miércoles, 5 de septiembre de 2012

Capítulo 6


Desperté a causa de los ladridos del perro. Abrí los ojos con delicadeza, entonces me di cuenta del lugar en el que me encontraba: En el baño. Sentado frente a la taza con las rodillas flexionadas hasta mí pecho. Me levanté del suelo y antes de salir me miré al espejo. Vaya que estaba hecho una mierda; mi piel se veía aun más pálida de lo que solía ser, mi maquillaje estaba destrozado y unas grandes y moradas ojeras estaban bajo mis ojos, los cuales estaban enrojecidos e hinchados. Mis brazos palpitaban al igual que mi cabeza.
Me lavé la cara y salí del baño. El perro movía su colita y saltaba en sus patitas traseras, apoyándose en mis rodillas con las delanteras. Me acuclillé y le hice cariños en la cabeza y después lo levanté en mis brazos; miré a la cama, la cual estaba deshecha, pero Tom no estaba en ella. Salí de la recámara y bajé las escaleras. Lo encontré en la cocina, de pie, mirando la ventanilla con una cerveza en sus manos, serio, aun en pijamas. Me di la vuelta y caminé al sofá frente a la televisión; la cabeza me palpitaba y mis párpados se sentían pesados.
Me saqué el celular del bolsillo trasero y piqué algunos botones; después me lo coloqué en el oído y esperé.
- ¿Hola?
- Soy yo, Bill.
- Oh, Bill, ¿cómo estás?- Se escuchó un fuerte suspiro, y aunque no estuviera a su lado, supe que sonreía. –Mierda, Bill, ¿en dónde te habías metido? Te he estado llamando y nunca me atiendes.
- Han pasado demasiadas cosas en casa, no lo creerías.
- Solo me alegro porque estás bien.- rió. -¿Cuándo volverás a la universidad?
- Nunca.
- ¡¿Qué?! Bill que te has quedado con la reputación del >>Maricón masoquista<<, ¿No quieres cambiar eso?
- Volveré cuándo pueda sanarme del todo, Andy.- Suspiré.
- ¡Oh, no!, ¿sigues haciéndolo?- silencio. –Mierda, Bill, ¡sigues haciéndolo!
- Vamos no es tan malo, estoy intentando dejar de hacerlo.
- Bill, Bill- dijo riendo. -¿Cuándo nos volveremos a ver?
- Yo espero que pronto, pero pasa que no estoy en Hamburgo.
- ¡No me jodas!, ¿dónde estás?
- En Frankfurt, con… alguien.
- ¿Te fugaste con (tu nombre)?- se carcajeó.
- …Ya quisiera que así fuera…- resoplé.
- ¡Lo has aceptado!, ¡Gustas de (tu nombre)!- se carcajeó tan fuerte, que la bocina de mi móvil retumbó. Sonreí y me mordí los labios, negando para mí mismo.
- No, no, no, no- me carcajeé. -¡Andreas, que es solo un decir!
- Sí, claro…jajaja
- Bueno, algo, un poco, más poco…- sonreí.
- Y ella gusta de ti, ¿no?
- ¡No!
- ¡Sí!, ha estado muy decaída por culpa de que su amor se fue.
- ¿Está muy mal?
- Bueno, está algo igual que tú en la preparatoria. Se sale para llorar.
- Me gustaría hablar con ella.
- Oh, pero mi gran amigo vendrá en dos semanas, ¿no?
- ¿Dos semanas?- pregunté en casi un susurro. -¿Qué pasa en dos semanas?
- ¿En qué mundo vives? ¡Mierda!- Se carcajeó. -¡Qué será noche buena!- fruncí el entrecejo y al tiro miré la fecha en mi celular. Mis labios se entreabrieron con sorpresa.
- Vaya… es cierto…- me mordí los labios.
- ¿Vendrás?
- Eso espero. Tal vez sí.
- Bueno, amigo, tengo que dejarte, vengo llegando a la facultad.
- Está bien, que te vaya bien.
- A ti también en dónde quiera que te encuentres.- rió. –Y por favor, llámame si es que vendrás o no para noche buena.
- Lo haré. Adiós.
- Adiós.- cortó.
Me puse las manos entre las piernas y me quedé algo pensativo. Resoplé con cansancio, y me levanté del sofá y caminé a la cocina, en donde Tom aun seguía ahí de pie, pero sin la bebida en sus manos. Ahora era un cigarrillo.
- ¿Acaso te habías detenido para pensar que sería Noche buena en dos semanas?- pregunté, pero la pregunta era más personal que para Tom. Aun así él me miró, y de pronto la pregunta la formulé para él. -¿Tom?
- No me quita ni me pone nada.- fue lo único que contestó; de mala hostia y sin mirarme. me senté en una de las sillas del comedor y crucé un pie sobre el otro, sintiendo las dudas bloquear mi cabeza.
- ¿Qué fue lo que hiciste en Navidad cuando no lo pasaste con la familia?
- ¿Es que acaso te importa?- asentí, esperando una respuesta. Él bufó. –Me quedé mirando televisión, bebiendo y fumando, recostado en mi cama con Zart.- suspiró, como si eso fuera la vida pura y feliz.
- ¿Tus amigos no te visitaron?- se rió con brusquedad, sacudiendo su cuerpo y tomándose el estómago.
