miércoles, 14 de noviembre de 2012

Capítulo 41


By Bill
- Bill, hablaremos.- dijo Tom, sentándose a mi lado.
- ¿Es una afirmación?- sonrió.
- Eso creo.- Se sentó a mi lado, en el sofá. –Bueno, has estado aquí cinco meses Bill.
- No, no puede ser.- dije sorprendido. Él asintió.
- Sí, o al menos eso creo. Llevas más de tres meses aquí.- apartó la mirada de mí por unos segundos, para verificar si Zander se encontraba bien, y después me miró de nuevo. –Pero no quería hablar de eso, sino que, hemos estado compartiendo ropa que no te va nada bien. Encima tú la odias.
- No la odio.
- Vamos, Bill.- sonreí.
- Un poco.- él sonrió también.
- Has dejado de tomar medicamentos por un mes, y no tenemos el dinero para comprarlos, ¿sabes?
- ¿A dónde quieres llegar con todo esto?- pregunté. Tom se quedó en silencio, quizá reflexionando, o maldiciéndome por mi poca capacidad de comprensión. Estuve a punto de exigirle una respuesta a mi pregunta, pero él pareció tener las palabras correctas en la lengua, y estaba dispuesto a sacarlas.
- Tienes dos opciones.- me silencié, esperando con más ansia lo que tenía que decirme. Él se movió incómodo en el sofá, jugueteando con sus rastas en un intento fallido por decirme algo que no lograba o quizá quería expresar con claridad. –Te vas de aquí para continuar con tu carrera y nos veremos cada fin de mes. O regresamos a Hamburgo, visitas a tus padres y a tus amigos, te traes los medicamentos y ropa, y sigues viviendo aquí, como si nada hubiera pasado. Tú decides.
- Elijo la segunda.- dije sin siquiera plantearme las dos opciones, porque separarme de mi hermano me traía muchos problemas, entre ellos las depresiones y tal. Así que no fue muy difícil como creía que sería todo.
- Sin viajes a Hamburgo otra vez, ni siquiera en navidad o nuestro cumpleaños; harás nuevos conocidos aquí y olvidarás a tus amigos allá. Hasta a (tu nombre). No verás más a la familia o el parque de diversiones al que siempre vas cuando entristeces.- Mierda… ahora se ponía algo difícil.
- ¿Ni una visita al año?, venga, Tom, es la familia.
- Una al año.
- Hmm… ¿Hay universidades aquí?
- Las hay en los barrios altos, a una hora de aquí. El problema es el dinero, a menos que quieras estudiar en la que está por aquí.
- ¿La que está pintarrajeada y echa una mierda?, esa que está por el mercado.
- ¿La has visto?- asentí. – Preciosa, ¿no?- se carcajeó a lo bajo.
- Quizá pueda ir para mirar cómo son las de los barrios esos, ¿no?- asintió. –Y por lo de mis amigos… sólo Georg lo es. He estado esperando una llamada de (tu nombre) y no he recibido nada.- eché el aire con pesadez, incapaz de volver a hablar sobre eso. –Prefiero quedarme aquí, contigo.
- La vida aquí no es fácil, Bill, y tú más que nadie lo sabe; cosas como las que te pasaron podrán pasarte otra vez. Sólo mírate ese labio, ¿quieres que pase con la otra perforación?- negué.
- Pero me enseñarás a defenderme.
- Para eso está el arma.- volví a negar, frenéticamente.
- Nada de eso. Lo haré con mis manos.- sonreí. Él sólo negó burlón.
- ¿Estás seguro?
- Definitivamente.- sonreí, tal como a un niño al que le fue concedida la mascota que esperó por años.
- Bueno, entonces alístate, nos vamos en unos minutos.- abrí los ojos con una sorpresa inmensa. ¿Nos íbamos ahora, pasados sólo unos segundos de una decisión tomada?
Subí a la segunda planta, a la recámara de Tom. Me cambié la pijama por una playera de mangas largas gris demasiadas tallas más grandes que las mías, y unos pantalones de mezclilla, con los cuales me sentía como si no tuviera nada de ropa, pues me quedaban grandísimos. Me cepillé el cabello y arreglé un poco mis ojeras con agua fría, y bajé por las escaleras rápidamente.



