jueves, 8 de noviembre de 2012

CAPÍTULO 38


By Bill

- Enano, me voy a trabajar, ¿bien?- se acercó detrás del sofá en el que estaba y me despeinó el cabello. Pero yo no hice ni dije nada. -¿Me escuchaste?
- …sí.- se pasó frente a mí y me miró con seriedad, como solía mirarme la mayor parte del tiempo, pero esta vez estaba más bien inconsciente de ello.
- Te pasa algo.- se acuclilló frente a mí, pero no bajé la mirada para mirarle. –Hey, ¿qué te pasa?- esta vez la bajé y lo miré, sólo pude negar con la cabeza y lamer mis labios. Tom se levantó lentamente, sin quitar la mirada de encima mío, sin parpadear; después torció los labios y suspiró, asintiendo para él y su “yo interior” con el que quizá hablaba.  –Volveré temprano, hay un lugar que quiero que conozcas.- y me dio la espalda, sin esperar que le dijera si me apetecía ir o no. ¿Pero qué esperaba?, Tom siempre tenía la última palabra en todo.
Al escuchar la puerta cerrarse, me desplomé en un llanto silencioso, lleno de gemidos y sollozos difíciles de contener. Era difícil hacerme el fuerte frente a todos, era dolorosamente difícil tener que fingir. Mi cuerpo se llenaba de esas ronchas que no se quitaban según Robert; Me estaba deteriorando lentamente, sin dolor físico, pero con dolor mental. Me habían salido de esas ronchas por los brazos; hasta ahora no lo habían hecho, por lo que era fácil esconderlas de todos, pero en los brazos era tan visible como en la cara.
- Uhh…- gemí por última vez antes de limpiarme las lágrimas y subir a la habitación de mi hermano. Ahí comencé la búsqueda por las pastillas para tomar una. Las busqué dentro de la mesa de noche que usaba yo, y al no encontrarlas ahí, me arrastré por la cama hasta el otro lado de la misma, en donde Tom dormía. Abrí el cajón lentamente. Mierda, estaba lleno de papeles, algunos libros arrumbados, fotografías, tabaco, encendedores, porros, pulseras de tela con nombres de tiendas o bares, supongo; estaban las llaves de un auto y unas gafas de sol rotas. Comencé a moverlo todo en busca de la caja de pastillas. -¡ajh!- eché un grito ahogado. Me cubrí los labios con ambas manos.
Era un arma, una pistola. Los latidos de mi corazón se  aceleraron un poco, y con las manos temblantes la tomé. Era negra, de esas pequeñas que se miraban en las películas; tenía balas dentro; era como si se preparara para ir a atacar a alguien. No puedo describir lo que sentí al mirar aquello; me comencé a llenar de miedo de pronto.

Riingg, riingg, riingg

- ¡Mierda!- di un bote, tirando el arma al suelo. Busqué mi móvil, y acepté la llamada mientras tomaba el arma de nuevo y la metía en el cajón, dejando todo de nuevo ahí. -¿H-hola?
- Bill, soy Georg.
- Oh, hola…
- Bill, necesito saber en dónde estás. He estado yendo a tu casa y nadie me abre. Me preocupa.
- Estoy en Frankfurt, con Tom. ¿Para qué me buscabas?- cerré el cajón y me recargué en la cabecera de la cama.
- Ah…- se quedó en silencio unos segundos. – Tengo una pregunta demasiado importante que hacerte.- esperé. -¿(Tu nombre) y tú han tenido relaciones mientras estaban juntos?
- No.- y después un silencio completamente incómodo. Al menos para mí. –Por favor… no me digas que le contagié el…el Vih.- me saqué el sudor frío que me bajaba por la frente, negando ante la ausencia de palabras de Georg. Me puse nervioso. -¡Georg!
- No, no.- suspiré realmente aliviado. –No tiene nada de eso; pero Andy me dijo que ambos creían que estaba embarazada.- Abrí los ojos con sorpresa.
- ¿Embarazada?- negué. –Ella y yo nunca hicimos nada, lo juro.
- Está muy asustada, dice que quiere hablar contigo.- me quedé en silencio. -¿Dejarías que lo hiciera?- Pedía hablarme, después de cómo me trató los últimos días en la universidad. Después de maldecirme e ignorarme....
- Sí… sí puede.
- ¡Ella estará muy agradecida, Bill!- echó una risilla nerviosa. –Mañana le diré y nada… sólo espera la llamada o…
- Lo haré.- le silencié.
- Bueno.- se aclaró la voz. –Cambiando de tema, Robert me pregunta mucho por ti.- mierda, ¿cómo cambiaba el tema de esa forma?
- Ah…
- Dice que tiene que hablarte con urgencia. ¿Quieres que le diga que lo escucharás?
- Sí, por favor.
- Bien. Entonces tengo que irme, ¿sí? Adiós, Bill, cuídate demasiado allá, no dejes que Tom vuelva a aprovecharse de ti.
- Gracias… adiós.- y corté.



