By Bill
- Enano, me voy a trabajar,
¿bien?- se acercó detrás del sofá en el que estaba y me despeinó el cabello.
Pero yo no hice ni dije nada. -¿Me escuchaste?
- …sí.- se pasó frente a mí y
me miró con seriedad, como solía mirarme la mayor parte del tiempo, pero esta
vez estaba más bien inconsciente de ello.
- Te pasa algo.- se acuclilló
frente a mí, pero no bajé la mirada para mirarle. –Hey, ¿qué te pasa?- esta vez
la bajé y lo miré, sólo pude negar con la cabeza y lamer mis labios. Tom se
levantó lentamente, sin quitar la mirada de encima mío, sin parpadear; después
torció los labios y suspiró, asintiendo para él y su “yo interior” con el que
quizá hablaba. –Volveré temprano, hay un
lugar que quiero que conozcas.- y me dio la espalda, sin esperar que le dijera
si me apetecía ir o no. ¿Pero qué esperaba?, Tom siempre tenía la última
palabra en todo.
Al escuchar la puerta cerrarse,
me desplomé en un llanto silencioso, lleno de gemidos y sollozos difíciles de
contener. Era difícil hacerme el fuerte frente a todos, era dolorosamente difícil
tener que fingir. Mi cuerpo se llenaba de esas ronchas que no se quitaban según
Robert; Me estaba deteriorando lentamente, sin dolor físico, pero con dolor
mental. Me habían salido de esas ronchas por los brazos; hasta ahora no lo
habían hecho, por lo que era fácil esconderlas de todos, pero en los brazos era
tan visible como en la cara.
- Uhh…- gemí por última vez
antes de limpiarme las lágrimas y subir a la habitación de mi hermano. Ahí
comencé la búsqueda por las pastillas para tomar una. Las busqué dentro de la
mesa de noche que usaba yo, y al no encontrarlas ahí, me arrastré por la cama
hasta el otro lado de la misma, en donde Tom dormía. Abrí el cajón lentamente.
Mierda, estaba lleno de papeles, algunos libros arrumbados, fotografías,
tabaco, encendedores, porros, pulseras de tela con nombres de tiendas o bares,
supongo; estaban las llaves de un auto y unas gafas de sol rotas. Comencé a moverlo
todo en busca de la caja de pastillas. -¡ajh!- eché un grito ahogado. Me cubrí
los labios con ambas manos.
Era un arma, una pistola. Los
latidos de mi corazón se aceleraron un
poco, y con las manos temblantes la tomé. Era negra, de esas pequeñas que se
miraban en las películas; tenía balas dentro; era como si se preparara para ir
a atacar a alguien. No puedo describir lo que sentí al mirar aquello; me
comencé a llenar de miedo de pronto.
Riingg, riingg, riingg
- ¡Mierda!- di un bote, tirando
el arma al suelo. Busqué mi móvil, y acepté la llamada mientras tomaba el arma
de nuevo y la metía en el cajón, dejando todo de nuevo ahí. -¿H-hola?
- Bill, soy
Georg.
- Oh, hola…
- Bill, necesito saber en dónde
estás. He estado yendo a tu casa y nadie me abre. Me preocupa.
- Estoy en Frankfurt, con Tom.
¿Para qué me buscabas?- cerré el cajón y me recargué en la cabecera de la cama.
- Ah…- se quedó en silencio
unos segundos. – Tengo una pregunta demasiado importante que hacerte.- esperé.
-¿(Tu nombre) y tú han tenido relaciones mientras estaban juntos?
- No.- y después un silencio
completamente incómodo. Al menos para mí. –Por favor… no me digas que le
contagié el…el Vih.- me saqué el sudor frío que me bajaba por la frente,
negando ante la ausencia de palabras de Georg. Me puse nervioso. -¡Georg!
- No, no.- suspiré realmente
aliviado. –No tiene nada de eso; pero Andy me dijo que ambos creían que estaba
embarazada.- Abrí los ojos con sorpresa.
- ¿Embarazada?- negué. –Ella y
yo nunca hicimos nada, lo juro.
- Está muy asustada, dice que
quiere hablar contigo.- me quedé en silencio. -¿Dejarías que lo hiciera?- Pedía
hablarme, después de cómo me trató los últimos días en la universidad. Después
de maldecirme e ignorarme....
