viernes, 30 de noviembre de 2012

Capítulo 48


By Bill
Abrí los ojos, dándome un estirón mientras me tallaba los ojos.  Me senté con algo de dificultad por el frío; al mirar al umbral de la puerta casi se me sale el corazón por los labios.
- ¡Mierda, Tom, qué susto!- grité; él comenzó a carcajearse.
- Sé que no me veo muy guapo cuando acabo de salir de la cama, pero no creí que tanto.- sonreí.
- Idiota.- se acercó a mi cama y se sentó. -¿Nos iremos hoy?
- No lo sé, ¿quieres quedarte otro día?
- Hmm, sí.- sonreí; él asintió y se acercó un poco más a mí.
- Bien, lo haremos, pero antes, tengo buenas noticias.
- ¿Cuáles?- sonreí; él se sacó un papel doblado del bolsillo.
- No te lo quise dar ayer, no quería que toda la familia se enterara o qué se yo. Toma.- me lo pasó, yo lo desdoblé y comencé a leerlo. Era de la universidad en Frankfurt; mi sonrisa creció rápidamente mientras leía el papel.
- ¡No lo creo! ¿Cómo lo hiciste, Tom?
- Mandaron dos papeles, decía que había ocurrido una falla con el conteo de la calificación; una cosa así.- sonrió.
- Vaya, me alegraste el día entero.- rió.
- Bill, Tom, ¿quieren desayunar?- me levanté de la cama, caminando hacia mamá para mostrarle la hoja que Tom me había dado.
- ¡Me aceptaron en la universidad de Frankfurt!- ella tomó el papel y comenzó a leerlo; después sonrió ampliamente y me dio un abrazo.
- Felicidades, cariño.-


Por la tarde, en mi departamento, Tom y yo nos habíamos puesto a ver películas en mi recámara, pero por la mitad de la segunda me había aburrido bastante. Me puse a jugar con las rastas de Tom, que estaba sentado en el suelo, mientras yo lo hacía en la cama; estaban algo más despeinadas que la primera vez que las vi tintadas de negro, pero recuerdo que Tom nunca solía arreglárselas al menos después de dos años.
- ¡Qué aburrida película!- exclamé, enredándome una rasta en el índice.
- Ya lo sé, ¿No tienes algo mejor que hacer aquí, Bill?
- Pues no…- echó un suspiro.
- ¿Qué hacías cuando vivías aquí?
- Es que nunca estaba en el departamento, siempre salía a caminar.
- ¿A dónde?
- Humm, Por las plazas o centros comerciales, ¡en navidad los adornan hermoso! ¿Recuerdas que siempre le pedíamos a mamá que nos llevase sólo para mirar?- asintió.
- Podemos ir a ese centro comercial, ¿quieres?- sonreí.
- ¡Sí, sí, vamos!- me levanté de la cama de un brinco y tomé mi bolso de la mesa de noche.
- Vamos.- se levantó del suelo y apagó el televisor.
Salimos de departamento y bajamos las escaleras hasta llegar al aparcamiento, después me acerqué a mi auto, y Tom me lo miró con indiferencia, reflexionando un poco antes de  decir una palabra acerca de él.
- ¿Me creerías si te digo que ya no recordaba a tu auto?- me dijo, mirándolo, yo sonreí.
- Pues no lo creería, pero por esa expresión creo que es verdad.- me carcajeé; él sólo rió. - ¿Podemos ir en el mío?- asintió; quité los seguros de las puertas y abrí la del piloto,  Tom la del copiloto y ambos entramos a él. Antes de ir al centro comercial, paré para llenar el tanque de gasolina.


