Desperté por la madrugada,
inseguro, Bill no estaba entre mis brazos, y eso me hizo sentir enfermo por
completo; mi corazón dio un vuelco terrible, comenzaba a ponerme histérico. Me
saqué las cobijas del cuerpo y lo busqué por la habitación; en el baño escuché
arcadas, y saqué un suspiro de alivio; me volví a meter en la cama y unos
minutos después, escuché la cadena del váter y los cepillazos que Bill daba en
sus dientes; él salió del baño y la habitación se quedó en la penumbra, sentí
la cama hundirse ante su peso, y su respiración entrecortada.
- ¿Te sentiste mal?
- Sí… lo siento, ¿te desperté?
- No, he despertado solo. ¿Te
sientes mejor?
- mjum…- sonreí. Ni siquiera
sabía por qué susurrábamos, éramos los púnicos en toda la casa. -¿Por qué
despertaste, Tom?
- No sé, no había estado
durmiendo tranquilo.
- Ni yo… ¿Tom?
- Dime.
- ¿Recuerdas cuando te dije que
quisiera que todos fuéramos animales?
- Sí.
- Pues me lo he planteado de
nuevo, ¿y sabes qué?, creo que es una completa tontería, porque los animales no
pueden diferenciar a un miembro de su familia, ¿entiendes?... entonces, si
fuéramos animales, tal vez no te reconocería y no sabría que eres mi hermano.
- ¿Y eso es muy malo?
- Sí, estaría solo, sin ti.
- A veces pienso que estarías
mejor sin mí, pero yo no estaría mejor sin ti. Aunque, nuestro padre me decía
que siempre hiciera lo mejor para ti.
- ¿Y crees que lo mejor para mi
es estar sin ti?
- Pues sí, la prueba está en lo
que pasó con Maurice, estuvo a punto de matarte, por mi culpa.- lo sentí
abrazarme, ocultando su cabeza en mi pecho.
- Si morimos, lo haremos
juntos.- sonreí, acariciándole la espalda.
- Sin duda, pero moriremos
viejos.
- ¿Aunque le tengas miedo a la
crecer?
- Aunque le tenga miedo; aparte
te lo prometí ¿no?, me quedaré bien vivo hasta conocer a dos hijos tuyos.- rió
a lo bajo. –Vamos, duerme ya, que
tenemos que despertarnos temprano para irnos a Hamburgo.
- Bien…
- Si te sientes mal, me
despiertas, ¿sí?
- Bueno.- dijo en una risita.
–Buenas noches, Tom, te quiero.
- Buenas noches.- besé su
cabeza.
- ¿Has empacado todo, Tom?-
dijo, mirándose al espejo.
- Eso creo.
- ¿Dejarás tu cama aquí?
- Sí.- sonrió negando. –Te
espero abajo, enano; si escuchas algo anormal no bajes ¿sí?
- Bien, bien, ya no tardo más.
- No te preocupes.- sonreí y
caminé al pasillo; los ladridos de Zander me llenaron los oídos, parecía estar
enojada y asustada, entonces, sólo para asegurar, saqué el arma de mi maleta y
bajé las escaleras con rapidez. –Ven, bonita, ven.
- Oh, ¿a dónde vas, Tom?- el
corazón me dio un vuelto al tiro, ni siquiera fue necesario levantar la mirada para saber que
era Maurice quien me hablaba. Me erguí, y ahí le miré una pistola en cada una
de sus manos. -¿ya te vas?
- No te importa.- sonrió.
- Te escapas de lo que ya no
puedes soportar, ¿no?, es típico de ti, siempre por el camino fácil.
- ¿Qué quieres, ah?, ¡dilo
rápido que no tenemos tu tiempo!
- Quiero vengarme de ti.
¿Recuerdas, >> la decisión más difícil vendrá
cuando estés al borde de querer echarte a suplicar una disculpa<<? Vengo a cumplir mi palabra.-
me apuntó con una pistola, y yo al tiro le apunté con la mía.
- Estas asegurando que me voy a
echar de rodillas a pedirte una disculpa.
- Por supuesto.- sonrió.
- ¡Qué equivocado estás!
- Vamos, Tom, date por vencido,
así nadie va a sufrir.
- ¡Ni hablar!
- ¿Quién te crees que eres, eh?
Todo el barrio estaba mejor sin ti pretendiendo ser alguien mayor; cuando te
cortabas los brazos, ¡justo como tu hermano!, cuando te sentías solo, cuando
nadie te quería aquí.
