By Tom
Fueron cuatro días enteros sin
comer y hasta la puta agua nos habían quitado, ni siquiera sabía cómo era que
habíamos sobrevivido sin una miga de comida y una gota de agua. Me habían
pagado algo de dinero con el que pude comprar algo para alimentarnos y algo de
papel higiénico.
- ¡Bill, ven!- me senté en el
suelo junto a la puerta y después miré los pies de Bill por las escaleras. Me
miró con confusión. –He traído comida.- Sus ojos se iluminaron y una enorme
sonrisa salió por sus labios. Se apresuro a correr a mi lado y se sentó en el
piso.
- ¿Qué has traído, Tom?
- Semmel y Nudel.- sonreí. – Y
Bill…he traído una soda para ambos…tendremos que compartirla ¿sí?... lo siento,
no conseguí más dinero….
- No te preocupes por eso, Tom.
Comenzamos a comer con
desesperación. Yo era de esas personas que siempre valoraba la comida desde que
llegué a Frankfurt, puesto que nunca he tenido la oportunidad de alimentarme
debidamente; pero definitivamente ahora la disfrutaba más. Bill se sacó la
botella de soda de sus labios y después yo se la saqué para metérmela también.
Podía ser guarro, pero teníamos dos puntos a nuestro favor: 1.- Moríamos de sed
2.- Somos hermanos gemelos.
- Tom… humm…- dijo mientras
saboreaba, aun con la comida en la boca.
- Hmm.- contesté mientras
tragaba.
- He estado pensando que…- se
lamió las comisuras de los labios y se apartó el cabello de la cara. –Podría
entrar a trabajar yo también…- dio un mordisco a su segundo semmel.
- No, Bill, ya te dije que no.
- ¿Por qué no?
- Porque no quiero que ese
Maurice te haga daño.- tomé un trago de soda.
- Pero si tu trabajas solo,
nunca podremos salir adelante.- me sacó la botella de soda y se la metió a la
boca; después la puso en el suelo y me miró, mientras limpiaba sus labios con
sus nudillos. –No es por ofenderte, pero ahí solo te dan cinco euros por dos semanas.
- Si no hay alguien que cuide
la casa, podrán quitárnosla. Prefiero que te quedes.
- Puedo trabajar mientras tú te
quedas en casa.
- Me quedo solo para comer y
dormir, no dejaré que vayas a trabajar a la hora de dormir.
- Vamos, Tom.- dijo dándole el
último mordisco a su semmel.
- No, y ya lo he dicho.- me
lamí el índice y tomé la botella de soda, le di un pequeño trago y después se
la pasé a Bill para que la terminara. Él sonrió y la tomó por completo.
- Gracias, Tom…- asentí.
…
- No puedo, Bill, enserio que
no.- me tomó el brazo con fuerza y me miró a los ojos.
- Por favor.
- No quiero causar lástimas.
- Bien…
No sabía si lo hacía adrede o
no, pero su mirada me hizo cambiar de opinión radicalmente. Tal vez fueron sus
suspiros y su cabeza baja. Sea lo que sea, me hizo cambiar de opinión.
- Esta bien, vamos.- él me miró
con sorpresa y después sonrió.
- Por favor Bonny, sabes como
es mi hermano.- Ella asintió y al tiro nos dejó entrar a su casa. No podía
tragarme toda la vergüenza que sentía, ni siquiera podía ocultar mi piel
colorada. Subimos a su habitación y ella tendió su mano.
- Ustedes dúchense mientras yo
lavo su ropa.- Bill abrió los labios y negó, frunciendo el entrecejo. –Vamos,
no me digan que nunca se han mirado desnudos el uno al otro. Ya que si no, no
se secará. Y por favor, no sé, dúchense juntos, o no sé, antes de que mis
padres lleguen, que si saben que tengo a dos hombres desnudos en mi recámara me
matarán.- No nos quedó de otra, más que
entrar al baño y deshacernos de nuestra ropa y pasársela a Bonny. Ella se fue.
