sábado, 10 de noviembre de 2012

Capítulo 39


Después de su silencio, sólo se levantó y caminó lejos, sin poner la mirada sobre mí, tan solo cabizbajo. Y eso era muy extraño en él. Hacía tanto que no le miraba de esa forma, era como si de pronto se rendía con su propio ser. Me levanté del pasto e hice ademán de gritar su nombre, pero me decidí por caminar a paso rápido y tomarle del codo con poca fuerza Él se detuvo y con suma delicadeza se corrió de mí agarre.
- Es hora de irnos.- y caminó lentamente, haciendo un leve sonido con sus zapatillas en el pasto. Durante el camino de regreso no quise emitir alguna palabra, sólo recordaba nuestras palabras, verificando si la había cagado diciendo algo fuera de contexto. Pero no. No encontraba algo parecido.
Entramos a su auto, siendo consumidos por el calor que emanaba del mismo. Tom metió las llaves del auto y dejó caer su espalda en el respaldo del asiento. Me miró, pasando los ojos desde mi quijada hasta mis ojos. Parecía querer decirme algo, pero se acojonaba cada que abría los labios para emitir un sonido. Después suspiró, y encendió la calefacción del auto, para así crear más calor; pero aún así, no encendía el auto, quizá por falta de interés, quizá para hacerme desesperar, o quizá, porque quería decirme algo, y no sabía cómo. Yo me encogí un poco en mi cuerpo, y bajé la mirada a mis brazos tan delgados y consumidos por cicatrices horribles, esperando a que Tom arrancara o se decidiera por hacer algo pronto.
De pronto escuché el motor del auto, y levanté la mirada para mirarlo. Apretó el acelerador, y a una velocidad enorme, se dirigió de vuelta a su casa. Yo no pude mirar otra cosa que no fueran los ojos de mi hermano, tan concentrados en la carretera, pero también reflexivos e indiferentes a ciertos sentimientos que le brotaban en ese momento desde las entrañas. Y en todo el camino me iba preguntando tan sólo una cosa: ¿Qué es lo que Tom piensa ahora?

By Tom

Llegamos a casa. Saqué las llaves del auto y abrí los seguros de las puertas para bajar a una velocidad casi insana. Fui víctima de su mirada confusa. Ambos subimos por las escaleras, dirigiéndonos a mi habitación, en dónde me eché y cobijé sin siquiera sacarme las zapatillas. Bill sí lo hizo, y con lentitud y suma delicadeza, entró en las cobijas y se cubrió hasta el pecho. Lo miré, con esa seriedad con la que siempre lo miraba e intimidaba. Después apagué las luces, y me decidí por reflexionar nuevamente sobre lo que había pasado, sobre lo que había ignorado, y sobre todo, lo que había ganado.
- A veces me pongo a pensar.- dije, cuando supe que Bill dormía. – Que no debería odiarte, ¿sabes?, creo que no tengo criterios para hacerlo. ¡Incluso siento cariño por ti, Bill!, pero no me gusta que lo sepas, ¿y sabes por qué?, porque mi lado sensible lo enterré la primera vez que te hice daño, y sacarlo me hará volver a cometer los mismos errores.


