domingo, 2 de diciembre de 2012

Capítulo 49


By Bill
- ¿Regresarás a Frankfurt?- preguntó Andreas en un susurro, para no despertar a Gustav y a Tom.
- Ese es el plan.- encorvó los labios, en forma de una sonrisa forzada. -¿Qué?
- No, nada.- sonrió. – ¿Nunca regresarás a vivir aquí?
- No sé… Quizá sí, o no…- lamí mis labios, nervioso. –Iré a una universidad en Frankfurt.
- Oh…- dijo en tono lastimero. –Me alegro.
- Pues gracias.- compartimos el mismo silencio nervioso e incómodo; era razonable, pues después de muchísimos meses sin hablarnos, y que encima nuestra última plática fuera una basura, era claro que no sabíamos cómo hablarnos ahora.
Él volvió la mirada hacia mí, serio, abandonando la postura silenciosa que tenía; se lamió los labios y aclaró su voz, acariciando su cuello, después suspiró. Yo sólo lo miraba, no con una seriedad amenazante,  pero sí con una seriedad confusa; Esperaba a que él tomara la iniciativa de hablar, nunca me había gustado ser yo quien hablara siempre al principio. Mantuvimos nuestras mirada unidas por un largo lapso de segundos, y después, él habló.
- Voy a extrañarte.- musitó.
- Yo también te voy a extrañar…
- Bill, perdóname por todo.- suspiró. –Escucha, yo… sé que no puedo defenderme de ninguna forma…
- Andreas, ya basta,- le corté. –Basta, por favor.- él se puso serio, y yo sonreí. –Todo para mi quedó fuera de mi vida, ¿entiendes? no voy a pedirte una explicación porque no la necesito; somos amigos, ¿no es cierto?
- Bueno, sí… pero un amigo no hace lo que yo hice.
- Todos cometemos errores, no te mortifiques por uno tan estúpido.- su sonrisa creció, me envolvió en sus brazos.
- Gracias, hermano.

Tom no paraba de recibir llamadas o mensajes a cada minuto; tuvo que apagar su móvil para estar tranquilo: me dijo que teníamos que volver a Frankfurt. Ni siquiera nos despedimos de mamá y papá, Tom parecía estar muy nervioso, y quería volver para asegurarse de que todo estuviera bien en su hogar.  Nos subimos a su auto y arrancó, sin decir una palabra, hasta entrar en la carretera.
- Sé que tal vez te quieres quedar más días aquí; créeme que yo también eso quiero. Discúlpame, Bill, pero tengo que volver.
- Está bien, Tom, tal vez después volvamos y nos quedemos para siempre.
- Eso espero.
Y no volvió a emitir una sola palabra en todo el camino.

Dos meses en la universidad y me sentía con un estrés terrible; tenía una prueba en un día y no creía poder aprobarla. Me eché en la cama y abrí mis libros para estudiar.
- Hmmm- suspiré antes de clavar la mirada en las letras del libro. No entendía por qué nada de lo que debíamos estudiar era asociado a la psicología; yo no quería estudiar algo que no fuera eso.
- ¿Qué haces?- lo sentí a mi lado, hundiendo el colchón con su peso.
- Estudio para la prueba de mañana.- dije sin siquiera mirarlo.
- ¿Tan pronto te han puesto una prueba?- asentí. –Vendrán Roldhan y Bonny.- lo miré con sorpresa.
- Pero tengo que estudiar, Tom.- le mostré el libro; él lo miró con seriedad.
- Tranquilo, que no estaremos aquí arriba… bueno, eso creo.
- Vamos, Tom,
- ¿Qué?
- Pff, nada.- traté de concentrarme de nuevo en el libro, cuando sonó el timbré un par de veces.
- Oh, creo que son ellos.- mencionó.
- ¿Tan pronto los has invitado, Tom?
- Pues sí, ¿hay algún problema?- asentí.
- Sí, ¡que tengo que estudiar!- nos quedamos en silencio. -¿A qué hora se van a ir?
- No lo sé, es una fiesta.
- ¡Mierda, Tom!- se carcajeó y salió de la habitación.