- ¿Estás listo para irnos?- escuché su voz tan grave en mi oído. Me apartó el cabello de la oreja y besó mi sien. Yo lo aparté con movimientos idiotas. –No es tiempo de dormir, enano dormilón.- su risita me taladró el oído, de una manera tierna y algo extraña, que me hizo sentir escalofríos en la espalda.
- No duermo, Tom. Aléjate de mí, no quiero ir a ningún lado.
- Oh, pero vendrás, no es una pregunta. Levántate.- me acarició los hombros. Abrí los ojos encontrándome con su cuerpo casi sobre mí.
- No quiero, Tom, no me siento bien.
- Ayer dijiste que te sentías muy bien.
- Pues ya no.- me tomó de los brazos, haciéndome sentarme. Forcejeé un momento, hasta darle una patada en el abdomen.
- ¡DÉJAME LOS BRAZOS, TOM!- se carcajeó.
- ¿Qué te pasa, marica?, levántate.- aquí venían. No, Bill, sé fuerte, vamos, vamos. – Oh, no llores, si no quieres no vamos, coño, eres un chillón.
- Voy a morir, Tom.- bajé la mirada antes de conectarla con la suya. Él, se carcajeó con mucha más fuerza.
- Todos lo haremos algún día, no te preocupes.- negué.
- ¡Mira esto, Tom!, ¡ahora si tienes una puta razón para estar avergonzado de mí!- le enseñé mis brazos. Él se quedó tieso, mirándolos sin alguna expresión.
- ¿Por qué te han salido más?, ¿no se supone que con el medicamento no deben salir?- negué.
- Me voy a morir, ¡esos medicamentos no sirven para esto!- limpié mis lágrimas.
- ¡No te comportes de esa forma!, eso se te quita mañana, no te pongas así.
- Tom…- dije con desesperación. -¡Esto no se me quita!- volví a largarme a llorar, picoteándome las ronchitas. –Se me quedarán por siempre, y cuando me salgan en la cara yo…
- Tranquilízate.- me quedé en silencio, con la cabeza gacha, porque sabía que ahí estaba, mirándome con esa cara que me causaba algo de miedo. –Salgamos.
- No.
- ¡Salgamos!



