BY BILL
Él acarició mi mejilla, sonriendo con malicia; mi
mirada cayó al suelo, no quería ver sus ojos, me causaba pánico mirarle.
- ¿Te digo una cosa?- lamió sus labios. –Tus papis
no han dado la recompensa, ¿y sabes qué significa eso?- negué, temblequeando.
- N…no…- tomó mis manos, apretándolas con fuerza.
- Que hoy nos despediremos de un dedito tuyo.
Mi cuerpo entero empezó a temblar con fuerza,
completamente aterrado, con las lágrimas cayéndome rápidamente. Me había
quedado atónito, ninguna palabra me salía. Él tomó mi dedo índice y sacó esa
navaja.
- P...p…
- Habla bien, pequeño, no puedo entenderte.- se
carcajeo.
- No…- Jamás había tenido tanto miedo, nunca me
había sentido tan aterrorizado.
- Bien, ¿entonces comenzamos?- río.
- ¡POR FAVOR NO!... no me hagas daño, por favor…
- Tengo que hacerlo, una advertencia para que sepan
que sufres y manden la recompensa pronto.
- Te lo pido… por favor… no me lastimes más… por
favor…
- ¿Entonces qué podemos hacer?, ¿te mato?
- Ya… por favor… no me hagas nada…
Su risa penetró mis oídos, acercó la navaja a mi
dedo y comenzó a hacer cortes en él. Yo
me revolvía con miedo, llorando y gritando del puro dolor que me causaba. Recé
en mi mente, le pedía a Dios que me ayudara, que no dejara que me hiciera más
daño.
- Ya… snif…déjame…- chillé y él, se detuvo,
mirándome. Salió de la habitación sin cerrar la puerta, eso significaba que
volvería.
Miré mi dedo, el cual sangraba haciendo un recorrido
desde la base de mi dedo hasta mi muñeca. Quité mis lágrimas, abrazando mi
cuerpo con uno de mis brazos. Ahí vi su sombra, haciéndose cada vez más grande
hasta que miré su cuerpo acercándose a mí; tomó mi mano otra vez, haciéndome
volver a temblar, creyendo que volvería a cortarlo; pero no fue así. Sacó mi
celular de sus bolsillos y ágilmente sacó una fotografía de mí.
- Le enviaré esta fotografía a tus papás, y si en
dos días no me llega alguna cantidad de dinero, tendremos que cortártelo.-
asentí, con miedo. Él envió las fotografías y después mi miró a mí, serio.
–Creo que hoy no vas a comer, has gritado demasiado.
Y una vez más se carcajeó, saliendo de ahí con un
fuerte portazo. Con desesperación y dolor, rasgué con fuerza una manga de mi
playera; la amarré en mi dedo con delicadeza, gimiendo con dolor. Comenzaba a
creer que lo que ese señor decía era cierto, tal vez mis papás estaban
perfectamente con Tom, quizá no me
necesitaban a mí para ser feliz.
Y comenzaba a formular preguntas en mi mente,
comenzaba a sentirme completamente débil ahora, que prefería que morir mientras
dormía. La cabeza me daba vueltas y mi
cuerpo sufría de dolor; tenía hambre, no había comido una miga en cuatro días,
temía que no podría aguantar un día más sin comer o beber algo. Estaba muriendo
lentamente, solo.
Escuché la tormenta y los truenos. De pronto el
lugar se llenaba de agua y mi ropa se mojaba con ella; sentí mis pies congelarse con el agua, y en menos de unos segundos, ya temblaba de frío y
podía mirar vaho salir de mis labios. Tal vez nevaría, es decir, en dos días
era navidad y siempre nevaba.
Empecé a jugar con el agua que ya cubría mis tobillos por completo, metía y sacaba mis pies amarrados; y por primera vez en dos semanas saqué la primera sonrisa honesta. No sabía exactamente la razón por la que lo hacía, tan solo me sentía feliz; quizá porque sería navidad, y siempre, todas las navidades las calles huelen a comida e incienso.
Ahí volvió a aparecer él, mirándome con seriedad; se
acercó a mí, salpicando el agua a su alrededor. Sacó un objeto de su bolsillo y
me miró.
- ¿Qué es esto?- me mostró el objeto; al mirarlo mi
corazón volvió a palpitar con fuerza.
