viernes, 2 de noviembre de 2012

Capítulo 35


By Bill

Las piernas y las manos me temblaban. Estaba sudando. Ni siquiera sabía en donde estaba, y cuando me di cuenta de todo, caí en la única posibilidad de que me había quedado solo,  y esta vez, literalmente. No tenía muchas opciones. ¡Esto apesta!, mierda, ¿Y ahora cómo encontraría a Tom en este lugar? que digo, ni siquiera va a querer mirarme aunque lo encontrase.
>>-Estoy perdido.- pensé –Y supongo que nadie ayudará a una persona como yo.-<<
Tras algunos minutos mirando como el lugar empeoraba cada vez más, me di cuenta de que no podría caminar más allá que algo horrible me pasara. Así que decidí dar la vuelta por el lugar con mejor apariencia, aunque eso era totalmente falso, porque el lugar era horrible por completo. La contaminación del ambiente daba cierto repelús; los cubos de basura estaban en medio de la calle, tirados ahí sin preocupación. La música de bares retumbaba ya tan tempano, y las personas entraban como si de un supermercado se tratara. Caminé calle abajo, encontrándome con un viejo y oxidado parque de diversiones, y a su alrededor, unos cuantos edificios que se caían a pedazos, y ninguno de ellos se salvaba de no estar pintarrajeado con obscenidades.
Vi muchas más cosas de las que había visto en toda mi vida, y también estaba mucho más perdido que antes. Jamás había visto a pequeños niños caminando solos por un barrio de mala muerte como acababa de ver. Tampoco nunca había visto una universidad tan destrozada como había visto en este barrio. Definitivamente me ponía mucho más asustado pensar que tendría que dormir al menos un par de noches como esos vagabundos; cubiertos con cartones a pesar del frío que hacía por las noches. Lo peor era que me lo merecía, ¡todo esto y más!, estar perdido aquí, yo me lo había buscado.
Ojalá no le hubiera dicho nada de eso a Tom. Ojalá no hubiéramos peleado. Ojalá siguiéramos siendo los mismos de antes. Ojalá nada de esto hubiera pasado.
- Mierda, Bill- me dije a mí mismo, quitándome las lágrimas. -, lágrimas de cobarde no. ¡Llora cuando tengas una razón!
Llegué a un mercado, repleto de personas gritando y comprando. Tenía un hedor horrible, imposible de aguantar. Carne cruda, fruta pudriéndose, sudor humano y hasta agua estancada. Decidí alejarme de ahí con paso rápido, subiendo por unas escaleras que me llevaron a un lugar solitario, vacío. Podría pasar a ser algo parecido a un parque. Había mucha vegetación, aunque la mayoría estaba ceca, muriendo tan rápido como lo hacía todo este barrio. Caminando un poco más al fondo, me encontré con unas rampas de Skate, llenas de grafiti, y al igual que el lugar, vacío.
- ¡EH, ¿TÚ QUE HACES AQUÍ?!- di un bote, virándome a mis espaldas. Un par de hombres robustos se acercaron a mí, enfadados.
- Y-yo…
- ¡No puedes estar aquí, todos lo saben!- Gritó uno de ellos, el que tenía el cabello rubio atado con un paliacate negro.
- L-lo siento, ahora me iba, solo…
- ¡PIRATE DE AQUÍ, MARICÓN!- Volvió a gritar. El otro de los dos hombres, el de cabeza calva, detuvo al güero y se acercó a mí.
- ¿Vienes por parte de ese Stark?
- ¿Q-quién?
- Stark.
- No sé quién es...- entornó los ojos.
- Tal vez lo conozcas como el hijo de puta de Kaulitz.
- ¿T-Tom Kaulitz?
- Oh, así que lo conoces. Nadie le llama “Tom” últimamente.
- ¿P-por qué?
- ¿En dónde has estado? Todo el pueblo de su lado lo llaman Stark ahora, solo que ese estúpido sobre nombre no le queda en nada. Debería llamarse “Débil”.- los dos se carcajearon. -¿entonces lo conoces o  no?
- Sí… Es mi hermano.- sus caras se pusieron pálidas de pronto.
- ¿Tu hermano?- asentí. Ellos sonrieron con pena. –Oh, él juró no tener un hermano, siempre que se lo preguntan lo niega.- Me quedé en silencio, dolido.
- Pero no llores, mariconcito, no lo culpes. De seguro, si yo habría tenido un hermano como tú, haría lo mismo.- bajé la mirada, rabiado y con la respiración entrecortada.
- Cállate.- dije, y ambos me miraron con completo enfado.
- ¿Disculpa?
- ¡Que se callen!, Prefiero tener un hermano que se auto nombra Stark antes que tener a alguno de los dos como hermano. Seguro ustedes están del lado de Maurice, ¿no?, de ese imbécil sin sentimientos, ¡pues quédense con él y disfruten  que les dé por culo!
- Oh, pudiste ahorrarte todo eso. Tú te lo has buscado.- el pelinegro me detuvo por los brazos. A pesar de que me revolvía, era imposible soltarme de esa fuerza. El rubio sacó una navaja, y se acercó a mí.

