martes, 25 de septiembre de 2012

Capítulo 16


Al darme cuenta que Bill se quedaba dormido, deshice las cobijas y le acaricié la mejilla con el índice. Él sacó un pequeño gemido y entreabrió sus húmedos ojos.
- Acuéstate.- susurré. Él dejó de abrazarme y se metió en las cobijas, quejándose un poco. Me levanté de la cama y le di la espalda.
- Quédate…- me detuve al tomar la perilla, y lo único que hice fue empujar la puerta, cerrándola con delicadeza. Me volví a la cama con él y me acosté a su lado; él se dio la vuelta para mirarme, y me envolvió en su cuerpo, escondiendo su cara en mi pecho.
Me quedé en silencio, escuchando el leve viento que chocaba en la pequeña ventanilla. Suspiré. Me sobraban los huevos para hacerlo, pero una parte de mí no quería. A veces añoraba a Tom Kaulitz, el insensible, el que no mostraba una pizca de amor hacia su hermano. Quería volver a ser el mismo.

By Bill

Al sentir que Tom ya no estaba a mi lado, desperté de golpe. Ya era un nuevo día. Me saqué las cobijas del cuerpo y caminé fuera de la habitación en busca de mi hermano. En su recámara no estaba, seguro se encontraba abajo. Al bajar me encontré con unas maletas es la puerta. Esto comenzaba a olerme mal.
- ¿Tom?- le llamé, y él, al tiro,  salió de la cocina, con completa seriedad. Jamás le vi esa cara, salvo ese día, cuando los policías me llevaron de vuelta a casa hace tres años. - ¿Por qué hay maletas en la puerta?, ¿te vas?- pregunté preocupado. Él negó y caminó hacia mí, tomándome mi hombro desnudo, obligándome a sentarme en el sofá.
- Te vas tú.- me mordí los labios, confundido. Él pareció saber que necesitaba una explicación, así que tragó saliva y me miró a los ojos directamente. –Me cansé, es todo.
- ¿De qué?
- De mí, de nosotros. Necesito un tiempo solo.- su nuez subió y bajó. –No he sido una buena persona ni contigo ni con nadie.
- Has sido bueno conmigo…- dije, pero él negó, mirándome con pena.
- No sé en dónde vivas, pero al menos en donde yo lo hago, aceptar que se lleven a tu hermano a vender su cuerpo a cambio de lo material no es lo correcto.- Bajé la mirada.
- No quiero irme.
- Lo he hablado con papá. Él dijo que las cosas iban mejorando; que no es tan malo que te quedes allá.
- ¿le dijiste lo que me hicieron?- pregunté preocupado. Él me tomó las manos.
- Claro que no, se lo tendrás que decir tú.- mordí mis labios. –Bonny me dijo que estás bajo una depresión; y no puedo evitar preocuparme por ti; así que por eso también es mejor que te vayas.- negué. –Vamos, no hagas esto difícil. Por favor, hazlo por ti. Quiero regresarte la felicidad que te quité.
Me quedé en silenció, mirándole a los ojos con completa incomprensión. ¿Desde cuándo a Tom le importaba lo que me pasara? ¡Nunca!, Había aprendido a vivir con su odio, y hasta me gustaba sentirlo cerca. Y ahora venía a quitarme lo único que me quedaba. Él no me ayudaba, él me destrozaba.
Sin más me levanté del sofá y caminé a la puerta, tomando las maletas y saliendo de la casa. Esta vez no iba a llorar por él, esta vez haría algo por mí, por salvar algo del escaso orgullo que tenía. Pero me detuvo y sacó rápidamente su chamarra de su cuerpo y me la colocó. Increíblemente me dio un fuerte abrazo y colocó su mano en mi nuca. Me obligó a entrar a la casa de nuevo, junto a mis maletas, y entonces me miró, negando.
- No quiero que te vayas enojado.- tragué saliva.
- Quieres deshacerte de mí.
- Quiero alejarte de mí…te he hecho daño.- negué.
- No es verdad.
- Bill, yo soy el único que puede juzgar como me he portado. Mi moral tocó el suelo esta vez.- respiró hondo y después lo soltó con fuerza. –Vamos, que te llevo.
- Bill.
- hmm…
- Vamos dormilón.- sentí esos molestos besitos en el cuello. Sonreí levemente. Me quede con los ojos cerrados, fingiendo que dormía. Pero la realidad era que analizaba. Quizá Tom no me quería, pero esos besitos por muy molestos y castrantes que me parecieran, se sentían sinceros.
- Vamos, Tom… no jodas…- le di un leve manotazo en la cara. Sus labios subieron por mis mejillas, mis orejas y por último a mis párpados. Realmente los odiaba, eran tan molestos. Abrí los ojos y me lo encontré tan cerca de mí, sonriendo. Entonces sonreí yo también y me senté debidamente en el asiento, apartando a Tom. –Hemos llegado.
Mire a través de la ventana. Ahí estaba nuestra casa, igual que siempre, tan cuidada. Bajé la mirada al sentir la rabia mezclarse con mi sangre; me quité el cinturón de seguridad y salí del auto, molesto.
