Desperté a causa de los
ladridos del perro. Abrí los ojos con delicadeza, entonces me di cuenta del
lugar en el que me encontraba: En el baño. Sentado frente a la taza con las
rodillas flexionadas hasta mí pecho. Me levanté del suelo y antes de salir me
miré al espejo. Vaya que estaba hecho una mierda; mi piel se veía aun más
pálida de lo que solía ser, mi maquillaje estaba destrozado y unas grandes y
moradas ojeras estaban bajo mis ojos, los cuales estaban enrojecidos e
hinchados. Mis brazos palpitaban al igual que mi cabeza.
Me lavé la cara y salí del baño.
El perro movía su colita y saltaba en sus patitas traseras, apoyándose en mis
rodillas con las delanteras. Me acuclillé y le hice cariños en la cabeza y
después lo levanté en mis brazos; miré a la cama, la cual estaba deshecha, pero
Tom no estaba en ella. Salí de la recámara y bajé las escaleras. Lo encontré en
la cocina, de pie, mirando la ventanilla con una cerveza en sus manos, serio,
aun en pijamas. Me di la vuelta y caminé al sofá frente a la televisión; la
cabeza me palpitaba y mis párpados se sentían pesados.
Me saqué el celular del
bolsillo trasero y piqué algunos botones; después me lo coloqué en el oído y
esperé.
- ¿Hola?
- Soy yo, Bill.
- Oh, Bill, ¿cómo estás?- Se
escuchó un fuerte suspiro, y aunque no estuviera a su lado, supe que sonreía.
–Mierda, Bill, ¿en dónde te habías metido? Te he estado llamando y nunca me
atiendes.
- Han pasado demasiadas cosas
en casa, no lo creerías.
- Solo me alegro porque estás
bien.- rió. -¿Cuándo volverás a la universidad?
- Nunca.
- ¡¿Qué?! Bill que te has
quedado con la reputación del >>Maricón masoquista<<, ¿No quieres
cambiar eso?
- Volveré cuándo pueda sanarme
del todo, Andy.- Suspiré.
- ¡Oh, no!, ¿sigues
haciéndolo?- silencio. –Mierda, Bill, ¡sigues haciéndolo!
- Vamos no es tan malo, estoy
intentando dejar de hacerlo.
- Bill, Bill- dijo riendo.
-¿Cuándo nos volveremos a ver?
- Yo espero que pronto, pero
pasa que no estoy en Hamburgo.
- ¡No me jodas!, ¿dónde estás?
- En Frankfurt, con… alguien.
- ¿Te fugaste con (tu nombre)?-
se carcajeó.
- …Ya quisiera que así fuera…-
resoplé.
- ¡Lo has aceptado!, ¡Gustas de
(tu nombre)!- se carcajeó tan fuerte, que la bocina de mi móvil retumbó. Sonreí
y me mordí los labios, negando para mí mismo.
- No, no, no, no- me carcajeé.
-¡Andreas, que es solo un decir!
- Sí, claro…jajaja
- Bueno, algo, un poco, más
poco…- sonreí.
- Y ella gusta de ti, ¿no?
- ¡No!
- ¡Sí!, ha estado muy decaída
por culpa de que su amor se fue.
- ¿Está muy mal?
- Bueno, está algo igual que tú
en la preparatoria. Se sale para llorar.
- Me gustaría hablar con ella.
- Oh, pero mi gran amigo vendrá
en dos semanas, ¿no?
- ¿Dos semanas?- pregunté en
casi un susurro. -¿Qué pasa en dos semanas?
- ¿En qué mundo vives?
¡Mierda!- Se carcajeó. -¡Qué será noche buena!- fruncí el entrecejo y al tiro
miré la fecha en mi celular. Mis labios se entreabrieron con sorpresa.
- Vaya… es cierto…- me mordí
los labios.
- ¿Vendrás?
- Eso espero. Tal vez sí.
- Bueno, amigo, tengo que
dejarte, vengo llegando a la facultad.
- Está bien, que te vaya bien.
- A ti también en dónde quiera
que te encuentres.- rió. –Y por favor, llámame si es que vendrás o no para
noche buena.
