sábado, 8 de diciembre de 2012

Cpítulo 52


- Enano, levántate, ¿qué tienes?- me eché las cobijas en la cara para que no me mirara. -¿Te sientes mal?- se quedó callado para escuchar una respuesta mía que no obtuvo. –No me digas que no tomaste tus pastillas anoche.
- Sí me las tomé, Tom… ya estoy despierto, desperté antes que tú.
- ¿Y por qué no sales de la cama, huevón?- rió.
- No saldré en todo el día, si no es que toda mi vida me quedaré aquí.
- ¿Ah sí?
- Ajá.
- ¿Y si quiero meter a lavar las cobijas y cambiarlas por unas nuevas?
- Estás jodido, porque no me moveré de aquí nunca.- lo escuché reírse, y después se acercó más a mí.
- ¿Y si quiero traer un par de minas para follar?
- Me tapo los oídos y cuando gimas te pellizcaré una pierna.- comenzó a carcajearse con fuerza, mientras acariciaba mi espalda.
- Venga, Bill, levántate que iremos a desayunar fuera.
- ¿Fuera?
- Sí.
- Oh, no, ¡entonces ahora no salgo enserio!
- ¿Qué tienes, hermanito?- sentí que me quitaba las cobijas, y como pude escondí mi cara en la almohada. -¡Mírate, hasta te has duchado ya!
- Vete, Tom, ¡déjame!- me acarició el cabello.
- Qué enano tan bipolar, ¿me quieres decir que tienes?
- ¡Que me quiero morir! ¡Eso tengo!
- ¿Te quieres morir?- no contesté, me quedé callado, respirando entrecortado, dejando que más lágrimas mojaran la almohada de mi hermano. Tom bajó de mi cabello a mi cuello, apartando el cabello de él y acariciándome el tatuaje con la yema de sus dedos. –Pues algo horrible tuvo que pasarte para que pienses así, ¿no?
- Sí…
- ¿Y puedo ayudar en algo para que no te sientas así?- negué. -¿tan malo es?
- Ni siquiera yo puedo ayudarme, Tom…- sollocé.
- Vaya, pues… entonces nos quedamos los dos en la cama por el resto de nuestros días.- se acostó a mi lado, en la misma almohada en la que yo estaba, y sus caricias se concentraron en la parte frontal de mi cuello. – “Have you seen my enemy?”, said “he looked just like me”, so i set out to cut myself…and here i go…- cantó en mi oído, haciéndome sonreír, no sólo por su desafinado tono al cantar, sino porque esa canción me hacía sentir escalofríos.
- Adoro esa canción…- sonreí.
- Ya lo sé, yo también.- rió. –Me prometiste que te la aprenderías en el piano, para tocarla juntos, ¿recuerdas?
- Me la aprenderé… pero sigo creyendo que es mejor como cuando la tocábamos en navidad, como cuando papá ponía los discos de James Blunt en el estéreo.- sonreí, sacándome las lágrimas que comenzaban a secarse en mis mejillas.
- Tienes razón, pero me gustaría mirarte en el piano, de hecho tengo un viejo teclado en la recámara esa que nunca abro; el que papá me regaló en mi cumpleaños. Tómalo cuando quieras.
- Gracias.- hubo un silencio pequeño, en donde Tom dejo de acariciarme el cuello y colocó mi su mano en mi pecho.
- ¿Bill?
- Hmm
- ¿Me dices qué tienes?- volví a sentir mi pecho punzarme y mi corazón acelerarse. –Hey, hey, tranquilo… Dios, sólo siente esto.- puso su mano sobre mi corazón. –No es normal que se te acelere así, ¿qué tienes?- al final me senté cubriendo mi cara, llorando nuevamente.
- Tom, ya no quiero tener Vih…ha pasado… ahora todos me juzgaran con sólo mirarme.
- ¿Quieres decirme?- me viré hacia él, aún con las manos en mi cara, y después me las quité con delicadeza; su cara palideció. –Tienes…
- ¡Sí, Tom! ¡ME HA SALIDO UNA PUTA ERUPCIÓN EN LA CARA!- sollocé. Mi hermano se quedó serio, mirando la comisura de mis labios, en donde estaba esa horrible roncha; yo me cubrí el labio, avergonzado, y caminé al baño, sacando mi base de maquillaje, y echándomela en la cara, intentando tapar esa cosa horrible.
Tom se acercó a mí, mirando lo que hacía, y comenzó a negar levemente; de pronto las lágrimas me cayeron de los ojos con desesperación, mientras movía mis manos, esparciendo el maquillaje en mi cara, pero concentrándome más en esa cosa en mis labios. Miré a Tom por el espejo, que me miraba serio.
- ¡¿QUÉ?!- le grité, sacando mis lágrimas de mis mejillas. –hmm- gemí, evitando un sollozo, y volví al espejo, echándome más maquillaje, desesperado porque no quería irse. –Mierda…- musité, mirándome al espejo, sintiendo asco de mi propio reflejo; tomé el botecito de maquillaje, y la sangre se me hirvió de pronto. Lo aventé al suelo, haciendo que se rompiera en pedacitos y el maquillaje se esparciera por el suelo. Después miré a Tom, que aún estaba serio, mirándome. -¡Deja de mirarme, Tom!
Se acercó unos pasos a mí, los mismos que yo retrocedí; él me jaló la playera y me acercó a su cuerpo, para abrazarme con una fuerza increíble. Al principio no quise responderle el abrazo, pero cuando sentí sus manos recorrer mi espalda en forma de confortamiento, le abracé yo también.
- Si es por eso que quieres morirte, entonces eres un idiota.- me dijo al oído, y yo, lo apreté más en mis brazos.
- ¿Por qué me salen tantas, Tom?... estoy lleno…
- ¿Y eso qué? Para mí no eres distinto a todos los demás, ¿sabes?, no me importa que las tengas, Bill
- No quiero que los demás me miren así…
- ¿Y a los demás qué mierda les importa? Piensa sólo en ti, hermano.
- Te quiero.- dejé de abrazarlo para mirarle a los ojos. Él sonrió.