- Ellos tienen a su familia, y yo tenía a la mía. No necesito de otros si tengo a mi familia.
- Pero es que no lo has pasado con nosotros.- él entornó los ojos, burlándose de mí; como si lo que había dicho habría sido una completa estupidez. Se pasó el dedo medio y el pulgar por la barbilla, como si fuera un hombre de trabajo importante el cual ha tenido demasiado con sus compañeros ingenuos.
- Se puede decir que- entrecerró los ojos, pensando en palabras no hirientes, o quizá, en palabras que pudieran herirme más. –Después de que me fui de la casa, yo, no considero que tenga una familia. Es como…- volvió a entrecerrar los ojos. -¡Cómo si fuera un crío adoptado!
- Aunque no quieras, siempre seremos familia.- dije molesto, con la quijada temblándome de pura furia. Tom negó, con una sonrisa de malicia.
- Tú eres el que menos derecho tiene de decirme quién es mi familia y quién no. Tú fuiste y seguirás siendo la primera persona que desconsideré de mi familia.- Bajé la mirada y tragué saliva con algo de dificultad. Me mordí los labios y levanté la mirada, intentando ser fuerte y no volver a hacer una estupidez por él.
- No sé si ponías atención en el instituto… pero ahí te enseñaron a que la familia está primero, y aun más la fraternidad.- le dije molesto.
- Sí, y también te enseñaron que la familia es quien te quiere y cuida.
- ¿Sabes?, ¡tampoco te consideró de mi familia!- y él se empezó a carcajear con fuerza. Humillándome. -¡¿Qué!?- el no dejaba de reírse. Me levanté de la silla y me acerqué a él, dispuesto a gritarle en la cara; pero sentí mi cuerpo temblando, mis dientes apretándose sin mi permiso, haciendo que mi quijada me lastimara; me mordía los costados de mi lengua hasta tragar un poco de sangre. Mis manos se hicieron puño, mi cuello comenzó a temblar y sentí que mi cara se coloraba.
Tom se partía de risa. Saqué el aire por la nariz, sintiendo después la mirada borrosa. Me puse la mano en mi nariz y me la miré. Sangraba. Tom dejó de reír y ahora me miraba con confusión. Sentí mi cabeza dar vueltas; sentí asco al inhalar todo el humo del tabaco de Tom. De pronto el peso de mi cabeza me parecía imposible de mantener en mi cuello y sin más me eché sobre Tom, como apoyo; le miré a los ojos, pero la vista se me movía. Sentí su brazo en mí hombro, sosteniéndome.
- ¿Qué mierda te pasa, Bill?
- Por favor… las inyecciones…- musité, sin saber siquiera lo que quería decir realmente.
- ¿Inyecciones?- sentí mis rodillas doblarse, pero Tom me sostuvo.
- En mi maleta… por favor…- me llegaron las arcadas, las mismas que intenté evitar poniendo mi temblorosa mano sobre mis labios. Él me ayudó a caminar hasta sentarme en el sofá frente a la televisión; me recostó y después desapareció. –Hmm- gemí.
Después lo volví a sentir a mi lado, gimió y me mostró la caja. Saqué una jeringa y el medicamento, del cual cayeron pequeñas gotas en mi playera. Tom me la sacó y la preparó por mí. Después volvió a pasármela. Lo único que hice fue levantarme la playera y señalar mis caderas.
Me encontraba recostado en el sofá. Tom estaba a mi lado, sin mirarme. Sentí mi cabeza arder y mi garganta rasguñarme hasta hacerme toser con desesperación.
- Jmmp- Me levanté de golpe y corrí al medio baño y me dejé caer de rodillas frente a la tasa, deshaciéndome de todo el mal en mi estómago, hasta mirar la bilis descender desde mis labios. Quité los hilos de saliva con mis nudillos y después me levanté, jalando la cadena del excusado y después limpiándome los labios y las manos con agua.
Regresé al sofá con Tom, quien esta vez sí me miraba, tan serio. Cerré los ojos, haciendo la sesión de respiraciones largas, contando hasta treinta antes de exhalar. Después me erguí y acomodé mis cabellos.
- ¿Cuánto tiempo de recuperación fue?- pregunté. Él frunció el entrecejo. -¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?
- Ah… algo así como una hora y algunos minutos.- me golpeé la frente.
- Nunca había tardado tanto.
- Eh, ¿ahora si puedes explicarme?
- Es por lo del trastorno de ansiedad…
- No te había pasado desde que llegaste.- asentí.
- Y no sabes cuan feliz me encontraba. Pero el doctor me dijo que vendrían y se irían hasta que pudiéramos deshacernos de todo eso.
- ¿Cuándo te diagnosticaron eso?, mamá me había hablado del Trastorno de personalidad, pero no del de ansiedad.
- Me lo diagnosticaron antes… una semana o dos después de que te fuiste.

