :)
    cuidate y un abrazotte enorme :3

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