lunes, 17 de septiembre de 2012

Capítulo 12


By Tom
Fueron cuatro días enteros sin comer y hasta la puta agua nos habían quitado, ni siquiera sabía cómo era que habíamos sobrevivido sin una miga de comida y una gota de agua. Me habían pagado algo de dinero con el que pude comprar algo para alimentarnos y algo de papel higiénico.
- ¡Bill, ven!- me senté en el suelo junto a la puerta y después miré los pies de Bill por las escaleras. Me miró con confusión. –He traído comida.- Sus ojos se iluminaron y una enorme sonrisa salió por sus labios. Se apresuro a correr a mi lado y se sentó en el piso.
- ¿Qué has traído, Tom?
- Semmel y Nudel.- sonreí. – Y Bill…he traído una soda para ambos…tendremos que compartirla ¿sí?... lo siento, no conseguí más dinero….
- No te preocupes por eso, Tom.
Comenzamos a comer con desesperación. Yo era de esas personas que siempre valoraba la comida desde que llegué a Frankfurt, puesto que nunca he tenido la oportunidad de alimentarme debidamente; pero definitivamente ahora la disfrutaba más. Bill se sacó la botella de soda de sus labios y después yo se la saqué para metérmela también. Podía ser guarro, pero teníamos dos puntos a nuestro favor: 1.- Moríamos de sed 2.- Somos hermanos gemelos.
- Tom… humm…- dijo mientras saboreaba, aun con la comida en la boca.
- Hmm.- contesté mientras tragaba.
- He estado pensando que…- se lamió las comisuras de los labios y se apartó el cabello de la cara. –Podría entrar a trabajar yo también…- dio un mordisco a su segundo semmel.
- No, Bill, ya te dije que no.
- ¿Por qué no?
- Porque no quiero que ese Maurice te haga daño.- tomé un trago de soda.
- Pero si tu trabajas solo, nunca podremos salir adelante.- me sacó la botella de soda y se la metió a la boca; después la puso en el suelo y me miró, mientras limpiaba sus labios con sus nudillos. –No es por ofenderte, pero ahí solo te dan cinco euros por dos semanas.
- Si no hay alguien que cuide la casa, podrán quitárnosla. Prefiero que te quedes.
- Puedo trabajar mientras tú te quedas en casa.
- Me quedo solo para comer y dormir, no dejaré que vayas a trabajar a la hora de dormir.
- Vamos, Tom.- dijo dándole el último mordisco a su semmel.
- No, y ya lo he dicho.- me lamí el índice y tomé la botella de soda, le di un pequeño trago y después se la pasé a Bill para que la terminara. Él sonrió y la tomó por completo.
- Gracias, Tom…- asentí.
- No puedo, Bill, enserio que no.- me tomó el brazo con fuerza y me miró a los ojos.
- Por favor.
- No quiero causar lástimas.
- Bien…
No sabía si lo hacía adrede o no, pero su mirada me hizo cambiar de opinión radicalmente. Tal vez fueron sus suspiros y su cabeza baja. Sea lo que sea, me hizo cambiar de opinión.
- Esta bien, vamos.- él me miró con sorpresa y después sonrió.