- O quizá estés celoso porque yo sí tengo
amigos.- se carcajeó.
- ¿Tú tienes amigos? ¡JA!, ¿esa
zorra y los tres perros falderos?, ¡esos nos son amigos, imbécil!, deberías
darte cuenta, ¡ellos sólo están a tu lado porque con tu fuerza puedes
protegerlos! Cuándo tu hermano llegó, ellos se alejaron más de ti.
- No.
- ¡Sí!- las manos comenzaban a
sudarme, y lo único que pedía era que mi hermano no pensara en bajar las
escaleras. –Estás acabado, Tom, ¡siempre lo estuviste!, siempre rodeado de
personas que no te quieren, ¡incluso tu hermano!
- ¡No sabes nada de Bill!
- Sé que él haría todo por ti,
y tú no harías nada por él. Sé que tu hermano aceptó ser follado por más de
seis personas, sólo para ponerte contento, y tú jamás lo harías por él. ¡Eres
un puto falso!, quieres tener a todos chupándotela, cuando tú jamás moverías un
puto dedo por un “amigo”.
- Y te reflejas en mí ¿no?,
porque persona más falsa que tú no hay. Tienes que follar forzado porque nadie
lo haría por placer, tienes que tener un montón de perras a tu alrededor
diciéndote lo fuerte y valiente que eres, porque tú solo no te lo puedes creer,
¿verdad? Nunca tuviste una familia que te apoyara con tus decisiones, ni
siquiera una que te dijera que está decepcionada de ti, ¡porque jamás te
quisieron!, ¡Mira en dónde acabaste, en un barrio de mala muerte!
- Igual que tú.
- Y yo lo hice por decisión
propia, tú no.
- Qué buenas decisiones, tomas,
¿eh?, ¿y tus padres te apoyaron en esta?, ¿te dijeron que estaba bien traer a
tu hermano enfermo a un lugar como estos?, porque si fue así, no quiero tener
unos padres como esos. Te quitaron atención porque lo secuestraron, ¿no?,
incluso llegaron a golpearte por expresarte, ¡todos acabamos aquí por eso!,
ninguno tiene el puto apoyo de nadie, ¿pero y tú qué haces realmente aquí,
Tom?, ¿Probarte a ti mismo que eres fuerte? ¿Obligarte a pensar que el recuerdo
de tus padres no te jode cuando te perfora las pelotas?
- Yo…- me tembló la voz, y él
se carcajeó.
- ¿A dónde te diriges ahora,
Tom? A la casa de tus padres, ¿verdad?, los extrañas y no puedes evitarlo. De
este barrio eres tú el más débil; ni siquiera tu noviecita Roxann es tan
cobarde como tú. Odias admitirlo, Tom, pero tú terminaste perdiendo aunque
salgas con vida de aquí.
- ¡Tú pierdes!- le di un golpe
en la mejilla, haciendo que él se la tomara y sonriera a pesar del dolor.
- Ríndete ahora, Tom, vamos, no
ganarías aunque pusieras todo tu empeño.
- ¡Jódete!- cargué la pistola,
y él me miró serio.
- ¿Enserio piensas matarme?-
Zander ladró como una loca, y Maurice apuntó una pistola a ella. –Yo no pienso
matarte a ti, así no sufrirías, ¿verdad?- tragué saliva con pesadez. –Quiero
verte llorar.
- ¡Nunca!
- ¿Estás seguro?
- Jamás me vas a ver llorar.
Puedo ser débil, incluso el más débil de todos, pero puedo matar sin
resentimiento, puedo ser tan insensible como una roca.
- Bueno, eso lo veremos.-
sonrió. Zander se acercó a mí, sin ladrar, y Maurice la siguió con el arma.
- Tom, estoy listo.- escuché a
mi hermano bajar las escaleras.
- No le grites, Tom.- dijo
Maurice.
- Pensaba que quizá en Hamburgo
podríamos ir a…- Maurice le apuntó con la otra pistola, dejándolo de pie a mi
lado, tieso.
- Comencemos.- dijo Maurice.
–Te estuve analizando, y tu perra es demasiado para ti, es como una hermana,
¿no?, como tu hija quizá.- yo respiré entrecortado, mirándolo fijamente. –Pero,
¿qué tan importante sería si la comparas con tu hermano?- ya sabía hacia donde
giraba todo esto. –Tu perra estuvo junto a ti cuando más solo te sentías,
cuando tu hermano se fue a Hamburgo. Bill ha estado contigo casi toda tu vida.
