martes, 24 de julio de 2012

capitulo 1



- ¡Levántate de ahí!- Me ordenó un hombre de tés blanca y ojos marrones. Su cuerpo era muy robusto y al parecer fuerte. Intenté levantarme, siguiendo sus órdenes.

- ¿Dónde estoy?, ¿Quién eres?- pregunté con miedo.

- Eso no te importa a ti.- me tomó el brazo y me obligó a levantarme; la fuerza de su brazo era enorme, podía sentir como mi hombro crujía.

- Suéltame, por favor.

- Guarda silencio, idiota.

- ¿Dónde está mi mamá?- pregunté con miedo. -¿Dónde está mi hermano?

- ¡Que te calles, niño!- guardé silencio, mirando ese pasillo oscuro al cual me sometía por medio de pasos largos, mientras los míos eran pequeños.

Abrió una puerta con una pequeña llave, y ahí, pude mirar la habitación más tenebrosa que vi nunca. Estaba húmeda y había goteras en el techo, el suelo estaba encharcado y sucio, algunos ratones corrían mientras chillaban, y cucarachas trepaban la pared. Mi corazón se volvió puré al saber que él me echaría en ese lugar.

- Hemos llegado a tu habitación, ¿te gusta?- me miró con una sonrisa enorme, llena de maldad.

- No… por favor…- me ignoró por completo y me echó al suelo, prendiendo un foco, el cuál al parecer no funcionaba bien, pues parpadeaba y su luz era tan bajita que apenas se podía notar.

- Te vas a quedar calladito, porque si gritas, ¿adivina quienes desaparecen?- mi cuerpo tembló con mido, mirando sus ojos que prendían en fuego. -¡Contéstame!

- N-no sé…- tomó mi mano abriéndola con fuerza.

- Desaparecen estos lindos deditos, ¿y sabes a quien le va a gustar ver tus dedos?- negué. -¡Oh, a tu familia, idiota!, a tu mamá le encantará saber que a su hijo le cortaron sus deditos.

- No… por favor, déjame irme de aquí.- mis ojos dejaron que lágrimas cayeran de mis ojos con miedo. Él se carcajeaba con fuerza.

- Claro que no. No hasta que tus padres paguen el rescate.- me puso de espaldas a él y amarró mis manos con un mecate, después mis pies y al último, me miró serio. –No creo que sea muy pronto, tu familia no se ve de mucho dinero, ¿verdad?

Acarició mi mejilla, sonriendo; quitó el cabello de mi frente y su cuerpo comenzó a dar saltos, aguantándose las carcajadas.

- Lo siento, pero fuiste el desafortunado.- rió. –Ahora, a esperar que tus padres paguen. Abre esa boquita.

- N…no…

- Ábrela.

- ¿P-P-para qué?- me jaló el cabello y me acercó a él, amarró un trapo en mis labios. Comencé a patalear sin respuesta, sin sentido; y mis lágrimas caían con miedo y desesperación. Emitía gritos ahogados, pero él solo reía, se carcajeaba, se burlaba de mí al verme intentar luchar por mi vida.


Se levantó del suelo y caminó a la puerta. Volvió con un plato de plástico y algo parecido a papilla para cachorro dentro; él acarició mi cabello con fuerza y sonrió, burlándose.

- Ahí está tu comida, perrito.- la puso en el suelo y salió de la habitación.


Lloré con desesperación, con miedo. Algunos roedores caminaron hasta mi plato, comiendo lo que había ahí; sentí asco, y como pude me arrastré hasta otro lugar.

[…]

- ¿Cómo se siente?- lo miré, temblando. –Pronto será navidad, y tus padres estarán más preocupados en los regalos que en ti. Sacó de su espalda una navaja roja y la abrió. –Pero, se me ocurre algo; podemos darle de regalo uno de tus dedos.

- ¡Hmm!- intenté hablar, él una vez más río y sacó el trapo de mi boca. -¡Por favor no!, ¡por favor!

