By Bill
Tom llegaba apenas, era de
noche y hacía bastante frío. Sus ojos estaban rojos y su respiración era
insana. Sacó una bolsita de su sudadera y la aventó al colchón frente a mí.
Fruncí el entrecejo y la tomé, abriéndola cuidadosamente; dentro había un
virote caliente. Lo miré.
- Es para ti.- dijo en un
suspiro cansino.
- ¿Cómo lo has conseguido?
- Me han pagado diez euros.
Recuerda que me lo pagan cada dos semanas.- sí, llevábamos dos semanas enteras
sin probar la comida o el agua. En Tom podían notarse muchos cambios, tales
como que ahora, su cuerpo bien formado se había convertido en otro totalmente,
los huesitos de su cadera resaltaban al igual que su columna; sus pómulos
estaban succionados y dos grandes ojeras se le pusieron bajo los ojos. No me
había visto a mí mismo, y daba las gracias por ello.
- ¿Diez euros?, vaya, ¿te dado
un aumento?- sonreí. Él negó.
- De hecho… lo contrario.- se
sentó frente a mí. –Me han despedido.- lo miré con completa sorpresa.
- ¿Despedido?, no puede ser,
¿por qué?
- Mi trabajo consistía en
cargar y colocar los motores de los autos.- tragó en seco. – Y ahora el peso de
ellos me ha lastimado la espalda y el cuello. Me dijeron que no podría seguir
así.
- Puedes hacer otro trabajo que
no consista en eso.
- No Bill, prácticamente me
dieron por muerto, dijeron que no se podrían hacer cargo de mi salud si algo
peor me pasaba.- lamió sus labios y bajó la mirada. –Come eso, Bill…- miré de nuevo
la bolsa que tenía entre mis manos.
- ¿Has comido ya?- asintió.
- Lo comí en el camino.-
sonrió, yo también lo hice, mientras me metía un pedazo de virote a los labios,
muerto de hambre.
Fue puro silencio hasta que me
terminé todo, sin dejar una sola migaja que no pudiera digerir. Me miré mis
huesudas y sucias manos temblantes; a veces me daba pánico saber cómo me
encontraba físicamente. Cuando me sentaba los huesos de mi coxis me lastimaban,
y no sabía si era por los golpes que me había dado Maurice o por lo flacucho
que me encontraba.
- ¿Bill, podemos hablar?- Había
esperado pacientemente hasta que yo terminara de comer. Eso significaba que
diría algo importante, algo que quizá no fuera a gustarme, y lo sabía por su
mirada, la cual solo estaba en mis ojos, haciendo que me preocupara de una
forma extraña.
- Sí.- suspiró pesado.
- Hace dos semanas me encontré
con Maurice.- Todo me olió mal al escuchar su nombre y el timbre de voz que mi
hermano usaba. –Después de burlarse intentó hacer un trueque conmigo.
- No tenemos una mierda, Tom.-
asintió.
- Él me dijo que me lo
devolvería todo a cambio de algo.- lo miré serio, escuchándole con atención. Al
saber que su voz se partía, pensé en cosas horribles, pero esperé para no
cagarla. –Que te fueras con él por una semana.
Había pensado cosas horribles,
¿pero intercambiarme por algo material?... no, eso jamás se me pasó por la
mente, jamás creí que Tom fuera capaz de siquiera pensar que yo aceptaría tal
cosa. Me tensé, pero me calmé para no gritarle, solo esperé a que volviera a
emitir alguna palabra. A simple vista se miraba masacrado, cansado y hasta
triste, sabía que le dolía de alguna forma.
- No te estoy pidiendo que lo
aceptes…solo…
- ¿De verdad cambiarías a tu
propio hermano por comida y comodidad?- su nuez subió y bajó, sus ojos se
dilataron y sus labios fueron apresados por sus dientes. Negó.
- Me dijo que si no aceptaba…te
arruinaría la vida y con ella la mía.- me dejó más calmado saber que esto lo
hacía de alguna forma por mi bien, pero que yo no quería estar con ese hijo de
puta, mierda. –Él vendrá hoy, para dejar en claro lo del trueque.