By Tom

El desayuno más incómodo te todos. Bill no dejaba de cubrirse los labios cuando alguien le pasaba cerca y lo miraba, ¡anda, que Bill era algo torpe! Y yo intentaba que no lo hiciera, pero simplemente fue imposible. Después fuimos a lo de Bonny para darle el dinero del veterinario de Zander.


- Hola, pasen.- dijo sonriendo, acomodando su cabello. Yo miré a Bill y él negó.
- ¿Qué?, ¿no piensas entrar?- bajó la mirada y negó.
- Te espero aquí, Tom… no quiero que me vean.
- Oh, por favor, ¿te importa tanto lo que piensen de ti?- asintió. –No puedo creerlo, Bill.- algo enfadado, entré a su casa y le dejé afuera.
- ¿Qué tiene?- preguntó Bonny, con una sonrisita nerviosa.
- Síntomas nuevos del VIH.- abrió los labios, algo sorprendida. –Se lo ha pasado mal toda la mañana, es un puto superficial.
- No te enojes con él, Tom, no sabe como cargar con eso.- bufé.
- Pues sí, pero él siempre se ha dado asco; incluso hubo un tiempo, en que por dos semanas no se miraba al espejo. Nuestra madre tuvo que llevarlo con un psicólogo, creía que se estaba volviendo loco.- reí.
- Algo tuvo que ser, ¿no?, algo tuvo que pasar para que él no se sintiera seguro de su persona.
- Me dijo que él siempre fue más regordete y con unos mofletes enormes.- sonreí. –Me dijo que había comparaciones conmigo, porque yo adoraba el deporte y él era más por la música.- me apuntó con el dedo, haciendo que yo sacara un grito ahogado. –Oh… es por eso, ¿no?
- Por favor, Tom, ¿hasta ahora te das cuenta?- sonrió. –él te lo decía en forma de indirectas y no lo pescaste nunca.
- Entonces quieres decir que mi hermano…- me quedé en silencio; ella asintió.
- Tu hermano se siente menos que tú, porque tú y todos lo han hecho sentirse así. Maurice le obligó a prostituirse, tú le gritas que no le quieres ver cerca, todos en la universidad le odian, encima tiene VIH y el padre de Emil no le revisa por eso; se corta sus brazos para llamar la atención quizá.
- Nuestros padres creían que era un maricón.- musité. -¿sabes? No vengo a hablar de mi hermano, vengo para darte el dinero.
- Bien, bien, no te enojes.- me saqué el dinero del bolsillo del pantalón y se lo tendí.
 - Aquí lo tienes.- se lo puse en la palma de la mano.
- Pues gracias.- sonrió. -¿Se quedan?- dijo guardándose el dinero en el bolsillo, yo me encogí de hombros.
- Lo hablaré con mi hermano.- ella asintió, y yo, me di la vuelta para salir de su casa.