Desperté a causa de los gemidos de mi hermano. Me senté en la cama y puse la mirada sobre él, que gemía con algo de dolor. Al principio pensé que tenía una pesadilla, pero después él abrió los ojos y corrió al baño, y ahí comenzó a gemir con gravedad. Me levanté y caminé al baño. Lo miré hincado, esperando a que la pota saliera, pero nada pasaba. Me acerqué a él y mme hinqué a su lado.
- Vamos, Bill, los dedos.- me miró jadeante, y después asintió, metiéndose un par de dedos en la garganta hasta comenzar a potar, con arcadas fuertes.
-Hmm…- se limpió los labios con el antebrazo y jaló la cadena.
- ¿Listo?- asintió. –Bien, ahora regresa a la cama.- se levantó del suelo y caminó al lavabo para enjuagársela boca. Enseguida regresó a la cama.
- Tom, ¿tendrás que ir a trabajar hoy?- me acerqué a él, arrastrándome por la cama hasta llegar a él. Le acaricié el cabello, a lo que él sonrió.
- ¿No quieres que vaya?, ¿quieres que me quede contigo?
- Ajámm…
- Bueno, quizá pueda quedarme hoy contigo.
- ¿Enserio?
- Sí, por que no.
- ¡Gracias, Tom!- sonrió tiernamente.
- ¿Quieres desayunar?- se puso un poco serio, y después negó, acariciando su estómago con las yemas de sus dedos.
- No me siento muy bien.
- Pero te sentirás peor con el estómago vacío. Vamos, al menos una tostada, ¿sí?- torció sus labios, y después asintió, con esa sonrisita de crío, tan tierna. Ambos bajamos las escaleras y nos sentamos en el comedor de la cocina para desayunar tostadas con leche. Bill lo cortaba todo con sus dedos, y se metía una mínima cantidad de tostada a la boca, como si estuviera satisfecho y no le cupiera una miga más. Pero yo no dije nada, no quería volver a pelear después de todo.
- Hmm
- ¿Qué?
- Nada.- sonrió. -¿Saldrás hoy?
- Sí, de hecho saldré para darle un paseo a Zander en unos minutos. Y después iré a lo de Roldhan para irnos al Festtag.- ladeo la cabeza mientras le daba un sorbo al vaso con leche.
- ¿Festtag?, ¿qué es eso?
- El último fin de semana de cada mes, se hace una fiesta terriblemente larga y divertida. ¿Quieres venir?
- ¿Una fiesta con alcohol, cocaína, tabaco y sexo? No, gracias.- comencé a carcajearme con fuerza.
- No todas las fiestas tienen eso, Bill.- encorvó un solo lado de sus labios y después asintió, comiendo la tostada entera y cubriendo sus labios con sus manos mientras masticaba. Cuando tragó, me miró a los ojos.
- Está bien, sí voy.- sonreí.