- Me lo dio mi…abuelo.- era el anillo que el abuelo
me dio en un cumpleaños; era de plata y tenía cuatro piquitos afilados; aun
tenía un brillo hermoso. Recuerdo que me lo regaló junto con un barniz negro
para mis uñas.
- ¿Tu abuelo?, el imbécil que se ha muerto,
¿verdad?- asentí, algo enfadado. –Acabo de mirar lo que tenías en tu bolso, ese
negro de cuero.- hasta ahora, no había recordado que traía mi bolso. –Tienes
una familia con dinero, no entiendo porque no pagan tu rescate.
- Tal vez… piensan que me encontrarán sin… el
dinero.
- ¡Ja! No lo creo, pienso que te han olvidado.
- No…
- Sí.- sonrió. –pronto será navidad y puedo apostar
que preferirán comprar los regalos para ello que pagar el rescate.
Ahora que lo pensaba, no quería pasar la navidad
aquí, sin mi familia; siendo golpeado y cortado, no quería pasar la navidad
lejos de casa. Mis ojos comenzaron a aguarse de la pura nostalgia que sentía, y
él, sonriendo, acarició mi mejilla con su pulgar tan rasposo.
- No llores, pequeño, de regalo de navidad no vendré
a molestarte y te daré de la comida que preparen, ¿sí?
- No quiero… quiero ir a mi casa…
- Pues no lo harás, pequeño idiota.- rió.
- ¿Por qué yo?... ¿por qué me has llevado a mi?
- Que, ¿preferirías que entonces llevara a ese de
rastas que te acompañaba cuando te traje?
- No… a ninguno…
- Eres un niño bastante estúpido.
- No soy un niño.
- Vamos, no puedes tener más de dieciocho.- bajé la
mirada. –bueno, ahora me largo de aquí.
- ¿Puedo ir contigo?- me miró con asco y después, comenzó a
carcajearse con fuerza.
- ¿Qué te hace pensar que te dejaré?- dijo entre
carcajadas.
- Está llenándose de agua todo… no puedo dormir así.
- Pues entonces no duermas, maricón.- caminó,
cerrando la puerta con delicadeza.
- Dios… por favor ayúdame a salir de aquí… por
favor…
Tal parecía que no podía durar más de un par de
minutos sin llorar, pues una vez más, sentí mis lagrimas resbalar por mis
mejillas y parar en mi boca, haciéndome tragarlas. Mis pies estaban congelados,
y con eso, el dolor se hacía cada vez más grande gracias al mecate con el que
estaban amarrados; con cuidado intenté mirar si todo ahí estaba bien, pero al
mirar algo de sangre, me di cuenta de que no era así. Y esta vez las lágrimas eran
de pánico, de desesperación.
No podía dormir de esta forma, así que por la noche
me dediqué a escuchar la lluvia cayendo, a escuchar a los insectos cantar y
también a sentir el agua en mis piernas. También me dediqué unos minutos
intentar responder alguna de las miles de preguntas que se formulaban desde que
desperté en este lugar, confundido.
Odio las tormentas lejos de casa, odio no tener a mi
hermano para dormir con él cuando las hay; odio no sentir sus brazos a mi
alrededor cuando tengo miedo; odio no tener los besos de mamá cuando me hieren,
cuando me hacen daño; odio no tener la fuerza de papá para defenderme de los
que me insultan; odio no tener a mis amigos para darme palabras alentadoras
cuando estoy triste… ¡odio estar aquí encerrado! Lo odio por completo.
Cerré los ojos, intentando conciliar el sueño por al
menos unos minutos; relamí mis labios con sangre seca, y con el sonido de la
lluvia, intenté arrullarme para así dormir lo poco que me quedaba.
By Tom
Estaba despierto, pero aun recostado en la cama de
mi hermano, mirando el ventilador que no tenía ningún movimiento o sonido.
Inhalé el olor de las cobijas y después, me senté en la cama y
abrí un cajón de su mesita de noche. Ahí dentro estaba todo perfectamente
arreglado, sus barnices de uñas, algún que otro brillo de labios; lo cerré
nuevamente, suspirando con algo de desesperación. Hice la cama y coloqué mis
zapatos, dispuesto a salir de ahí, cuando un grito desgarrador proveniente de
la garganta de mi madre, me hizo saltar de la impresión.
