Al darme cuenta que Bill se
quedaba dormido, deshice las cobijas y le acaricié la mejilla con el índice. Él
sacó un pequeño gemido y entreabrió sus húmedos ojos.
- Acuéstate.- susurré. Él dejó
de abrazarme y se metió en las cobijas, quejándose un poco. Me levanté de la
cama y le di la espalda.
- Quédate…- me detuve al tomar
la perilla, y lo único que hice fue empujar la puerta, cerrándola con
delicadeza. Me volví a la cama con él y me acosté a su lado; él se dio la
vuelta para mirarme, y me envolvió en su cuerpo, escondiendo su cara en mi
pecho.
Me quedé en silencio,
escuchando el leve viento que chocaba en la pequeña ventanilla. Suspiré. Me
sobraban los huevos para hacerlo, pero una parte de mí no quería. A veces
añoraba a Tom Kaulitz, el insensible, el que no mostraba una pizca de amor
hacia su hermano. Quería volver a ser el mismo.
By Bill
Al sentir que Tom ya no estaba
a mi lado, desperté de golpe. Ya era un nuevo día. Me saqué las cobijas del
cuerpo y caminé fuera de la habitación en busca de mi hermano. En su recámara
no estaba, seguro se encontraba abajo. Al bajar me encontré con unas maletas es
la puerta. Esto comenzaba a olerme mal.
- ¿Tom?- le llamé, y él, al
tiro, salió de la cocina, con completa
seriedad. Jamás le vi esa cara, salvo ese día, cuando los policías me llevaron
de vuelta a casa hace tres años. - ¿Por qué hay maletas en la puerta?, ¿te
vas?- pregunté preocupado. Él negó y caminó hacia mí, tomándome mi hombro
desnudo, obligándome a sentarme en el sofá.
- Te vas tú.- me mordí los
labios, confundido. Él pareció saber que necesitaba una explicación, así que
tragó saliva y me miró a los ojos directamente. –Me cansé, es todo.
- ¿De qué?
- De mí, de nosotros. Necesito
un tiempo solo.- su nuez subió y bajó. –No he sido una buena persona ni contigo
ni con nadie.
- Has sido bueno conmigo…-
dije, pero él negó, mirándome con pena.
- No sé en dónde vivas, pero al
menos en donde yo lo hago, aceptar que se lleven a tu hermano a vender su
cuerpo a cambio de lo material no es lo correcto.- Bajé la mirada.
- No quiero irme.
- Lo he hablado con papá. Él
dijo que las cosas iban mejorando; que no es tan malo que te quedes allá.
- ¿le dijiste lo que me
hicieron?- pregunté preocupado. Él me tomó las manos.
- Claro que no, se lo tendrás
que decir tú.- mordí mis labios. –Bonny me dijo que estás bajo una depresión; y
no puedo evitar preocuparme por ti; así que por eso también es mejor que te
vayas.- negué. –Vamos, no hagas esto difícil. Por favor, hazlo por ti. Quiero
regresarte la felicidad que te quité.
Me quedé en silenció, mirándole
a los ojos con completa incomprensión. ¿Desde cuándo a Tom le importaba lo que
me pasara? ¡Nunca!, Había aprendido a vivir con su odio, y hasta me gustaba
sentirlo cerca. Y ahora venía a quitarme lo único que me quedaba. Él no me
ayudaba, él me destrozaba.
Sin más me levanté del sofá y
caminé a la puerta, tomando las maletas y saliendo de la casa. Esta vez no iba
a llorar por él, esta vez haría algo por mí, por salvar algo del escaso orgullo
que tenía. Pero me detuvo y sacó rápidamente su chamarra de su cuerpo y me la
colocó. Increíblemente me dio un fuerte abrazo y colocó su mano en mi nuca. Me
obligó a entrar a la casa de nuevo, junto a mis maletas, y entonces me miró,
negando.
- No quiero que te vayas
enojado.- tragué saliva.
- Quieres deshacerte de mí.
- Quiero alejarte de mí…te he
hecho daño.- negué.
- No es verdad.
- Bill, yo soy el único que
puede juzgar como me he portado. Mi moral tocó el suelo esta vez.- respiró
hondo y después lo soltó con fuerza. –Vamos, que te llevo.
…
- Bill.
- hmm…
- Vamos dormilón.- sentí esos
molestos besitos en el cuello. Sonreí levemente. Me quede con los ojos
cerrados, fingiendo que dormía. Pero la realidad era que analizaba. Quizá Tom
no me quería, pero esos besitos por muy molestos y castrantes que me
parecieran, se sentían sinceros.