- T-tom… ¿puedo usar una de tus playeras con mangas largas?- preguntó en un hilo de voz.
- ¿Tienes frío?- se cubrió los brazos con sus manos, entonces me di cuenta de que no lo hacía por frío, sino porque quería ocultar esas ronchitas que le habían nacido en los brazos. –Oh, claro que sí, toma la que quieras.
- ¿La que yo quiera?- asentí. –Gracias.
Bill se tardó un poco más en arreglarse, pero fui paciente. De todas formas no me gusta ser de los primeros en llegar a una reunión. Prendí el televisor y me acosté en la cama mientas él hacía lo suyo en el baño. Tras bastantes minutos, salió del baño con una seriedad inmensa, que nunca le había visto más que un par de días cuando estábamos en Hamburgo. A pagué el televisor y le tomé de las manos, haciendo que se detuviera para mirarle a los ojos, pero él apartaba su mirada.
- ¿Qué?
- Nada…
- ¿Por qué te pones así?- se corrió el cabello hacia uno de sus hombros y me enseñó su cuello, lleno de pequeñísimas ronchitas en él. –Vamos, no te pongas así, encontraremos la manera de que esas cosas se vayan.
- No se van, Tom.
- Entonces no hay nada que hacer. No te pongas así por algo que no tiene solución.
- Tengo miedo, de que algún día me aparezcan en la cara y todos me ignoren por ello.- Me levanté de la cama y tomé sus mejillas, obligándolo a que me mirase, sin apartar la mirada.
- Nadie te va a ignorar, al menos yo no lo voy a hacer sólo por el hecho de que estás enfermo. Los demás no importan, primero piensa en ti.
- Me importa lo que digan los demás, Tom. ¿Qué van a pensar de mí?
- ¿Qué van a pensar de ti cuando a pesar de tener Vih has salido adelante?, eso es digno de admirar, hermano, piénsalo por el lado positivo.
- Es difícil, Tom. Es difícil que nadie te comprenda.
- Te entiendo, y lo sé, pero no te pongas así, ¿bien?, intentaremos hacer que se te olvide.- moví mis pulgares en sus mejillas. ´
- ¿Puedo hacerte una pregunta?
- Sí, dime.
- ¿Te doy asco?, ya sabes, por eso de estas cosas que me salen.- me miró a los ojos, esperando un sí por respuesta que no le gustaría nada.
- No, no me das el más mínimo asco. Así me gusta mi hermano.- sonrió apenado. –Bueno, creo que es mejor irnos.- Asintió.
Nos salimos de la casa. Iríamos a pie. Por la calle las farolas ya estaban prendidas –al menos todas las que servían-, Los sonidos de la noche eran siempre los mismos: bares con música retumbando por todos lados, hombres y mujeres gritando en fiestas, y vagos peleando para ganar el mejor pedazo de suelo para dormir. A mí ya no me asustaba nada de eso, y debo decir que nunca me asustó del todo. Pero Bill se me aferró del brazo, casi temblando tan sólo del miedo.
- A ti no te van a hacer daño si es que no los molestas o miras con indiferencia. Tranquilo, hombre, que no te pasa nada, ven.- me solté de su agarré y pegué mi abdomen a su espalda, abrazándole con mis dos brazos por el cuello.  –Recuerdo cuando estabas más alto que yo.- su risa aguda me entró en los oídos con delicadeza.
- Cállate, pronto volveré a estarlo, no te preocupes más.
- No lo creo, se supone que dejas de crecer a los dieciocho.
- Si uso plataformas me veré más alto.
- Aún así nunca dejarás de ser el hermanito menor.
- ¡Por diez putos minutos, Tom!- se carcajeó.
- Eso no cuenta, soy más grande, más maduro. Por eso mamá dijo que yo debía cuidarte siempre.- sonreí.
- No necesito que tú me cuides, Tom.
- Oh, entonces te dejaré aquí sólo, con todos esos violadores y matones que hay por aquí.
- No te atreverías a hacer eso.
- Pruébalo y verás.
- No.- rió. – Tú me quieres, y no lo harías.
- ¿Yo te quiero?
- Ajá, y no te atreverías a dejarme en medio de este lugar tan feo.
- Bueno, no lo creo. Pero tú me quieres a mí, y no me regañarías si hago una cosa.
- ¿Qué?- le besé las sienes, un par de veces, haciendo que se tensara y tratara de apartarme de él.
- ¡Mierda, Tom, no de nuevo! ¡Recuerda que nos ha causado muchos problemas!
- A ti te causó problemas, a mí no.
- Vete a la mierda, Tom.- me carcajeé.
- Ya, lo siento.- y seguimos caminando.

