sábado, 15 de septiembre de 2012

Capítulo 11


La lluvia mojaba el parabrisas levemente. A lo bajo se escuchaba algo de Anthony Hamilton en la radio. Me abracé el cuerpo con mis brazos y miré por la ventana; eran las 10:15 por la noche, y el cielo estaba completamente negro. Mis ojos se cerraban causa del sueño, pero de alguna forma no quería dormir, quería acompañar a Tom en el camino. Le miré, él iba tan serio, sin alguna expresión, tan solo la del sueño y cansancio. El viento soplaba tan fuerte que chillaba cuando chocaba en la ventana; debo aceptar que me tenía mal el clima, me causaba miedo.

Pero después de unas horas llegamos a la casa de Tom. Él se quitó el cinturón de seguridad y sacó las llaves; suspiró con cansancio y después abrió los seguros del auto. Salimos de ahí y caminamos a la cajuela para tomar nuestras maletas. Mis dientes comenzaron a castañear con fuerza al igual que los de Tom, mi cuerpo se tensaba por el frio, estaba congelándome hasta los órganos. Rápidamente caminamos a la puerta; Tom la abrió con rapidez y después los dos entramos, aunque de nada sirvió, pues el frío aun se sentía demasiado. Tom prendió la luz y al tiro dejó caer sus maletas al suelo.
- No puede ser…- sacó una nota que estaba pegada en la puerta, en la que decía que le habían embargado.
Estaba vacío, ningún mueble o adorno. No estaba el comedor, ni la sala, no había nada. En la cocina solo estaba una silla de plástico blanca. Y entonces, de pronto mi corazón se aceleró demasiado; corrí a la habitación de lavado y también estaba vacía, sin la lavadora o la secadora, y lo que es peor… tampoco estaba Scotty.
- Scotty… ¡Scotty!- Me aceleré. Subí las escaleras rápidamente y lo busqué en la recámara de Tom, en la cual solo estaban las cortinas de la ventana tiradas en el suelo; el baño estaba igual, solo faltaban las cosas de Tom, pero aun seguían las toallas colgadas. Caminé al vestidor;  no había nada más que una hoja de periódico vieja.

Mi perro no estaba.

Tomé mi frente y suspiré, las lágrimas estaban al borde de salirse de mis ojos, cuando Tom llegó a la habitación, con la mirada ida y los labios entreabiertos. Negó un par de veces y después me miró.
- ¿También se han llevado la ropa?- preguntó con la voz ronca y débil. Asentí, y de repente sentí una de mis lágrimas caer por mis mejillas.
- Tom… no está Scotty…- me miró a los ojos con preocupación y comenzó a morder sus uñas. Tragué saliva con pesadez, tratando de calmarme un poco, pero en el baño, los chillidos de un perro me taladraron los oídos.
Corrí al baño, y ahí estaba Tom, tratando de calmar a Scotty para poder quitar un mecate de su cuello. La bañera tenía gotas de su sangre y él respiraba con dificultad, chillando; Tom logró sacarle el mecate de su cuello y lo levantó en sus brazos, pero Scotty no paraba de llorar. Me mordí los nudillos, intentando no ver esa horrible imagen.
- Debemos llevarlo al veterinario.- me acerqué a Tom, tratando de sacarle al perro.
- Bill, no podemos…
- ¡¿Por qué no?! ¡Está muriendo!
- A esta hora no hay nadie que le cure, Bill. Encima no hay dinero.
- Se va a morir, Tom, ¡MORIRÁ!
- No morirá, solo hay que dejarle descansar hasta mañana.
Tom buscaba algo con lo que pudiéramos dormir, se miraba tan desesperado, que pude jurar que se echaría a llorar; pero nunca creí que sería tan fuerte con todo esto. Lo miré de pie, frente a mí, con las cortinas y la toalla en sus manos, y después, las dejó caer el suelo.
- Es lo único que tenemos…- se echó de rodillas al suelo y me pasó las cortinas, quedándose él con la toalla. –Usa las cortinas, supongo que pueden mantenerte más caliente.- me lo dijo con una voz, en la cual yo encontraba mucho más que dolor. Él no quería mostrarlo, pero en sus ojos podía ver cuánto le dolía lo que había pasado.
Se acostó en el suelo y se cobijó la parte superior de su cuerpo con la toalla; tenía la cara inexpresiva. Me coloqué en el cuerpo las cortinas y le miré.
- Podemos dormir ambos con esto.- negó, sin mirarme. –Puedes morir de frío, vamos.- volvió a negar y se dio la vuelta, dándome la espalda. Apagué las luces y me acosté al otro extremo de la habitación, junto a Scotty.