- ¿Qué quieres?- le pregunté
serio.
- Que elijas a uno. A tu perro,
o a Bill.- sonrió, descojonándose. Me quedé en silencio, Bill temblaba a mi
lado, y Zander se había acostado a mis pies. Zander, a quien le prometí que no
sufriría nunca más estando conmigo; Bill, a quien también le prometí que nunca
pasaría más miedo, a quien le prometí que jamás sentiría dolor. – ¿Por qué te
tardas tanto en elegir, Tom?, ¿es que acaso quieres igual a un perro que a un
ser humano?
>>Ganaste<< pensé >>Has logrado lo que querías, has
logrado que quiera echarme de rodillas para suplicar un perdón. Lo hiciste sin
necesidad de un golpe<<.
Eran mis hermanos, deshacerme
de alguno de los dos era…como perder la mitad de mi cuerpo en una guerra, era
como ser despojado de lo que amas en un segundo, era como matar…porque al final
yo decidía quien de los dos se iba, y era una decisión que tendría siempre en
mi mente, que hasta el final de mis días se quedaría ahí.
- Mátame a mí entonces.- negó.
- ¿En serio crees que si fuera
tan fácil te lo habría planteado?, no quiero ver sufrir a ellos, quiero verte
sufrir a ti.- la respiración se me agitó de pronto, la presión por saber qué
era lo que mi hermano pensaba me volvía loco; quería irme corriendo, quería
gritar, o simplemente apretar el gatillo de mi pistola para matarlo a él
primero; pero sabía que tenía bien medidos mis movimientos, que con un sólo
movimiento de mis manos, él dispararía, y se acabaría todo. Él me veía,
sonriendo, disfrutando del momento, y yo sólo pensaba en ellos, en que iba a
matar a uno, con mi consentimiento, con todo lo que conllevaba…estaba muerto.
- A Zander…- ella movió su
rabito al escuchar su nombre, y a mí, se me cayó el corazón al suelo.
- ¿Quieres salvar a tu perra?-
se carcajeó.
- No… quiero salvar a mi
hermano…- él sonrió.
- Hmm, bueno, tú lo decidiste.-
apretó el gatillo, y Zander comenzó a chillar y gritar con fuerza, haciendo que
un gemido que ocultaba mis lágrimas saliera por mis labios. Me hinqué a su
lado, acariciando su cabeza; Zander aún gritaba, y se revolvía con dolor.
- Ya, linda… tranquila…- Bill
se acercó a mí, acariciando a Zander mientras ella dejaba de moverse y sólo
chillaba levemente. Me manché las manos de su sangre, y la rabia me subió por
la sangre; vi a mi hermano por unos segundos, que lloraba mientras acariciaba a
mi perra. Miré de reojo a Maurice, que serio, se guardaba el arma en su
bolsillo.
Estaba distraído, y yo me
vengaría. Tomé mi arma en mis manos, y puse mi dedo en el gatillo, apuntando
hacia Maurice, que puso la mirada sobre la mía y levantó las cejas; yo tragué
saliva con pesadez y me separé un poco de Zander, después, di un suspiro. Se
escuchó el disparo fuerte, y dejé caer la pistola al suelo, las manos me
temblaban y el corazón me perforaba el pecho.
El disparo no había salido de
mi pistola.
- Ahh…- escuché su gemido.
- Bill…- me di la vuelta.
-¡Bill! ¡ERES UN HIJO DE PUTA!, ¡MI HERMANO NO! ¡BILL NO!- se enfureció, y
apuntó la pistola de nuevo. Disparó un par de veces más, y Bill se convulsionó.
-¡Ahh!- sollocé. –Bill… Bill…- lo mantuve en mis brazos, mientras sangre salía
de sus labios y su pecho.
- Hmm…- gemía con dolor.
Maurice se carcajeó.
- Te lo dije, te vería
llorando, ¿y sabes algo?, es lo más gracioso. Te quedaste solo, Tom.- se dio la
vuelta y salió de mi casa.
- Bill…hermanito, escúchame,
vas a estar bien…- tomé su móvil de su bolsillo y llamé al papá de Emil. –Todo
se pondrá bien, Bill…- sus parpados perdían fuerza.
- ¿Hola?- antes de contestar,
sentí a Bill respirando rápidamente, intentando no perder la respiración; le
acaricié las mejillas y entonces contesté.