- Bill.- le dio la vuelta al auto, apartándome de la cajuela para él sacar mis maletas. –Vamos, deja de ponerte así. Finge que todo es como antes, yo en Frankfurt odiándote y tú aquí, con tu novia y tus amigos. No es tan fácil.
- Nunca salgo con mis amigos o mi novia. Me lo pasaba preguntándome si seguirías odiándome.- se mordió los labios. Abrió los brazos para abrazarme; al principio dejé que me abrazara y hasta me acomode en sus brazos, pero después mi orgullo le ganó a la sensibilidad, y le empujé con delicadeza, retrocediendo. –Vete, no quiero hablarte más.
- Ahora no me hagas enojar, ¿sí?
- No quiero verte, Tom.- me encaminé a la puerta y timbré. Mamá abrió la puerta, y entonces Tom corrió hacia nosotros.
- Mamá, yo tengo que regresar pronto.
- ¿no te quedarás al menos a comer?- preguntó ella. Tom negó.
- Debo llegar a casa pronto.- sonrió. Mamá asintió, sonriendo; se acercó a Tom y le tomó las mejillas.
- Vete con cuidado, ¿sí?- él asintió.
- Lo haré, mamá, no te preocupes más.
- Lo siento, es inevitable, eres mi gran Tom.- él sonrió con nostalgia.
- Nos vemos, mamá, adiós.- Ella asintió, dándole un beso en la mejilla.
- Te amo, hijo.
- Y yo a ti.- mamá sonrió y nos miró a ambos.
- Les dejo para que se despidan.- Tom asintió mientras mamá se daba la vuelta y se iba. Yo tomé la iniciativa.
- Adiós.- y le di la espalda, tomando las maletas para entrar a casa.
- Espera.- me detuve y lo miré. -¿No vas a despedirte bien de mí?
- No.- él sonrió y se acercó a mí. –Aléjate de mí.- me dio un abrazo y me beso la frente. Yo lo empuje. -¡Deja de besarme, Tom!- él se carcajeo y el hijo de puta volvió a hacerlo. –Me estas tocando las pelotas. ¡Voy a gritar y diré que quieres hacer incesto conmigo!
- Te perjudicarás tu también.- lo miré, enojado. Él volvió a carcajearse.
- Yo no te estoy besando a ti como un loco.- Sonrió. –Ya, Tom, enserio vete.- me puse serio.
- No quiero que te molestes.- bajé la mirada, y de pronto los ojos se me humedecieron.
- Jódete.- me di la vuelta y entré a la casa con mis maletas sin prestarle más atención. Me recargué en la puerta, suspirando, intentando que las lágrimas no me cayeran más por los ojos.
Y después de un momento, escuché el motor del auto de Tom alejarse. Al mismo tiempo que mis lágrimas caían y me sentía tan mal y arrepentido por todo, mamá se acercó a mí y me miró seria.
- ¿Qué te pasa, cariño?- negué.
- No me pasa nada…- subí rápidamente por las escaleras.
Al paso de cuatro semanas, mamá me obligó a inscribirme a la universidad. Entraría al segundo semestre. Gustav me dijo que él estaría conmigo, pues íbamos al mismo grado, ambos éramos más jóvenes que Georg y Andy.
- ¿Soy yo, o te vez más delgado?- me preguntó, mientras caminábamos hacia la universidad.
- No sé, han pasado cosas.- él sonrió.
-Sé que quizá esto es incómodo para ti, pero, ¿sigues haciéndote daño?
- No…- mentí.
- Eso me pone muy feliz.- bajé la mirada. -¿Que, qué te pasa?
- Nada, es solo que no quiero entrar a esa universidad. ¿Cuántos de la preparatoria se han ido?
- Se han ido muy pocos, y entre ellos no está Robert.- tragué en seco.
- Oh, gracias, ahora debo estar en la misma aula con él.- dije con sarcasmo.
- No te pongas así, parece que lo superó.
- Sí… yo no.
- ¿Qué te pasó con tu hermano?, ahora estas diferente. Te miras triste.
- Me arruinó la vida.- caminé con más rapidez, pero él me detuvo fuertemente del brazo y me miró a los ojos, extrañado.
- Vamos, Bill, no digas eso.
- Si no quieres creerme no me importa.
- Lo digo porque eres su hermano gemelo, él no se atrevería a hacerte daño.
- ¡Qué poco lo conoces!, pareció olvidar ese detalle.
- hmm, Bill, ¿qué te hizo?
- Me lastimó… y no quiero hablar ya de ese idiota.
Ahí caminamos en silencio hasta la entrada del lugar; todos corrían, a excepción de nosotros, que caminábamos sin apuro. Subimos por  las escaleras; ahí Gustav me tomó del brazo y me guió al aula.
- No empezamos con las clases sino hasta las ocho en punto.
- ¿Ocho?, ¡pero son las siete!
- Sí, tenemos una hora para hacer nada.- me golpeé la frente.
- Deja de lamentarte y mira quien camina hacia nosotros.- levanté la mirada.
- (Tu nombre)…- me levanté de la silla y corrí hacia ella.
- ¡No lo creo. Bill!- nos abrazamos y dimos un sin par de besos en los labios. – Cuanto te extrañé…- sonreí.
- Creía que nunca volvería a verte.- caminamos hacia Gustav.
- Estás tan delgado.- dijo, mirándome.
- Es lo que le venía diciendo.- se carcajearon.

