viernes, 16 de noviembre de 2012

Capítulo 42


By Tom

- Hey, ¿pero qué tienes?- él sólo negó, jugueteando con algún hilo que se desprendía del sofá. –Si es porque mamá no está de acuerdo en que te vengas conmigo, puedo ir a hablar con ella. Te prometo que no le gritaré. Sé que no te gusta que lo haga.- volvió a negar, pero esta vez sí me miró a los ojos, sacando una pequeña sonrisa.
- ¿Puedo decirte un secreto?
- Dime.
- (Tu nombre) está embarazada.- retrocedí, como una acción después de una abofeteada en la mejilla. –Pero eso no es lo peor, Tom. El hombre que la embarazó dijo que yo había sido el culpable, que yo soy el padre de su bebé. Y eso no es verdad.
- ¿Te metieron una demanda?, ¡porque si es así no me importa matarlos a los tres!
- No sé, Tom… Pero ella lo quiera abortar. Le dije que mejor me lo diera a mí…- levanté la mirada con pura sorpresa. Mierda, que mi hermano es un idiota.
- ¿Que te lo dé a ti?, ¡¿Bill, estás loco!? Tú no puedes cuidar de un bebé, mucho menos lo puedes llevar a Frankfurt.
- Ya lo sé, Tom, pero no quiero que lo mate.
- Es su decisión, tú no puedes interponerte, ¿entiendes?, déjala hacer lo que ella quiera y que se arrepienta sola después.
- ¿Por qué sería tan malo?
- Porque ella no pensaba lo que hacía.
- Pero su novio abusó de ella.
- Sé que sonaré muy frío, pero ella ya no es tu novia; ella no confió en ti cuando negaste estar saliendo con ese Robert.- asintió.
- Sí, pero… bueno, tienes razón…
- No te pongas así.- le acaricié la pierna, a lo que él me miró con completa seriedad, casi incómodo.
- Tus ideas son las más horribles de todas. Pudimos quedarnos en Frankfurt y jamás volver.
- Y esperar un par de semanas para que murieras porque no hay medicamentos.
- Si me muero no va a ser gracias al Vih, va a ser gracias a algo peor que me pase allá.- se carcajeó a lo bajo, mirándome con esa sonrisa que me causaba sonreír a mí también.
- No digas tonterías, recuerda que dijiste que vivirías hasta viejo, quizá para eso ya vivamos en otro lugar.- asintió.
- Cierto.- rió. –Hmm…
- >>Hmm<< ¿qué?
- Hmm todo.- sonrió, para suspirar después. –Tom, si pudieras cambiar algo en tu vida, ¿Qué sería?- ladeé la cabeza, pensándomelo un poco. Me parecía ser que la pregunta tuvo que ser formulada algo así como “¿Si pudieras salvar algo en tu vida, qué sería?”
- Todo en absoluto.- abrió sus ojos con sorpresa.
- ¿Todo?- asentí. Él se lamió los labios y dejó caer su espalda en el respaldo del sofá. -¿No te quedarías con algo?
- ¿Algo como qué?
- Un recuerdo, un momento, una sonrisa, una persona. Algo.
- Un recuerdo, cuando me regalaste ese libro autografiado. Un momento, cuando encontré a Zart por primera vez. Una sonrisa… cuando jugábamos a la orilla del río, siempre que íbamos con nuestros padres. Una persona, emm, creo que tú.- sonrió ampliamente, parecía no creer que algún día algo así saldría de mis labios.
- ¿Yo?- asentí.
- Sí, no es muy sorprendente ¿o sí?
- ¿Qué dices?, ¡Esto nunca me lo esperé!
- Vamos, no dramatices.
- No lo hago, de verdad yo…no lo sé, siempre esperé algo como esto.- sonrió de oreja a oreja.