Bill estaba sentado en la acera llena de rocas, encogiendo sus piernas hasta su pecho y recargando su quijada en sus rodillas. Al sentirme a su lado, él levantó la mirada para verme, y yo me acuclillé.
- Roxann te invita a entrar a su casa, ¿quieres?
- No.
- Bill, ¿qué piensas hacer entonces? Esas putas manchas no se te quitarán nunca, ¡en toda tu vida!, vivirás con ellas siempre, ¿piensas quedarte así siempre?- sus ojos se cristalizaron, le había golpeado en la moral. –lo siento.
- Es igual… aún así ya sé que estaré con ellas siempre.- infló los mofletes y después dejó salir el aire. –Quiero volver a casa…quiero decir… a tu casa…
- No puedes estar escondiéndote de todo el mundo por una cosa tan pequeña como esa.- me miró incrédulo, mostrándome la comisura de su labio.
- ¿Pequeña?- se apuntó con el índice. –Es incluso más grande que este lunar.- se tocó su lunar, siendo presa de su propia inseguridad, y bajó la mirada.
- A mí me parece pequeña, incluso más pequeña que esta cicatriz horrible.- me levanté el polerón y le mostré mi cicatriz, la que Maurice había hecho con su navaja. –Yaya que es asquerosa y rosada.- me la toqué con la yema de los dedos. Bill sonrió.
- Es genial, me gustaría tener una así de grande, para probarle a todos que no soy un marica y sí sé pelear.- me puse serio, por completo, incluso algo dolido, aunque nunca me sentía así por él. Sentí que fue una pésima idea mostrarle la cicatriz, siempre quería ser alguien que no era.
- No le tienes que demostrar nada a nadie.- se puso serio. -¿Entonces, qué dices?
- Bueno… tal vez podamos estar ahí un momento.- sonreí y me levanté del suelo, junto a él. Entramos a lo de Bonny y ella pareció estar feliz de que Bill aceptara; se acercó a nosotros.
- Hola, Bill.- hizo ademán de darle un beso en la mejilla, pero mi hermano la esquivó retrocediendo y se cubrió los labios, asustado e incómodo.
- Yo…perdón pero…- su voz sonaba temblante y algo bajito porque aun mantenía su mano en sus labios. – No puedo…
- No te preocupes, Bill.- ella sonrió.


 Horas después estábamos en la recámara de Bonny, junto a Emil, Denis y Roldhan, bebiendo de las litronas y fumando porros; Bill, simplemente sentado en la cama de Bonny, con un vaso con cerveza y hielos, mirando una de las revistas mariconas de moda que tenía sobre su mesa de noche y le había prestado para concentrarse en otra cosa que no fuera lo que decíamos, que cómo me había dicho, le crispaban las pelotas.
- Se ha acabado una litrona, ¿qué les parece si jugamos a ese viejo juego de verdad o castigo?- dijo Denis, los demás asintieron casi al tiro.
- Yo paso.- dije, y todos me miraron.
- Vamos, Tom, no seas marica.
- No voy a jugar.- dije serio. –Que Bill tome mi lugar.- me levanté del sofá y caminé a por Bill, sacándole la revista de las manos; él me miró confundido e incluso algo enfadado. –Jugarás por mí, ¿no quieres?- asintió y se sentó en el sofá en donde yo estaba.
Los ojos se me habían cerrado de pronto, comencé a dormir en la cama de Bonny, no podía negar que su cama siempre me había parecido de las más cómodas en todo el barrio. Me cubrí los ojos con el antebrazo y comencé a dormir.
- Eh, Bill, no puedes rajarte.
- Sí, tuviste la suerte de ser el último, ahora hazlo.
- ¡Vamos, Bill, muéstranos!- abrí los ojos ante sus gritos, cansado, ¡mierda, que molestaba que me despertaran con gritos!; me di un estirón y bostecé para mirarlos… ¿aún seguían jugando?
- Eh, ¿qué esperas?- todos se carcajeaban, y Bill, se encogía en su propio cuerpo.
- ¿Para qué las quieren ver?, son igual que todas…- dijo mi hermano.
- Ese es el problema, no hemos visto ninguna.- dijo Emil, riendo; se acercó a mi hermano y forcejeó para levantarle la playera, y cuando lo logró, se alejó de golpe, cubriéndose los labios; Bill retrocedió, bajando su playera rápidamente y respirando con dificultad. -¿Has tomado medicamentos para eso?- preguntó con indiferencia. Bill no contestó.
- No quería mostrarlos…-ellos rieron.
- Eh, ¿por qué no me juntan a la diversión?- dije; ellos me miraron. -¿qué es tan gracioso?
- Del sarcoma de tu hermano, ¿le has visto el estómago? Dios, ¿eso no duele, Bill?- dijo Emil.
- N-no…- musitó.
- ¿Y de eso se ríen? Creo que se les subió algo el alcohol.
- No te enojes, Tom.
 - No me enojé, también me dan asco esas feas ronchas que tiene.- fingí una carcajada. –Pero mejor nos vamos, así no los molesta más.- con la mirada le hice levantarse y salir por la puerta sin más.