- Ja, me encanta ver el miedo en tus ojos.- miró mi cuerpo, y de pronto se quedó paralizado, mirando mis pies. –Vaya, entonces tus padres si tienen dinero.- bajé la mirada hacia donde él la tenía… mis botas Dirk Bikkembergs.

- Fue un… un regalo… de… de mi abuelo…

- Oh, pues si es que sales de aquí, podrá darte otros, estos puedo venderlos.- y me los sacó, luchando con mis patadas que parecían no dolerle nada.

- Mi… mi abuelo está muerto… ¡por favor!- lloré.

- Quizá en su tumba haya dinero, puedes ir a comprar otros.- se carcajeó. –Aparte, tú no los usaras, ¿sabes por qué?

- ¿P-por qué…?- quitó mis calcetines y me miró, sonriendo. -¡Ahh! Déjame… ¡déjame!- con la navaja cortaba las plantas de mis pies, sin compasión, sonriendo. –Ya… ya…

- ¿Ves como no vas a usarlas de nuevo?- mis pies palpitaban con dolor, el mismo dolor que mis ojos húmedos mostraban. –Veo que ayer no te comiste tu cena, entonces, cómela ahora, quiero verte.

- No… ¡no!- la comida estaba llena de heces de roedores; pero él tomó el plato y se acercó a mí, tomando el tenedor.

- Abre esa boquita y come.

- ¡Noo, por favor!

- Ábrela. Y si vomitas, comerás tu propia pota.- río. Abrí la boca y él metió la comida; mis ojos eran como dos ríos, dejando caer todas las lágrimas. Volvió a meter el tenedor tantas veces como la comida se iba desapareciendo del plato. -¡Que buen perrito!

- Jmmp…- cerré mis ojos, intentado que la pota regresara a mi estómago, pero… creo que no funcionó. –gmml- poté en el suelo, tanta como mi estomago dejó salir.

- UPS, alguien comerá doble hoy.- Volvió a carcajearse. Lo miré con miedo.

- Por favor no… ¡te lo pido, no me hagas comer eso!...- chillé.

- Te lo advertí, ahora cómelo, pequeño.

- No… no…

- Sí, sí.- tomó el tenedor y lo acercó a mi boca.

- ¡NO, POR FAVOR!

- Sí.- lo metió a mi boca, pero yo no lo tragaba. -¡Pásatelo!- negué. Él cortó mi mejilla, y entonces, lo tragué. –Así mi gusta, y tienes ahí más, cuando vuelva quiero ver mi piso limpio.

Él salió de ahí, dejándome adolorido. No me inmuté, solo esperé con miedo su regreso y sus golpes. Cuando lo hizo, miró a mi lado y serio, se acercó a mí.

- ¿Por qué no te lo has comido?- una vez más, mi cuerpo temblequeó con miedo.

- Por favor…- chillé.

- Entonces te quedarás sin comer hasta que te rescaten, y si nunca lo hacen, morirás de hambre.

- Déjame salir de aquí…- se carcajeo.

- No hasta que tus estúpidos padres paguen el rescate.- me quedé en silencio, clavando mi mirada en su pecho, con miedo. Su mano tomó mi mejilla lastimada y empezó a reír. –Qué lástima que una carita tan bonita como la tuya tenga que ser sometida a esto, ¿verdad?- dijo entre risas.

Me quedé en silencio, con la mirada baja y el corazón latiéndome al cien, por causa del miedo. Tomó con sus dedos a un ratón negro por la cola y lo acercó a mí, haciéndome cerrar los ojos de ansiedad.

- Quítalo… por favor…

- ¿Te gusta dormir con estos amiguitos?- dijo burlándose, como siempre.

- No…

- Humm, pobre niño.- se levantó del suelo y caminó hacia la puerta, cerrándola con el seguro, dejándome en la oscuridad.