- Sí… sí puede.
- ¡Ella estará muy agradecida,
Bill!- echó una risilla nerviosa. –Mañana le diré y nada… sólo espera la
llamada o…
- Lo haré.- le silencié.
- Bueno.- se aclaró la voz. –Cambiando
de tema, Robert me pregunta mucho por ti.- mierda, ¿cómo cambiaba el tema de
esa forma?
- Ah…
- Dice que tiene que hablarte
con urgencia. ¿Quieres que le diga que lo escucharás?
- Sí, por favor.
- Bien. Entonces tengo que irme,
¿sí? Adiós, Bill, cuídate demasiado allá, no dejes que Tom vuelva a
aprovecharse de ti.
- Gracias… adiós.- y corté.
- ¿Estás listo para irnos?-
escuché su voz tan grave en mi oído. Me apartó el cabello de la oreja y besó mi
sien. Yo lo aparté con movimientos idiotas. –No es tiempo de dormir, enano
dormilón.- su risita me taladró el oído, de una manera tierna y algo extraña,
que me hizo sentir escalofríos en la espalda.
- No duermo, Tom. Aléjate de
mí, no quiero ir a ningún lado.
- Oh, pero vendrás, no es una
pregunta. Levántate.- me acarició los hombros. Abrí los ojos encontrándome con
su cuerpo casi sobre mí.
- No quiero, Tom, no me siento
bien.
- Ayer dijiste que te sentías
muy bien.
- Pues ya no.- me tomó de los
brazos, haciéndome sentarme. Forcejeé un momento, hasta darle una patada en el
abdomen.
- ¡DÉJAME LOS BRAZOS, TOM!- se
carcajeó.
- ¿Qué te pasa, marica?,
levántate.- aquí venían. No, Bill, sé fuerte, vamos, vamos. – Oh, no llores, si
no quieres no vamos, coño, eres un chillón.
- Voy a morir, Tom.- bajé la
mirada antes de conectarla con la suya. Él, se carcajeó con mucha más fuerza.
- Todos lo haremos algún día,
no te preocupes.- negué.
- ¡Mira esto, Tom!, ¡ahora si
tienes una puta razón para estar avergonzado de mí!- le enseñé mis brazos. Él se
quedó tieso, mirándolos sin alguna expresión.
- ¿Por qué te han salido más?,
¿no se supone que con el medicamento no deben salir?- negué.
- Me voy a morir, ¡esos
medicamentos no sirven para esto!- limpié mis lágrimas.
- ¡No te comportes de esa
forma!, eso se te quita mañana, no te pongas así.
- Tom…- dije con desesperación.
-¡Esto no se me quita!- volví a largarme a llorar, picoteándome las ronchitas. –Se
me quedarán por siempre, y cuando me salgan en la cara yo…
- Tranquilízate.- me quedé en
silencio, con la cabeza gacha, porque sabía que ahí estaba, mirándome con esa
cara que me causaba algo de miedo. –Salgamos.
- No.
- ¡Salgamos!
Un campo lindo, a excepción del
pasto casi muerto, los árboles con escases de hojas, y la basura acumulada bajo
un árbol grueso. Tom caminaba rápidamente, mientras yo le seguía por atrás, sin
perderme de vista todo lo que había ahí. Después, se dejó caer de rodillas y se
acostó en el pasto, importándole más bien poco en dónde se encontraba su
cuerpo.
- ¿Tom?
- Hmm…
- ¿Qué haces?
- Mhh, esperando a que tú hagas
lo mismo.- me hinqué a su lado, mirándole a los ojos. –Acuéstate.
- No estoy seguro, creo que
mejor…
- Acuéstate.- interrumpió, y
yo, sumiso, lo hice, a su lado, mirando el cielo que oscurecía lentamente.
- Ya…
- Bien.
Y se produjo el silencio. Sentía
el aire fresco penetrar en mis mejillas, los sonidos de las cigarras tan cerca
de mí que me causaba ansias el simple hecho de encontrarme una frente a mis
ojos. Miré a Tom; sus ojos cerrados delicadamente y sus labios levemente
entreabiertos. Lo observé por un largo tiempo, analizando sus facciones tan
distintas a las mías; con pequeñas arruguitas en el rabillo de sus ojos.
- ¿Qué hacemos ahora?- me
atreví a preguntar; él frunció el entrecejo y abrió los ojos con pesadez.