Aparqué el auto y ambos salimos sin decir una sola palabra hasta entrar en el lugar y ver la sonrisita de mi hermano; nuevamente pude ver ese brillo en sus ojos, y me ponía feliz y a la vez mal saber que él lo extrañaba todo, y aunque quisiera, nunca podría regresar el tiempo para volver a vivir todos esos años donde según lo que él decía, era feliz.
- Es igual a como lo recordaba, un poco más grande supongo.
- Han ampliado una parte, tienen la tienda de Jerseys otoñales y tal.
- ¿De verdad?- asentí. –Vaya, ahora te creo cuando dices que es lindo usar ropa como esa. ¿Podemos ir?- sonreí.
- Sí vamos.- estuvimos caminando en silencio nuevamente hasta llegar a la tienda, en donde Tom entró rápidamente y comenzó a buscar entre todas las pequeñas secciones de diferentes modelos. De entre todos ellos sacó uno café,  con un pequeño corrito del mismo color y con cuello en V; pareció encantarle demasiado, pero tuvo que dejarlo en su lugar al recibir una llamada y sacarse el celular para responder.
- ¿Hola?- su cara palideció y me miró de reojo, esperando que yo no lo hubiera mirado. Pero no fue así. Se colocó el móvil en el pecho y me miró con seriedad. –Bill, tengo que atender la llamada, ¿me esperas aquí?- asentí sin más, y él se salió.
Cuando el regresó, pareció que su humor se había ido por completo, incluso parecía enojado por tener que estar ahí. No sabía qué era lo que le pasaba; se había salido de la tienda después de decirme que no quería estar más aquí, que fuéramos a ver otra cosa y nos largáramos del centro comercial. Cuando yo me saló de la  tienda también, me atreví a cuestionarle.
- ¿Quién te llamó, Tom? ¿Por qué te pusiste así?
- No es nada importante, Bill.- suspiró. –Y no me puse de ninguna forma.
- Te enojaste, ya no quieres estar aquí.- él caminó con más rapidez, si querer prestarme más atención; pero yo le detuve e hice que me mirara a los ojos. -¿Todo está bien, Tom?
- Sí, Bill.- se puso las manos en la cara, desesperado. –Tengo que regresar a Frankfurt.
- ¿Por qué?
- Ha pasado algo, Bill.
- ¿Algo malo?- negó.
- Tú no te preocupes; yo me tengo que ir.
- Nos tenemos que ir, yo no me voy a quedar.- dije algo enfadado.
- Bill, no te metas en esto, puede ser peligroso pare ti.
- ¿Y me dices que no me preocupe?, Tom, ¿qué pasa?- insistí.
- Nada, Bill, enserio, pero no puedes venir.
- ¡No me vas a dejar solo en Hamburgo otra vez!
- Por favor, Bill.
- ¡Por favor, Tom!, no me vuelvas a hacer lo mismo.- se quedó en silencio por unos segundos, y después asintió.
- Está bien.- y siguió caminando. –Esperaré en el auto, ¿sí?, ya no me apetece caminar aquí.- asentí, sacando las llaves del auto de mi bolso y tendiéndoselas. Él asintió en forma de agradecimiento y se volvió a la salidla.