Un campo lindo, a excepción del pasto casi muerto, los árboles con escases de hojas, y la basura acumulada bajo un árbol grueso. Tom caminaba rápidamente, mientras yo le seguía por atrás, sin perderme de vista todo lo que había ahí. Después, se dejó caer de rodillas y se acostó en el pasto, importándole más bien poco en dónde se encontraba su cuerpo.
- ¿Tom?
- Hmm…
- ¿Qué haces?
- Mhh, esperando a que tú hagas lo mismo.- me hinqué a su lado, mirándole a los ojos. –Acuéstate.
- No estoy seguro, creo que mejor…
- Acuéstate.- interrumpió, y yo, sumiso, lo hice, a su lado, mirando el cielo que oscurecía lentamente.
- Ya…
- Bien.
Y se produjo el silencio. Sentía el aire fresco penetrar en mis mejillas, los sonidos de las cigarras tan cerca de mí que me causaba ansias el simple hecho de encontrarme una frente a mis ojos. Miré a Tom; sus ojos cerrados delicadamente y sus labios levemente entreabiertos. Lo observé por un largo tiempo, analizando sus facciones tan distintas a las mías; con pequeñas arruguitas en el rabillo de sus ojos. 
- ¿Qué hacemos ahora?- me atreví a preguntar; él frunció el entrecejo y abrió los ojos con pesadez.
- Esto.- levantó sus manos en su vientre.
- No le encuentro algún sentido… ¿de qué nos sirve estar aquí?, Está anocheciendo y podemos enfermar.
- Sólo disfruta de esto, Bill, no es tan complicado.- cerré los ojos, dejándonos a ambos en silencio una vez más. Cuando de pronto se me ocurrió algo que podíamos hacer.
- ¿Quieres jugar a algo?
- Hmm, no realmente.- sonreí.
- Vamos.- tragué saliva. –Te diré en qué consiste.
- Ajá.
- Me preguntas algo, y debo responderlo. Después yo te pregunto a ti.
- No le veo un sentido a eso. Es una pérdida de tiempo.
- Es para conocernos más.- lo miré, que seguía con los ojos cerrados, pero sonreía.
- Bien. Yo comienzo.- esperé paciente, y cerré los ojos también. –mmm, no, no sé qué preguntarte, mejor pregúntame tú.
- Vale…mmm… ¿Recuerdas el día de campo con los primos?
- ¿Esa es tu pregunta?- dijo burlón.
- No, es para poder hacértela.
- Pues sí, sí lo recuerdo.
- ¿Por qué te largaste a llorar a la casita de campaña?- rió.
- Nuestros padres tuvieron una pelea por mi culpa.- se carcajeó. –Era un pequeño marica, ya sabes, uno de pequeño llora por todo.- sonreí. -¿Es mi turno?
- Ajám.
- Hmm, ¿cómo era el hombre que te secuestró?- fruncí el entrecejo, pero no abrí los ojos.
- ¿Por qué quieres saber eso?
- Es mi turno de preguntar, no seas tramposo.- suspiré.
- La persona más mala que nunca conocí; me da miedo hablar de él. Moreno, con ojos penetrantes, ¿sabes?, de esos que parecen ser inyectados con odio; tenía el cabello muy corto y su voz era grave y fuerte. Tenía muchos miedos, se podía notar en su voz, pero tenía tanta maldad e inconsciencia, que más bien le importaban poco las personas a las que lastimaba.

Silencio.