- No te pongas así, Bill, ellos no lo entienden.- apresó la almohada en sus brazos, y yo, acostado en sus piernas, perdí toda vista a su cara.
- Y si no lo entienden, ¿entonces por qué lo juzgan?
- Porque no están cuerdos.- silencio. Puta, ese silencio tan incómodo que siempre compartíamos cuando algo no nos parecía.
- Tom, ¿me has perdonado?- lo miré.
- ¿Qué?
- Sí, por todo… por lo que Robert me…y porque Maurice me…- tartamudeaba, pero incluso sin haber terminado las palabras, sabía de lo que hablaba.
- Eso creo… sí.- él sonrió. -¿Es verdad que Maurice te la metió más de una?- otro silencio, uno más molesto que el anterior, uno en el que ambos sentíamos seguro ganas de decirlo todo, pero no lo hacíamos, por ese orgullo que atrapaba a nuestros sentimientos y los encerraba para que no salieran. Un silencio incómodamente sensible. Bill ni siquiera me contestó, por lo que automáticamente supe que la respuesta era >><<, y que no le apetecía recordar cada segundo sufrido ahí. -¿Cómo fue?- pregunté al fin, y mi hermano se puso tensó al tiro.
- Eso no…no te importa…- lo dijo en un tono lastimero, pero nunca a la defensiva o enfadado, parecía más bien que quería que le rogara, para ver si realmente me importaba o no.
- Sí, me importa.- el suspiró, pero nunca, ninguno de los dos, mantuvimos contacto visual, y al parecer no lo haríamos hasta que terminara de hablar.
- Fue el primer día…- comenzó. –Después de terminar la noche con un hombre…- tragó saliva con fuerza. –Se acercó a mí, con una sonrisa y, me tomó las mejillas, felicitándome por haberme portado bien… En ese momento no me importaba estar desnudo frente a él, pero cuando dijo que quería pasarlo conmigo, comencé a temblar y llorar. Me besó los labios… yo me estremecí, no sabía cómo hacerlo parar… me ahogaba con su lengua…Se quitó la ropa y se acercó a mí… me obligó a meterme su… y después, me “alistó”, me penetró con sus dedos y luego metió su…lengua… después de eso… sólo lo hizo…- sus piernas empezaron a temblar; supuse al principio que era porque no aguantaba más el peso de mi cabeza en ellas, pero me di cuenta de que no era por eso, sino porque aún lo sentía, aún lo recordaba bien.
- ¿Te golpeó?

.
- Sí… me mordió y qué se yo… me lastimó… terminó en mis labios y me obligó a tragarme su… y después se fue, dejándome dormir entre sus fluidos, los de ese hombre y… también los mí…- se quedó en silencio, avergonzado.
- Bill.- no era muy bueno consolando a las personas, mucho menos a las personas como Bill, pero quería intentar.
- Cuando lo pensé… no me sentí tan mal…- quise mirarle los ojos, pero la almohada me lo impedía. –Al menos alguien me dijo que era lindo…aunque no lo sintiera…- me senté, mirándole, confundido hasta los vellos.
- ¿Qué?
- Nada…- me senté a su lado, cubriéndome las piernas con las cobijas, tal como él lo hacía.
- Te lastimó, Bill, ¿y piensas que estuvo bien?- bajó la mirada al tiro.
- ¿De verdad también te da asco mi Sarcoma?- se levantó la playera y se miró todas esas costras y ronchas.
- No.- me miró. -¿Crees que si me dieran asco te dejaría dormir a mi lado o ponerte mi ropa?- le obligué a acostarse, y apagué las luces, acercándome a él, abrazándole por la cintura, y pegando mi frente en su cuello, acariciándole el pecho. –No me da asco, ni el Sarcoma, ni tu cuerpo tan huesudo, ni tus brazos cortados, ni que estés enfermo. Nada en ti me da asco.- apresó mi mano que acariciaba su pecho en la suya, y yo la acaricié con mi pulgar. Cerré los ojos.
- Eres el único… pero al final, el más importante, hermano.- abrí los ojos, sintiéndome tan vulnerable como nunca lo había hecho.


3 comentarios:

  1. awwwww! T.T
    Me encanto,me quedo sin palabras con lo que escribes ....
    ya quiero leer el proximo
    cuidate bye

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  2. 7-7 Pobre Bill...maldita gente que no tiene empatía...no entienden...pero juzgan ... ¬w¬...Oww..me encanta la actitud que toma Tom...con Bill *-*

    Me encanta tu historia Y-Y

    sube pronto...cuídate &&' Chao

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  3. Me encantooooooooooooo! Sigue, sigue, sigue... Ya se que comente tarde :$

    Cuidate mucho y me encanta la Fic! Sube pronto porfavor!!!

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