- Vamos, Tom… no jodas…- le di
un leve manotazo en la cara. Sus labios subieron por mis mejillas, mis orejas y
por último a mis párpados. Realmente los odiaba, eran tan molestos. Abrí los
ojos y me lo encontré tan cerca de mí, sonriendo. Entonces sonreí yo también y
me senté debidamente en el asiento, apartando a Tom. –Hemos llegado.
Mire a través de la ventana.
Ahí estaba nuestra casa, igual que siempre, tan cuidada. Bajé la mirada al
sentir la rabia mezclarse con mi sangre; me quité el cinturón de seguridad y
salí del auto, molesto.
- Bill.- le dio la vuelta al
auto, apartándome de la cajuela para él sacar mis maletas. –Vamos, deja de
ponerte así. Finge que todo es como antes, yo en Frankfurt odiándote y tú aquí,
con tu novia y tus amigos. No es tan fácil.
- Nunca salgo con mis amigos o
mi novia. Me lo pasaba preguntándome si seguirías odiándome.- se mordió los
labios. Abrió los brazos para abrazarme; al principio dejé que me abrazara y
hasta me acomode en sus brazos, pero después mi orgullo le ganó a la
sensibilidad, y le empujé con delicadeza, retrocediendo. –Vete, no quiero
hablarte más.
- Ahora no me hagas enojar,
¿sí?
- No quiero verte, Tom.- me
encaminé a la puerta y timbré. Mamá abrió la puerta, y entonces Tom corrió
hacia nosotros.
- Mamá, yo tengo que regresar
pronto.
- ¿no te quedarás al menos a
comer?- preguntó ella. Tom negó.
- Debo llegar a casa pronto.-
sonrió. Mamá asintió, sonriendo; se acercó a Tom y le tomó las mejillas.
- Vete con cuidado, ¿sí?- él
asintió.
- Lo haré, mamá, no te
preocupes más.
- Lo siento, es inevitable,
eres mi gran Tom.- él sonrió con nostalgia.
- Nos vemos, mamá, adiós.- Ella
asintió, dándole un beso en la mejilla.
- Te amo, hijo.
- Y yo a ti.- mamá sonrió y nos
miró a ambos.
- Les dejo para que se
despidan.- Tom asintió mientras mamá se daba la vuelta y se iba. Yo tomé la
iniciativa.
- Adiós.- y le di la espalda,
tomando las maletas para entrar a casa.
- Espera.- me detuve y lo miré.
-¿No vas a despedirte bien de mí?
- No.- él sonrió y se acercó a
mí. –Aléjate de mí.- me dio un abrazo y me beso la frente. Yo lo empuje. -¡Deja
de besarme, Tom!- él se carcajeo y el hijo de puta volvió a hacerlo. –Me estas
tocando las pelotas. ¡Voy a gritar y diré que quieres hacer incesto conmigo!
- Te perjudicarás tu también.-
lo miré, enojado. Él volvió a carcajearse.
- Yo no te estoy besando a ti
como un loco.- Sonrió. –Ya, Tom, enserio vete.- me puse serio.
- No quiero que te molestes.-
bajé la mirada, y de pronto los ojos se me humedecieron.
- Jódete.- me di la vuelta y
entré a la casa con mis maletas sin prestarle más atención. Me recargué en la
puerta, suspirando, intentando que las lágrimas no me cayeran más por los ojos.
Y después de un momento,
escuché el motor del auto de Tom alejarse. Al mismo tiempo que mis lágrimas
caían y me sentía tan mal y arrepentido por todo, mamá se acercó a mí y me miró
seria.
- ¿Qué te pasa, cariño?- negué.
- No me pasa nada…- subí
rápidamente por las escaleras.
…
Al paso de cuatro semanas, mamá
me obligó a inscribirme a la universidad. Entraría al segundo semestre. Gustav
me dijo que él estaría conmigo, pues íbamos al mismo grado, ambos éramos más
jóvenes que Georg y Andy.
- ¿Soy yo, o te vez más
delgado?- me preguntó, mientras caminábamos hacia la universidad.
- No sé, han pasado cosas.- él
sonrió.
-Sé que quizá esto es incómodo
para ti, pero, ¿sigues haciéndote daño?
- No…- mentí.
- Eso me pone muy feliz.- bajé
la mirada. -¿Que, qué te pasa?
- Nada, es solo que no quiero
entrar a esa universidad. ¿Cuántos de la preparatoria se han ido?
- Se han ido muy pocos, y entre
ellos no está Robert.- tragué en seco.