Bajé las escaleras con sigilo, mirando, por los
barrotes de las mismas, a mamá llorando de una forma extrañamente desesperada;
papá estaba vestido formalmente con su traje para ir a trabajar, estaba de pie
frente al sofá donde mamá lloraba, serio, acariciando sus sienes con ansiedad.
Sus actitudes me hicieron bajar las escaleras más rápido, con el morbo de saber
qué era lo que pasaba para que se pusieran de esa forma. Al llegar a la sala y
mirarlos sin siquiera saludarles, me senté junto a mamá.
- ¿Por qué están así?, ¿qué es lo que pasa?-
pregunté en un hilo de voz.
- Tom, regresa a tu recámara, por favor.- dijo papá,
mirándome serio.
- Algo pasó con Bill, ¿verdad?
- Tom, no volveré a decirlo; regresa a tu recamara.-
me levanté del sofá, fingiendo que me iría, pero no me ganarían tan fácil.
Tomé de la mesa el sobre que mamá miraba mientras
lloraba y sollozaba, y después salí corriendo de ahí.
- ¡Tom, vuelve acá!- gritó papá, y yo me detuve,
sacando el papel de ahí. No era ningún papel, era una fotografía, una
fotografía de mi hermano, en donde se miraba su mano sangrando y sus uñas
despintadas casi por completo.
Mi corazón se puso al cien, lleno de miedo y enojo;
me acerqué a papá y a mamá, enojado con ellos, cabreado.
- ¿Por qué no quieren decirme lo que pasa con Bill?
si ya lo olvidaron, ¡Bill es mi hermano!
- Has dicho que no te importaba tu hermano.
- No puedo creerlo… por qué…
- ¡GUARDA SILENCIO, TOM!- gritó papá,
interrumpiéndome. –Si vas a renegar y quejarte por todo, ahórratelo, no queremos
escucharte.
Negué, con la vista borrosa y húmeda. Por primera
vez me había sentido mal por sus palabras, me había sentido avergonzado y
triste. Mi cuerpo comenzó a temblar con delicadeza, sentí los colores
desaparecer en mi cara y escalofríos en mi espalda.
- Espero que le hagan daño… ¡espero que a Bill le
hagan daño!- y corrí a mi recamara sin más. Tal vez en realidad no quería que
le hicieran daño a mi hermano, pero me tenía hasta los huevos que le prestaran
más atención a él.
Y no, no eran celos, no era un sentimiento
asemejado, era que parecía que me odiaban, y el odio que se iba acumulando en
mí, no era para mis padres, era para Bill.
Un día antes de la navidad, Gustav llegó a casa,
pues su madre tenía que trabajar y no les gustaba que se quedara solo en casa.
Mamá solo se molesto en decirle un seco “hola” para después seguir en lo suyo.
Subimos a mi recamara y durante un largo momento, ninguno de los dos producimos
una palabra.
- ¿Qué harás para navidad?- preguntó, seguro tomando
el primer tema de conversación que llegó a su mente.
- ¿Sabes? No creo que hagamos la gran cosa, desde
que Bill no está no se preocupan en nada más.
- ¿Han conseguido el dinero?- negué, mirándole a los
ojos.
- Llevamos menos de la mitad, si a papá le pagan hoy
conseguiremos la mitad.
- Espero que sí le paguen.- sonrió. –entonces, ¿aquí
te quedarás?, nada de cena, familia, ¿nada?
- No.- sonreí con la mitad de mis labios.
- Quizá, si tus papás te dejan, podrías pasarla
conmigo, ¿te gustaría?
- Bueno, sí me gustaría, pero mis papás al parecer
me han olvidado.
- No pierdes nada intentándolo.- sonrió. -¿Por qué
no vamos y se lo preguntamos a tu mamá?
- Pero, ¿y tú mamá?
- A mi mamá no le importará.- sonrió.
- Bueno, entonces ahora vengo, ¿sí?- asintió y yo,
sin más salí de mi habitación, caminando hacia la de mamá.
Ella se encontraba sentada en la cama mirando con
lágrimas la fotografía que habían mandado de mi hermano. A veces podía ser tan
masoquista. Me acerqué con delicadeza y me detuve frente a la cama; su mirada
me recorrió el cuerpo y bajó la fotografía.