- Soy Tom…yo, mi hermano está…
- ¿Estás bien, Tom?...
¿Tom?...- dejé caer el móvil al suelo, su pecho dejó de moverse, y sus ojos se
quedaron inmóviles y vacios.
- ¿Bill? ¡ESCÚCHAME, HABLAME,
BILL!...¡¡¡BILL!!!- pegué su pecho en el mío, abrazándolo con fuerza. –No…tú no,
Bill…hermanito, por favor…
>>¿Sabes?, morir a causa de una
bala es lo que más miedo me da.<<
Me deshice en sollozos fuertes,
abrazándole, manchándome con su sangre. Le acaricié el cabello y le recosté en
el suelo, tomándole las mejillas, mirándole a los ojos.
- No puede ser.- me di la
vuelta al escuchar esa voz; Bonny, Emil, Roldhan y Denis estaban en el umbral,
mirando. –Tom…
- ¡Váyanse de aquí!, ¡pírense
idiotas!- miré a mi hermano, y cerré sus ojitos maquillados, volviendo a los
sollozos. –Billy, por favor…
Muerto en vida, era así como me
sentía. Si últimamente no le veía un buen sentido a mi vida, ahora menos;
Estaba acabado, llenó de miedo y ganas de morirme. Si sólo nos hubiéramos ido
antes a Hamburgo, si no hubiera intentado matar a Maurice…mi hermanito estaría
vivo…
- ¡NO PUEDES ESTAR MUERTO!,
¡Levántate, marica!
- Tom…- ella se acercó a mí,
pero la empujé con fuerza. –Lo van a cromar, ya he hecho la llamada, dicen que
es lo mejor para ti.
- ¡NADIE SABE QUÉ ES LO MEJOR
PARA MÍ!- le levanté la playera a mi hermano, donde su pecho estaba hecho una
mierda, lleno de sangre. -¡MI HERMANO ESTÁ MUERTO!... ¡LO MATÉ!
- Tú no lo mataste, Tom…
- Yo lo maté…- tomé su maleta y
saqué una playera limpia; le saqué la que tenía puesta, y con las mangas de mi
playera sequé su sangre, hasta que sólo salía poquita. Le puse la playera
limpia y con mis pulgares le quité las lágrimas que le habían corrido su
maquillaje. –Sólo mírate, Bill… así eres perfecto…
- Tom, basta…- me tomó los hombros.
–Han llegado.
- ¡NO!, ¡LARGUENSÉ DE AQUÍ!- le
acomodé su cabello. Los hombres se lo llevaron... y me dejaron solo…destrozado.
- Ven aquí, Tom, está bien.-
Emil y Roldhan se llevaron a Zander. Mi corazón dio golpes fuertes, mis
lágrimas no cesaban y la abracé con fuerza.
Hamburgo 2:57pm
Dejé la urna en el asiento
copiloto. Antes de bajar del auto, me miré en el espejo de la visera,
verificando que mis ojos no se miraran rojos; me viré a la casa, no tenía los
huevos para mirarlos y decirles que por mi culpa mi hermano había muerto.
Timbré.
En pocos segundos escuché los
tacones de mi madre por las escaleras y el pasillo que daba a la puerta; cuando
la abrió me miró confundida, seguro lo hacía por mi aspecto desaliñado y las
bolsas bajo mis ojos…seguro también porque Bill no estaba junto a mí.
- Tom…
- ¿Me dejas entrar?- musité con
las voz hecha una mierda; mamá me miró confundida, sabiendo claramente que algo
no estaba bien, y que por obviedad, se trataba de Bill.
Abrió la puerta en toda su
amplitud y yo pasé, con la mirada gacha y las manos sudándome insanamente; me
senté en el sofá de la sala, frente a la chimenea prendida levemente, perdiendo
mi vista entre las flamas bailando despreocupadas. Ella cerró la puerta y
caminó lentamente hacia mí sentándose a mi lado.
- ¿Vienen de Frankfurt?-
preguntó en un tono amargo, jodiéndome más con esas palabras. Yo asentí,
apresando una mano con la contraria, sintiendo el sudor recorrer en ellas.
-¿Quieres agua o algo de beber? Te ves terrible.- sólo asentí para que me
dejara un momento solo; ella se levantó del sofá y caminó hacia la cocina.