Hamburgo, 6:30pm, 4°bajo cero.
Me costó demasiado convencer a Tom de entrar, pero ahora estamos en la sala, esperando a mamá con el café caliente en nuestras manos heladas. Papá se ha salido a trabajar según lo que mamá dijo. La casa es silenciosa, ni siquiera nuestras respiraciones hacían el menor ruido. Todo era silencio. Tom se movió en el sofá y dejó su vaso con café en la mesa de la sala, se frotó las manos y trató de calentárselas con su aliento, después las metió entre sus piernas, temblando fuertemente. Yo en cambio no temblaba tanto, estaba algo acostumbrado a este clima.
- Bueno, ¿qué era lo que querían decirme?- dijo mientras bajaba las escaleras y se acercaba a nosotros con pasos rápidos, apurada a sentarse junto a nosotros y mirarnos con la preocupación que siempre solía tener cuando queríamos hablar con ella.
- Lo he estado pensando, y con Tom, hemos llegado a la conclusión de que me quedaré en Frankfurt con él.- la cara de mamá palideció por completo. No estaba de acuerdo, ¿pero qué digo? ¡Odiaba la idea! y se podía ver en esos ojos llenos de furia. -¿qué piensas tú?- ella negó.
- Lo odio, no me  gusta, no estoy de acuerdo. ¿Por qué querrías irte a vivir a ese lugar?- sentí a mi lado como Tom daba un saltito de sorpresa e indignación.
- No lo sé. Quiero un cambio y, quiero estar con Tom.- mamá le echó una mirada fulminante a mi hermano.
- ¿Qué te dio para que aceptaras?- fruncí el entrecejo.
- Nada. De verdad quiero irme con él, mamá.
- Aparte tenemos veinte años, podemos decidir por nosotros mismos, y Bill sólo quiso tu apoyo. ¿Se lo darás o no?- me estremecí ante su tono de voz, y deseé que mamá no lo hubiera tomado tan enserio.
- Bueno, sí, pero no por ser mayor de edad, Bill tiene que irse a vivir contigo. Él ya era independiente, ¡¿por qué siempre llegas tú a hacerlo depender de ti!?- le gritó, a lo que sentí cómo Tom hacía puño sus manos.
- Tú lo quieres hacer vivir contigo, aquí sufre más dolor que allá.
- Oh, en ese lugar sólo hay personas que abusan de todos. No me sorprendería que hasta tú hayas robado ahí, ¡no quiero que Bill se vuelva alguien así!
- ¿¡Así, cómo, mamá?!- gritó enfadado.
- ¡Así como tú!- se levantó del sofá, caminó con paso furioso  y pesado hasta la puerta, la cual abrió y salió de la casa, cerrando con un portazo.
- ¿Qué tienes con Tom, mamá? él no ha hecho nada.
- No puedo creer que digas eso, Bill. Después de todo lo que te hizo, no sé cómo aún quieres estar a su lado.
- Es mi hermano, mamá; y lo que es peor, ¡es tu hijo!- suspiré. –No me gusta que le grites y trates de esa forma. Me iré a vivir con él por un tiempo, quizá tal vez para siempre, y espero que eso te guste, o al menos aprendas a respetarlo.- me levanté y seguí los pasos de mi hermano, hasta salir de la casa y encontrármelo ahí, fumando tabaco con cara de perro furioso.
- Te estoy dando una oportunidad más para decidir. Piénsala bien mientras te llevo a tu casa.- asentí, sintiéndome como un crío regañado.
- ¿Sabes dónde es mi casa?- pregunté en un hilo de voz. Él negó.
- Pero puedes decírmelo.
- ¿Me dejas manejar tu auto?- sabía que lo adoraba, que si algo le pasaba a su auto sería capaz de matar al culpable, pero aún así me atreví a preguntar.
- ¿Estás consciente de tu pregunta?- dijo serio, yo asentí. Tomó las llaves de su auto y me las pasó, sonriendo con burla.



- Hmm, creo que sí te va bien, eh.- dijo mientras entraba y miraba todo.
- Bueno, es pequeño, demasiado, pero creo que se puede vivir bien aquí.
- ¿Qué dices?, es precioso, no sé por qué mierda quieres ir a vivir allá cuando tienes todo aquí.
- No tengo nada, Tom.
- ¡Por favor, no seas modesto!- dijo carcajeándose. – ¡Sólo mira todo esto!
- Puedo tener estas cosas, pero no tengo lo que necesito.
- ¿Y qué necesitas?- me lamí los labios, algo nostálgico.
- Amor…
- ¿De (tu nombre)?- ladeé la cabeza.
- Sólo quiero sentirme querido, por quien sea. Pero lo necesito.
- No te pongas así, lo encontrarás.- sonrió.
- Eso espero. Bueno, ahora vengo.- caminé a mi recámara y me eché en la cama, gimiendo de placer. Tom se acercó a mí, sonriendo.
- Linda cama.- sonreí, dando palmaditas a mi lado, para que se acercase.
- Ven y acuéstate, es mejor que cómo se ve.- se acercó algo indeciso, y después se acostó a mi lado, suspirando.
- Mierda… esto es mucho mejor que mi cama…- echó un fuerte bostezo.
- ¿Quieres dormir?
- hujumm…
- Pues hazlo, podemos regresar mañana.- sonrió, despeinándome el cabello. –Mierda, qué frío…mejor hay que deshacer la cama, Tom.
- hmm- gruñó, levantándose con cansancio, algo molesto. Deshice la cama rápidamente y lo dejé acostarse de nuevo. Se acercó a mí y me dio un abrazo fuerte, obligándome a acercarme a él.
- Tom.- dije molesto.
- Para que no pases frío.- no pude evitar sonreír con vergüenza y algo de ternura también.
- Pues…gracias.- sonreí, abrazándole también.


