martes, 11 de diciembre de 2012

Capítulo 53


Al paso de dos semanas, mi hermano se puso enfermo, y el clima nevado de Frankfurt no le ayudaba demasiado; incluso tuvo que mantenerse dentro de la cama la mayor parte del tiempo, tomando pastillas para no empeorar, y la llamada de mamá cada mañana ya se hacía una rutina. Me despidieron del trabajo por faltar sin justificación; en realidad faltaba para cuidar de Bill, pero ellos nunca lo comprendieron, porque no quería decirles que tenía VIH. No me preocupaba, al final, Bill era mi prioridad.
- Intenté hacer fideos, ya ves que nuestra madre siempre nos cocinaba cuando nos sentíamos tan mierda.- sonreí, pasándole el plato; él lo tomo, sonriendo como un crio.
- ¿Por qué lo haces, Tom?- me miró, sin quitar su sonrisa.
- Pues… ¡qué sé yo!
- Nunca habías estado tan cariñoso conmigo, ¿voy a morir?- se carcajeó.
- Eso creo, o quizá soy yo quien muera.- lo decía más enserio que en broma, pues Maurice aún no bajaba la guardia de su amenaza, pero por suerte no lo pesco y volvió a carcajearse.
- Ayer estuve hablando con (tu nombre).- me senté a su lado, mientras él tomaba la cuchara y soplaba un poquito para no quemarse los labios y la lengua. –Me dijo que William estaba perfecto, y que había aprendido a decir >>hola<<.
- ¿Enserio?- asintió. Después yo suspiré, casi leyéndole la mente. –Quieres verlo, ¿verdad?- se quedó callado, escudándose con la comida, indiferente. –O más bien quieres verla a ella.
-…No…
- Sí.- sonreí. –Ni siquiera sé porqué dejaste de estar con ella, ¡es claro que te encanta!
- Es difícil cuando te han transmitido una ITS y…cuando no te quieres ni un pelo.-esta vez fui yo quien se calló, mirándole con tristeza. Debo aceptar que me ponía…mal…
- Roxann me dijo que tal vez no te querías porque en la primaria siempre te trataron diferente, incluso nuestros padres.- suspiró. –Si se está equivocando, ¿puedes decirme por qué?
- No quiero, no lo comprenderías, ni siquiera me creerías.
- Puedo empezar a confiar en ti.- me miró, dejando el plato en sus piernas aún cubiertas por las cobijas.
- Cuando teníamos seis, el profesor de artísticas me…- lo supe casi al instante; lo supe porque Bill no había sido el único.
- ¿Te tocaba?- se quedó tímido por unos segundos, pero después su cabeza subiendo y bajando en forma de asentimiento, me hizo afirmarlo. Recordaba que por ahí de los diez años despidieron a ese maestro, por los mismos rumores de que se aprovechaba de los alumnos. Y yo era más que testigo, incluso también intentó hacerlo conmigo, pero no llegó a más de las caricias algo dolorosas cuando yo grité, y pateándolo con mi poca fuerza, me soltó y corrí lejos.
- Me llevaba al tercer piso de la escuela, me decía que no dijera o hiciera algo; después lo hacía, y sonreía para que me sintiera seguro.
- Se deshacía de tu ropa y te tocaba, te decía que todo estaría bien si es que no hablabas; después se quitaba su ropa y te obligaba a mirarlo, incluso si tú no lo querías.- me miró con sorpresa, y también aliviado de alguna forma.
- ¿También te…?- negué, quitándole las palabras.
- Lo pateé y grité; me dejó marcharme.
- ¿Te fotografió?
- ¿Qué?
- …Nada…- lo miré serio, acercándome más a él.
- ¿Te tomó fotografías?- miró a la ventana, dejando el plato de fideos en la mesa de noche; sentí su cuerpo entero temblando, la misma expresión que usaba cuando iba a echarse a llorar. -¿Lo hizo, Bill?
- Sólo una vez… después le dije que no me gustaba que lo hiciera…
- ¿Nunca se lo contaste a mamá?- me miró casi con indiferencia, negando.
- Claro que no, ¿tú lo hiciste?- asentí.
- Se lo dije asustado, casi al borde de las lágrimas, pero creí que me vería inútil si lloraba. Nuestra madre me creyó al tiro y no se esperó más, cuando ya caminaba a la dirección, tomándome de la mano.
- A mí me daba miedo, siempre terminaba por darme una paleta de esas que nos daban al salir del doctor, y la tiraba o se la regalaba a alguien, para que mamá no sospechara. Desde ahí, con todo lo que me decía, comencé a dudar de mi persona, ¿sabes?, me daba miedo ir a sus clases, o incluso que un doctor me mirara desnudo.
- ¿Todo comenzó por él?- asintió.
- Y luego, fue ese tiempo de ansiedad, cuando comía demasiado para ocultar lo que realmente sentía, ¿recuerdas?- asentí. –Después pasó todo; los trastornos alimenticios por culpa de los que me hacían daño con sus palabras, llamándome con apodos horribles, por los mofletes que llevaba.
- No te pongas así, sólo son malas rachas, hermano, y a (tu nombre) no le importaba nada de eso, ni siquiera te lo preguntó.
- No… pero es imposible amar a alguien sin amarte a ti, Tom… los dos estábamos mal.
- Pero la extrañas, y no dejas de quererla.
- No… y me duele…
- Haremos un viaje de vuelta a Hamburgo cuando te sientas mejor, y le dirás todo lo que piensas, ¿bien?
- No.- me carcajeé.
- Sí, lo harás.- sonrió
- Eres un tonto.- me dio un golpecito en el brazo.
- Oh, vamos.- me carcajeé. –Iré a comprar algo para la comida.- me levanté de la cama y me coloqué las zapatillas.
- ¿Puedo acompañarte?- lo miré.
- Te hace mal.- él negó.
- Por favor.
- Vale, vamos.