- Es tu turno.- dijo.
- ¿Por qué siempre te alejas cuando cometes un error?
- ¿Para qué quieres encarar a las personas a las que les has fallado? Es decir, me alejo para no tener nada que ver con esas personas, para que dejen de hablarme y así no volvérmelos a topar.-rió con nerviosismo. - ¿Por qué haces tan difícil el comprenderte?
- Odio que sientan lástima por mí, odio que sientan indiferencia hacia mí, odio que les dé asco a todos. No quiero que me comprendan, no podrían hacerlo, mis argumentos siempre van en contra de todos.- tronó la lengua en su paladar, y después suspiró. -¿Por qué rechazas la ayuda y compañía de todos los que te queremos?
- Soy independiente. Con el tiempo me di cuenta de que ofrecerme ayuda es una pérdida de tiempo; siempre hago lo contrario a lo que me dicen. No suelo seguir ordenes, es castrante; aparte, nadie quiere a alguien realmente, el amor es un sentimiento químico.- me mordí los labios ante lo último. -¿Por qué siempre que algo te sale mal, huyes a cortarte los brazos? ¿Qué no es estarle echando más piedras a tu espalda?
- Cuando veo que el mundo está en mi contra, puedo llegar a sentir que no estoy realmente con vida, es decir, las lágrimas pueden salirte con inconsciencia, la sangre que brota, no. Tengo que sentir que aún vivo, que aún hay alguna razón para seguir aquí con vida a pesar de ser un ser de polvo para todos los demás.- doblé la pierna sobre la otra, y saqué el aire con cansancio. –mmm, ¿Te gusta Roxann?- reí. –he visto que siempre que algo malo te pasa, corres a ella por consejos.
- Es mi consejera, y claro, no podemos negar que no es una tipa linda. Pero no. Es como mi hermana pequeña, sin duda la única persona en la que puedo confiar.- vaya…eso se sintió terrible… -¿Por qué te aferras a lo que muchas veces se te fue negado?
- Papá me enseño a luchar siempre por lo que quiero. No me gusta saber que tengo lo necesario para obtenerlo y quedarme de pie mirando cómo se me escapa de las manos.- Una brisa de aire me hizo sentir escalofríos por los brazos y la nuca. - ¿Por qué te gusta herir a las personas? Quiero decir que, siempre debes ser tú la autoridad.
- Me gusta ser la autoridad, me gusta que las personas hagan lo que yo les pido. Y cuando las lastimo es porque me han tocado las pelotas. En una situación de vida o muerte, en donde tú y yo estuviéramos ahí, ¿a quién salvarías, a tu vida, o a mí?- se carcajeó. –Creo que  ya me sé esa respuesta, me dejarías morir, ¿cierto?
- ¡Haces trampa, no más de una pregunta!
- Bien, bien, responde.
- ¿Puedo salvarnos a ambos?
- No.
- Te  salvaría a ti, por supuesto.- se quedó en silencio. -¿Por qué me preguntas eso?
- Siempre quizá plantearle a alguien una cosa así… Has hecho tu pregunta, es mi turno- rió. -¿Por qué me salvarías a mí?
- No sé… no pensaría en el momento el porqué, solo lo haría.
Y se volvió a escuchar el silencio puro. Abrí los ojos, y me percaté de que estábamos en medio de la noche; me asusté un poco, y miré a mi lado; Tom no estaba acostado, estaba sentado, mirándome con seriedad, o al menos así lo asimilé, pues no podía mirar su cara. Me senté yo también, y lo miré a sus ojos, que se iluminaban con la enorme luna.
- Dime algo.- me dijo.
- ¿Qué?
- Quiero que me digas lo que piensas, sin mentiras.
- ¿Qué pienso sobre qué? ¿Sobre ti?- negó.
- Lo que piensas cuando estás conmigo. Quiero saber.
- Pues… hmm, pienso muchas cosas, nunca una en particular.
- Dime alguna de ellas.
- Cuando conocí a este Tom semanas atrás, pensé que habías cambiado mucho tu forma de hablar.
- ¿De hablar?, ¿cómo?
- Sí, la forma en que dices todo con cierto odio e irritación. Me da miedo, todo lo dices muy enserio.
- Pero, fuera de eso, ¿qué es lo que piensas?, ¿te da miedo estar conmigo?
- Algo.
- ¿Por qué?
- Por la forma en la que me miras y le prestas más bien poca importancia a lo que te digo. Por la forma en la que me lastimas sin alguna razón. Me gustaría saber qué es lo que tú piensas cuando me lastimas.
- Pienso… no pienso, me desespero, porque tú no me entiendes, y quiero que me entiendas, necesito y exijo que me entiendas.
- El mundo entero no va a entenderte nunca.
- Ya lo sé, pero el problema es que nadie lo entiende. Mi forma de ver las cosas es distinta. Y todos se van cansados, se van acojonados, me dejan solo, con los problemas en la boca, nadie me presta su puto tiempo para intentar comprenderme.
- ¿Y yo?
- ¿Qué?
- Nunca me he ido, estoy aquí, contigo, intentando comprenderte, pero no puedo porque no me tomas en cuenta.- se quedó en silencio. –No me iré nunca, Tom, ¿pero algún día te darás cuenta de que lo que hago, lo hago por ti?
- Acabarás cansado, acabarás alejándote como todos. Por eso no quiero prestarte atención.
- ¿Confías en mí?
- Eso creo.
- ¿Confías sí o no?
- Sí, sí.
- Nunca me voy a ir. Te lo prometo.- aunque no podía mirarlo bien, sabía que sonreía.




3 comentarios:

  1. Oh me encanto! :3 Tom tiene un arma o_O Tom me da miedo... :s Ayy me encanto como hablaron los gemelos... Por fin sin gritos ni golpes, ni llanto :D ...
    SUBE CAPITULO PRONTO!!
    CUÍDATE Y UN GRAN ABRAZO!

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  2. owwwwwwwwwwww ToT cada vez lloro mas. . .
    Tom tiene un arma. . . . Hara algo malo?
    Tn embarazada? O.ö
    Dios sube pronto. . .
    Cuidate y un abrazo :D

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  3. OMG!!!!! YA QUIERO LEER EL PROXIMO
    ESTA GENIAL YA QUIERO SABER QUE PASARA
    CUIDATE BYE.

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