By Tom

Usé mi brazo como almohada e intenté dormir, pero es que simplemente me era difícil hacerlo sabiendo que me habían quitado todo, hasta la comida, para pagar todas las deudas que tenía con ese Maurice; encima el hijo de puta lastimó a nuestro perro. Sentía tanta impotencia, tanta desesperación. Mi corazón no paraba de saltar con fuerza. Pensaba en cómo podríamos sobrevivir por al menos dos días sin comer o beber algo; si Bill tiene otra crisis podría morir; si no pago los impuestos, nos echarían a la calle. Estoy acabado.
Me puse a llorar en el suelo, sintiéndome la persona más estúpida de todas. No podríamos sobrevivir una puta semana sin una miga de pan; tendría que entrar a trabajar toda la semana a todas horas. Papá y mamá no estaban en estado para prestarme dinero, y mucho menos les preocuparía más diciéndoles lo que me estaba pasando. No podría.

Desperté gracias a algunos sollozos agudos dentro de la habitación; me senté y me viré. Bill cortaba sus brazos. Jamás había visto una cosa así; como encajaba esa estúpida navaja en sus brazos y la rasgaba hasta que la sangre le saliera. Era claro que eso dolería hasta la mierda, pero él aun así lo hacía.
- ¿Qué mierda te pasa, Bill?- paró y me miró, ocultando sus brazos. Sollozaba con fuerza y me miraba con algo de odio.
- >> No morirá, solo hay que dejarle descansar hasta mañana<<- dijo entre dientes, con el ceño fruncido y los ojos derramando lágrimas. Torcí los labios.
- ¿Qué?...- saqué un grito ahogado, y mi corazón una vez más dio un fuerte vuelco.
- ¡Scotty está muerto por tu culpa!- se cubrió los ojos con las manos y se echó a llorar y sollozar.
- ¿En dónde está?- apuntó fuera de la recámara. Me levanté del suelo y salí; ahí estaba, echo bolita frente a las escaleras. Me acerqué a él con delicadeza y le acaricié el pelaje, el cual estaba helado; había algo de sangre en su hocico. Me cubrí los labios y negué. –Scotty…- su orejita dio un pequeño saltito y su pancita se movía con lentitud, perdía la respiración, estaba muriendo. -¡Bill, que no está muerto!
Lo miré salir de la habitación, serio. Me saqué la sudadera y lo envolví en ella; después lo cargué en mis brazos y bajé las escaleras con prisa.
- ¿A dónde vas?- dijo con la voz temblante.
- ¡Está muriendo, Bill!- bajó a mi lado y nos dirigimos al veterinario en mi auto.