By Tom
Maurice era perfecto para arruinar los momentos con mi hermano, era perfecto para amenazar y destrozar a una persona. No me creía que yo, después de tantos años luchando contra él, me estuviera haciendo más débil ante él. No me podía creer que me tenía amenazado.
Ringgg ringgg ringgg
Me saqué el móvil del bolsillo y acepté la llamada, suspirando antes de colgarme el celular a la oreja y decir una palabra que sabía que sería interrumpida por sus estúpidas amenazas y carcajadas.
- ¿Qué quieres?
- No me hables así, Tom. Espero que ya no estés cerca de tu hermano, porque si no es así, no me importa, yo seguiré con lo que tengo que decirte.
- Ya no está conmigo. Ahora dime qué coño quieres.- se carcajeó.
- ¡Mi dinero, imbécil!, te di una semana, y tienes casi un mes sin dármelo, ¡¿qué esperas, hijo de perra?!
- Tengo una parte, no lo conseguí todo.- le contesté con firmeza, ni siquiera imaginando cómo lo tomaría.
- Oh, sólo una parte, ¡solo una parte!- gritó. –Te lo advertí, Kaulitz, ¡y tú mismo dijiste que una semana lo tendrías!
- Ya lo sé, pero en el puto trabajo que tengo no lo obtendría ni en dos años.
- Ese no es mi problema, ¡metete a trabajar en otro puto lugar!
- Lo conseguiré, sólo dame más tiempo.
- ¡¿Cuánto tiempo?! ¡ME DEBES ESE DINERO POR MÁS DE UN AÑO!
- ¡Ya lo sé!, ¡sólo necesito más tiempo!
- No.- me quedé en silencio. - ¡No, Kaulitz, esta vez ya no!, ¡tú has pedido las consecuencias a gritos, AHORA LAS AFRONTAS COMO UN HOMBRE!
- ¿Y ahora qué harás?- pregunté casi en burla.
- Oh, te conviene no burlarte, tengo planeado cada uno de tus pasos y los de tu hermano. Si no quieres que nada malo le pase a él, será mejor que lo protejas como a tu hijo, o simplemente no me provoques.- tragué saliva con pesadez.
- No entiendo por qué tienes que meter a mi hermano en esto. ¿No tienes suficiente con arruinarle la vida?
- No.- y cortó. Yo eché un suspiro más de desesperación que de otra cosa, y me recargué en el asiento, esperando a que mi hermano volviera.


- ¡Tom, ¿puedes abrirme? Comienza a nevar!- Golpeaba la ventana con una sonrisa. Le abrí los seguros y él abrió la puerta. –Uff, gracias.- metió un par de bolsas de cartón al auto y sonrió. –Toma, esto te lo compré a ti.
- ¿A mí? ¿Por qué?
- No sé.- se carcajeó. –Ábrelo.- asentí y metí la mano en la bolsa, al sacarlo, el corazón me dio un vuelco. Era el jersey que había estado observando en la tienda.
- ¡oh, Bill!- sonreí. –No te pedí que me lo compraras.
- Ya lo sé, pero miré que te encantaba y te lo compré, como un regalo para navidad.
- Ven aquí, enano.- le abracé, acariciándole la espalda. –Gracias.
- No agradezcas.- sonrió.