- Lo haré. Adiós.
- Adiós.- cortó.
Me puse las manos entre las
piernas y me quedé algo pensativo. Resoplé con cansancio, y me levanté del sofá
y caminé a la cocina, en donde Tom aun seguía ahí de pie, pero sin la bebida en
sus manos. Ahora era un cigarrillo.
- ¿Acaso te habías detenido
para pensar que sería Noche buena en dos semanas?- pregunté, pero la pregunta
era más personal que para Tom. Aun así él me miró, y de pronto la pregunta la
formulé para él. -¿Tom?
- No me quita ni me pone nada.-
fue lo único que contestó; de mala hostia y sin mirarme. me senté en una de las sillas del comedor y crucé un pie sobre el
otro, sintiendo las dudas bloquear mi cabeza.
- ¿Qué fue lo que hiciste en
Navidad cuando no lo pasaste con la familia?
- ¿Es que acaso te importa?-
asentí, esperando una respuesta. Él bufó. –Me quedé mirando televisión, bebiendo
y fumando, recostado en mi cama con Zart.- suspiró, como si eso fuera la vida
pura y feliz.
- ¿Tus amigos no te visitaron?-
se rió con brusquedad, sacudiendo su cuerpo y tomándose el estómago.
- Ellos tienen a su familia, y
yo tenía a la mía. No necesito de otros si tengo a mi familia.
- Pero es que no lo has pasado
con nosotros.- él entornó los ojos, burlándose de mí; como si lo que había dicho
habría sido una completa estupidez. Se pasó el dedo medio y el pulgar por la
barbilla, como si fuera un hombre de trabajo importante el cual ha tenido
demasiado con sus compañeros ingenuos.
- Se puede decir que-
entrecerró los ojos, pensando en palabras no hirientes, o quizá, en palabras
que pudieran herirme más. –Después de que me fui de la casa, yo, no considero
que tenga una familia. Es como…- volvió a entrecerrar los ojos. -¡Cómo si fuera
un crío adoptado!
- Aunque no quieras, siempre
seremos familia.- dije molesto, con la quijada temblándome de pura furia. Tom
negó, con una sonrisa de malicia.
- Tú eres el que menos derecho
tiene de decirme quién es mi familia y quién no. Tú fuiste y seguirás siendo la
primera persona que desconsideré de mi familia.- Bajé la mirada y tragué saliva
con algo de dificultad. Me mordí los labios y levanté la mirada, intentando ser
fuerte y no volver a hacer una estupidez por él.
- No sé si ponías atención en
el instituto… pero ahí te enseñaron a que la familia está primero, y aun más la
fraternidad.- le dije molesto.
- Sí, y también te enseñaron
que la familia es quien te quiere y cuida.
- ¿Sabes?, ¡tampoco te consideró
de mi familia!- y él se empezó a carcajear con fuerza. Humillándome. -¡¿Qué!?-
el no dejaba de reírse. Me levanté de la silla y me acerqué a él, dispuesto a
gritarle en la cara; pero sentí mi cuerpo temblando, mis dientes apretándose
sin mi permiso, haciendo que mi quijada me lastimara; me mordía los costados de
mi lengua hasta tragar un poco de sangre. Mis manos se hicieron puño, mi cuello
comenzó a temblar y sentí que mi cara se coloraba.
Tom se partía de risa. Saqué el
aire por la nariz, sintiendo después la mirada borrosa. Me puse la mano en mi
nariz y me la miré. Sangraba. Tom dejó de reír y ahora me miraba con confusión.
Sentí mi cabeza dar vueltas; sentí asco al inhalar todo el humo del tabaco de
Tom. De pronto el peso de mi cabeza me parecía imposible de mantener en mi
cuello y sin más me eché sobre Tom, como apoyo; le miré a los ojos, pero la
vista se me movía. Sentí su brazo en mí hombro, sosteniéndome.
- ¿Qué mierda te pasa, Bill?
- Por favor… las inyecciones…-
musité, sin saber siquiera lo que quería decir realmente.
- ¿Inyecciones?- sentí mis
rodillas doblarse, pero Tom me sostuvo.