By Tom

- No puedes evitarlo, Tom.- dijo, despeinando sus cabellos con sus manos.
- ¿Evitar qué?- pregunté, mirando cómo se revolvía el cabello, y que a pesar de ello, no se miraba diferente.
- Que Bill te preocupe.- sonrió, lamiendo sus labios rojos.
- No es que me preocupe demasiado.- entorné los ojos. – Pero me jode un poco dejarlo solo en casa. Más ahora que tiene esas crisis ansiosas.- me mordí los labios. Ella sonrió.
- ¡Te preocupa, Tom!, no puedes evitarlo, te brota de tu propia naturaleza.
- Te he dicho que yo no le quería.
- Es algo con lo que no puedes pelear. ¡Son hermanos, Tom!, y sé que en algún momento los dos tuvieron días que aun ahora extrañas.
- No es verdad.
- ¡Que sí!, si no él no te buscaría tanto como lo hace.- me tomó los hombros. -¿Es que no te das cuenta de lo que estás haciendo?
- No, no sé que estoy haciendo.- le saqué las manos de mis hombros, mirándola con seriedad. Ella sonrió y negó.
- Tu hermano piensa que no le quieres. A él no le gusta eso. ¿Nunca has pensado que las heridas que dejaste al irte de tu casa aun no han cerrado?
- Ya han cerrado, Bonny, ¡cerraron!, no hay nada que yo haga. Al final no me importa que le pase a él.
- Sí te importa.
- ¡No!
- ¡Lo vuelves a hacer, Tom!
- ¡¿Hacer qué!?
- Esa estúpida expresión que haces cuando mientes.
- ¡No hago ninguna estúpida expresión!
- ¡AHÍ ESTÁ DE NUEVO!- la imitó, subiendo los brazos y entornando los ojos.
- No sé ni para qué vengo a hablar contigo, ¡Tú no sabes nada!
- Oh, ¡al menos no miento todo el tiempo!
- ¡Cierra la boca!
- ¡Intento ayudarte!
- ¡Pues no lo hagas, no necesito la ayuda de nadie!
- Tú siempre tan idiota.
- ¡Y tú tan imbécil!- salí de su casa, cerrando la puerta.
Me metí las manos en mi chamarra y eché vaho con fuerza, bufando. Caminaba con dificultad sobre la nieve, sintiendo el frío en mi cara. Seguro me había puesto colorado por el insoportable clima. Me encontré en el parque, caminando sin rumbo dentro del mismo, sin querer pensar en nada, tan solo dejar mi mente en blanco por unos minutos.
Me senté en una banca de madera. Me congelaba las piernas.  Bufé. Prendí un porro de marihuana y me lo metí a los labios, sin preocupación alguna, cerrando los ojos con placer. Eché el humo. Sentí mis músculos tensarse demasiado. Las palabras de Bonny me recorrían la mente, haciéndome tener arcadas y escalofríos. Di una calada más. La imagen de mi hermano apareció frente a mis ojos; me los tallé y pronto desapareció.

