Me llevó, a lo que según él me
dijo, eran los barrios altos; y la verdad es que no había mucha duda. El lugar
se veía mucho más vivo que antes, y a decir verdad, había personas más
preocupadas por su físico que en el barrio donde Tom vivía. Travis aparcó
frente a una cafetería, y abrió la puerta de su auto.
- Si quieres yo te lo traigo,
aquí espera, que no creo que dejen entrar al perro.- asentí; él se salió del
auto y caminó con pasos largos hasta entrar ahí y perderme de su imagen tras la
puerta. Me quedé ahí sentado, acariciando a Zander, algo nervioso por estar
lejos de lo de Tom.
Después él volvió, con un café
en cada mano; batalló un poco al abrir la puerta, pero al hacerlo, se sentó en
el asiento rápidamente y puso los cafés en el portavasos tras el freno de mano;
sonrió con amabilidad y después se viró para cerrar la puerta. Yo seguía
acariciando a Zander, mirando a Travis con completa seriedad, incluso más de lo
que debería, pero no podía negarme que Tom tenía los amigos más extraños de
todos.
- ¿No piensas decir algo?- me
preguntó, con una sonrisilla; yo ladeé la cabeza.
- No sé qué decir, ¿qué quieres que diga?
- ¿Por qué no vives en lo de
Tom hasta ahora?
- Pues, si no lo sabías, somos de
Hamburgo, sólo que, bueno… hubo algunos problemas y tal, que hicieron que Tom
decidiera separarse de la familia.
- Ah- le dio un sorbo a su
café. –Pues creo que su decisión no fue muy buena, ¿sabes?, aquí todos le
odian, nadie se lo banca.
- Sí lo hacen, tiene al menos
un par de amigos que lo quieren, ¿para qué quieres más?
- Bueno, sí, pero para tener a
todo el barrio en tu contra tuviste que hacer algo muy malo, ¿no?
- O sólo expresar lo que
realmente piensas. Tom nunca ha tenido problema con herir a otros diciéndoles
sus verdades.
- Queremos vengarnos de él.- me
silencié por completo, sintiendo una presión terrible en mi pecho. Ni siquiera
pude cuestionarme la razón; sabía que Tom no era algo parecido a un santo,
sabía que él estaba metido en muchas cosas ilegales y tal, pero no creía que
fuera tan malo para que quisieran vengarse de él. –Te explico. Al principio Tom
sólo era uno más, ¿entiendes?, incluso era de los débiles. Llegó aquí a los dieciocho,
pero en realidad parecía de dieciséis; nadie lo tomaba enserio, y siempre
estaba solo y al parecer deprimido. Antes lo bancaban más que ahora, porque era
incluso amable con todos; pero de la noche a la mañana tomó una navaja; él
creía que nadie lo miraba, pero bueno, al menos yo sí lo hice.
- ¿Qué hizo?- pregunté con algo
de miedo.
- Se cortó los brazos.- me
cubrí los labios. –De una forma impresionante, tan adentro que no me habría
sorprendido una hemorragia interminable o hasta la muerte. Lo que más me sorprendió fue que ni se
inmutaba, ni un gemido, ningún quejido, ¡ninguna expresión de dolor!- negué. –Desde
ese día pareció darse cuenta que ver sangre o dolor era de alguna forma su
salida; él quería hacerle daño a todos, por eso ahora es tan insensible.
- ¿Por eso nadie lo banca?-
asintió.
- Todos empezaron a temerle a
Tom, a excepción de las únicas personas que lo acompañaron desde que llegó al
barrio; los demás le temían, ni siquiera se le acercaban, y a él parecía
gustarle demasiado aquello. Cuando conoció a Maurice, que creía Tom no sería
una amenaza para él, empezó la rivalidad, ¿sabes?, desde peleas callejeras
hasta amenazas con armas y amenazas a sus familiares. Al contrario que Tom,
para Maurice es necesario el apoyo que los demás le dan; para Tom no, él está
satisfecho consigo mismo, y cuando le das la mano te toma los hombros y te avienta
lejos, no te necesita, por eso ahora casi nadie está de su lado; son pocas las
personas que él acepta tener a su lado.
By Tom
- ¡Tom, venga, detente un
segundo, tengo que hablarte!- era Roldhan, corriendo tras mi auto; frené el
auto y bajé la ventanilla. Trataba de recuperar la respiración, mirándome para
poder hablar después. –Tom… ¿dónde está tu hermano? ¿Acaso sabes?