- Mamá… ¿puedo pasar la navidad con Gustav?
- La navidad es para pasarlo en familia.
- No iremos a cenar con la familia, nos quedaremos
encerrados aquí. Quiero salir, mamá, por favor.
- No. Estás castigado.- fruncí el entrecejo y ladee
la cabeza, perplejo.
- ¿Castigado?- asintió. -¡¿Castigado por qué?!
- No me levantes la voz, Tom, tú te lo ganaste, por
decir esas cosas de tu hermano.- levanté las manos, algo estupefacto.
- ¡¿Dime quien castiga a su hijo en navidad?!
- Nosotros, y tu papá está de acuerdo.
- Bien, entonces alégrate de que en la puta navidad,
tu hijo pasará el peor día, ¿y sabes por qué?, ¡POR QUE ESTARÉ CON USTEDES DOS!
- ¡No vuelvas a decir eso, Tom!
- ¿Es que acaso te importa?, ¡si desde que
secuestraron a mi hermano no piensas en nada más que en él!
- ¡No tiene lógica lo que dices!, tú estás a salvo,
estas sano, ¡¡Bill no!!
- Sí, ¡pero también soy tu hijo!
- Ya lo sé, Tom, ¡podremos prestarte atención cuando
tu hermano esté aquí!
- ¡¿Y mientras tanto qué!?
- ¡Deja de ponerte celoso de Bill!, ¿no sabes cómo
lo está pasando?
- No, no lo sé, ¡y tú tampoco!
- ¡Fuera de mi habitación, Tom! ¡Vete de aquí!
- Te odio, mamá, ¡te odio, no sabes cuánto!
- No digas cosas absurdas si es que no quieres
sufrir las consecuencias.
- ¡No me importa lo que hagas!
Salí de su habitación, caminando a paso rápido y
largo de regreso a mi habitación. Gustav me miraba sorprendido, y yo sin más,
cerré la puerta de un portazo y me senté en mi cama.
- No me ha dejado.- lo miré, apretando los dientes,
enfadado.
- No le grites así a tu mamá.- mordí mis labios,
quitando la mirada de la suya.
- ¿Cómo quieres que le hable entonces?, la odio.
- No, no la odias.
- Sí, ¡lo hago!
- Entiéndela un poco, está sufriendo por lo que está
pasando con Bill.
- Sí, ¿y que yo no tengo sentimientos?, a mi también
me jode lo que pasa con Bill.
- Solo ten algo de empatía, ella duda que Bill pueda
salir de esto, y es su hijo, el pequeño.
- Por diez putos minutos; tengo la misma edad que
él.
- Solo no le grites así, ¿bien?
- Me da igual.- me crucé de brazos.
No dejaría de hacerlo hasta que mamá tuviera algo de
empatía antes que yo; ¿qué no se daba cuenta que me jodía que me tratara así?,
pues hasta que no se diera cuenta, no sería yo quien diera el primer paso.
Me encanta! Sigue así, eres realmente genial escribiendo :) Espero es próximo, saludos ^^
ResponderEliminarHola C: soy nueva lectora, me encanta tu fic *-*
ResponderEliminarT^T Oh cada cosa que le hacen a Bill me hace sacar una lagrima :'(
Porque Tom es así ! u.u' espero && si rescaten a Bill! Y^Y shdsjafhs && que maldito el que lo tiene ahí encerrado !
Quiero saber que pasa!!! O.O
Oh aquí te dejo el link de nuestra fic, por si gustas leerla, sino... no hay problema :DDD
Sube pronto, cuídate && Bye!
Se me olvido el link >.< que tonta xP lo siento : http://automaticfirelove.blogspot.mx/ ahí esta
ResponderEliminarhttp://th-dosrazas-fanfiction.blogspot.com.ar/ ¿Se pasan? Soy nueva ^^ Es una fic de vampiros y licántropos, :)
ResponderEliminarAwn me encanto este Capitulo! Llore cuando el hombre le dijo a Bill que se despidiera de su dedo; U__U Y creo que entiendo la reacción de Tom es claro que tiene Celos... que lindo! Aunque se pasa con sus papas hehe ME ENCANTA EL DRAMA ES PERFECTO!... ESPERO EL PRÓXIMO CAPITULO CUÍDATE Bye... ;-)
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