El veterinario había inyectado vitaminas en su cuerpo; después salió para buscar algún medicamento. Bill acariciaba con sus uñas los mofletes de Scotty, sonriendo.
- Te vas a poner mejor, ¿sí?... no vamos a volver a dejarte solito nunca, te lo prometo.- Scotty comenzó a tener pequeñas convulsiones; Bill le acarició la cabeza, algo espantado. –Tranquilo… verás que el dolor cesara cuando estés de vuelta en casa…
El veterinario llegó de nuevo, abrió algunas pastillas y las echó en el hocico de Scotty. Se puso serio y negó; le abrió el hocico y miró que las pastillas aun seguían en su lengua; mordió sus labios y después nos miró.
- Hay dos opciones.- se quedó en silencio, acariciando el cuerpo de Scotty. –La primera es que pueden dejarlo aquí en tratamiento. Y la segunda es que pueden sacrificarlo.- tragué saliva pesado, y por el rabillo del ojo miré que Bill negaba.
- Y si lo dejamos… ¿cuántas posibilidades hay de que muera?
- el 75%- el labio inferior de Bill tembló.
Optamos por dejarle ahí, esperando que hiciera todo lo posible por salvarle. Después regresamos a casa; moríamos de hambre, lo único que encontramos fue un sobre con pasta. Lo arrojé al suelo con furia.
- No hay una puta miga de pan…- suspiré con fuerza.
- Tenemos que llamarle a papá, así nos da dinero…
- No, Bill… llamaremos a papá, pero lo haremos para que tú regreses a Hamburgo…- me miró serio, frunciendo el entrecejo.
- ¿Por qué?
- Porque al menos que estés ciego, ¡me han quitado hasta el papel higiénico!, no podremos estar de pie por una semana sin comer. Es mejor que te vayas.
- Tú no vas a quedarte aquí muriendo.
- Nunca me iré de aquí, ¿sí?
- Entonces yo tampoco.
- ¿Qué va a pensar papá de mí?, ¡estamos durmiendo en el suelo cobijados con toallas!... ni siquiera sé como pagaré la estancia de Scotty…
- Puedes pedirle a alguien de tus amigos que te deje vivir un tiempo en su casa.- reí.
- Vamos, Bill, ellos aun viven con sus padres…
- Les puedes contar lo que pasó.
- No le diré que me embargaron porque tenía una deuda…
- Moriremos de hambre o de frío…
- Yo moriré, tú te irás.- negó.
- No me voy a ir, Tom, ya lo he dicho.
- Si le hicieron daño a Scotty podrían hacerte daño a ti también, ¡no quiero que estés aquí!
- También podrían hacértelo a ti.
- ¡No lo entiendes. Ellos quieren joderme a mí! Te lastimarán porque saben que eres mi hermano.
- Puedes decirles que tú no me quieres, ¡eso es lo que siempre muestras!
- ¡NO QUIERO PERDER LO ÚNICO QUE ME QUEDA!, no quiero que me quiten todo lo que tengo…- mis lágrimas de furia salieron de mis ojos como dos ríos.
Nunca me vi en una situación así, donde lo único que tenía era a una persona, a mi hermano.