- Sí, fue a darle un paseo a
Zander, pero creo que ya ha regresado a casa, ¿para qué lo necesitas?- mi voz
sonó como la de una madre sobreprotectora.
- Deberías tenerlo más
observado, él aún no llega a casa.
- ¿Y tú por qué lo sabes?, ¿Lo
estás siguiendo o algo así?- negó.
- Tom- tragó saliva. -, Travis
estuvo hablando con él.
- ¿Hablando con él? ¿¡Por qué!?
- No lo sé; lo último que vi
fue que lo subió a su auto y se fueron.
- ¡¿A dónde se fueron?!- saqué
el brazo para tomarle el cuello de la playera y atraerlo a mí. -¡¿A DÓNDE
FUERON!?
- ¡No sé, Tom, no sé! – graznó
asustado; yo lo solté. –Si quieres puedo ayudarte a buscarlo.- asentí.
- Bien, bien, ¡ahora muévete!-
aceleré en busca de Bill.
Pasaba de la media noche, y mi
hermano aún no aparecía, me estaba poniendo algo nervioso, ni siquiera sabía si
Roldhan seguía buscándolo, pero eso en realidad no me importaba mucho; lo
importante era que estaban ambos en manos de Travis, y eso no era muy bueno.
Mi celular sonó; me lo saqué
rápidamente y contesté.
- ¡Tom, creo que lo he visto!-
era Roldhan.
- ¿En dónde?- mordí mis labios.
- En Wertheimer Straße; creo
que lo vi, tenía un perro y se estaba adentrando calle abajo, por la iglesia.
- ¡¿Está solo?!
- Sí.
- ¡No lo pierdas de vista,
estoy cerca de ahí!
- Bien.- y corté.
Al llegar, aparqué el auto
rápidamente y bajé de él; corrí calle abajo. Agradecí haber estado cerca de ese
lugar, pues ahí miraba el boceto de esa persona, apenas dando la vuelta por la
esquina; aceleré mis pasos hasta mi esa persona; esa persona que
inconfundiblemente era mi hermano.
- Tú.- vociferé; él se detuvo,
dándose la vuelta lenta e indecisamente. Corrí sólo metros más, hasta estar
frente a su cara asustada frente a mí. Su cabello estaba despeinado, su ropa
estaba rota, y en su pecho había marcas y heridas. Zander estaba lastimada.
Inhalé y exhalé un sin par de
veces, tratando de reincorporarme. Quería contenerme, no quería golpearlo y
hacerlo llorar una vez más; pero era imposible. Mis brazos temblaban causa de
la desesperación y la fuerza que iban obteniendo; quería matarlo, hacer que de
rodillas, mientras potaba sangre y temblaba, me pidiera perdón.
- Tom…- tragó saliva. –Antes de
que me hagas algo…o…
- ¡¿De qué vas, Bill?!, ¡¿DE
QUÉ MIERDA VAS!?- se puso aún más tieso, acojonado y hasta horrorizado. -¡Te he
estado buscando por horas enteras!, ¿dime que mierda haces aquí?, ¡¿no puedes
estar quieto ni un puto segundo!?- él se encogió un poco. -¡Contéstame!- él se
quedó en silencio, mirándome con miedo; y yo sólo conseguí enojarme más y no
poder contener mis impulsiones. Levanté la mano, dispuesto a golpearlo; él se
encogió.
- ¡NO, TOM!- gritó. - ¡déjame
explicarte antes!- graznó en forma de sollozo. Estaba muy asustado. –Por favor,
Tom…no me pegues, déjame decirte… por favor…- le miré los ojos, aún más
aterrados que su voz; incluso comenzaba a llorar.
El brazo me tembló con tanta
fuerza, y casi con inconsciencia, le di un manotazo en la mejilla.
- No hice nada malo…no nos ha
pasado nada, en absoluto; estamos bien.- se tragaba todo intento por no llorar;
trataba de mostrarse fuerte, trataba de no llorar frente a mí.
Mis expectativas se habían ido
a la mierda, nada de lo que tenía planeado había salido como yo lo esperaba,
incluso, sentía que tenía que hacer algo para que él no se pusiera de esa
forma. Me dolía verlo mal, debo aceptar, me dolía ver que sólo conmigo
intentara hacerse el fuerte e intentaba que yo no lo mirara mal. Lo escondía
todo, hasta sus sentimientos. El cuerpo comenzó a temblarme, la rabia se había
combinado con mi sangre que hervía. Ya no iba a pegarle, ya era suficiente.