Me estaba volviendo insano.

- ¿Qué estás haciendo Tom?, ¿Volverás a echar lágrimas por Bill? pff, vaya, ¡no sabía que eras tan maricón!- Me dije a mi mismo, a pesar de lo estúpido que era. Y no las eché, tan solo me mordí los labios para evitarlo.
Te estás volviendo una persona sin sentimientos. ¿De verdad creía que con marihuana y alcohol podría tener una vida normal?, no tenía sentimientos, no tenía un corazón como el de todos. De pronto ver sufrir a mi hermano me hacía sentirme autosuficiente, Adoraba verle llorar, verle suplicar y cortarse los brazos, ¡era un gran fanático de verle sentir dolor! Sus lágrimas, sus sollozos, esas miradas tan tristes, sus labios encorvándose por el dolor y las lágrimas, sus gemidos, su pecho subiendo y bajando, y sobretodo esas pupilas dilatadas. Es tan… indescriptible todo eso junto. Me burlaba y le apuntaba mientras lo veía mal.
Pero luego la etapa del arrepentimiento, cuando se esfumaba el éxtasis de masoquismo y me volvía consciente de lo que pasaba. Lo  más difícil era decirle >>Perdón<<, era hacer que me escuchara. Y lo que es peor… Decirle que no había querido hacerlo. Quizá me estaba volviendo loco, no era normal que me gustara ver a mi gemelo sufrir de esa forma tan inhumana.


Regresé a casa. Abrí la puerta con delicadeza y después busqué a mi hermano con la mirada, por la cocina, la sala, los baños, y no lo encontraba. Subí las escaleras y lo busqué en mi habitación y en el baño, en las habitaciones de la planta alta y tampoco estaba. Me tomé la frente con desesperación.
- …Mierda…mierda…
Busqué al perro también, pero a él lo encontré en la habitación de lavado. Lo tomé en mis brazos y di una nueva búsqueda por toda la casa y el pequeño patio, pero Bill no estaba. Salí de la casa y busqué en el pequeño jardín de enfrente. Corrí por unas cuantas cuadras, con el perro en brazos, pero él no estaba.
Eran las 6:45PM, estaba a punto de oscurecer. Me enfurecí, como el hombre machista que en un despisto pierde a la mujer que maltrata y se siente la peor mierda del mundo, pero lo demuestra con enojo. Así me sentía. Arrepentido y furioso. Regresé a casa y comencé a gritar su nombre. Él no apareció. Maldito maricón, pensé. Dejé al perro en el suelo y cerré la puerta; Bill no conocía Frankfurt, podrían lastimarlo, ¡mierda!
- Escapó…


2 comentarios:

  1. diosssssss santoooooooooo! Cuanta cosa!
    Bill escapo? ToT
    espero subas pronto
    me encanta la fic
    cuidate y un abrazo! :3

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  2. WOW!! que impresionante estuvo... Bill escapo noo.... yo se que Tom si quiere a Bill..!! cuídate mucho ok y espero que subas capitulo pronto..!!

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