- Por favor Bonny, sabes como es mi hermano.- Ella asintió y al tiro nos dejó entrar a su casa. No podía tragarme toda la vergüenza que sentía, ni siquiera podía ocultar mi piel colorada. Subimos a su habitación y ella tendió su mano.
- Ustedes dúchense mientras yo lavo su ropa.- Bill abrió los labios y negó, frunciendo el entrecejo. –Vamos, no me digan que nunca se han mirado desnudos el uno al otro. Ya que si no, no se secará. Y por favor, no sé, dúchense juntos, o no sé, antes de que mis padres lleguen, que si saben que tengo a dos hombres desnudos en mi recámara me matarán.-  No nos quedó de otra, más que entrar al baño y deshacernos de nuestra ropa y pasársela a Bonny. Ella se fue.
- No me mires, Tom, por favor.- dijo mientras abría las llaves y el agua caía.
- La vergüenza que sientes cuando te miro no es la décima parte de lo que estás haciendo sentir.
- Vamos, Tom…
- No lo haré, no es como que tengo muchas ganas de mirarte desnudo.
- Promételo.
- Sí, sí.- se puso de espaldas a mí. Sin me que mirara, puse mis ojos en su pequeña y delgada espalda, en su trasero y en sus piernas. Sonreí. Él entró en la bañera. –Eh, Bill, que yo también debo entrar.- se escuchó un gemido dentro, uno de coraje. Entré ahí, haciendo que Bill diera un salto y se cubriera su hombría con las manos.
- Mierda, Tom, avisa.- cerro sus ojos. –Cúbrete ahí…
- No hay compromiso contigo, además, no entiendo porque te la cubres tú. Sera que la tienes algo pequeña.- me carcajeé.
- No es gracioso, Tom.- bufó. –Bueno tú te duchas primero y después yo.- negué.
- Dúchate tú primero.
- Entonces vírate.- alcé los hombros y me di la vuelta. -¡Mierda, Tom, que te estoy mirando todo!
- ¿Prefieres mi trasero o mi…?
- ¡Guarda silencio, ya he cerrado los ojos!- interrumpió. Yo me carcajeé. El lugar comenzó a desprender un olor a jabón para el cabello.





Llegamos a casa de nuevo, estamos sentados en el colchón, en silencio.  Se escuchan algunas cigarras chirriando y el aire que guía a la nieve chocando en ella. Siento que Bill temblequea y escucho sus dientes castañear; pone sus brazos sobre sus muslos, pero yo le tomo uno y lo pongo sobre los míos y comenzó a toquetear con las yemas de mis dedos sus cicatrices.
- mhh…- gimió y de pronto su brazo se tensó. Lo miré, que me miraba con seriedad. –Me da vergüenza…
- ¿Vergüenza?- asintió.
- ¿Cuándo empezaste a hacerlo?- pregunté. Él bajó la mirada y negó.
- No quiero hablar de eso…- tragó saliva con  pesadez.
- Bien.- suspiré. –Creo que es mejor que nos recostemos ahora.- asintió.
Nos cubrimos con las cortinas; Bill me dio la espalda aun temblando. Yo me quedé en silencio, observando la oscuridad, escuchando mis respiraciones tercas y débiles. Últimamente me llegaba la nostalgia por las noches, al darme cuenta que nada iba mejorando.
- ¿Tom?- se escuchó su voz débil después de unos minutos. -¿Estás dormido?- No contesté y no era que pensaba hacerlo, era solo que no podía, porque el nudo en mi garganta me tenía malo y si hablaba podría saber que estaba a punto de sollozar. –humm, comencé a hacerlo… cuando me dijiste que me odiabas…
Abrí los ojos de un bote, se me pusieron los vellos de punta y el pecho me subía y bajaba de una forma extraña. Me lamí los labios y después me los mordí. De pronto el aire me faltaba y la capacidad que tenía para que me chupara un huevo cada estupidez que mi hermano decía, se esfumó de mí como un suspiro.
By Bill