- En mi maleta… por favor…- me
llegaron las arcadas, las mismas que intenté evitar poniendo mi temblorosa mano
sobre mis labios. Él me ayudó a caminar hasta sentarme en el sofá frente a la
televisión; me recostó y después desapareció. –Hmm- gemí.
Después lo volví a sentir a mi
lado, gimió y me mostró la caja. Saqué una jeringa y el medicamento, del cual
cayeron pequeñas gotas en mi playera. Tom me la sacó y la preparó por mí. Después
volvió a pasármela. Lo único que hice fue levantarme la playera y señalar mis
caderas.
…
Me encontraba recostado en el
sofá. Tom estaba a mi lado, sin mirarme. Sentí mi cabeza arder y mi garganta
rasguñarme hasta hacerme toser con desesperación.
- Jmmp- Me levanté de golpe y
corrí al medio baño y me dejé caer de rodillas frente a la tasa, deshaciéndome
de todo el mal en mi estómago, hasta mirar la bilis descender desde mis labios.
Quité los hilos de saliva con mis nudillos y después me levanté, jalando la
cadena del excusado y después limpiándome los labios y las manos con agua.
Regresé al sofá con Tom, quien
esta vez sí me miraba, tan serio. Cerré los ojos, haciendo la sesión de respiraciones
largas, contando hasta treinta antes de exhalar. Después me erguí y acomodé mis
cabellos.
- ¿Cuánto tiempo de
recuperación fue?- pregunté. Él frunció el entrecejo. -¿Cuánto tiempo estuve
inconsciente?
- Ah… algo así como una hora y
algunos minutos.- me golpeé la frente.
- Nunca había tardado tanto.
- Eh, ¿ahora si puedes
explicarme?
- Es por lo del trastorno de
ansiedad…
- No te había pasado desde que
llegaste.- asentí.
- Y no sabes cuan feliz me
encontraba. Pero el doctor me dijo que vendrían y se irían hasta que pudiéramos
deshacernos de todo eso.
- ¿Cuándo te diagnosticaron
eso?, mamá me había hablado del Trastorno de personalidad, pero no del de
ansiedad.
- Me lo diagnosticaron antes…
una semana o dos después de que te fuiste.
By Tom
- No puedes evitarlo, Tom.-
dijo, despeinando sus cabellos con sus manos.
- ¿Evitar qué?- pregunté,
mirando cómo se revolvía el cabello, y que a pesar de ello, no se miraba
diferente.
- Que Bill te preocupe.-
sonrió, lamiendo sus labios rojos.
- No es que me preocupe
demasiado.- entorné los ojos. – Pero me jode un poco dejarlo solo en casa. Más
ahora que tiene esas crisis ansiosas.- me mordí los labios. Ella sonrió.
- ¡Te preocupa, Tom!, no puedes
evitarlo, te brota de tu propia naturaleza.
- Te he dicho que yo no le
quería.
- Es algo con lo que no puedes
pelear. ¡Son hermanos, Tom!, y sé que en algún momento los dos tuvieron días
que aun ahora extrañas.
- No es verdad.
- ¡Que sí!, si no él no te
buscaría tanto como lo hace.- me tomó los hombros. -¿Es que no te das cuenta de
lo que estás haciendo?
- No, no sé que estoy haciendo.-
le saqué las manos de mis hombros, mirándola con seriedad. Ella sonrió y negó.
- Tu hermano piensa que no le
quieres. A él no le gusta eso. ¿Nunca has pensado que las heridas que dejaste
al irte de tu casa aun no han cerrado?
- Ya han cerrado, Bonny,
¡cerraron!, no hay nada que yo haga. Al final no me importa que le pase a él.
- Sí te importa.
- ¡No!
- ¡Lo vuelves a hacer, Tom!
- ¡¿Hacer qué!?
- Esa estúpida expresión que haces
cuando mientes.
- ¡No hago ninguna estúpida
expresión!
- ¡AHÍ ESTÁ DE NUEVO!- la
imitó, subiendo los brazos y entornando los ojos.
- No sé ni para qué vengo a hablar
contigo, ¡Tú no sabes nada!
- Oh, ¡al menos no miento todo
el tiempo!