- No me mires, Tom, por favor.-
dijo mientras abría las llaves y el agua caía.
- La vergüenza que sientes
cuando te miro no es la décima parte de lo que estás haciendo sentir.
- Vamos, Tom…
- No lo haré, no es como que
tengo muchas ganas de mirarte desnudo.
- Promételo.
- Sí, sí.- se puso de espaldas
a mí. Sin me que mirara, puse mis ojos en su pequeña y delgada espalda, en su
trasero y en sus piernas. Sonreí. Él entró en la bañera. –Eh, Bill, que yo
también debo entrar.- se escuchó un gemido dentro, uno de coraje. Entré ahí,
haciendo que Bill diera un salto y se cubriera su hombría con las manos.
- Mierda, Tom, avisa.- cerro
sus ojos. –Cúbrete ahí…
- No hay compromiso contigo,
además, no entiendo porque te la cubres tú. Sera que la tienes algo pequeña.-
me carcajeé.
- No es gracioso, Tom.- bufó.
–Bueno tú te duchas primero y después yo.- negué.
- Dúchate tú primero.
- Entonces vírate.- alcé los
hombros y me di la vuelta. -¡Mierda, Tom, que te estoy mirando todo!
- ¿Prefieres mi trasero o mi…?
- ¡Guarda silencio, ya he cerrado
los ojos!- interrumpió. Yo me carcajeé. El lugar comenzó a desprender un olor a
jabón para el cabello.
Llegamos a casa de nuevo,
estamos sentados en el colchón, en silencio.
Se escuchan algunas cigarras chirriando y el aire que guía a la nieve
chocando en ella. Siento que Bill temblequea y escucho sus dientes castañear;
pone sus brazos sobre sus muslos, pero yo le tomo uno y lo pongo sobre los míos
y comenzó a toquetear con las yemas de mis dedos sus cicatrices.
- mhh…- gimió y de pronto su
brazo se tensó. Lo miré, que me miraba con seriedad. –Me da vergüenza…
- ¿Vergüenza?- asintió.
- ¿Cuándo empezaste a hacerlo?-
pregunté. Él bajó la mirada y negó.
- No quiero hablar de eso…-
tragó saliva con pesadez.
- Bien.- suspiré. –Creo que es
mejor que nos recostemos ahora.- asintió.
Nos cubrimos con las cortinas;
Bill me dio la espalda aun temblando. Yo me quedé en silencio, observando la
oscuridad, escuchando mis respiraciones tercas y débiles. Últimamente me
llegaba la nostalgia por las noches, al darme cuenta que nada iba mejorando.
- ¿Tom?- se escuchó su voz
débil después de unos minutos. -¿Estás dormido?- No contesté y no era que
pensaba hacerlo, era solo que no podía, porque el nudo en mi garganta me tenía
malo y si hablaba podría saber que estaba a punto de sollozar. –humm, comencé a
hacerlo… cuando me dijiste que me odiabas…
Abrí los ojos de un bote, se me
pusieron los vellos de punta y el pecho me subía y bajaba de una forma extraña.
Me lamí los labios y después me los mordí. De pronto el aire me faltaba y la
capacidad que tenía para que me chupara un huevo cada estupidez que mi hermano
decía, se esfumó de mí como un suspiro.
By Bill
Caminamos en busca de un
trabajo para Tom, la realidad es que hasta ahora no hemos tenido nada de
suerte, nadie le quiere por su apariencia, y parece que él ya pierde toda
esperanza.
- Te dije que yo podría trabajar
también, ¿por qué no me dejas buscar uno?
- ¿Y de qué trabajaras, Bill?,
¿De prostituta?, con esa imagen nadie te contratará para nada.- Mi corazón se
exaltó un poco, pues hacían días que no me decía una cosas así, pero seguí
caminando a su lado, en silencio, sin responderle una sola palabra.