Por falta de concentración gracias a la música tan alta que se tenían esos tres allá abajo, decidí bajar con ellos, enfadado. Los tres tomaban cerveza y fumaban tabaco como unos locos; me quedé en la tercera escalera, mirándolos con indiferencia.
- ¡Tom!- grité. -¡TOM, ESCÚCHAME!
- Únete a la fiesta, Bill.- gritó Roldhan: yo negué y me acerqué al estéreo, bajando un poco el volumen.
- ¡Eh, Bill, ¿qué te pasa?!- gritó Tom.
- ¡No puedo estudiar, Tom! ¡Bájale a esa mierda!
- Lo siento, hermanito, pero no es nuestro problema.
- Tom, por favor.- dije con desesperación. -¡La prueba es mañana y son las doce de la noche!
- Tuviste toda la mañana para estudiar.
- ¡Estaba en la facultad y al llegar tuve unos minutos hasta que tus amigos llegaron! ¡No lo he podido hacer en todo el día!- se me acercó y me tomó de la quijada con delicadeza, me apretó los mofletes hasta abrir mis labios y me puso la boquilla de su cerveza, echándomela en la boca hasta que esta se acabara; yo lo empujé hasta separarlo de mí, tragándomela. -¡¿QUÉ CÓÑO TE SUCEDE?!
- Aliviánate un poquito, Bill, no vas a reprobar.
- ¡Vete a la mierda, Tom!- y me subí las escaleras con rabia; ellos subieron en volumen de la música. -¡IDIOTAS!- azoté la puerta.


El terrible ruido del motor de una motocicleta me hizo abrir los ojos de golpe, me senté sobre las cobijas y me di un estirón; tomé mi móvil y miré la hora en él.
- ¡Mierda, es tarde!- me saqué la pijama del cuerpo y abrí mis cajones para tomar ropa limpia.  Ni siquiera me di un baño, ni desayuné. Llegué a la parada de autobuses y tuve que esperar un par de minutos hasta que llegó.

Apenas había llegado a tiempo. Me senté en mi lugar, respirando irregularmente, con cansancio. Sentí mi móvil vibrar y me lo saqué del bolsillo; era un mensaje de Tom
Siento no haberme levantado para llevarte a la universidad.
Sonreí.
No te preocupes, he llegado solo. ¿Tú en dónde estás?
De camino a la universidad, ¿ya has comenzado tu prueba?
En eso estoy, el maestro a penas entrega las pruebas.
Bien, buena suerte, enano.
Gracias.

- En el examen no podrás sacar ese móvil ¿eh?, guárdalo.- asentí y lo guardé, él me entregó mi prueba.
Me concentré en ella. ¡Diablos!, no me sabía una mierda. Había contestado la primera hoja, al menos ponía atención de vez en cuando en las clases. Por un momento mi mirada se quedó estancada en el lápiz, nervioso y desesperado; habían pasado dos horas y la mayoría había desalojado el aula.
Mi móvil vibró. Lo saqué con cuidado, mirando al maestro para que este no me mirase a mí. Era un mensaje de Tom.

¿Aún no terminas?
No. No me sé una mierda…gracias por dejarme estudiar anoche.
Yo no tengo la culpa.
Ya basta, Tom, aún estoy en la prueba, deja de mandar mensajes.
Bien, bien.

Me guardé el móvil y me concentré de nuevo en el examen.

- ¿Cómo te fue?, ¿por qué tienes esa cara?- me acarició los hombros.
- Horrible, me fue pésimo, no creo pasar.
- Yo creo que sí.
- Pues gracias, supongo.- sonreí
- No te pongas así, mejor dime una cosa, ¿desayunaste?
- No, iba veinte minutos tarde.
- Entonces mejor vamos a que desayunes.- sonreí. Nos fuimos caminando a una cafetería cerca, nos sentamos en una mesa para dos y yo comencé a leer la carta.
- ¿Y tú has desayunado?- asintió, prendiéndose un cigarrillo.

By Tom
Él comía en silencio, mirando solamente la mesa; por la forma en que movía sus piernas, supe que aparte de estar nervioso, estaba desesperado y algo cansado. Pero yo no dije nada. Se metió la pajilla de la malteada a la boca y succionó con rapidez, sin despegarse de ella para respirar, mirando a la ventana, serio, tanto, que parecía querer hacer añicos el cristal.