Caminaba tan lento, y se veía tan enfermo, que me hacía sentirme extraño, más aún, porque sonreía tan sincero. Salimos del lugar, con las bolsas con comida y caminamos al aparcamiento, y al mirar mi auto, las piernas comenzaron a temblarme de rabia y confusión. Las ventanas delanteras y el parabrisas estaban rotos por completo. Sentí la mirada aterrada de mi hermano sobre mí, pero ni siquiera lo miré, y corrí hacia el auto, con impotencia.
- Maurice.- musité para mí mismo, pasando mis manos por los vidrios rotos.
- ¿Me llamas?- escuché sus carcajadas detrás de mí; me di la vuelta, y completamente enojado le solté el puño en la cara, haciendo que retrocediera, tomándose la cara, enfadado.
- ¡¿Qué te pasa!?, ¡No eres quien para venir y cagarte a mi auto!
- Sí soy alguien.- se acercó de nuevo. –Soy la persona a la que le debes dinero, demasiado, ¿eh?, ¡no podrías pagarlo nunca!- siempre lograba hacerme callar, y dejarle ganar con carcajadas; me tomó las mejillas, y con una sonrisa enorme, llena de maldad, miró a mi hermano, y después volvió sus ojos a los míos. –Se ve tan enfermo ¿no?
- No te importa.
- Se nota que morirá por el Sida.
- Cállate.- volvió a sonreír.
- Sería una lástima que muriera por algo peor que eso, ¿no?- mi cuerpo empezó a temblar de sólo imaginar lo que podría hacerle con sólo proponérselo.
- No te atrevas a tocar a mi hermano, si no quieres saber qué soy capaz de hacer por él.
- ¿Tú capaz de hacer algo por él?- se carcajeó. –Ni siquiera lo bancas, ni siquiera puedes imaginarte a ti mismo haciendo algo para salvarlo. Qué triste, ¿no?, él es tan iluso que cree que tú estás con él.
- Estoy con él.- negó.
- Estás conmigo, ¿sabes?, tú me estás dando camino libre para hacer algo de lo que puedes arrepentirte.- sonrió.
- Dijiste que querías destrozarme a mí, ¡no a mi hermano!
- ¿No te das cuenta?, ¡sólo mírate!, no eres más que una mierda, Tom, un perro viejo que no puede sostenerse en sus extremidades; ya no eres el Tom Kaulitz al cual todos en el barrio le temían, incluso te estás quedando solo. Cuando menos te des cuenta, estarás perdido, como lo planeé, destrozado.
- Vete a la mierda.- le di un empujón, y caminé a con Bill, quien me miraba serio, sin miedo esta vez; al parecer estaba ya más que acostumbrado a lo que Maurice hacía. –Vámonos a casa, Bill.- él sólo asintió, sin decir alguna palabra, hasta que arranqué.
- ¿No vas a hacer nada, Tom?- lo miré.
- ¿De qué hablas?
- ¿Lo dejarás pasar así, como si nada?
- No es seguro para ninguno de los dos que busquemos venganza. Al menos no por ahora.