Caminamos en busca de un trabajo para Tom, la realidad es que hasta ahora no hemos tenido nada de suerte, nadie le quiere por su apariencia, y parece que él ya pierde toda esperanza.
- Te dije que yo podría trabajar también, ¿por qué no me dejas buscar uno?
- ¿Y de qué trabajaras, Bill?, ¿De prostituta?, con esa imagen nadie te contratará para nada.- Mi corazón se exaltó un poco, pues hacían días que no me decía una cosas así, pero seguí caminando a su lado, en silencio, sin responderle una sola palabra.
Nos detuvimos frente a un local de abarrotes, con un letrero con letras hechas a mano >>Se busca ayudante<<. Tom se detuvo al tiro, y se lo pensó por un muy largo momento, pero después me miró, poniendo su meñique en sus labios.
- Espera aquí, ¿sí?- asentí. Él se acomodó las rastas y se desarrugó la playera, dio un suspiró y entró. Yo me recargué en la pared, mirando el cielo gris y la nieve en el suelo. Me saqué el móvil de mi bolsillo trasero. Tenía un mensaje nuevo, uno que no había leído hace unos días. Entonces lo abrí y leí. Era de (tu nombre), quien me deseaba un viaje seguro de vuelta a Frankfurt, y terminó con un >>Te quiero<<.
No solía ser muy romántico, pero debo aceptar que esto me sacó una gran sonrisa en los labios. Me puse a escribirle para contestar su mensaje y explicarle porqué era que no lo había mirado, pero escuché mi móvil caer al suelo y una mano rasposa en mis labios. Me puse a temblar de miedo al tiro. >>No me puede pasar otra vez<< pensé, en cuanto me obligaban a entrar a un auto gris. Dos hombres me apuntaban ambos lados de mi cabeza con armas, y en el asiento piloto estaba un hombre, que se digno a mirarme. Maurice…
- ¿Les gustó las sorpresa que les dejé en su casa?- estaba paralizado, ni siquiera podía razonar bien lo que estaba pasando. -¡Contesta!- tragué saliva con pesadez.
- No…
- ¿Y qué no les ha quedado claro?
- ¿Q-qué?
- ¡El maldito mensaje en el baño, junto a su estúpido animal!
- ¿Cu-cuál?- de sus bolsillos sacó otra arma, la cargó y después la pegó a mis labios. Mis lágrimas ya no podían detenerse más.
- No me hagas esto más fácil de lo que ya es. Contéstame, si no quieres acabar enterrado.
- N-no se…de qué hablas…- Puso su índice en el gatillo. - ¡No me mates, por favor!- grité y me revolví, pero los dos hombres a mi lado me detuvieron con fuerza.
- ¡No intentes irte, porque te mato!- me quedé quieto y sumiso, llorando con miedo. -¿Qué tu hermanito no te mostró el mensaje?- negué, cerrando los ojos. –Entonces pregúntale acerca de eso, y de ti depende si los vuelvo a ver, ¡tú pagarás las consecuencias, ¿de acuerdo?!- asentí. -¡Mírame y dime que lo entendiste!- el corazón iba a salírseme por la boca, no podía hablar y ni siquiera podía respirar adecuadamente. -¡MIRAME Y DILO, MALDITA SEA!- abrí los ojos y le miré.
- Lo entendí… sí lo entendí…- él asintió y miró a los dos hombres, haciéndole una seña.
- Llévenselo de aquí, pero denle su primera advertencia.- los miré a ambos con miedo, mientras Maurice se guardaba el arma. –Sean duros, así no se quedará con ganas de una segunda.- y se sentó debidamente en el asiento.
Me sacaron por las axilas del auto. Yo pataleé con fuerza pero no era más que una milésima de la suya. Me tiraron unos metros del auto y comenzaron a golpearme; era todo tan rápido que no pude mover ni un solo músculo para defenderme, y cuando dieron un pisotón en mi cara y sentí mi nariz crujir, fue que pararon y se largaron haciendo sonar el claxon un par de veces. Mi cuerpo bombeaba con dolor y mi vista se nubló, pero me levanté y camine torpemente de vuelta al local; lloré con fuerza, aun no me pasaba el miedo, y mucho menos sabiendo que mi nariz sangraba a borbotones y quizá estaba rota. Me coloqué la mano cubriendo mi nariz y mis labios.