- Oh, gracias, ahora debo estar
en la misma aula con él.- dije con sarcasmo.
- No te pongas así, parece que
lo superó.
- Sí… yo no.
- ¿Qué te pasó con tu hermano?,
ahora estas diferente. Te miras triste.
- Me arruinó la vida.- caminé
con más rapidez, pero él me detuvo fuertemente del brazo y me miró a los ojos,
extrañado.
- Vamos, Bill, no digas eso.
- Si no quieres creerme no me
importa.
- Lo digo porque eres su hermano
gemelo, él no se atrevería a hacerte daño.
- ¡Qué poco lo conoces!,
pareció olvidar ese detalle.
- hmm, Bill, ¿qué te hizo?
- Me lastimó… y no quiero
hablar ya de ese idiota.
Ahí caminamos en silencio hasta
la entrada del lugar; todos corrían, a excepción de nosotros, que caminábamos sin
apuro. Subimos por las escaleras; ahí
Gustav me tomó del brazo y me guió al aula.
- No empezamos con las clases
sino hasta las ocho en punto.
- ¿Ocho?, ¡pero son las siete!
- Sí, tenemos una hora para hacer
nada.- me golpeé la frente.
- Deja de lamentarte y mira
quien camina hacia nosotros.- levanté la mirada.
- (Tu nombre)…- me levanté de
la silla y corrí hacia ella.
- ¡No lo creo. Bill!- nos
abrazamos y dimos un sin par de besos en los labios. – Cuanto te extrañé…-
sonreí.
- Creía que nunca volvería a
verte.- caminamos hacia Gustav.
- Estás tan delgado.- dijo,
mirándome.
- Es lo que le venía diciendo.-
se carcajearon.
El resto del día lo pasamos los
tres juntos. Gustav me dijo que Georg y Andy tenían horarios distintos, y que
casi nunca en la universidad podíamos mirarnos. Pero eso poco me importó, pues
mi mente ni siquiera estaba en ese lugar, estaba solo pensando en el hijo de
puta de mi hermano. Como lo odiaba y lo quería tanto.
- ¿Qué te pasa, hermano?-
preguntó Gustav, serio.
- Nada, solo pensaba.- él negó
con una sonrisita. Miré las jardineras, ahí estaba Georg, caminando tras Andy,
quien venía carcajeándose, al contrario que Georg, quien iba cabizbajo,
fingiendo una sonrisa a las bromas que Andy hacía. –Eh, ¿por qué Georg está tan
serio?- apunté. Ambos miraron.
- Ha estado muy triste la
última semana.- dijo (tu nombre).
- Sí, su hermana murió.- sentí una
punzada en el pecho.
- ¿Murió?, ¿de qué?- (tu
nombre) me miró, seria.
- Se quitó la vida. Le dejó a
Georg una carta en la que decía que le hacían daño en el instituto, y que su
supuesto mejor amigo había abusado de ella y ese idiota le transmitió un virus.-
me quedé perplejo y algo dolido por la noticia. Yo la había conocido tan solo
un par de veces; era idéntica a Georg. Era delgada; Su nariz fina y el cabello
marrón rojizo; la piel blanca y grandes ojos verdes.
- Ella tenía dieciséis años.-
musitó Gustav.
- Vaya, quisiera hablar con
él.- Gustav negó.
- Ya no quiere hablar de ello. Se
lo pasó llorando incontrolablemente, dijo que no quería volver a vivirlo.
- No me lo creo, ¡Billy!- me
viré. Ahí estaba Andreas, sonriendo ampliamente. -¿por qué nadie me aviso que
volvías?
- Creo que nadie lo sabía…- dije.
–Al menos eso espero.
- Escuché rumores provenientes de
Robert, pero no lo creí, es decir ¡es Robert!- sonreí, aunque por dentro me
cuestioné muchas cosas. Andy se sentó con nosotros. –Vamos, Georg, siéntate aquí.-
Asintió y se sentó a mi lado.
- Me da gusto verte otra vez,
Bill.- dijo Georg, sonriendo.
- A mi también, amigo.
Después, me fui caminando a
casa acompañado por Gustav, que tomaba el transporte a unas cuadras de mi casa.
Íbamos en silencio desde que salimos; tenía muchas cosas que decirle, pero por
más que ordenaba las palabras en mi boca, no querían salir, y al final de
cuentas, no iba a obligarlas a hacerlo.
- Buff, ¡qué calor!- dije
después de unos momentos pensándolo. Él me miró.
- ¿Cómo no quieres que te dé
frío, Bill?, tienes puesta una chamarra.- rió.