Frankfurt, 12:23am
- Siempre infestas mi casa con tu glamur.- él se carcajeó.
- Agradécelo, tú solo nunca habrías podido tener así de linda tu casa.
- No exageres, que tampoco pienso que con tus cosas todo se vea mejor, eh.- sonrió.
- Ahora vivimos juntos, y tendrás que aguantarme, así como una pareja.
- Una pareja incestuosa, eh, no creo acostumbrarme.- me carcajeé, pero él se puso serio y al parecer también dolido por lo dicho. - Oh, basta, sólo es joda. No te tomes todo tan enserio.
- Sabes que odio que juegues con eso, Tom. Sólo hermanos y ya.
- Bien, bien. Mejor vamos a dormir, ¿sí?, estoy algo exhausto por el viaje.
- Está bien.
Subimos a la recámara junto a Zander. Y sin decir una sola palabra más, nos echamos en la cama y comenzamos a dormir sin más miramientos. Los párpados comenzaban a pesarme poco a poco, hasta echar un fuerte suspiro y darme la vuelta en dirección a la ventana, y comenzar a dormir sin más.


No lo sentí más a mi lado. Me levanté de golpe, deteniéndome unos segundos a que el leve mareo se me pasara. Caminé al baño para lavarme la cara, y ahí estaba mi hermano, maquillando sus ojos de un negro con pequeñísimos brillos; se había alisado el cabello, y ahora usaba de su ropa, la cual le quedaba bastante ajustada a su cuerpo.
Me acerqué a él.
- Te pareces más al Bill que dejé un día en Hamburgo.- me miró, apartando la brocha de sus ojos, sonriendo tiernamente.
- No sé si eso sea bueno o malo.
- Mhh, tiene de ambos. Pero me gusta.
- Pues, supongo que gracias.- volvió su mirada al espejo.
- ¿Para qué te arreglas tanto?, es decir, nos quedaremos aquí todo el día. No tengo ganas de salir.
- Iré a buscar las universidades de las que me hablaste.
- ¿Y quieres parecer un pijo ricachón?- me burlé.
- No, pero tampoco quiero parecer un vago.
- ¿Sabes en dónde están?- negó, alejándose del espejo para mirarse al finalizar. Dio una pequeña sonrisa de aprobación a su imagen, y después de cambiar de lugar algunos cabellos, me miró y se acercó a mí.
- Tal vez tú puedas decirme. O puedo tomar un taxi.
- Aquí no hay de eso. Tendrías suerte que uno se parara para llevarte a algún lugar.
- ¿Aunque lo llame?
- Aunque lo llames.- sonreí. –Pero si quieres puedo llevarte con una condición.
- ¿Cuál?
- Después de que te enseñen los programas, iremos a Altstadt. Ahí venden el café más rico de toda Alemania.
- Bueno, iremos, ¡pero después de ir a las universidades!- asentí.

By Bill

- Es tan distinto.- susurré, mirando por la ventana. –Deberías venir a vivir aquí.
- Sólo hay un pequeñísimo problema, y es que no tengo pasta, Bill.
- Mhh, es que es tan bonito. Ni siquiera puedo creer que el barrio sea parte de Frankfurt.
- Pues una parte de él sí es de Frankfurt, la otra está un poco más separada.
- ¿Y en qué parte vives tú?
- En la más lejana. Por eso tardamos más de media hora en llegar. Pero mira allá, esa es la universidad más bonita de aquí.
- Se mira muy antigua.- era linda, como esas casas en los campos se Suiza, cubierta por una pequeña capa de nieve por el tejado.
- Oh- aparcó el auto y salió de él, al igual que yo lo hice, siguiéndole por atrás mientras él le colocaba la alarma a su auto. –Olvide decirte. Frankfurt se divide en dos partes: Altstadt y Neostads, también tienen por nombre, La cuidad antigua y la cuidad nueva.
- ¿Y por qué hemos vendo a la antigua?
- Estamos cerca del río Main, quiero que vayamos a mirarlo.
- Hace mucho que no voy a uno.- dije, mientras abría la puerta de la universidad, dejando pasar primero a Tom.

Era una universidad preciosa. Ni siquiera quise mirar una más después de esta. Creo que era la indicada, y si me ponía a trabajar, conseguiría el dinero para poder entrar a estudiar ahí. Pero Tom iba tan serio, y en cierto punto también se miraba molesto. Cuando lo miraba, él sólo me contestaba con una sonrisilla falsa o levantando las cejas.