El resto del día lo pasamos los tres juntos. Gustav me dijo que Georg y Andy tenían horarios distintos, y que casi nunca en la universidad podíamos mirarnos. Pero eso poco me importó, pues mi mente ni siquiera estaba en ese lugar, estaba solo pensando en el hijo de puta de mi hermano. Como lo odiaba y lo quería tanto.

- ¿Qué te pasa, hermano?- preguntó Gustav, serio.
- Nada, solo pensaba.- él negó con una sonrisita. Miré las jardineras, ahí estaba Georg, caminando tras Andy, quien venía carcajeándose, al contrario que Georg, quien iba cabizbajo, fingiendo una sonrisa a las bromas que Andy hacía. –Eh, ¿por qué Georg está tan serio?- apunté. Ambos miraron.
- Ha estado muy triste la última semana.- dijo (tu nombre).
- Sí, su hermana murió.- sentí una punzada en el pecho.
- ¿Murió?, ¿de qué?- (tu nombre) me miró, seria.
- Se quitó la vida. Le dejó a Georg una carta en la que decía que le hacían daño en el instituto, y que su supuesto mejor amigo había abusado de ella y ese idiota le transmitió un virus.- me quedé perplejo y algo dolido por la noticia. Yo la había conocido tan solo un par de veces; era idéntica a Georg. Era delgada; Su nariz fina y el cabello marrón rojizo; la piel blanca y grandes ojos verdes.
- Ella tenía dieciséis años.- musitó Gustav.
- Vaya, quisiera hablar con él.- Gustav negó.
- Ya no quiere hablar de ello. Se lo pasó llorando incontrolablemente, dijo que no quería volver a vivirlo.
- No me lo creo, ¡Billy!- me viré. Ahí estaba Andreas, sonriendo ampliamente. -¿por qué nadie me aviso que volvías?
- Creo que nadie lo sabía…- dije. –Al menos eso espero.
- Escuché rumores provenientes de Robert, pero no lo creí, es decir ¡es Robert!- sonreí, aunque por dentro me cuestioné muchas cosas. Andy se sentó con nosotros. –Vamos, Georg, siéntate aquí.- Asintió y se sentó a mi lado.
- Me da gusto verte otra vez, Bill.- dijo Georg, sonriendo.
- A mi también, amigo.