¿Palabras?, no eran necesarias,
creo que mi cara mostraba absolutamente todo lo que sentía y opinaba sobre
esto. ¿Gritos?, tampoco lo eran, aunque tuviera que gritar por la
desesperación, no lo haría, porque sabía que esto tampoco le gustaba a mi
hermano. Solo guardé silencio, intentando llegar a la paz interior para verle
el casi inexistente lado bueno a la situación. Miré a mi hermano, que jugaba
con sus clavículas bien marcadas. Bajé la mirada.
…
Lágrimas de desesperación caen
de mis ojos; escuchó a Maurice gritarle a Tom en la planta baja; Tom le
contesta lo más cortés que pude, pero después de unos segundos se escucha un
fuerte gemido de él. Seguro ese hijo de puta le había golpeado. Me abracé las
rodillas y limpié mis lágrimas con mi pantalón. La puerta se abrió y en el
umbral me encontré con Maurice y con Tom, quien tenía la mirada en el suelo y
tragaba pesado. Maurice se acercó a mí y acarició mi mejilla.
- Entonces tú y yo nos vamos.-
asentí. Después de todo teníamos una recompensa: no volvería a dirigirnos la
palabra en toda su vida. Me levanté difícilmente del colchón y me saqué las
lágrimas. Una cosa era aceptar, pero ahora que estaba haciéndose realidad… solo
pude ponerme histérico.
- Mejor me quedo…quiero estar
con Tom…- Maurice me miró serio y después miró a Tom, quien me miraba a mí con
confusión. -¡Quiero quedarme!
- El trato está hecho.- dijo
él, tomándome del brazo.
- Q-quiero estar con Tom…
- Regresarás, Bill… todo será
diferente cuando lo hagas.- fingió una sonrisa, y yo solo negué, desaprobando
toda palabra que emitió Tom.
- >>Estamos juntos en
esto. Juntos hasta que esto se acabe<< ¿¡lo olvidaste?!- sollocé. Él bajó
la mirada y negó. –No quiero irme, Tom…, si nos arruinan la vida ¡qué importa!
Moriremos juntos… p-por favor…
- No, Bill.- me quedé
paralizado. –El trato está hecho, ya no quiero cambiarlo, así es mejor.- negué.
- No…- abrí los labios para
respirar. -¡L-lo único que te importaba era tu propia vida… no la mía!
- No digas eso…
- No te importa nada… más que
tú…- bajé la cabeza y caminé, siento sometido a un fuerte agarre por parte de
Maurice.
- Hermano, todo será mejor
después…- lo ignoré por completo; ninguna de sus palabras me habían lastimado
tanto como lo habían hecho esas.
Bajamos las escaleras y salimos
de la casa. No miré hacia atrás; ni siquiera me molesté en despedirme de mi
hermano, ya nada me importaba en ese momento, tan solo sobrevivir. Entramos a
su auto, me senté en el asiento copiloto, junto a él. Bajé la mirada a mis
rodillas, tragándome las lágrimas y los gemidos agudos.
Era una casa hermosa y grande,
con un ventanal en la parte frontal. Él me tomó del brazo con fuerza y caminamos
dentro de ella. Había una sala de piel blanca y un comedor de vidrio con sillas que hacían juego con la sala, un Picasso en una de las paredes y
un mini bar junto al mismo. Subimos por unas escaleras caracol de mármol; ahí
arriba estaba vacío, a excepción de las incontables puertas en él. Me llevó a
uno de los muchos cuartos que había, uno con una pequeña cama y un espejo. Y
era lo único que había en ella.
- Aquí vas a quedarte hasta que
te diga que hacer.- asentí y él al tiro se fue.
…
8:59 Pm
Me habían obligado a tomar una
ducha y a comer. Yo no quería hacerlo, ni siquiera me sentía con los ánimos de
respirar, me ponía enfermo saber que todo esto lo hacía para salvar nuestras
vidas. Es imposible que mi vida haya terminado en esto.
Maurice apareció en el umbral,
sonriendo con una bolsa negra en sus manos; entró a la habitación y cerró la
puerta tras de él. Se acercó a mí y puso la bolsa a su lado; yo,
inconscientemente, le eché un vistazo, pero no pude ver una mierda.