Nos detuvimos frente a un local
de abarrotes, con un letrero con letras hechas a mano >>Se busca
ayudante<<. Tom se detuvo al tiro, y se lo pensó por un muy largo
momento, pero después me miró, poniendo su meñique en sus labios.
- Espera aquí, ¿sí?- asentí. Él
se acomodó las rastas y se desarrugó la playera, dio un suspiró y entró. Yo me
recargué en la pared, mirando el cielo gris y la nieve en el suelo. Me saqué el
móvil de mi bolsillo trasero. Tenía un mensaje nuevo, uno que no había leído
hace unos días. Entonces lo abrí y leí. Era de (tu nombre), quien me deseaba un
viaje seguro de vuelta a Frankfurt, y terminó con un >>Te quiero<<.
No solía ser muy romántico,
pero debo aceptar que esto me sacó una gran sonrisa en los labios. Me puse a
escribirle para contestar su mensaje y explicarle porqué era que no lo había
mirado, pero escuché mi móvil caer al suelo y una mano rasposa en mis labios.
Me puse a temblar de miedo al tiro. >>No me puede pasar otra vez<<
pensé, en cuanto me obligaban a entrar a un auto gris. Dos hombres me apuntaban
ambos lados de mi cabeza con armas, y en el asiento piloto estaba un hombre,
que se digno a mirarme. Maurice…
- ¿Les gustó las sorpresa que
les dejé en su casa?- estaba paralizado, ni siquiera podía razonar bien lo que
estaba pasando. -¡Contesta!- tragué saliva con pesadez.
- No…
- ¿Y qué no les ha quedado
claro?
- ¿Q-qué?
- ¡El maldito mensaje en el baño,
junto a su estúpido animal!
- ¿Cu-cuál?- de sus bolsillos
sacó otra arma, la cargó y después la pegó a mis labios. Mis lágrimas ya no podían
detenerse más.
- No me hagas esto más fácil de
lo que ya es. Contéstame, si no quieres acabar enterrado.
- N-no se…de qué hablas…- Puso
su índice en el gatillo. - ¡No me mates, por favor!-
grité y me revolví, pero los dos hombres a mi lado me detuvieron con fuerza.
- ¡No intentes irte, porque te
mato!- me quedé quieto y sumiso, llorando con miedo. -¿Qué tu hermanito no te
mostró el mensaje?- negué, cerrando los ojos. –Entonces pregúntale acerca de
eso, y de ti depende si los vuelvo a ver, ¡tú pagarás las consecuencias, ¿de
acuerdo?!- asentí. -¡Mírame y dime que lo entendiste!- el corazón iba a salírseme
por la boca, no podía hablar y ni siquiera podía respirar adecuadamente.
-¡MIRAME Y DILO, MALDITA SEA!- abrí los ojos y le miré.
- Lo entendí… sí lo entendí…-
él asintió y miró a los dos hombres, haciéndole una seña.
- Llévenselo de aquí, pero
denle su primera advertencia.- los miré a ambos con miedo, mientras Maurice se
guardaba el arma. –Sean duros, así no se quedará con ganas de una segunda.- y
se sentó debidamente en el asiento.
Me sacaron por las axilas del
auto. Yo pataleé con fuerza pero no era más que una milésima de la suya. Me
tiraron unos metros del auto y comenzaron a golpearme; era todo tan rápido que
no pude mover ni un solo músculo para defenderme, y cuando dieron un pisotón en
mi cara y sentí mi nariz crujir, fue que pararon y se largaron haciendo sonar
el claxon un par de veces. Mi cuerpo bombeaba con dolor y mi vista se nubló,
pero me levanté y camine torpemente de vuelta al local; lloré con fuerza, aun
no me pasaba el miedo, y mucho menos sabiendo que mi nariz sangraba a
borbotones y quizá estaba rota. Me coloqué la mano cubriendo mi nariz y mis
labios.