Después, me fui caminando a casa acompañado por Gustav, que tomaba el transporte a unas cuadras de mi casa. Íbamos en silencio desde que salimos; tenía muchas cosas que decirle, pero por más que ordenaba las palabras en mi boca, no querían salir, y al final de cuentas, no iba a obligarlas a hacerlo.
- Buff, ¡qué calor!- dije después de unos momentos pensándolo. Él me miró.
- ¿Cómo no quieres que te dé frío, Bill?, tienes puesta una chamarra.- rió.
- Bueno, pero no quiero quitármela.- musité.
- ¿Por qué no?
- Ya sabes… por mis brazos.- asintió.
- Las cicatrices siempre las tendrás, Bill, no te avergüences.- Bajé la mirada. Me bajé el cierre de la chamarra y me la saqué con delicadeza. Él se quedó sorprendido al ver mis brazos completamente cortados y algunas sin costra. – Pero me dijiste que… ¿Por qué?
- No se lo digas a nadie… mamá cree que lo he dejado.
- ¡Deberías dejarlo, estás loco! Te has cortado los brazos enteros.- me subió la manga de mi playera, viendo mi hombro. Negó. -¿no era suficiente con los antebrazos?, ahora te cortas hasta los hombros. No puede ser…
Me sentí completamente avergonzado conmigo mismo; me coloqué la chamarra de nuevo y caminé lo poco que quedaba para entrar a casa. No esperé a que llegara a mi lado, tan solo saqué las llaves de casa y entré. Dejé mi bolso de piel en el sofá de la sala y suspiré.
- ¿Cómo te fue, Bill?- preguntó mamá.
- Me fue bien.- sonreí. –Vi a (tu nombre).- ella rió.
- ¿Aun salen juntos?- asentí. –Me alegra oír eso. Aun recuerdo cuando me dijiste que te daba vergüenza hablarle.- me sonrojé. –La comida está hecha, Bill.
- Gracias.


Las siguientes cuatro semanas iban bien, hasta que en uno de esos días me encontré con Robert, quien comenzó a gritarme y maldecirme. Al principio no mordí el anzuelo y le ignoraba; prefería estar con (tu nombre); ella me entendía y sabía de alguna forma como se sentía ser una de las personas diferentes. Pero todo cambió un día, cuando terminaba de mear y lavaba mis manos.
- He, marica, ¿te crees que por andarme ignorando todo será diferente?
- Vete a la mierda, Robert.- dije mientras me secaba las manos.
- Te he dado tres advertencias, ¿quieres que te arruine la vida?
- Déjate de tonterías infantiles. Por si no lo sabes ya estamos en la facultad, ¡lo de secundaria y preparatoria se acabó!
- No hace falta madurez, solo son secretos que he estado guardando para protegerte de que todos, hasta esa noviecita, tuya se alejen de ti.
- Puedes contar lo que sea, todos ya saben lo que hicimos hace dos años.- se encogió de hombros.
- Entonces me dejas el camino libre para arruinarte aun más la vida.
- Así es, ya no me jode lo que haces.- asintió y despeinó mi cabello.
- Esta bien.- y se fue.
Después regresé con (tu nombre), y estuvimos en silencio por un largo tiempo, Me dejó recostarme en sus piernas. Y después me decidí a hablar.
- ¿Tu primo no ha vuelto?- ella acarició mi cabello.
- Hace un mes vino.
- ¿Te hizo daño?- suspiró.
-Sí. Me dijo e hizo cosas, pero después, gracias a Dios, papá abrió la puerta de mi recámara y vio a mi primo.- la miré con una sonrisa.
- ¿Entonces nunca volverá a hacerte daño?
- Así es. Papá ya no le deja acercarse a mí.
- No sabes cuan feliz me pone.
- A mí también.- me acarició la cara. -¿Y tú como estas con todo eso?
- Creí que estaba perfecto de alguna forma, pero después volví a romperme por culpa de mi hermano.
- Todo se pondrá bien.- me senté y la miré a los ojos.
- Te quiero.- sonrió. Me acerqué a ella y le besé los labios. Ella los abrió un poco, haciendo que yo también lo hiciera. Eran besos pequeños, con algo de sonido húmedo, pero esta vez no me importó demasiado. Realmente me hacía falta ella.


2 comentarios:

  1. hay tom tom tom que cosas
    hayyyyyyy! Bill y tn juntittos! Golosos
    que mal lo de la hermana de Georg, pobrecito! ToT
    sube pronto
    cuidate y un abrazo :D
    amo tu fic!!!

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  2. WOW! Tom y sus besitos xD (lindo) Bill y (Tu nombre) tan tiernos!... la hermana de Geo U_U y el estúpido de Robert...
    ME ENCANTO... De verdad me fascina como escribes... Te soy sincera yo abrí mi cuenta en Blogger solo para poder comentar tu Fic' es que simplemente me encanta mucho....!!
    CUÍDATE MUCHO, MIL BESOS Y DOS MIL ABRAZOS xD Sube pronto...!!!

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