- Bueno, pero no quiero
quitármela.- musité.
- ¿Por qué no?
- Ya sabes… por mis brazos.-
asintió.
- Las cicatrices siempre las
tendrás, Bill, no te avergüences.- Bajé la mirada. Me bajé el cierre de la
chamarra y me la saqué con delicadeza. Él se quedó sorprendido al ver mis
brazos completamente cortados y algunas sin costra. – Pero me dijiste que… ¿Por
qué?
- No se lo digas a nadie… mamá
cree que lo he dejado.
- ¡Deberías dejarlo, estás
loco! Te has cortado los brazos enteros.- me subió la manga de mi playera,
viendo mi hombro. Negó. -¿no era suficiente con los antebrazos?, ahora te
cortas hasta los hombros. No puede ser…
Me sentí completamente
avergonzado conmigo mismo; me coloqué la chamarra de nuevo y caminé lo poco que
quedaba para entrar a casa. No esperé a que llegara a mi lado, tan solo saqué
las llaves de casa y entré. Dejé mi bolso de piel en el sofá de la sala y
suspiré.
- ¿Cómo te fue, Bill?- preguntó
mamá.
- Me fue bien.- sonreí. –Vi a
(tu nombre).- ella rió.
- ¿Aun salen juntos?- asentí. –Me
alegra oír eso. Aun recuerdo cuando me dijiste que te daba vergüenza hablarle.-
me sonrojé. –La comida está hecha, Bill.
- Gracias.
Las siguientes cuatro semanas
iban bien, hasta que en uno de esos días me encontré con Robert, quien comenzó
a gritarme y maldecirme. Al principio no mordí el anzuelo y le ignoraba;
prefería estar con (tu nombre); ella me entendía y sabía de alguna forma como
se sentía ser una de las personas diferentes. Pero todo cambió un día, cuando
terminaba de mear y lavaba mis manos.
- He, marica, ¿te crees que por
andarme ignorando todo será diferente?
- Vete a la mierda, Robert.-
dije mientras me secaba las manos.
- Te he dado tres advertencias,
¿quieres que te arruine la vida?
- Déjate de tonterías
infantiles. Por si no lo sabes ya estamos en la facultad, ¡lo de secundaria y
preparatoria se acabó!
- No hace falta madurez, solo
son secretos que he estado guardando para protegerte de que todos, hasta esa
noviecita, tuya se alejen de ti.
- Puedes contar lo que sea,
todos ya saben lo que hicimos hace dos años.- se encogió de hombros.
- Entonces me dejas el camino
libre para arruinarte aun más la vida.
- Así es, ya no me jode lo que
haces.- asintió y despeinó mi cabello.
- Esta bien.- y se fue.
Después regresé con (tu
nombre), y estuvimos en silencio por un largo tiempo, Me dejó recostarme en sus
piernas. Y después me decidí a hablar.
- ¿Tu primo no ha vuelto?- ella
acarició mi cabello.
- Hace un mes vino.
- ¿Te hizo daño?- suspiró.
-Sí. Me dijo e hizo cosas, pero
después, gracias a Dios, papá abrió la puerta de mi recámara y vio a mi primo.-
la miré con una sonrisa.
- ¿Entonces nunca volverá a
hacerte daño?
- Así es. Papá ya no le deja
acercarse a mí.
- No sabes cuan feliz me pone.
- A mí también.- me acarició la
cara. -¿Y tú como estas con todo eso?
- Creí que estaba perfecto de
alguna forma, pero después volví a romperme por culpa de mi hermano.
- Todo se pondrá bien.- me
senté y la miré a los ojos.
- Te quiero.- sonrió. Me
acerqué a ella y le besé los labios. Ella los abrió un poco, haciendo que yo
también lo hiciera. Eran besos pequeños, con algo de sonido húmedo, pero esta
vez no me importó demasiado. Realmente me hacía falta ella.
hay tom tom tom que cosas
ResponderEliminarhayyyyyyy! Bill y tn juntittos! Golosos
que mal lo de la hermana de Georg, pobrecito! ToT
sube pronto
cuidate y un abrazo :D
amo tu fic!!!
WOW! Tom y sus besitos xD (lindo) Bill y (Tu nombre) tan tiernos!... la hermana de Geo U_U y el estúpido de Robert...
ResponderEliminarME ENCANTO... De verdad me fascina como escribes... Te soy sincera yo abrí mi cuenta en Blogger solo para poder comentar tu Fic' es que simplemente me encanta mucho....!!
CUÍDATE MUCHO, MIL BESOS Y DOS MIL ABRAZOS xD Sube pronto...!!!