Había terminado de comer y yo pagué para poder irnos de vuelta a casa. Al entrar de nuevo al barrio, enfrente de mi casa, miré ese carro; me estacioné y miré a mi hermano, nervioso. Sabía que él también conocía ese auto, y no le causaba la más remota felicidad que estuviera ahí.
- Bill…
- Digas lo que digas, no voy a quedarme en el auto.- me interrumpió; yo me mordí los labios.
- Vamos, por favor.- negó.
- Ni hablar.- bufé y después asentí, abriendo la puerta para salir.
- Si sales, lo harás a mi lado.
- Bien.- y él salió antes que yo; Cerré la puerta y puse los seguros, acercándome a Bill con rapidez. También salió Maurice de su auto y se acercó.
- Hola, hola.- dijo sonriendo.
- ¿Qué quieres?
- Yo que tú mejor hago que tu hermano entre a su casa al menos que quieras que escuche y vea.- miré a Bill, que también me miraba a mí.
- No me voy a ir, Tom.- tragué saliva con pesadez.
- ¿Qué quieres?- volví a preguntar; él sonrió.
- He estado pensando, y ya que no tienes ni tendrás el dinero que me debes… sé cuál será tu castigo.- Bill me miró.
- Vamos, hazlo de una, no tengo tiempo para tus estúpidas amenazas.- Maurice se acercó a mí, tomándome del cuello y estampándome en la pared de mi propia casa.
- Bien. No sabía que estabas tan ansioso de obtener tu propia muerte.- Me puso la pistola en la sien. Yo cerré los ojos.
- ¡TOM!- gritó Bill.
- Oh, ¡qué ternura! ¿Te preocupas por tu hermano mayor?- se carcajeó con fuerza. -¿Quién te cuidará ahora?
- ¡Deja a mi hermano, por favor!
- No, no lo creo.- reacomodó la pistola en mi cabeza, esto me hizo temblar como un muñeco de hilo; miré a mi hermano, que miraba a Maurice con miedo. –Al menos que vengas y me des un besito.- se carcajeó con fuerza.
- ¡Eres un guarro!- le grité. –Bill, no le hagas caso.
- Va a matarte, Tom…
- No lo hará.
- ¡Oh, ¿y quién te lo asegura?!- gritó, mirándome a los ojos. –Yo tengo ganas de verte mal.- cargó la pistola.
- ¡DÉJALO, MAURICE!- se acercó, con las lágrimas empañándole los ojos; miró a Maurice y después me miró a mí, negó para sí mismo y le besó los labios rápidamente, y después se separó. -¡Ya, ahora suéltalo!- él negó.
- ¿Y tú crees que un beso así me hará cambiar de opinión?- Bill lo miró con furia, dejando caer las lágrimas. –Sé que sabes la respuesta.- bajó su mirada, derrotado.
- ¿No basta con prostituirme?
- No, por supuesto que no.- Bill dio un saltito, enfadado; caminó dos pasos hacia enfrente y se puso de puntitas frente a él; lo miró a los ojos, serio, mientras Maurice sonreía victorioso.
- Bill, no lo hagas, vamos, ¿de verdad te importa tanto que muera? Después de cómo te traté, enójate conmigo por hacer que te cortaras los brazos, sonríe al verme muerto, Bill.- él negó. –Vamos, no lo beses, ¡tienes Sida!- se quedó de pie, tieso.
- Es verdad.- susurró mi hermano.
- No hay heridas en mis labios, bésame, zorra.- Bill volvió a acercarse, entreabriendo sus labios y sellándolos con los de Maurice, que cerró los ojos, mientras Bill los mantenía bien abiertos, frunciendo el entrecejo, enojado. Jugaron con sus lenguas, haciendo sonidos húmedos y desagradables; Maurice atrapó la lengua de mi hermano con sus labios, y la succionó con delicadeza, creando un hilo de saliva que los unía aunque no estuvieran besándose más. Maurice se acercó más a él, abriendo los labios para que la lengua de mi hermano entrara. Se separaron una vez más, con ruidos asquerosos y suspiros apasionados, él se lamió los labios, y se acercó de nuevo en busca de los labios de Bill, los cuales besó con humedad e hilos de saliva.

Maurice bajó la pistola. Bill retrocedió, llorando. Yo me sentí terrible.

Lo abracé y entramos a casa, le obligué a sentarse en la sala conmigo y lo miré a los ojos; él estaba mal, casi ido, ni siquiera se había limpiado los labios, con todo y lo asqueroso y delicado que solía ser.
- Te dije que no lo hicieras.
- Te iba a matar.
- No me importa.
- A mí sí.
- Pues a mí no.- volví a hacer ha me mirara y le quité las lágrimas; él recargó su frente en mi pecho.
- Cambiémonos de residencia…vamos a Hamburgo o…algún otro lugar, ¡uno distinto a este!...- le acaricié el cabello.
- Aún no puedo, hermanito, pero lo haremos, te lo prometo.
- Terminarán matándonos a ambos.
- No tienen porqué matarte a ti, ¿sí?
- Me voy a matar si te matan…
- No digas tonterías. Nos iremos a vivir a algún lugar, uno lleno de naturaleza y animales, ¿sí? Cómo tú quieres.
- Hay que pedirle dinero a papá, así nos mudamos pronto.
- Trataré de conseguir el dinero yo, y si no lo logramos se lo pedimos a nuestro padre. O si no te envío de vuelta a Hamburgo.
- No me  voy a ir sin ti. Te pueden matar y morirás solo.
- Eso no va a pasar. Nos mudaremos pronto, no nos va a pasar nada.
- Promételo…
- Te lo prometo.


2 comentarios:

  1. owwwwwwwwwwwwwwwwwww :'( lloro lloro ToT
    aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah por que?
    Dios sube pronto . .
    Me encanta, aunque llore un mar . ..
    Cuidate y un abrazo :D

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  2. Ahhhhhhhhh! ya quiero saber que va pasar T.T
    espero el proximo
    cuidate

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