Me mordí los labios
completamente deshecho, intentando recobrar el último trozo de cordura que me
quedaba; suspiré hondo, y quité con mis pulgares las pequeñas lágrimas que se
asomaron por mis lagrimales. Ella regresó con el vaso con agua y me lo pasó a
las manos; le di un trago pequeño, suficiente para mojar mis labios.
- ¿Estás mejor, cariño?-
asentí, dando pequeños golpecitos en el vaso con mis uñas. -¿Quieres decirme
qué te pasa?, ¿Tu hermano se fue con Andreas?... ¿Tom?...- tomé el valor de
mirarla a los ojos y negué; su cara se puso pálida, y mordió sus uñas.
- Bill está…- las palabras se
me cortaron.
- ¿Se quedó en Frankfurt?-
negué. -¡¿En dónde está, Tom?!- el corazón se me aceleró de pronto, negándose a
sí mismo el dolor.
- ¿Enserio quieres saber?- ella
me miró seria, sus labios comenzaron a temblar.
- Por supuesto que quiero
saber, ¿está con (tu nombre)? O tal vez con Gustav o… ¿está con sus amigos?
- N-no…
- ¿Está en el hospital?, ¿tuvo
una crisis por lo del VIH?- sentí el calor en mi cuerpo, estaba aterrado, lleno
de pánico.
- M-Maurice quería vengarse de
mí… Bill tenía miedo de que algo me pasara… yo le dije que se mantuviera arriba
si escuchaba algo…- una par de lágrimas me saltaron de los ojos. –Maurice…lo
mató… Bill está muerto…- se quedó en silencio unos segundos, incapaz de decir
una sola palabra.
- ¿Qué?- negó. –Es imposible;
mi hijo no está muerto.- se cubrió la cara son sus manos, y yo sólo la miré.
-¿En dónde está?...
- En el auto…- me miró seria.
- ¿Qué le hiciste, Tom?
- Cremación… - se deshizo en un
llanto desgarrador, y me dio un golpe con sus puños en el pecho. –Mamá…
- ¡¿Por qué, Tom!?... ¡tenía
que verlo!...tengo que verlo… ¡Lo tuviste que consultar con nosotros!...
- Tres disparos en el pecho y
golpes en la cara… ¿lo querías ver así, mamá?, ¡¿querías verlo lastimado?!- se
puso a llorar otra vez.
Bill siempre dijo que no quería
velación o una misa, decía que era tan triste ver a los que amaba llorar por él.
Y por eso, se lo respetamos. También dijo que quería ver a sus padres vestidos
con colores relucientes, y a mí también, en especial el turquesa, su color
favorito. Quiso que sus amigos fueran de naranja, y el resto de la familia, de
verde; quería que sólo le dejáramos un pequeño ramo de anémonas moradas y un
par de velas aromáticas; quiso que lo enterraran con el CD de James Blunt, el
que reproducíamos en las navidades anteriores y cantábamos juntos… y quiso que
se quedaran en silencio, que no dijeran una sola palabra o que rezaran por él; que todo estuviera en
silencio.
Yo estaba separado de todos, mirando
cómo se llevaba a cabo todo aquello, no podía acercarme, era mi culpa que todo
esto estuviera pasando…
- ¿Cómo estás?- no me viré,
sabía que era Georg, que me tomaba el hombro. No respondí una sola palabra. –Todo
está bien, ¿sí?- negué para mí mismo, bajando la mirada, con el corazón
perforando mi pecho.
- Yo lo maté…- me miró a los
ojos, negando, y me envolvió en sus brazos, pero yo no le respondí el abrazo.
- No es cierto.- la familia se
iba, y sólo quedaron sus amigos y mis padres. Georg dejó de abrazarme y me tomó
del brazo, para que me acercara ahí. –Si quieres llorar, hazlo.- me dijo.
- Eso es de débiles.
- No es verdad, necesitas
llorar, no estás bien.
- Estoy bien, déjame solo.
- Tom, ¿vienes con nosotros?-
dijo mi padre, serio.
- No…
- ¿Te devolverás a Frankfurt?-
negué.
- Quiero quedarme con Bill…- él
asintió, y caminó junto a mamá.
- ¿Quieres compañía, amigo?-
dijo Andreas, acercándose a mí, quitándose las lágrimas.
- Quiero estar solo con mi
hermano.- ellos asintieron y se marcharon. Me senté en el pasto, suspirando hondo;
cuando vi que nadie más estaba ahí, me deshice de las lágrimas en mis ojos. –Bill…Billy…