By Tom

- Tom, apúrate, tienes que ir a la escuela.

- Ya lo sé, mamá.- metí la comida en mi boca y después caminé al baño para cepillar mis dientes.


Me metí al auto seguido de mamá, quien puso las llaves con temblequeo y arrancó hacia el colegio. No dije una sola palabra hasta llegar, cuando mamá dio un beso en mi mejilla y sonriendo, se despidió de mí.

- Que tengas un lindo día, cariño.

- Y tú.- dije frío, sacando mi mochila del auto.

- ¡Volveré por ti temprano!

- Está bien, mamá, adiós.- fingí una sonrisa que le fue suficiente para irse de aquí y dejarme solo por el recorrido hacia el aula.

Me senté en mi lugar, mirando a la maestra, quien también me miraba a mí, con una pequeña sonrisa en sus labios. Quise apartar mi mirada de la suya, pero ella se dignó a hablar.

- ¿Tampoco vino Bill hoy?

- No.- contesté seco.

- ¿Por qué han faltado?- mordí mis labios con fuerza, lastimándome con mi perforación.

- Bueno… hemos enfermado, pero Bill esta algo más grave.

- Ah, bien, al menos has venido tú para poder llevarle los apuntes a casa, ¿cierto?

- Sí…

No presté atención a ninguna hora, en ningún momento; mi mente estaba más concentrada en mi hermano; sus gritos se apoderaban de mi mente, haciendo que mi respiración se agitara.

- ¿Tom, acaso sabes tú la respuesta?- sacudí mi cabeza y miré a Georg en busca de apoyo, pero lo único que obtuve de él fue su expresión, abriendo los ojos y encogiendo los hombros.

- No… no la sé…

- ¿Te pasa algo?, ¿quieres salir a tomar aire?- asentí sin decir una palabra y salí del aula.

Caminé al baño para refrescarme, mi corazón latía con fuerza, asustado aun; de un momento a otro no estaba con nosotros, y me ponía mal pensar que algo le estaban haciendo, quizá golpeando, o hasta violando.

- Hey, ¿qué ha pasado con tu hermano?, ¿son ciertos los rumores?-  Blanco, de cabello largo que ocultaba su ojo izquierdo, delgado y con unos labios rosados; no recordaba haberlo visto antes.

- ¿Cuáles rumores?- pregunté, fingiendo inocencia.

- Que se han secuestrado a tu pequeño hermano Bill.- intenté fingir que esto era un rumor bastante estúpido, y quizá… no me funcionó.

- S-secuestrado- reí. –Claro que no, mi hermano está en casa, él está enfermo.

- Vamos, lo secuestraron hace dos días, por la noche, cruzando el sendero de la plaza.- fruncí el entrecejo, mirándolo completamente incrédulo y débil ante su afirmación.

- Pero… ¿y tú cómo sabes todo eso?

- Los rumores llegan fácil a mis oídos. Entonces, ¿me estas asegurando que así fue?

- Bueno… no, no es así, puedes ir a mi casa, ahí está mi hermano.

- Ah, qué mentiroso es Tom Kaulitz.- lavó sus manos y las secó en su pantalón, acomodó su cabello frente al espejo y después me miró a mí, sonriente. –Pasa que mi padre es oficial, está encargado del caso de tu familia, Bill está secuestrado.- bajé la mirada.

- No quiero que nadie lo sepa…- dije en un hilo de voz.

- Vamos, ¿por qué no? si es emocionante que todos sepan tu nombre.

- No sabrán el mío, sabrán el de mi hermano, y no es gracioso.

- Bien, intentaré guardarlo, pero te advierto que en las noticias habrá información.

- No creo que nadie mire las noticias.- dije serio.

- Bueno, entonces me voy, adiós.- Saqué un fuerte suspiro y salí del baño, confundido, nervioso.

Era la hora de la salida, Gustav y yo caminamos hasta la puerta, en dónde él me miró serio, preocupado y tal vez algo confundido, lo podía ver en su mirada.