- Que hijos de puta. Mejor
buscamos en otro lado, Bill, vamos.- sacó un grito ahogado. -¿te pasa algo?- Me
quité la mano de la cara manchando mi playera. -¿Qué te pasó, Bill?- Me agaché
para tomar mi móvil y después solo me abalancé sobre él y le abracé.
- Tom…- sollocé, él puso una
mano sobre mi espalda, tatrando de alejarme de él.
- Estás sangrando, Bill, ¿qué
pasó? Tienes que decirme, mierda, ¡¿qué paso?!- Pero en los brazos de mi
hermano podía sollozar como nunca podía, no podía ni hablar, me estaba muriendo
de dolor y el temblequeo no me dejaba mantenerme de pie.
Me llevó con lentitud hacia
unas bancas junto a un jardín, nos sentamos y ahí él me miró con seriedad. Me
tomé la nariz y sorbí toda la sangre que tenía, gimiendo con dolor y tratando
de respirar debidamente.
- Por favor, cálmate un poco y
dime qué fue lo que te pasó.- Me acarició la rodilla y después me tomó los
hombros. –Ven recuéstate aquí.- Me ayudó a recostarme en sus muslos. –Así no
perderás más sangre.- asentí. Me saqué las lágrimas y suspiré.
- Me apuntaron con…tres armas
en la cabeza y la boca…- dije intentando no volver a llorar. –Era Maurice y dos hombres…
y me dijeron que habían dejado una nota en el baño, junto a Scotty…humm, Tom,
me duele… ¡me duele!
- Déjame te ayudo.- me tomó la
nariz y la apretó un poco.
…
Desperté en el colchón solo, el
sol se estaba ocultando, pero algunas voces se escucharon en la planta baja. Intenté
sentarme, pero el dolor era más fuerte que hace unas horas, así que lo hice de
golpe, casi soltando un grito. Bajé las escaleras con delicadeza, pero mi
espalda me jodió, y me quedé sobándome.
- Es que no tienes ni una gota
de agua, Tom, ¿cómo piensas que van a vivir así?
- No lo sé, Dennis, es por eso
que estoy tratando de conseguir otro trabajo.
- ¿Por qué no dejas que tu hermano te ayude con el trabajo?
- No, ni hablar, Bill no puede
hacerlo.
- ¿Por qué no?, deberías dejar
de ser tan sobre protector.
- Si lo protejo es por una
razón, ¿no viste lo que acaban de hacerle?
- ¡Pero y eso qué, no le
volverá a pasar!
- Fue por lo del puto mensaje,
Dennis, ¡mi hermano puede morir!
- ¿Cuál mensaje?
- Uno que dejó ese lame pollas
de Maurice.
- ¿Lo dejarás solo todos los
días?
- Le dije que regresara a
Hamburgo, ¡pero solo no quiere escucharme!, vamos a morir aquí los dos, si no
es por hambre o sed, será por frío, y si no es por eso será porque Maurice se
las cobrará con los dos, no solo conmigo, ¡también con Bill!
- No les va a pasar nada, solo
esta metiéndote cizaña.
- Lastimó a nuestro perro y
golpeó a mi hermano. Si ha hecho eso, terminará matándonos a los dos. Tengo que
hacer que Bill regrese a Hamburgo.
Me quedé confundido, asustado.
Negué para la situación y me regresé a la cama, pensativo; Tom se estaba
llevando el peso de todo, no podía dejarlo así. Pero algo me quedaba claro: no
me iría de Frankfurt hasta que todo acabara.
Diossss santtoooo! Maldito hijo de su. . .
ResponderEliminarQue haran ahora!
Hay Tom se siente culpable si que si
me encanta amo tu fic, amo como escribes!
Cuidate y un abrazo :)
Ayy! POR DIOS! Ahora que van a hacer?, pobrecitos ojala ese maldito de Maurice no les haga nada! T__T
ResponderEliminarMe encanto el capitulo, espero leer el siguiente pronto... Deseo que los días transcurran rápido, porque me encanta leer cada capitulo!
Un gran abrazo :D y Cuídate muchísimo!