- Harás algunos trabajos, sé
que terminarán gustándote.- abrió la bolsa y de ahí sacó una variedad de ropa
abrillantada; escogió un pantalón negro repleto de brillos y una playera
blanca, con las mangas abiertas hasta la cintura; y por último unas plataformas plateadas. Lo
miré confundido, o quizá tal vez asustado por lo que se tenía en mente. –Ponte eso.-
negué.
- ¿Para qué?- dije en un
susurro, temiendo que no fuera a gustarle mi forma de reproche.
- ¡APRESURATE!- me levanté de
la cama de un brinco y tomé la ropa con las manos temblándome terriblemente.
Hice ademán de salirme de la habitación, pero él se aclaró la garganta y me
hizo detenerme. –Cámbiate aquí, frente a mí.- me quedé mirando el suelo,
sorprendido y asqueado ante sus palabras. Apreté la ropa en mis manos y me la
pegué al pecho, con los ojos abiertos. -¿QUÉ ESPERAS?, ¡HAZLO YA!
Tragué saliva difícilmente y me
saqué la ropa hasta quedar en ropa interior. Tomé esas prendas y me las puse
con rapidez, a excepción de esas plataformas, que me era difícil atarlas con
las manos como las tenía. Al finalizar, él se levantó de la cama y me tomó la
mano.
- Ayúdame a darte una vuelta.-
levantó su brazo, aunque no era muy necesario, él era enorme y robusto. Me di
una vuelta, tensándome como jamás lo había hecho. –Llamaré a Emilie.- fruncí el
ceño.
Llegó con una mujer algo mayor
que yo. Unos treinta y ocho o cuarenta años. Me miró de pies a cabeza y sonrió
ampliamente, al igual que lo hizo Maurice, quien se acercó a mí y me tomó de
los hombros, acercando a esa señora a mí.
- Quiero que dejes perfecto a
este niño.- asintió. Me maquillaba y peinaba, y yo, sumiso, obedecía todas sus órdenes.
Esto me olía a mierda, nada de esto estaba bien, algo malo iba a pasarme. Lo sabía.
Puso labial en mis labios y algunas piedrecillas por el rabillo de mis ojos.
Maurice aplaudió, sonriente. –Pero qué habilidad, Emilie, ¡se mira perfecto!,
todos lo querrán.- ella sonrió con suficiencia. –Vamos, ¿qué esperas?, ¡mírate
en el espejo!- me ayudó a levantarme frente al espejo.
Pestañas postizas, sombra
plateada y piedrecillas negras; pómulos rosados y labios con brillo rojizo.
Cabello alisado y con brillo. Era horrible, y no entendía que clase de trabajo
era para humillarme de esta forma. Maurice me tomó la mano y me llevó escaleras
abajo. Se podía escuchar la música retumbante y gritos de personas. Me hizo entrar
a una de las habitaciones. Hombres en su mayoría se sentaban en las mesa aplaudiendo a mujeres y hombres semidesnudos que bailaban sobre las mesas; algunos en jaulas, otros en los escenarios. Mi
corazón dio un terrible vuelto.
- No… ¡no, por favor!- él
sonrió y se acercó a mí.
- Si lloras te atienes a las
consecuencias. Si haces lo que yo te digo, saldrás victorioso. Harás todo lo
que te digan y ¡no te atrevas a negarles algo!
- Por favor…- negó.
- Ven por aquí.- me arrastró
por la multitud y me subió al escenario, en donde esas personas habían dejado
de bailar. Maurice tomó el micrófono y comenzó a gritar. - ¡Este niño que
tenemos aquí es hermano de Tom Kaulitz!- todos se miraron entre sí, sonriendo.
-¡Le encantará tener una noche espectacular con alguno de ustedes, sean hombres
o mujeres!- sonaba como una subasta… me estaba subastando.
Ahora me encontraba en mi
recámara, serio, asustado, junto a un hombre blanco y robusto… la persona que
había dado más de doscientos euros por una noche conmigo. Me miró con una
sonrisa, la misma que yo no respondí.
- ¿En serio eres hermano de
Tom?- asentí. -¿Cómo te llamas?
- B-Bill…- volvió a sonreír.
- Me encanta.- me tomó la mano
y la colocó en su entrepierna, comenzando a restregarme en ella. –hmm… Maurice
me dijo que podía hacerte las poses y juegos que quisiera.- el nudo en mi
garganta iba a desatarse, y con él, mis lágrimas que no me dejaban ver más allá
de mi brazo extendido.