- ¿Qué, qué pasa?

- ¿Cómo está tu mamá?

- Creo que lo ha tomado algo bien, no llora tanto como yo creí que lo haría.

- Van a encontrarlo, estoy seguro.- acarició mi hombro.

- Pueden hacerle algo, pueden lastimarlo.

- No pienses en eso, Tom, mi amigo estará bien, ¿y sabes por qué?- le miré, serio, esperando la respuesta de su propia pregunta. –Porque tú y yo sabemos que él es una persona fuerte.

- Gracias, amigo.- sonreí.

- Vamos, Tom, no te pongas triste, ¿sí?- asentí. –Mira, por allá está tu mamá.- apuntó.

- Bien, tengo que irme, Gustav. Adiós.

- Adiós, Tom.- sonrió. –Nos vemos en la tarde, para eso del trabajo.- asentí sin mirarle más.


Caminé con lentitud hasta el auto, en donde mamá me esperaba con una sonrisa pequeña, mirándome. Entré al auto sin contestarle la sonrisa, tan solo cerré la puerta y clavé mi mirada en la ventana, con algo de nostalgia.

- Los oficiales han encontrado lugares sospechosos, quizá encontremos a Bill pronto.- la miré, con luz en mis ojos, feliz.

- ¿De verdad?- asintió. –Vaya… - sonreí. Mamá aparcó el auto y ambos salimos del mismo.

- Ve a lavar tus manos que ya he hecho la comida.- asentí, caminando al baño con lentitud; mojé mis manos y las enjaboné para después secarlas y caminar hacia el comedor.

Mamá puso los platos y vasos con la comida en ellos; caminó con papá y ayudó a que quitara su saco para después él darle un beso en la mejilla y sonreír ambos con ternura. Se sentaron en la mesa y se quedaron en silencio antes de probar algo.

- ¿Tom, qué haces ahí?, ven a comer.

Caminé a paso largo y me senté en una silla, frente a papá, quien me miraba serio, sin una sonrisa, amenazante, aunque quizá su intención no fuera esa. Los dos empezaron a comer y yo, tan solo jugueteaba con los granos de arroz.

- Tom, no juegues con la comida.- dijo mamá, sin mirarme.

- ¿Puedo juntarme hoy en lo de Gustav?

- No.- lo dijo con una voz tan firme, una que papá no solía usar a menos que Bill y yo tuviéramos nuestras estúpidas peleas.

- ¿No?- lo miré. -¿Por qué no?, es un proyecto, para la escuela.

- ¿Por qué mejor no les dices que vengan aquí?- dijo mamá, sonriendo.

- Porque aquí siempre hay oficiales, siempre lloras y papá también. No quiero que mis amigos nos vean así.

- Tu hermano es más importante que un proyecto escolar.

- Ya lo sé, pero el proyecto es importante también.

- No vas a ir, Tom, ¿por qué no entiendes que tu hermano ahora es el único problema el cual debemos arreglar?, por favor, no nos crees más problemas.

- Pero si no hay ningún problema, papá, es un trabajo escolar, ¡puedo ir caminando yo a casa de Gustav!

- No vas a salir, Tom, ¿no ves lo que ha pasado con Bill?, ¿Quieres que te pase lo mismo a ti?

- Solo porque le pasó a mi hermano no significa que me pase a mí.

- Pues no irás y se acabó. Ahora come.- dijo papá.

- ¿Desde cuándo Bill es más importante que yo? ¡Ni siquiera me han preguntado como lo pasé en la escuela!- me levanté de la silla, enojado tal vez sin razón, pero finalmente, enfadado, cabreado.



2 comentarios:

  1. Me encantó! ^^ Atrapa bastante la trama, espero que subas pronto :) Saludos!

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  2. Me encantoo definitivamente AMOO LA NUEVA FIC.. cuidatee

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