Tras unos largos minutos caminando, nos encontrábamos en un lugar precioso. Parecía una plaza, o al menos, eso suponía yo que era. Las calles impecables, sin ningún rastro de basura; las casas y edificios eran enormes, y todas con un cierto parecido de figuras y colores. Había tiendecillas alrededor, y muy pocas personas caminando por ahí. Se miraba como la Alemania antigua, un poco después del Nazismo y esas guerrillas.
- ¿Dónde estamos, Tom?- le pregunté, tomándole su antebrazo para acercarle un poco a mí.
- Römerberg.- fue lo único que me contestó, sin siquiera mirarme.
- Está precioso, ¡Y mira cómo neva!- le dio la risa floja. -¿Qué?
- Me sorprende tu poca capacidad de memoria.- lo miré confundido.
- ¿Por qué?
- Ya hemos estado aquí antes, a los seis.- me detuve, mirando el lugar, tratando de sacar de mi hemisferio derecho en mi cerebro, alguna imagen que me asegurara que realmente habíamos estado aquí.
- No es cierto.- dije nostálgico.
- Sí que lo es. ¿No lo recuerdas? Vinimos al festival que se hace en navidad. Fue cuando el payaso te dio un susto de muerte, y sólo dejaste de llorar cuando nos subimos a las carretas. Claro tú decidiste que nos subiéramos al caballo blanco.- se carcajeó. Pero yo me quedé serio, hecho una mierda.
- No recuerdo nada…
- Oh, pues no te pongas así, será como un tour por el lugar hasta llegar al río, ¿sí?- sonreí.
- Está bien, guía.- se carcajeó.
- Bien, visitante, lo primero que haremos será ir por un delicioso café, ya sabes, el frío está de huevos.
- ¡Tom, sin groserías!- reí.
- Bien, bien