By Bill
Días después, mi hermano se veía más agotado, incluso lo miraba llorando de desesperación; recibía llamadas que lo hacían ponerse malhumorado, hasta me gritaba y se comportaba como lo hacía siempre desde que llegué aquí. Maurice había llegado a los extremos; se había metido en la casa de Tom para romper sus cosas, para rayar las paredes de su casa, y hasta para golpearlo por la noche, sacándolo de sus sueños, y encima le golpeaba tan fuerte, porque sabía que Tom cuando despertaba estaba más débil que nunca.
- Bill, nos vamos a Hamburgo.
- ¿Por qué?- sí, tuve que haberme puesto coleando como un chuco de la felicidad, pero Tom al parecer no lo hacía por la comodidad de ambos, hasta se veía inseguro en sus palabras, por eso no lo hice.
- Estoy hasta las pelotas, Bill.- nunca lo vi ni escuché tan mal, su voz estaba temblorosa, parecía querer llorar.
- Tom, todo se pondrá bien; te prometo que Maurice parará con esto pronto.- le tomé los hombros, pero él me tomó las manos, quitándolas de su cuerpo.
- No quiero quedarme aquí para ver algo que no me va a gustar; no quiero ni siquiera que tú lo veas, ¿sí?, nos vamos.
- ¿Cuándo nos vamos?
- Le llamaré a nuestro padre, en cuanto antes mejor.
- ¿Estás seguro?- bajó la mirada, mordiéndose los labios con saña; después sólo sacó un suspiro y con seriedad, tragándose las lágrimas, volvió a mirarme.
- Sí.


Por la noche no podía conciliar el sueño, me quedé despierto, escuchando los suspiros de Zander a mi lado en la alfombra.  Cerré los ojos, intentando dormir, pero escuché un sollozo que me hizo tensarme; sabía que era mi hermano. Sorbió su nariz con tal disimulo, previniéndose por sí “despertaba” y lo escuchaba; nunca había escuchado a mi hermano así, ni siquiera lo había visto llorar en mucho tiempo, y escucharlo así, me puso los vellos de punta y el corazón latiendo como un loco. Supuse cuánto dolor se estaba guardando para que nadie lo viera mal, y me sentí incluso un cobarde por hacerle tener hasta conmigo esa preocupación por ser el fuerte.
Lo único que hice, fue acercarme a él un poco más, indeciso, pero seguro de que a él no le caería muy bien mi presencia en ese momento. Aún así no me importo en lo más mínimo; Tom había hecho cosas por mí, y quizá yo no me había dado cuenta del precio que estaba pagando por eso. Le acaricié el brazo y dejé car mi mano en su estómago.
- Todo va a estar mejor.- susurré, dudando que él pudiera escucharme con claridad. –Como en el cuento que mamá nos leía de pequeños, el de la serpiente, que se quedó atrapada en sus pesadillas, pero después consiguió salir de todas ellas. Tom, yo estoy contigo, nunca me voy a ir de tu lado, para eso están los hermanos, ¿no?
Y durante toda la noche me quedé dormido, pero un tanto consciente de los movimientos de mi hermano; no quería que nada malo le pasara, porque si él no era conmigo, entonces me quedaba solo, sin apoyo y sobre todo, sin alguien a quien querer siempre.


Siento haberlo subido un día tarde, pasa que estamos pasando por un problema familiar, y no tuve tiempo ni siquiera de abrir el computador. Lo siento, sé que el capítulo no tuvo trama o algo con lo que alguien se pueda quedar "picado", pero prometo (aunque a veces lo digo y no puedo cumplirlo) que lo haré mucho mejor. ¡Cuídense mucho y pasen un bonito día!

4 comentarios:

  1. No te preocupes Alien! Yo te entiendo perfectamente :) y el capitulo te quedo EXCELENTE! Simplemente Perfecto y solo TU lo haces funcionar... Nunca me he quejado de ningun capitulo y es por el simple hecho que todos se me han hecho increíblemente fantásticos... Te Admiro mucho y sube el próximo capitulo pronto... Me emociono cada vez mas :$ :D

    Cuidate muchísimo... Y mil bendiciones! :*

    ResponderEliminar
  2. La verdad me gusto el capitulo en serio,y no te preocupes tu escribe y sube cap cuando puedas
    espero que tu problema se solucione
    bueno bye cuidate

    ResponderEliminar
  3. Sabes??..dices que no pero me quede oicadisima con este capi!!TE ADORO!!! sube pronto porfavor!!me encanta tu Fic!que se solucionen tus preoblemas!CUIDATE!

    ResponderEliminar
  4. aunque tu digas que el capitulo no estuvo para picarme . . Creeme que hasta llore :') . .
    Eres una exelente escritora . . Amo como escribes . .
    Y te entiendo cuando pasas por problemas . .
    Tu no te preocupes por subir tarde o no subir . . . Yo sabre esperar . .
    Cuidate y un abrazo :D

    ResponderEliminar