Grité.
Grité a todo pulmón, rasgándome
la garganta y acabando con mi voz; di patadas a la acera y apreté los puños con
tanta fuerza que enterré mis uñas en las palmas de mis manos; en estos momentos
sólo deseaba un pedazo de carne humana para golpear con toda la fuerza que
tenía. Pero después paré, aún furioso, y miré al suelo.
- T-tom… ¿está bien?- musitó,
con la voz temblante, tomándose la mejilla.
- Vámonos de aquí.- le arrebaté
la correa de Zander y caminé.
- Tom, está lastimada porque
intentó defenderme cuando Travis me dio un manotazo… ni siquiera lloró, todo es
superficial…- le miré.
- Lo de ella es superficial; lo
tuyo no.
- Sí es, ni siquiera me duele.
- Odio que me mientas.-
entramos al auto.
- Si así siguen las cosas, no
te dejaré salir a menos que sea conmigo.- le limpié las heridas, mientras él,
recostado en la cama, fruncía el entrecejo con dolor.
- Me odian porque somos
hermanos.
- Ya lo sé, pero eso no debe
afectarte. Listo, ya está.- dejé todas las cosas en mi mesa de noche. Me
recosté a su lado, cerca de él, sintiendo la humedad y el olor de su cabello.
- No me afecta.- se quedó
pensativo, mirando el techo de la recámara.
- ¿Qué tienes?
- Me preocupas.
- ¿Por qué?- me tomó la mano y
la puso frente a sus ojos; después me la mostró.
- Por esto.- apuntó una
cicatriz en mi muñeca. –Te cortaste los brazos.
- No.
- Sí.
- ¡No, Bill!
- Te sentías solo, por eso lo
hiciste.
- Que te follen.- me di la
vuelta y cerré los ojos para dormir.
- Tom, háblame.- me acarició la
espalda. –Háblame, no te duermas aún.
- Cállate.
- No te entiendo, ¿por qué te
enojas?, para mí es algo normal, ¿por qué me lo ocultaste?, ¿te da miedo, Tom?,
¿te sientes estúpido al recordarlo?, porque yo no creo que seas estúpido, yo
creo que… que bueno… te fue difícil acoplarte a un lugar como estos, ¿no?- guardé
silencio. –Tú también te has sentido odiado por todos, ¿verdad?, te escondes
bajo las pintas de malote, pero en el fondo te sientes destrozado.- dejó de
acariciarme la espalda y se alejó.
- Eso es lo que sientes tú, yo
no necesito a nadie.
- No pareces reflejar lo mismo.
- ¡Guarda silencio, Bill, tú no
sabes nada!
- Sé que necesitas el apoyo de
alguien.
- Ya hemos hablado de esto, ¡te
he dicho que no!, ¿¡qué más quieres que te diga?!
- La verdad.
- Guarda silencio, no quiero
hablar más ¿sí?, quiero dormir, me tienes hasta las pelotas.
- Bueno, entonces… me callo.
- Sí.- me cubrí el cuerpo con
las cobijas y apagué la luz. –Y no me corté por soledad, lo hice por desesperación.-
se quedó en silencio. –Desesperación porque nadie me tomaba enserio, a nadie le
importaba lo que yo tenía que decir.
Sólo él sabía cómo hacerme
sentir peor, cómo tocarme las pelotas y cómo estallar en lágrimas. Sólo él
entendía realmente lo que me pasaba, o al menos, era el único que se interesaba
realmente en lo que sentía. No sabía si eso era bueno o malo, no sabía si
realmente me gustaba que él lo hiciera, que comenzara a cuestionarme siempre
sobre mis sentimientos. ¡Mierda, era castrante! Pero en sí, era el único al que
yo me atrevía a contarle todo, y al mismo tiempo odiarlo a él y a mí mismo por
ser tan sincero. En unos meses Bill había aprendido más cosas de mí que yo
mismo, era espeluznante, pero de alguna forma reconfortante.
Bill es mi hermano, y lo odio;
lo odio porque sin él, no tendría nada, estaría sólo completamente. Y necesito
que él me necesite.
asldkjsaldk "necesito que él me necesite" que dulce :3 , sin duda amo como escribes , hasta ahora la mejor fanficc que eh leido , saludos ;)
ResponderEliminarawwww! me encanta
ResponderEliminarame tanto las palabras de Tom awww
espero el proximo cuidate bye