By Bill

Habíamos llegado a la casa de Roldhan, y ahora estábamos en esa fiestucha. Llena de personas que bailaban al ritmo de una música horrible. Por cada esquina de miraban parejas besándose y haciéndose fajes con el mínimo pudor; personas bebiendo y drogándose. Había por ahí también una pelea  entre dos fortachones completamente ebrios, dentro de un círculo de personas que gritaban, incitándolos a pelear, apoyándolos a ambos.
- Bill, ven por aquí.- me tomó del brazo y me llevó hacia una mesa separada de todos, en donde estaban sus amigos, y Roxann, que lo miraba con completo enfado. –Aquí te quedas, por favor no te muevas de este lugar.
- ¿Y me quedaré toda la noche aquí?
- Sí.
- pff- bufé. Él se sentó a mi lado.
Por horas estuve ahí solo, sentado en la silla. Hasta el trasero se me había entumido, mierda. Entonces decidí que era mejor ponerme de pie y caminar por ahí. Tomé una cuba y me la eché a la boca, frunciendo el entrecejo al sentir como me quemaba la garganta.
- ¡Cof, cof! ¡Qué asco!- y dejé el vaso por una mesa cualquiera.
- Cómo no va a darte asco este lugar, es asquerosa la calidad de alcohol que compran para estas fiestuchas.- me di la vuelta. Estaba un hombre más grande que yo, mirando su vaso de cuba.
- Bueno, es mi primera fiesta de estas, no sé qué decir.- el se carcajeo.
- ¿No eres de aquí?
- No, soy de Hamburgo.
- ¿Qué te hace venir a este barrio de mierda?
- Aquí vive mi hermano, y vengo de visita.
- ¿Quién es tu hermano? Quizá lo conozco.
- Oh, seguro que sí lo conoces.- sonreí. –Se llama Tom.
- ¿Tom Kaulitz?- asentí. -¡¿Es tu hermano Tom Kaulitz?!
- Sí, ¿hay algún problema?
- Pues no, sólo que Tom Kaulitz debe demasiado a todo este barrio.
- Me lo ha dicho, pero parece no importarle mucho.- él comenzó a buscarse algo en los pantalones.
- ¿Puedes darle algo a tu hermano por mí?
- Sí, claro, ¿qué es?- siguió entre buscando en su pantalón y me miró después.
- Creo que lo dejé en mi auto. ¿Me acompañas?
- No lo creo, mi hermano me dijo que me quedara sentado por allá.- apunté, y él comenzó a reír.
- Que no iremos a mi casa, niño, sólo me acompañas a mi auto y regresamos. Tal vez ni se dé cuenta de que has salido, ¿sí?
- Hmm, bueno, pero que sea rápido.
- Sí, sí, vamos, es por allá.- Salimos del lugar, hacia el aparcamiento. Caminamos hasta un carro rojo de ventanas polarizadas, hermoso.
- ¿Es tu auto?
- Sí. Lindo, ¿no?
- Sin duda.- Abrió la puerta del copiloto y entre buscó ahí.
- ¡Oh, mierda!- se tomó la espalda, completamente adolorido.
- ¿Algo pasa?- pregunté preocupado. -¿Llamo a alguien?
- No, no… estoy bien. Mi espalda me ha traído muchos problemas, ya no puedo agacharme porque puedo romperla.
- Oh, qué mal, ¿cómo te la lastimaste?
- Un accidente de auto, ya sabes.- me miró. -¿Puedes ayudarme a recogerlo? Está ahí, por el suelo.
- Claro.- sonreí. Me acerqué al auto.
- Hola, hermoso.- mi corazón dio un vuelco terrible, comencé a temblar con una fuerza grandísima.
- Maurice…- retrocedí, pero sentí un golpe fuerte en mi trasero. Había cerrado la puerta. –No… déjame salir de aquí, ¡mierda!
- Si te portas bien en el recorrido, regresarás como si nada hubiera pasado. Si comienzas a gritar, te llevo de nuevo a mi negocio.
- Por favor, déjame volver con Tom...
- Oh, empezamos mal.- levantó la mano hacia mí, y yo cerré los ojos para no mirar.




5 comentarios:

  1. NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!! MALDITO MAURICE Porque se llevo a Bill... Que es lo que quiere?? NOOOOOO!!! Tom aparece rápido por favor T__T No quiero que lastimen a Bill....

    SUBE CAPITULO PRONTO!
    CUÍDATE Y MIL ABRAZOS!

    ResponderEliminar
  2. me dejaste con toda la intriga, espero que tom se dé cuenta y lo ayude, no quiero que le pase nada malo a bill

    ResponderEliminar
  3. noooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo! Por que? Dios nooooooooo! Bill!!
    Creo llorare en le siguiente ToT
    me encanta la fic
    y como escribes. . .
    Cuidate y un abrazo :D


    owww gccs por comentar en mis fics :D

    ResponderEliminar
  4. OH NEIIIINNNN T______T no se lleven a bill el tiene que estar con tom
    y tom? apareceeee yaaaaaaaaaa
    espero el prox con ansias
    bye cte:)

    ResponderEliminar
  5. nO!!!!!!!!!
    OMG! nO,T.T
    que va pasar???
    espero el proximo
    cuidate mucho bye

    ResponderEliminar