- ¡Cierra la boca!
- ¡Intento ayudarte!
- ¡Pues no lo hagas, no
necesito la ayuda de nadie!
- Tú siempre tan idiota.
- ¡Y tú tan imbécil!- salí de
su casa, cerrando la puerta.
Me metí las manos en mi
chamarra y eché vaho con fuerza, bufando. Caminaba con dificultad sobre la
nieve, sintiendo el frío en mi cara. Seguro me había puesto colorado por el
insoportable clima. Me encontré en el parque, caminando sin rumbo dentro del
mismo, sin querer pensar en nada, tan solo dejar mi mente en blanco por unos
minutos.
Me senté en una banca de
madera. Me congelaba las piernas. Bufé. Prendí
un porro de marihuana y me lo metí a los labios, sin preocupación alguna,
cerrando los ojos con placer. Eché el humo. Sentí mis músculos tensarse
demasiado. Las palabras de Bonny me recorrían la mente, haciéndome tener
arcadas y escalofríos. Di una calada más. La imagen de mi hermano apareció
frente a mis ojos; me los tallé y pronto desapareció.
Me estaba volviendo insano.
- ¿Qué estás haciendo Tom?,
¿Volverás a echar lágrimas por Bill? pff, vaya, ¡no sabía que eras tan maricón!-
Me dije a mi mismo, a pesar de lo estúpido que era. Y no las eché, tan solo me mordí
los labios para evitarlo.
Te estás volviendo una persona
sin sentimientos. ¿De verdad creía que con marihuana y alcohol podría tener una
vida normal?, no tenía sentimientos, no tenía un corazón como el de todos. De
pronto ver sufrir a mi hermano me hacía sentirme autosuficiente, Adoraba verle
llorar, verle suplicar y cortarse los brazos, ¡era un gran fanático de verle
sentir dolor! Sus lágrimas, sus sollozos, esas miradas tan tristes, sus labios encorvándose
por el dolor y las lágrimas, sus gemidos, su pecho subiendo y bajando, y
sobretodo esas pupilas dilatadas. Es tan… indescriptible todo eso junto. Me
burlaba y le apuntaba mientras lo veía mal.
Pero luego la etapa del
arrepentimiento, cuando se esfumaba el éxtasis de masoquismo y me volvía
consciente de lo que pasaba. Lo más
difícil era decirle >>Perdón<<, era hacer que me escuchara. Y lo
que es peor… Decirle que no había querido hacerlo. Quizá me estaba volviendo
loco, no era normal que me gustara ver a mi gemelo sufrir de esa forma tan inhumana.
Regresé a casa. Abrí la puerta
con delicadeza y después busqué a mi hermano con la mirada, por la cocina, la
sala, los baños, y no lo encontraba. Subí las escaleras y lo busqué en mi habitación
y en el baño, en las habitaciones de la planta alta y tampoco estaba. Me tomé
la frente con desesperación.
- …Mierda…mierda…
Busqué al perro también, pero a
él lo encontré en la habitación de lavado. Lo tomé en mis brazos y di una nueva
búsqueda por toda la casa y el pequeño patio, pero Bill no estaba. Salí de la
casa y busqué en el pequeño jardín de enfrente. Corrí por unas cuantas cuadras,
con el perro en brazos, pero él no estaba.
Eran las 6:45PM, estaba a punto
de oscurecer. Me enfurecí, como el hombre machista que en un despisto pierde a
la mujer que maltrata y se siente la peor mierda del mundo, pero lo demuestra
con enojo. Así me sentía. Arrepentido y furioso. Regresé a casa y comencé a
gritar su nombre. Él no apareció. Maldito maricón, pensé. Dejé al perro en el
suelo y cerré la puerta; Bill no conocía Frankfurt, podrían lastimarlo,
¡mierda!
- Escapó…
diosssssss santoooooooooo! Cuanta cosa!
ResponderEliminarBill escapo? ToT
espero subas pronto
me encanta la fic
cuidate y un abrazo! :3
WOW!! que impresionante estuvo... Bill escapo noo.... yo se que Tom si quiere a Bill..!! cuídate mucho ok y espero que subas capitulo pronto..!!
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