- Esto.- levantó sus manos en
su vientre.
- No le encuentro algún sentido…
¿de qué nos sirve estar aquí?, Está anocheciendo y podemos enfermar.
- Sólo disfruta de esto, Bill,
no es tan complicado.- cerré los ojos, dejándonos a ambos en silencio una vez
más. Cuando de pronto se me ocurrió algo que podíamos hacer.
- ¿Quieres jugar a algo?
- Hmm, no realmente.- sonreí.
- Vamos.- tragué saliva. –Te diré
en qué consiste.
- Ajá.
- Me preguntas algo, y debo
responderlo. Después yo te pregunto a ti.
- No le veo un sentido a eso.
Es una pérdida de tiempo.
- Es para conocernos más.- lo
miré, que seguía con los ojos cerrados, pero sonreía.
- Bien. Yo comienzo.- esperé
paciente, y cerré los ojos también. –mmm, no, no sé qué preguntarte, mejor
pregúntame tú.
- Vale…mmm… ¿Recuerdas el día
de campo con los primos?
- ¿Esa es tu pregunta?- dijo
burlón.
- No, es para poder hacértela.
- Pues sí, sí lo recuerdo.
- ¿Por qué te largaste a llorar
a la casita de campaña?- rió.
- Nuestros padres tuvieron una
pelea por mi culpa.- se carcajeó. –Era un pequeño marica, ya sabes, uno de
pequeño llora por todo.- sonreí. -¿Es mi turno?
- Ajám.
- Hmm, ¿cómo era el hombre que
te secuestró?- fruncí el entrecejo, pero no abrí los ojos.
- ¿Por qué quieres saber eso?
- Es mi turno de preguntar, no
seas tramposo.- suspiré.
- La persona más mala que nunca
conocí; me da miedo hablar de él. Moreno, con ojos penetrantes, ¿sabes?, de
esos que parecen ser inyectados con odio; tenía el cabello muy corto y su voz
era grave y fuerte. Tenía muchos miedos, se podía notar en su voz, pero tenía
tanta maldad e inconsciencia, que más bien le importaban poco las personas a
las que lastimaba.
Silencio.
- Es tu turno.- dijo.
- ¿Por qué siempre te alejas
cuando cometes un error?
- ¿Para qué quieres encarar a
las personas a las que les has fallado? Es decir, me alejo para no tener nada
que ver con esas personas, para que dejen de hablarme y así no volvérmelos a
topar.-rió con nerviosismo. - ¿Por qué haces tan difícil el comprenderte?
- Odio que sientan lástima por
mí, odio que sientan indiferencia hacia mí, odio que les dé asco a todos. No quiero
que me comprendan, no podrían hacerlo, mis argumentos siempre van en contra de
todos.- tronó la lengua en su paladar, y después suspiró. -¿Por qué rechazas la
ayuda y compañía de todos los que te queremos?
- Soy independiente. Con el
tiempo me di cuenta de que ofrecerme ayuda es una pérdida de tiempo; siempre
hago lo contrario a lo que me dicen. No suelo seguir ordenes, es castrante;
aparte, nadie quiere a alguien realmente, el amor es un sentimiento químico.-
me mordí los labios ante lo último. -¿Por qué siempre que algo te sale mal,
huyes a cortarte los brazos? ¿Qué no es estarle echando más piedras a tu
espalda?
- Cuando veo que el mundo está
en mi contra, puedo llegar a sentir que no estoy realmente con vida, es decir,
las lágrimas pueden salirte con inconsciencia, la sangre que brota, no. Tengo
que sentir que aún vivo, que aún hay alguna razón para seguir aquí con vida a
pesar de ser un ser de polvo para todos los demás.- doblé la pierna sobre la
otra, y saqué el aire con cansancio. –mmm, ¿Te gusta Roxann?- reí. –he visto
que siempre que algo malo te pasa, corres a ella por consejos.
- Es mi consejera, y claro, no
podemos negar que no es una tipa linda. Pero no. Es como mi hermana pequeña,
sin duda la única persona en la que puedo confiar.- vaya…eso se sintió terrible…
-¿Por qué te aferras a lo que muchas veces se te fue negado?