By Tom

Estábamos en la reunión, o como todos solíamos llamarla >>fiestas de alcohol y tabaco<<. Música realmente aturdidora, y tíos empujando a otros para conseguir bebida. Pero me sentía tan mal, que tomé el quinto vaso de cuba y Salí al pequeño jardín para fumarme un cigarrillo.
No pasaron más de dos minutos cuando Dennis se me acercó, completamente sobrio, fumando tabaco. Se recargó en la pared, a mi lado y me miró con una sonrisilla maricona.
- ¿Pero qué le pasa al maravilloso Stark?- se carcajeó. –Muchos problemas combinados con alcohol, ¿cierto?- negué.
- Creo que esta mierda viene muy cargada…
- Sí, eso creo.- dijo con completo sarcasmo. –Dale, que te llevo a tu casa.
- ¿Qué? ¡Apenas comenzó la fiesta!- dije, bebiendo un poco de la bebida y fumando después.
- Hmm, y tú estás difícilmente recargado en una pared, ¡solo mírate, Tom!, tus piernas tiemblan más que nunca.- me miré las piernas.
- Siempre me pasa, Dennis… déjame solo…
- ¿Vas a ir a trabajar de esta forma mañana?- asentí.
- No veo ningún problema con eso…- terminé el cigarrillo y lo eché al pasto sin preocupación. -¿Tienes otro cigarrillo?- me miró indiferente. Yo le tendí la mano, esperando tener uno pronto; y él, a regañadientes, se sacó la cajetilla y la puso en mis manos. –Así es…- tomé uno y me guardé la caja en mis pantalones.
- ¡Hey, Tom, que son míos!
- Luego te doy unos nuevos, marica.- dije, prendiendo el cigarrillo y soltando el humo. – ¿Y tu madre?
- ¿Qué hay con ella?
- ¿Aún está en ese viejo hospital?- él asintió.
- Sí, prácticamente esperamos su muerte. Ella no quiere seguir más.
- Ese Maurice va a pagar por todo.
- ¡Ojalá que uno de sus miles juguetes sexuales le contagie Herpes o Sida!, ¡Merece todo el sufrimiento del mundo por hacerle daño a mi madre!- me quedé en silencio, concentrándome en una de las palabras que había dicho.

SIDA
“- Tengo…tengo VIH… 
- Le contagiaste el VIH, hijo de puta. 
-los problemas empezaron por tu culpa, Tom, ¡porque él quiso que falláramos por ti! 
- ahora estoy malo y… puedo ponerte malo también…- 
Quizá ya habría estado muerto si no las tomo. 
-¿Te da asco tú propio reflejo? 
–Te estás muriendo, Bill, ¿no te das cuenta? 
- ¿Y qué les voy a decir, Tom?, ¡¿Qué me vendiste para volver a tener comida?! ¡¿Qué te importó un huevo que fuera tú hermano y dejaste que me llevaran!? 
- Necesitaré medicamentos… por el resto de mi vida… 
- ¡ES TU HERMANO GEMELO!, ¿ACASO LO QUIERES?
- Lo dejé para concentrarme más en el Vih, porque puedo morir  y… 
- ¡No hables de eso como si fuera un juego, Tom! 
- ¡PARA MÍ LO ES!”
- ¿Tom?, hermano, ¿te encuentras bien?- me dio un golpe en el hombro. Caminé unos pasos lejos de él, pero me detuve. La cabeza me daba vueltas y el estómago se me revolvía.
- Estoy bien…- dije después. Tomé un trago de cuba.
- ¿Estás seguro?- Me convulsioné hacia adelante, incapaz de contenerlo más. -¡Tom, hombre, pero qué mierda!- y lo eché todo. Vi como retrocedía ante mi acto, con sorpresa. Vomité sobre el pasto, echando absolutamente todo. Con cada arcada que me hacía convulsionarme, más débil y estúpido me sentía. Tuve una última arcada, con la que me di cuenta de que no tenía nada más que echar. Fue entonces cuando me levanté erguido y apretujé mi estomago con mis brazos. –Venga, te llevo a tu casa.- Me sacó el vaso y el cigarrillo y los echó a un cubo de basura.