- No me hagas daño, por favor…-
ladeo la cabeza.
- Siempre he querido un
muñequito de trapo al cual maltratar.
- No…- chillé.
- Quítate la ropa frente a mí.-
me levanté de la cama y lo hiec; me saqué toda mi ropa hasta quedar desnudo
completamente. Él se acariciaba. –Te creía más robusto, pero así delgadito me
pareces perfecto.- se sacó solo su pantalón junto a su ropa interior y me tomó
de la cintura. De un momento a otro estaba a cuatro
sobre la cama, con él intentando metérmela. Sentí como mi orto se cortaba para
darle cavidad a una cosa de ese tamaño, una cosa que no cabía en mí. Sentí dolor,
jamás un dolor comparable; sentí mi piel quemar.
Mis lágrimas se habían
encargado de arruinar el horrible maquillaje que llevaba. Estaba recostado
bocabajo, había terminado con dificultad, lo había hecho sobre la cama,
mientras él lo había hecho dentro de mí. Tenía mis piernas abiertas y mis
caderas levantadas aun. No podía moverme, me dolía demasiado. Él ya se había
ido, llevándose mi pudor y con él, mi orgullo. A pesar del dolor, bajé mis
caderas. Me importó poco volver a restregar mi cuerpo en mis propios fluidos.
- ¿Te ha gustado tu trabajito?-
me quedé en silencio, hasta que él se sentó a mi lado, haciéndome abrazar mis
rodillas con fuerza para no acercarme más a él. –Me han dicho que lo pasaste
gimiendo como una putita.- sonrió. Y después suspiró. –Tu hermano sí que no te
sabe aprovechar. Quiero probarte esta noche.- mi pecho dio punzadas fuertes.
- L-le dijiste a mi hermano que
no me harías daño…- sonrió.
- Yo no te hice daño, te lo
hizo ese maricón. Además, a Tom le gustará saber que su hermano es uno de los
juguetes sexuales que más pedirán de ahora en adelante.
- Snif…snif…
- Oh, lagrimitas de crío no,
por favor.- pegué mi frente a mis rodillas. –No me hagas enfadarme más. Vamos,
ponte ropa que hace frío para que andes desnudo y baja a comer.
Al paso de dos días me habían
quitado las últimas sobras de mi virginidad, había tenido todas las relaciones
sexuales que no tuve en dos años, y una de ellas fue con Maurice. En mis brazos
no cabía otra herida, en mi estómago y en mis piernas tampoco… yo mismo ayudaba
a acabar con mi vida.
Pero esa noche tuve un sueño. Soñé
que estaba en los brazos de mamá, soñé que todo en mi vida volvió a cobrar
sentido. Nuestra casa era igual a como era antes. Mamá me acariciaba el cabello
mientras platicábamos acerca de nuestros días; volví a ser la persona con la
que estaba bien, con la que se llevaba perfecto con su hermano. No nos faltaba
nada.
Soñé que todo era igual que
antes. Soñé que aun había esperanza, que esto que hacía por mi hermano valdría
de alguna forma la pena; que él me lo agradecería y obtendría su perdón; que
las amenazas y heridas se irían.
Pero ahora tenía una nueva
perspectiva de todo.
hdgsghaja! Pobre Bill u-u sufre demasiado! && Tom ¬¬ ow! ><' Quiero que haya felicidad! aunque aun así me gusta ñ.ñ vale sube pronto, cuídate, chao...
ResponderEliminarHaaayyyyyyyy! Auch auch! Juro que llore ToT me hiciste llorar estos capitulos son fuertecitos, pero me gustan. . .
ResponderEliminarAmo como escribes, es tan triste y horrible lo que hicieron con Bill
cuidate y un abrazo :D
TT____TT POR DIOS! me hiciste llorar... U__U Todo es tan triste... pobrecito Bill... MALDITO, AHORA SI MALDITO MAURICE! Espero no lastimen mas a Bill....
ResponderEliminarMe encanto el capitulo, es tan emocionante... Pasan cosas tan inesperadas que simplemente ME FASCINAN!!!
Cuídate mucho mucho mucho y te mando un abrazotote ;-)