Llegamos al departamento de Bill, subimos las escaleras en silencio,  Bill miraba su móvil y sonreía con ternura, después me miró y me mostró el móvil. Era la foto de un crío, lleno de cobijas con estampados de animalitos tiernos.
- Es el hijo de (tu nombre).- me dijo con ternura. –Es pequeñísimo.
- Es lindo.- sonreí. Él asintió y metió las llaves a la puerta.
- Es idéntico a ella, ¿no? oh, quiero abrazarlo.
- Vaya, hermano, no me creo que quieras abrazar a un bebé. Aún no me hago la idea de que te gustan ahora los bebés.- me carcajeé.
- No sé porqué… ahora me encantan.- abrió la puerta.
- ¡BILL!- él se viró, al igual que yo. Eran gustav, y si no me equivocaba, también Andreas; mi hermano pareció tensarse e intentó hacerse el fuerte, entonces los ignoró y entró a su departamento.
Ellos se acercaron a mí, algo tímidos por la forma en que yo los miraba; incluso a mí me jodía la forma en que ellos habían tratado a mi hermano, a pesar de que también yo lo trataba igual, o quizá también peor.
- Tom, ¿podemos pasar a mirar a tu hermano?- preguntó Andreas.
- Yo también me alegro de verlos después de un año.- él sonrió apenado.
- Lo siento.- se moría de los nervios, y me encantaba hacerlo sentir así.
- Pasen, pero no respondo a nada delo que mi hermano pueda hacer.
- Gracias.- ambos entraron, caminando con rapidez a la recámara de mi hermano. Yo cerré la puerta y los seguí; Bill estaba en su cama, mirando su móvil. – Bill.- él levantó la mirada.
- ¿Qué quieren?
- Supimos que vendrían y… queríamos decirte algo.- dijo Gustav, aún más nervioso que Andreas. Bill se quedó en silencio, mirándolos.
- Lo sentimos, Bill.- dijo Andreas. –Robert nos lo dijo todo, desde que él te contagió el Sida, hasta las citas que hacía contigo para que le ayudaras.
- Sabemos que te tratamos pésimo y que te juzgamos incluso antes de saber si era real todo.
- Me hicieron sentir tan mal, encima me dijeron que estaba horrible por la enfermedad. Me vieron la cara de ingenuo, incluso dejaron de hablarme desde antes de que me dijeran todo eso.
- Estamos arrepentidos, Bill. Perdón, de verdad nos comportamos como unos imbéciles.
- Y si no quieres que volvamos a ser amigos, lo entendemos, pero al menos como conocidos, ¿sí? Perdónanos, Bill.
- Yo no tengo nada que perdonarles; yo también cometí el error de no tenerles confianza acerca del VIH… pero es que incluso con mi familia me demoré, Tom lo supo por razones distintas.-sonreí. –Y lo de Robert… ¿saben cómo está?
- Distinto desde que te fuiste. Se enteró de que vendrías y nos pidió el favor de darte esto.- Gustav se sacó un sobre naranja del bolsillo y se lo tendió a Bill.
- Gracias.- dejó el sobre en la mesa de noche. -¿Se quedan?
- Si eso quieres.- asintió. –Esperen, iremos a rentar algunas películas.- salieron de ahí, y yo me acerqué a Bill.
- ¿Así de fácil les perdonas?- sonreí.
- Supongo que así es cómo debe ser, ¿no?
- Bueno, tal vez sí, pero me impresionas, enano.
- ¿Por qué?
- Tu capacidad de perdonar es impresionante.- se recargó en mi hombro.
- ¿Y la tuya no?
- No, para nada.
- Tal vez no has perdido a alguien a quien no quieras perder jamás.
- Eso depende, siempre he querido perderte pero no puedo.- me carcajeé.
- Porque yo no quiero perder a mi hermano.- sonrió. –Si tú te mueres yo me muero contigo.
- No digas eso, Bill. Ni siquiera me creo que salvaras mi vida antes que la tuya.
- Lo haría sin pensarlo, Tom. No podría vivir sin ti, incluso tal vez moriría de la depresión.- se carcajeó.
- Eres un tonto, Bill.- le jalé el cabello.
- ¡Hey, idiota!- se carcajeó, jalándome una rasta.
- Lo siento, lo siento.
- No.- se cruzó de brazos.
- ¿No?- negó. –A ellos los disculpas por algo realmente malo y a mí no por un jalón de cabello… que buen hermano.- reí.
- Estás perdonado.- me dio palmadas en el estómago. –Obeso.
- O más bien, musculoso.
- O-BE-SO.- le palmeé el estómago también.
- Anoréxico.- se carcajeó.
- Cállate.- sonreí.
Ringg rinnggg ringgg
- Te llaman al móvil, Tom.- dijo riendo. Yo me tensé. -¿Tom?
- No voy a contestar.
- ¿Por qué?
- No quiero, Bill…- tomé el móvil y miré la pantalla. Era el número de Lauren; el cuerpo comenzó a temblarme.
- ¿Tom, estás bien?, ¿quién te llama?
- Nadie, Bill, estoy bien.-sonreí.

3 comentarios:

  1. hahahahhaha Tom esta obeso!
    Dios mori con eso . . .
    Uuuuuy ya amenazaron a Tom u.u
    sube pronto
    cuidate y un abrazo :D

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  2. Waaaa perdón que ya no había comentado :( pero sieeeeeeempre leo la Fic y me encanta! Esta buenisima... Y me preocupa lo que le pasa a Tom :s waaa Maurice no lo deja en paz :( y que genial que ya haya nacido el bebe de (Tu nombre) ^ ^ awww SUBE PRONTO!!! Cuidate y te mando un enorme abrazo... Y ahora si comentare mas! :D

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  3. oh que genial,en serio me encanta todo lo que escribes de verdad
    ya quiero leer mas aunque pobre de Tom
    espero el proximo
    cuidate bye

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