Una cafetería realmente acogedora, incluso dejé de sentir tanto frío. Era de madera completamente, tenía una fogata pequeña en una las paredes, y había sofás de piel para tomar el café. Había personas con sus computadores y otras mirando la tv que había en cada una de las esquinas del lugar. Tom regresó a mi lado, con dos vasos de café. Me pasó uno, y después me indicó que saliéramos con la mirada.
- ¿Qué opinas?, es muy delicioso, ¿no?- le di un trago pequeño.
- ¡Mierda!- saqué la lengua, que me punzaba. Tom se carcajeaba fuertemente. –Mierda, Tom, no es gracioso, ¡me he quemado la lengua!
- ¡Eso es lo gracioso!- se tomó el estómago, tratando de calmar su risa.
- Guarda silencio, Tom, mejor vamos a ese río.- asintió.
Los pies ya me dolían, y no miraba que nos acercásemos a un río. El cuerpo me temblaba, pidiendo estar recostado en una cama con un millón de cobijas por encima; y tal parecía que Tom tenía muchas ganas de ir allí.
- ¿Cuándo vamos a llegar, Tom? Los pies me están matando.
- Casi llegamos, no te desesperes.
- Hmm, moriré, Tom… se supone que no debo hacer que mis músculos se cansen demasiado.- me miró con sorpresa, frunciendo el entrecejo.
- ¿Y has traído medicamentos?- me busqué en los bolsillos las pastillas que me había metido antes de salir de su casa.
- Aquí.- se acercó a mí. Me la metí a la boca y tomé un trago de café. Después seguimos caminando, sin más contratiempos. Miré el agua, miré los pequeños barquitos a lo lejos. La felicidad subió a mi cuerpo como arcadas. -¡Tom, llegamos!, ¿lo ves?, Ese es el río, ¿verdad?
- Eh, tranquilo.- rió. –Sí, es ese.- sonrió. Ambos bajamos por unas escaleras de piedra y corrimos a la orilla del río. Era precioso.
- ¡Es hermoso!
- Lo es.- nos sentamos.
Nos quedamos en silencio, mirando el lugar, inexpresivos. La pequeña brisa sacudía mi cabello con delicadeza. Era simplemente encantador, cómo algo podía hacerte relajar tan pronto, que casi me echaba al pasto y dormía una siesta. Le di un trago al café, miré a mi hermano, y al saber que él no me miraba, volví la mirada a una pareja que se abrazaba a nuestro lado.
- Sé qué te parece lindo, pero cuando estás sólo y disfrutas de tu propia compañía, no es necesaria una mujer a tu lado en lugares así.- lo miré, quitándome algunos cabellos de la cara.
- ¿Quisieras tener una compañera, Tom?
- Realmente no, estoy bien conmigo.
-¿No te gusta estar acompañado?
- Me gusta, pero te tengo a ti para eso, no es necesaria una pareja.- sonreí, recargando mi cabeza en su hombro.
- Creo que es mejor tener un hermano como tú a una pareja.
- ¿Eso crees?- asentí. –Bueno, puedo estar de acuerdo contigo.
Compartimos una mirada, y también el silencio. Me ruboricé un poco, su mirada podía decir tantas cosas con esa seriedad. Me abrazó con un hombro por los hombros, y sonrió con ternura, pero esa sonrisa siempre se iba tan rápido, era como si le avergonzara sonreírme.
- Quizá porque eres muy dependiente todos creyeron que hacíamos incesto.- dejó salir, más como una broma cariñosa que una joda, pero aun así llegó a tocarme un poco.
- Pero si eres tú quien me besa el cuello. La verdad nunca comprendí porque lo haces.
- Mmm, quizá porque.- me miró. –Ese cuello es muy largo, me llega a causar ansias y tengo que besarlo. Así como tus sienes.- y me besó la sien, una y otra vez hasta separarse para reírse.
- Vamos, eres el hermano más toca pelotas que he visto.
- Y tú el más cariñoso. Yo creí que los hermanos tenían esa etapa de odio, pero contigo no ha pasado nunca.
- Porque no creo que los hermanos deban odiarse. Mucho menos si compartieron siete meses y medio dentro de una mujer.
- ¿Siete meses? Creí que eran nueve.- dijo con completa honestidad, que ni siquiera pude partirme de risa ante esa inocencia de hombre ingenuo.
- Tom, somos gemelos, no cabíamos dentro de mamá. ¿Nunca te dijo que tuvieron que adelantarle el parto?- me miró sorprendido.
- No lo sabía.- rió.
- Tonto.
- Tonto.- se carcajeó. Yo me encogí más en su cuerpo, abrazándole del brazo. –Creo que tienes frío.
- Algo…
- Puedes enfermar, ¿por qué no regresamos al barrio?
- Podemos quedarnos unos minutos más.
- ¿Estás seguro?- asentí. –Bien.
- Mira el cielo, Tom.- levantó la mirada, sacando una sonrisita.
- Hace mucho que miraba un cielo tan escaso de estrellas.
- Pero mira esa luna tan grande. ¿Recuerdas que mamá nos decía que era la madre de las estrellas?- sonrió burlón.
- Sí. Extraño todo eso.
- Y yo. Pero estamos juntos de nuevo, ¿lo olvidas?
- Pero ya no somos niños, Bill.
- Ya lo sé, ¿pero y eso qué?
- Nos veríamos imbéciles tratando de creer que la luna es madre de las estrellas.
- Es porque te preocupa que dicen los demás de ti, ¿verdad?
- Emm…
- Vamos, Tom, lo más importante es lo que crees tú y los que te quieren.
- Nadie me quiere, te he dicho que el amor es un químico.
- Yo te quiero, y no me importa si es químico o no. Eres mi hermano y te adoro.- me miró.
- ¿Me adoras?
- Sí.
- Yo también te adoro, enano de mierda.- y me abrazó con fuerza.


3 comentarios:

  1. Awwww que capitulo tan más. . No tengo palabras para explicarlo :')
    me encanto. .
    Sube pronto
    cuidate y un abrazo :D
    me encanta como escribes!

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  2. Awww! me encanto esta genial en serio
    me entra la nostalgia cuando empiezo a leer :p
    ok espero el proximo
    cuidate bye

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  3. hola soy yo de vuelta algo raro pasó blooger eliminó mi blog y tuve que hacer todo de vuelta esta es la nueva dirección
    http://enamoradadebillkaulitzth.blogspot.com.ar/
    gracias por tus hermosos comentarios
    bye cte:)

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