- Que hijos de puta. Mejor buscamos en otro lado, Bill, vamos.- sacó un grito ahogado. -¿te pasa algo?- Me quité la mano de la cara manchando mi playera. -¿Qué te pasó, Bill?- Me agaché para tomar mi móvil y después solo me abalancé sobre él y le abracé.
- Tom…- sollocé, él puso una mano sobre mi espalda, tatrando de alejarme de él.
- Estás sangrando, Bill, ¿qué pasó? Tienes que decirme, mierda, ¡¿qué paso?!- Pero en los brazos de mi hermano podía sollozar como nunca podía, no podía ni hablar, me estaba muriendo de dolor y el temblequeo no me dejaba mantenerme de pie.
Me llevó con lentitud hacia unas bancas junto a un jardín, nos sentamos y ahí él me miró con seriedad. Me tomé la nariz y sorbí toda la sangre que tenía, gimiendo con dolor y tratando de respirar debidamente.
- Por favor, cálmate un poco y dime qué fue lo que te pasó.- Me acarició la rodilla y después me tomó los hombros. –Ven recuéstate aquí.- Me ayudó a recostarme en sus muslos. –Así no perderás más sangre.- asentí. Me saqué las lágrimas y suspiré.
- Me apuntaron con…tres armas en la cabeza y la boca…- dije intentando no volver a llorar. –Era Maurice y dos hombres… y me dijeron que habían dejado una nota en el baño, junto a Scotty…humm, Tom, me duele… ¡me duele!
- Déjame te ayudo.- me tomó la nariz y la apretó un poco.
Desperté en el colchón solo, el sol se estaba ocultando, pero algunas voces se escucharon en la planta baja. Intenté sentarme, pero el dolor era más fuerte que hace unas horas, así que lo hice de golpe, casi soltando un grito. Bajé las escaleras con delicadeza, pero mi espalda me jodió, y me quedé sobándome.
- Es que no tienes ni una gota de agua, Tom, ¿cómo piensas que van a vivir así?
- No lo sé, Dennis, es por eso que estoy tratando de conseguir otro trabajo.
- ¿Por qué no dejas  que tu hermano te ayude con el trabajo?
- No, ni hablar, Bill no puede hacerlo.
- ¿Por qué no?, deberías dejar de ser tan sobre protector.
- Si lo protejo es por una razón, ¿no viste lo que acaban de hacerle?
- ¡Pero y eso qué, no le volverá a pasar!
- Fue por lo del puto mensaje, Dennis, ¡mi hermano puede morir!
- ¿Cuál mensaje?
- Uno que dejó ese lame pollas de Maurice.
- ¿Lo dejarás solo todos los días?
- Le dije que regresara a Hamburgo, ¡pero solo no quiere escucharme!, vamos a morir aquí los dos, si no es por hambre o sed, será por frío, y si no es por eso será porque Maurice se las cobrará con los dos, no solo conmigo, ¡también con Bill!
- No les va a pasar nada, solo esta metiéndote cizaña.
- Lastimó a nuestro perro y golpeó a mi hermano. Si ha hecho eso, terminará matándonos a los dos. Tengo que hacer que Bill regrese a Hamburgo.
Me quedé confundido, asustado. Negué para la situación y me regresé a la cama, pensativo; Tom se estaba llevando el peso de todo, no podía dejarlo así. Pero algo me quedaba claro: no me iría de Frankfurt hasta que todo acabara.


2 comentarios:

  1. Diossss santtoooo! Maldito hijo de su. . .
    Que haran ahora!
    Hay Tom se siente culpable si que si
    me encanta amo tu fic, amo como escribes!
    Cuidate y un abrazo :)

    ResponderEliminar
  2. Ayy! POR DIOS! Ahora que van a hacer?, pobrecitos ojala ese maldito de Maurice no les haga nada! T__T
    Me encanto el capitulo, espero leer el siguiente pronto... Deseo que los días transcurran rápido, porque me encanta leer cada capitulo!
    Un gran abrazo :D y Cuídate muchísimo!

    ResponderEliminar