By Bill

Por la tarde subimos a la segunda planta; Tom abrió esa habitación, en donde guardaba todas las cajas. La habitación estaba intacta, con todas las cajas y el colchón ahí. Tom sonrió y se sentó en el colchón, seguido de mí. Nos quedamos en silencio. Yo observaba las cajas con detenimiento, y una vez más me encontré con esa.
- ¿De verdad vas a tirar esta caja?- la tomé en mis manos y se la pasé. Él la abrió y miró todo, sonriendo.
- Pienso hacerlo.- dijo sin dejar de sonreír. Sacó el álbum de fotografías y lo miró con los ojos brillantes.
- ¿Podemos mirarlo juntos?- asintió. Me arrastré por el colchón hasta llegar a su lado.
La primera fotografía eran Tom y mamá. Tom tomaba la fotografía, pues se miraba su brazo; sus mejillas estaban friccionando una con la otra. Tom hacía chinitos los ojos al sonreír con los labios completamente cerrados. En la segunda estaba Bixie, la primera perrita que tuvimos a los diez años; era negra y peluda, con un collar rosado; dormía bajo un árbol.
- Como la extraño…- musité. Tom solo asintió.
Después estábamos los dos, sentados en una banca de madera en un parque. Abrazaba Tom con uno de mis brazos y ambos sonreíamos ampliamente. Me llegaron los recuerdos de ese día rápidamente. Comencé a reír.
- ¿Qué?- preguntó.
- ¿Recuerdas a ese pato de plumas despeinadas?- La risa le llegó de pronto.
- El pato tuerto…- se tomó el estómago. –como olvidarlo… la abuela nos regañaba por darle nuestra comida.
- Sí- me carcajeé. –Cuando las palomas nos cagaron encima y mamá nos tuvo que lavar el cabello en el baño de la abuela.
Nos partíamos de risa, no podía creer que habíamos pasado momentos realmente lindos juntos.
El álbum acababa, y mi estómago dolía gracias a esos divertidos recuerdos. Y después la cambió. Tom estaba en la camilla del hospital, pálido y débil; yo estaba a su lado, apoyando mi cabeza en la suya, sonriendo ampliamente con los ojos levemente maquillados; Tom mostraba el libro que le había regalado, lo tenía abierto en la página donde le había firmado.
- Nunca olvidaré ese día, ¿sabes?, aun cuando lo recuerdo siento mi estómago revolverse. No puedo creer como mamá te dejó ahí formado por tanto tiempo.
- Mamá sabía que lo hacía para ti.- sonrió.
Cambió la hoja. Ahí estaba yo, en las vacaciones a Venice. Estaba en ese barquito al que habíamos subido con papá y mamá. Mi cabello era movido por el fuerte aire; mi mano estaba como un soporte en mi quijada; sonreía, pero no miraba a la lente. El mar se miraba precioso, y la vegetación detrás se miraba perfecta.
- ¿Por qué tomaste esa fotografía?
- ¿No lo recuerdas?- lo miré. – Te estaba jodiendo, te dije que te tomaría una fotografía, y tú solo sonreíste, creyendo que no lo haría.
- ¿Cómo puedes guardarte eso?, me miro horrible.
- No lo creo, esta fotografía me encanta. Considero que es una de las más bonitas que he sacado.
- ¿Por qué?
- El lugar en donde estamos me llena de recuerdos y sentimientos lindos; encima los días nublados y calurosos son perfectos; y tú sales perfecto, es algo como espontaneo, pero de alguna forma es como si supieras que lo haría.
- Vaya…
Cambio la hoja, la última de ellas. Tom y yo en nuestra casa antigua, sentados al borde de la alberca, con los pies dentro del agua. Usábamos traje de baño y nuestro cabello estaba empapado. Abrazábamos a Bixie, quien estaba entre nosotros, con la lengua de fuera y los ojos cerrados.
- Oh, mírala, parece que sonríe.
- Realmente fue una de las mejores amigas que tuve.- dijo.
- Yo también…- sonreí.
Nos colocamos el pijama, de los que llevábamos en las maletas al regresar aquí. Tom llegó a esa recámara con las cortinas y la toalla. Me miró con seriedad y las aventó sobre mí.
- Dormiremos en el colchón.- lo miré bajo mi cuerpo y después, miré a Tom.
- ¿los dos juntos?- alzó los hombros.
- Podremos darnos calor el uno al otro.- asentí.
- Pero ambos nos cubriremos con las cortinas.- sonrió y después asintió. Se acostó a mi lado y ambos nos cubrimos. El colchón era tan pequeño, que podríamos caer de él con solo darnos la vuelta, pero no le dije una palabra de eso.
Sentí su brazo en mis hombros. Me obligó a acercarme más a él.
- ¿Qué haces, Tom?
- Así tendrás menos frío, aun no deja de nevar.
- ¿Podemos abrazarnos entonces?, así nos calentamos un poco.
- Bueno, hazlo.- le abracé por la cintura, colocando mi cabeza bajo su brazo. Sentí su mano frotar mis uno de mis brazos, con delicadeza, dándome calor. –Duerme bien.
- Y tú…- escuché su corazón palpitar con fuerza; sabía cómo se sentía con esto, la impotencia y la rabia que sentía al saber que nos tomarían muchos meses tener al menos una cama donde dormir.
Pero me di cuenta de que, sí, quizá no habíamos comido ni bebido nada en todo el día, quizá no habíamos podido ir a expulsar al baño, o quizá no dormiríamos nada bien. Pero me daba cuenta de que Tom no había cambiado, solo aparentaba ser fuerte, me di cuenta de que él seguía siendo el mismo Tom humilde, pero el mundo en el que estaba parado, era el que lo hacía ser tan duro con sigo mismo.


2 comentarios:

  1. POR DIOS! Tu nunca me decepcionas... Pobrecitos les quitaron TODO! Dios... Ayy! haber como le hacen para vivir! :( mis bbys!
    Espero el próximo capitulo... MIL besos cuídate
    ME ENCANTOOOOO!!!

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  2. awwwwwwwwwwww! Que triste todo esto me encanto! Quiero llorar ummmm! ToT me encanta tu fic
    La Amoooooo!
    Cuidate y un abrazo enormme :D

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