- Papá me enseño a luchar
siempre por lo que quiero. No me gusta saber que tengo lo necesario para obtenerlo
y quedarme de pie mirando cómo se me escapa de las manos.- Una brisa de aire me
hizo sentir escalofríos por los brazos y la nuca. - ¿Por qué te gusta herir a
las personas? Quiero decir que, siempre debes ser tú la autoridad.
- Me gusta ser la autoridad, me
gusta que las personas hagan lo que yo les pido. Y cuando las lastimo es porque
me han tocado las pelotas. En una situación de vida o muerte, en donde tú y yo estuviéramos
ahí, ¿a quién salvarías, a tu vida, o a mí?- se carcajeó. –Creo que ya me sé esa respuesta, me dejarías morir,
¿cierto?
- ¡Haces trampa, no más de una
pregunta!
- Bien, bien, responde.
- ¿Puedo salvarnos a ambos?
- No.
- Te salvaría a ti, por supuesto.- se quedó en
silencio. -¿Por qué me preguntas eso?
- Siempre quizá plantearle a
alguien una cosa así… Has hecho tu pregunta, es mi turno- rió. -¿Por qué me
salvarías a mí?
- No sé… no pensaría en el
momento el porqué, solo lo haría.
Y se volvió a escuchar el
silencio puro. Abrí los ojos, y me percaté de que estábamos en medio de la
noche; me asusté un poco, y miré a mi lado; Tom no estaba acostado, estaba
sentado, mirándome con seriedad, o al menos así lo asimilé, pues no podía mirar
su cara. Me senté yo también, y lo miré a sus ojos, que se iluminaban con la
enorme luna.
- Dime algo.- me dijo.
- ¿Qué?
- Quiero que me digas lo que
piensas, sin mentiras.
- ¿Qué pienso sobre qué? ¿Sobre
ti?- negó.
- Lo que piensas cuando estás
conmigo. Quiero saber.
- Pues… hmm, pienso muchas
cosas, nunca una en particular.
- Dime alguna de ellas.
- Cuando conocí a este Tom
semanas atrás, pensé que habías cambiado mucho tu forma de hablar.
- ¿De hablar?, ¿cómo?
- Sí, la forma en que dices todo
con cierto odio e irritación. Me da miedo, todo lo dices muy enserio.
- Pero, fuera de eso, ¿qué es
lo que piensas?, ¿te da miedo estar conmigo?
- Algo.
- ¿Por qué?
- Por la forma en la que me
miras y le prestas más bien poca importancia a lo que te digo. Por la forma en
la que me lastimas sin alguna razón. Me gustaría saber qué es lo que tú piensas
cuando me lastimas.
- Pienso… no pienso, me
desespero, porque tú no me entiendes, y quiero que me entiendas, necesito y
exijo que me entiendas.
- El mundo entero no va a
entenderte nunca.
- Ya lo sé, pero el problema es
que nadie lo entiende. Mi forma de ver las cosas es distinta. Y todos se van
cansados, se van acojonados, me dejan solo, con los problemas en la boca, nadie
me presta su puto tiempo para intentar comprenderme.
- ¿Y yo?
- ¿Qué?
- Nunca me he ido, estoy aquí,
contigo, intentando comprenderte, pero no puedo porque no me tomas en cuenta.-
se quedó en silencio. –No me iré nunca, Tom, ¿pero algún día te darás cuenta de
que lo que hago, lo hago por ti?
- Acabarás cansado, acabarás alejándote
como todos. Por eso no quiero prestarte atención.
- ¿Confías en mí?
- Eso creo.
- ¿Confías sí o no?
- Sí, sí.
- Nunca me voy a ir. Te lo
prometo.- aunque no podía mirarlo bien, sabía que sonreía.
Oh me encanto! :3 Tom tiene un arma o_O Tom me da miedo... :s Ayy me encanto como hablaron los gemelos... Por fin sin gritos ni golpes, ni llanto :D ...
ResponderEliminarSUBE CAPITULO PRONTO!!
CUÍDATE Y UN GRAN ABRAZO!
owwwwwwwwwwww ToT cada vez lloro mas. . .
ResponderEliminarTom tiene un arma. . . . Hara algo malo?
Tn embarazada? O.ö
Dios sube pronto. . .
Cuidate y un abrazo :D
OMG!!!!! YA QUIERO LEER EL PROXIMO
ResponderEliminarESTA GENIAL YA QUIERO SABER QUE PASARA
CUIDATE BYE.