- Ve y acuéstate, Tom, no salgas más hoy.- asentí y abrí la reja de la casa.
- Gracias, hermano… te debo una.- él negó. –Adiós.
- Adiós.- y entré.
Subí las escaleras, con completa debilidad y cansancio. Esperé encontrarme a Bill acostado en mi cama. Pero no estaba.
- ¡Bill!- y buscando nuevamente por toda la casa, me di cuenta que había escapado. -Mierda, otra vez no.- dije, tomándome la frente, con mareo. Era muy tarde para que saliera a caminar. O quizá hasta se había ido de vuelta a Hamburgo. – Sí, es mejor pensar en ello.
Bajé a la cocina por un vaso de agua y después caminé de nuevo a las escaleras, en las cuales no pude subir al menos un par, cuando tocaron al timbre. Le di un trago al vaso y me pensé mucho ir a abrir, pero comenzaron a timbrar un sin par de veces, que mejor, y con una mala cara, me decidí a abrir. La reja estaba abierta.
- ¿Qué coño quieren?
- Snif, snif…¡Tom..!- corrió hacia mí, abrazándome con una fuerza enorme, que me hizo casi caer al suelo. Mi fuerza no estaba bien ahora.
- Bill… ¿qué…- sus ropas estaban rotas, sus manos y su cuello lastimados. Su labio sangraba a carne viva. Terriblemente asqueroso. Cerré la puerta y lo miré con más detenimiento. Él sollozaba como en mi vida lo había escuchado; lloraba con miedo y dolor, con angustia y hasta en cierto punto, enojo y desesperación. - ¿En dónde te metiste, Bill?
- No…snif, snif…- se dejó caer al suelo, y yo lo hice también. Me abrazó con fuerza, llorando en mi pecho, como un crío que acababa de sufrir abuso.
- ¿Quieres decirme qué te pasó?- dije al sentir que se calmaba.
- Tom… me golpearon…
- ¿Quién?
- N-no s-é…- le acaricié el cabello, el cual tenía empapado. –Me han arrancado la… perforación…- abrí los ojos con miedo y sorpresa. –…Con sus manos… y… me han echado al arrollo… y ahí  me apedrearon…- No podía estar hablando enserio.
- Déjame ver eso.- dejé de abrazarlo y tomé su labio con mis manos. El lloraba adolorido. –Esto está mal, tenemos que llamar a alguien.- lo miré, y de  pronto su cara se deformó con miedo. -¿Qué?
- ¡MI SANGRE, TOM!- me empujó con fuerza. - ¡límpiate las manos, por-por favor!- mierda. Me levanté y caminé al baño con rapidez, después de lavar mis manos llamé al papá de Emil , que era médico.


Tres puntadas, por los quejidos de Bill, seguro muy dolorosas. El padre de Emil dijo que lo mejor era que descansara, y que si había problemas, le llamáramos a cualquier hora.
Ahora Bill duerme; con la respiración agitada, cubierto hasta las mejillas con las cobijas. Estaba aún asustado y claramente adolorido. Lo miré por unos minutos; realmente no sabía cómo era que siempre todo nos salía mal a ambos. No nos hacíamos bien estando juntos, pero nos hacíamos peor mal estando separados.


3 comentarios:

  1. Owww Me encanto... Pobrecito Bill lo golpearon :( Ayy que intriga mas grande, ya quiero saber que pasara... ESTUVO DIVINO EL CAPITULO!
    Sube pronto... y un gran abrazo! :)

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  2. aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah Malditos hijos de su. . . . Ok'ya me controlo. .
    Pobrecito Bill. . .
    Ahora que pasara?
    Bill le habra contagiado El SIDA a Maurice?
    Sube pronto
    cuidate y un abrazo :D

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  3. Hola! Me paso por aquí para decirte que llevo poquito tiempo en blogspot y que estoy subiendo un fic de Tokio Hotel, por si quieres pasar, leer y decirme qué te parece :3

    Te sigo!

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