Por la tarde, decidí verme con (tu nombre), Tom me llevó, dijo que quería mirarla otra vez, así que ambos fuimos a su casa, pero al llegar, Tom la miró tan mal que creyó que era mejor que ambos habláramos solos, así que se fue junto a Georg.
- Pasa…- dijo con una voz tan distinta. Ella seguía viviendo en la misma casa, con su padre. Nos sentamos en la sala y ella comenzó hablando. –Y, ¿estudias en Frankfurt?
- No, decidí que no estudiaría más, tengo que cuidar mi salud.
- ¿Y la has estado cuidando? Porque te miras muy delgado y algo pálido.
- Pues no me llevé los medicamentos del Sida…supongo que por eso estoy así.
- Ah, pues qué bueno que has vuelto, así te los llevas, ¿no?- asentí.
- Pero cuéntame tú. Georg me dijo que llamarías, y no he recibido ninguna llamada.
- Ah… pues que todos creían que tú y yo habíamos tenido relaciones, y creyeron que tú eras el padre de mi bebé.
- ¿Tu bebé?, ¿entonces sí estás embarazada?- asintió. –No me digas que fue de…él…
- Es de mi primo, Bill…- puso su mano en sus ojos, intentando no llorar.
- No lo creo… ¿y él lo sabe?- asintió.
- También mi papá se enteró, ¿sabes?... quiere que aborte.
- ¿Y tú qué piensas?- se aferró a su cabello, algo desesperada.
- Ya no sé qué pensar. Todos me dicen que lo mejor es abortarlo, y después me dijeron que mejor lo diera en adopción. Pero es que yo sí lo quiero.
- Haz lo que tú quieras, (tu nombre), es tu bebé, eres la única que puede decidir.
- Mi carrera se echó a perder por este bebé.- negué.
- No le eches la culpa al bebé, él ni siquiera estaba cuando tú tenías relaciones con tu primo.
- Bill…
- Dime.
- Mi primo dijo… dijo que tú eres el padre del bebé. Dijo que tú eras el culpable.- retrocedí con sorpresa.
- ¿Yo?, pero si yo tengo… tengo Sida… nunca…
- Ya lo sé, Bill, pero…
- Les dijiste que yo no te toqué jamás, ¿verdad?, no me echaste la culpa a mí.
- No, no les dije la verdad…- abrí los labios, completamente sorprendido y también decepcionado.
- ¿Entonces, qué pasará conmigo? Yo no puedo hacerme cargo de un bebé, ni siquiera puedo pagar los medicamentos del Sida… me iré a vivir con mi hermano, (tu nombre), ¿por qué no pensaste en mí?, ni siquiera me he curado de la puta depresión y ahora… mierda, no…
- Tranquilo, Bill…
- ¿Cómo me pides eso?, primero te despojas de mí como la mierda, dices que te dejé para estar de novio con Robert, ¿y luego quieres que me haga cargo de un error tuyo?
- ¡No fue un error mío!
- ¡Mucho menos lo fue mío!, ni siquiera me atrevía a besarte por los putos nervios, ¡jamás tendría relaciones tan pronto, menos sabiendo que estoy enfermo!
- Bill… es que no sé qué hacer…
- Es tu hijo, (tu nombre), ¡es tu bebé!, haz lo mejor para él.
- Abortaré.
- Por favor no abortes…- suspiré, completamente confuso. –Si no lo quieres, dámelo a mí, yo lo cuidaré…


1 comentario:

  1. Awww! Casi lloro cuando Bill dijo "Si no lo quieres, dámelo a mí, yo lo cuidaré" T.T
    Ya quiero leer el próximo
    cuídate bye

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